REFLEXIONES SOBRE LOS ESTUDIOS DE LA ACADEMIA GENERAL MILITAR EN SU ANIVERSARIO General de Brigada (R.) Adolfo Coloma Contreras

1-sm-el-rey-preside-los-actos-conmemorativos-de-la-fundacion-de-la-agmPues sí, damas y caballeros, con una entrada que llevaba por título “Armas y cuerpos funden nuestro emblema. El espíritu de la General” iniciaba un servidor sus andanzas en este querido blog hace precisamente hoy dos años. Dos años junto a tres prestigiosos y prestigiados soldados compartiendo con Vds., con todo el que haya querido acercarse a estas páginas virtuales, la defensa de la unidad de España y los valores que aportan a la sociedad las Fuerzas Armadas, contribuyendo a nuestra manera a difundir esa cultura de defensa tan necesaria desde que se suspendió el Servicio Militar.

Pero no es ese el tema del día, no. Ni tampoco el número de visitas al blog que se va aproximando al millón y medio. La noticia es precisamente el CXXXV aniversario de la fundación de la Academia General Militar, por el General Galvis en su primera época, el XC aniversario por el General Franco en la segunda,  y el LXXV por el General Hidalgo de Cisneros en la época actual. Y sobre todo, lo que se enseña entre los muros del “solar zaragozano” y en sus campos de maniobras.

Cuando alguien me recuerda lo que ha cambiado la enseñanza militar en todos estos años, yo suelo responder  –“tanto como ha cambiado la sociedad en ese tiempo”– así de simple, aunque no siempre así de sencillo. Fíjense. Hace unos años, la presentación en la Academia, tras haber superado el ingreso por oposición, se hacía de uniforme, sin 2-la-entrega-de-sables instrucción previa, en la mayoría de los casos. Sin que nadie te hubiera enseñado ni la forma de dirigirte a un superior, ni siquiera a rendir el saludo militar. Pero junto a la notificación del ingreso en la academia, te enviaban un añorado “Prontuario del Cadete”. Nada especial, era simplemente un condensado catálogo de normas sociales, de educación y de comportamiento cívico para ser tenidas en cuenta por el caballero cadete desde el momento en el que sentaba plaza. Venían a ser el modelo de la actuación que se espera no solo de un estudiante militar – universalmente conocido como cadete – sino las de un comportamiento ejemplar ante la sociedad de la que el militar forma parte, el modelo para un caballero al que hoy, con el correr de los años, no habría más que añadir el de una dama, en el caso de las féminas.

Pero aquel prontuario no era más que el principio. La formación empezaba al traspasar los muros de entrada. Ciertamente el núcleo central de los estudios que se cursaban en la Academia, eran conocimientos técnicos militares sobre organización militar, táctica y técnica de las armas, funcionamiento de los diferentes sistemas de armas y medios mecánicos que utilizaban nuestro ejército, electrónica, balística, etc. Pero además se completaba la formación con otras asignaturas del campo de las humanidades, como Derecho Penal Militar o Geografía e Historia orientadas al análisis de la toma de decisiones y el empleo de las diferentes armas y sistemas de combate. Sin descuidar la formacíon y endurecimiento físico, que incluía  prácticas como la equitación, que enseña entre otras cosas al joven cadete, cómo conseguir llevar al noble bruto por donde él quiere y superar juntos el temor, el miedo a lo imprevisto. Y todo ello aderezado con un fortalecimiento de los resortes íntimos: la educación moral y militar, suponían un compendio armónico de los conocimientos que debe poseer un militar que se va a poner al frente de un puñado de soldados para que, sin dejar de ser uno más, sea el líder de todos ellos.

3-practicando-el-trabajo-en-equipoNo nos engañemos. Antes como ahora, lo que a un cadete le gusta es lo militar. Punto. Para eso se hacen militares. Es la instrucción táctica, las marchas, el tiro, el deporte; todo lo que le acerque a su cometido más inmediato al dejar las academias, el mando de tropas, lo que le atrae poderosamente. Y las asignaturas militares, lo que persiguen no es hacer de nuestros futuros oficiales obsesivos o autómatas “gatillos flojos” como pretenden algunos juegos electrónicos tan en boga entre nuestros jóvenes. No pretendan tergiversar las cosas. En las sociedades avanzadas, regidas por Estados de Derecho, la legitimidad en el uso de la fuerza, de la violencia, la detenta el Estado a través de sus instituciones. El ejército es quizás la más antigua de ellas y tiene buen cuidado en enseñar a los suyos el uso de unas armas que tienen hoy un poder letal como jamás lo habían tenido. Que se pueden ver abocados a su empleo en escenarios en los que se mezcla la población civil con los militares, o incluso que el enemigo no se va a identificar como tal. Han de enseñar y se enseña ante todo la legitimidad del uso de esa descomunal fuerza y en todo caso, la racionalidad y proporcionalidad en la aplicación de la misma. No se trata pues de desmilitarizar la enseñanza militar, como alguien – con más peso que seso – ha pretendido argumentar y que quedará en una desafortunada anécdota.

Es compleja, muy compleja la formación de un oficial. Y en su formulación históricamente han intervenido varios factores. Unos son internos, derivados de las necesidades de responder a los conocimientos que se requieren para el manejo de sistemas de armas, comunicaciones, o procedimientos cada vez más sofisticados. Otros son externos, derivados de la orientación que, desde el nivel político se quiere imprimir en los futuros oficiales. Así se ha llegado al sistema actual que diseña una carrera para los oficiales en la que para la obtención del título se requiere la 4-centro-universitario-de-defensa-en-zaragozasuperación de un grado en Ingeniería de Organización Industrial, impartida por profesores militares y universitarios, pero bajo el dirección del Rector de la Universidad de Zaragoza, además de la superación del programa puramente militar que le permita obtener el despacho de Teniente del Cuerpo General de las Armas. Los cadetes del Cuerpo de Intendencia del Ejército y los de los Cuerpos Comunes de Defensa, como ya ingresan con los correspondientes estudios universitarios para la especialidad que van a ejercer, tienen una formación diferente.

Es cierto que con esta formulación, en la actualidad  los cadetes obtienen un título universitario. Pero también lo es que a esta situación se podría haber llegado por algún otro camino sin necesidad de supeditar la formación de los oficiales al criterio del rector de una universidad, simplemente por un procedimiento modular de construcción de créditos y su reconocimiento, tan en boga en nuestros días tras la aplicación del denominado Plan Bolonia.

Pero una vez más sostengo que la formación del oficial, puede sufrir los cambios que se estimen, internos o externos, y que los cadetes los soportarán, con paciencia y resignación. Pueden incluir en su itinerario asignaturas como Acotados, sombras y perspectivas, bailes de salón o resistencia de materiales. Puede que les exijan saltar el plinto o montar a caballo. Les gustarán más, menos, o aborrecerán alguna de esas asignaturas. A todos nos ha pasado. Pero lo que no me cabe ninguna duda es que cualquier plan de estudio que se les ponga por delante ha de contribuir a un fin esencial: Enseñar a un futuro oficial como cumplir su misión con el mínimo de bajas. En otras palabras, cómo alcanzar el objetivo que se le asigne en cada puesto, en cada momento, tras un estudio racional de los elementos que intervienen en su consecución y con el menor quebranto para su equipo, o para su unidad, con una inquebrantable voluntad de vencer. La misión, por encima de todo.

Eso junto con una convivencia en común de todas las Armas y Cuerpos, en un momento vital de los hombres y mujeres que han decidido abrazar el oficio de las armas desde la perspectiva de oficial, es lo que entraña “el espíritu de la General”, concepto o sentimiento que abarca mucho más que este o aquel plan de estudios y se sintetiza en esa memorable estrofa del himno de la academia General Militar:

Armas y cuerpos funden nuestro emblema

en unión y hermandad sin igual.

Y unida siempre luchará hasta el fin

por España la Academia General5-la-xxix-promocion-celebra-el-aniversario

 

Adolfo Coloma

General de Brigada (R) del ET

Blog: generaldavila.com

21 febrero 2017

16 pensamientos en “REFLEXIONES SOBRE LOS ESTUDIOS DE LA ACADEMIA GENERAL MILITAR EN SU ANIVERSARIO General de Brigada (R.) Adolfo Coloma Contreras

  1. Buenos días mi General,
    Disculpe VE mi atrevimiento, pero el nuevo Plan de Formación que relata en el Post, tiene un cierto aroma a las secuelas de un exJemad de cuyo nombre prefiero no acordarme.
    Espero que el futuro Jemad de ET, repare en su acertada reflexión y actúe en consecuencia.
    Parece que la Sra. De Cospedal prefiere el paso de desfile de «Regulares» en lugar de el «Legionario» , para la renovación de la cúpula de las FAS.
    Un respetuoso abrazo

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  2. Don Andrés:
    Ha habido proyectos anteriores al actual para equiparar definitivamente la formación de los oficiales de las FAS con titulaciones universitarias. No cuajaron y estamos en la situación en la que estamos. Lo que yo sostengo es que sea cual fuere el plan de estudios en vigor, los cadetes se lo pondrán por montera con tal de conseguir su objetivo: Convertirse en oficiales de las Armas y cuerpos. Otra cosa es que a mi personalmente me guste el modelo actual.
    Atentamente
    Adolfo Coloma

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  3. Yo, como Profesor y Director de Master Universitario Posgrado en ENAE Escuela de Negocios de Dirección y Administración de Empresas de la Fundación Universidad-Empresa de Murcia, modesta y humildemente considero que la formación básica del futuro oficial no tiene por qué depender necesariamente de una Universidad o título universitario; otra cosa es que, una vez hecha la carrera militar como tal, se complete su formación con Master Universitarios Posgrado como: Dirección de Empresas – MBA, Logística y Dirección de Operaciones, Dirección de Personas y Gestión de Recursos Humanos, Liderazgo y Coaching, Gestión de Calidad, Riesgos y Seguridad, etc.; como precisamente, un servidor estuvo, hace años, impartiendo y dirigiendo uno de ellos en la Academia General del Aire de San Javier a los Profesores de la misma para completar su formación posgrado.

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  4. Completamente de acuerdo, Don Pedro, siempre y cuando los estudios que se cursan en las academias Militares de formación para oficiales tuvieran una titulación equivalente a los estudios Universitarios.
    Atentamente
    Adolfo Coloma

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  5. En todos los combates o batallas se cometen errores que son muy importantes de enseñar a los cadetes para su formación. Se aorende mucho del conocimiento de todos estos errores que se suelen cometer en cualquier tipo de batalla o simple combate, en el que el enemigo, terreno y las armas propias y enemigas es sobradamente importante conocer y saber decidir.

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  6. Totalmente de acuerdo, Don Manuel. Es imprescindible el estudio de la Historia Militar en las Academias, pero impartidas por auténticos especialistas tecnico – militares en la materia. Yo creo que una colaboración más estrecha con el Instituto de Historia y Cultura Militar sería muy beneficiosa.
    Gracias por su comentario.
    Adolfo Coloma

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  7. Cuando a la Escuela de Guerra cierto director de seminario(tema: fines,formacion fas) decia de llamarla de Paz,primero habria que reeducar algunas generaciones viciadas por directivas ocultas durante mas de 30 años(y no solo en Cataluña).El fin principal de las fas es tener un nucleo organizado de forma permanente ,como base para integrar e instruir el personal movilizado por crisis u otras operaciones belicas ,casos en los que en el gobierno es conveniente personal de organizaciones como las fas por la necesidad de disciplina,orga- -nizacion y conocimientos incluso;no en vano una de las asignaturas en la agm es economia politica y de guerra.La formacion nueva es politica ,y si convence a algunos profesionales ,es por esperar mejore la vida de los militares futuros,,cosa dificil,dado que siempre son chivos espiatorios en paz y guerra.Hay que apuntar cierto desprecio al profesorado militar,sin conocer la universidad de forma neutral y profunda.En cinco años no se pueden estudiar las dos carreras(hice una y empece convalidando a exactas,y no digamos si tienes 5-9 cargos)y aumentar mas de 7-8 años(media )supone estar a la altura de otras oposiciones que cobran habitualmente el doble y hasta cuatro veces el neto(con 45 añs en resª,niv A, ord ministº nomina publª gaceta dic ?2012, 1980 eu nts).Aparte si,en epoca de crecimiento, pocas empresas colocaban miltares reserva o excedentes,incluyendo dudosas organizaciones,con el obscuro futuro social que se anuncia,el uso de la nueva carrera sera escaso,en perjuicio de la militar,o es que piensan aplicar licencias pedagogicas a las fas para aumentar las plantillas de Educºn(¿como las que se exigen a los de fuera ahora,en muchas cosas,idiomas y tecnicos tapados,sin cotizar?)

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  8. Sr Jumanu. Gracias por darnos su opinión. En cualquier caso, creo que en lo que estamos de acuerdo es en que había otras formas de haber hecho la reforma.
    Adolfo Coloma

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  9. Somos el único colectivo profesional (de médicos a ingenieros pasando por abogados), en todo el mundo (de Malasia a EEUU) que se dice pronto, que «subcontrata» la formación de los nuevos profesionales a personal ajeno a la profesión que son quienes tienen la llave de acceso a la misma. Debe ser que somos muy listos.

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  10. Totalmente de acuerdo con el Sr Torres,las fas son fiel reflejo del pueblo y de algunos gobernantes de buena fe.Los profesionales exteriores no debieran haber pasado a niveles superiores a los de la agm,en especial de poder sobre el colectivo.
    Los unicos que se han limitado a su faceta tecnica, superando a sus compañeros civiles son los medicos(a corta distancia interventores y alguno mas) y muchos sentian mas la profesion que algunos militares.De otros, ,sin desmerecer en general ,han tenido mas influencia en la vida de los demas que los propios superiores organicos,y alguno de los de mas altura y velocidad de subida,los conoci,siendo personas estupendas,pero quizas no idoneas para manejar mas de 300000 hombres,y dominar su ideologia.

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  11. Solamente se le ocurre a un borde fronterizo dedicar sus esfuerzos , denodadamente. a arreglar las cosas que funcionan bien. La academia General militar ha sido una obra de arte en la enseñanza militar. Ya tiene muchos años como para acumular múltiples felicitaciones de propios y extraños. Sus carencias no son otras que las generales de nuestros ejércitos. Se gasta más en folios y bolígrafos que en munición y gasolina. Ir a copiar a los americanos solamente un pequeño trozo de la preparación de sus oficiales, es como traer piezas de un Rolls Royce para reparar los» jeep viasa» que se montaban en Zaragoza, hace años.. Los hacíamos buenos porque no había otra cosa. Los verdaderos jeep, veteranos de Corea ya no daban más de si.
    Este nuevo sistema de convertir a los alumnos en un extraño hibridaje de ingeniero-militar-perito industrial no conduce a otra cosa, al salir de la Academia, que a ir perdiendo a los mejores. Como todos ustedes se pueden imaginar ni la Compañía Iberia ni AIR TASMANIA van a contratar a don Julio el Rojo para pilotar sus aviones de pasajeros. El Ejército perderá a los mejores. Los más brillantes oficiales con ese título de «perito casi ingeniero de organización» y con dotes de mando, se los llevará la industria privada, que no son tontos. A los tontos y los golfos- como ya es habitual- los absorbe la política y algunos, es inevitable, se cuelan en el ministerio de Defensa. Y se pondrán a arreglar algo.
    Salvador Zunzunegui Costas. 5808 3ª Cia

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  12. Sr Zunzunegui:
    Los resultados están aún por ver. Hay quien habla ya abiertamente de una «cuarta época» de la General.
    Adolfo Coloma

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  13. Mi respetado General quizá sea la «cuarta época», pero me temo que a este paso pueda ser la última. En este momento la universidad en España seguramente está más necesitada de copiar algunos procedimientos de la Academia General Militar que nosotros de ellos. Esto lo digo desde mi enorme respeto a la Universidad, que sí está necesitada de urgente regeneración y excelencia. A tus órdenes y un fuerte abrazo.
    Salvador Zunzunegui Costas

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  14. Mi General; me hubiera gustado enviarle esta magistral «tercera» a su email , pero no he sabido encontrarlo, no obstante creo que corrobora el fundamento de mis dudas sobre el desacierto en la oportunidad de la reforma de nuestra entrañable AGM . Seguramente no es malo que meditemos sobre esta autorizada opinión de un catedrático, que lo es , además, de Filosofía. l

    LA UNIVERSIDAD POSIBLE por MENEDEZ MENENDEZ

    La Universidad está mal, incluso muy mal, pero no creo que esté peor que la sociedad. Aunque es cierto, como decantó el clásico, que lo pésimo es la corrupción de lo óptimo. Su nivel, hablo principalmente de España, pero no sólo de ella, ha descendido profundamente. Es acaso la manifestación más aguda de la crisis espiritual. No se trata de la existencia de abusos, que existen. Lo peor son los usos. Aquellos no son tan graves pues se perciben como tales. Lo malo son los usos, el olvido de las prácticas y las virtudes que configuraron la más alta institución que creó Europa.

    Omitiendo piadosamente la infeliz expresión “espacio europeo de educación superior”, lo que supongo que alberga es hoy apenas realizable. Al margen del deterioro general, no puede haber una Universidad europea si faltan los dos más decisivos ingredientes que la forjaron: un ámbito espiritual compartido, el cristianismo, y una lengua común, el latín. Por más que se intente, el inglés no es el latín de hoy. Además, existen varios tipos de Universidad, al menos el alemán, el inglés y el americano. Por otra parte, la Universidad, como toda institución, depende del aire público que respira, y ese aire, por más que se invoque la globalización, no es hoy común.

    Cabe distinguir entre lo que la Universidad es y, por tanto, puede y debe ser, y lo que no debe ser. Lo primero, siguiendo entre otros pensadores contemporáneos a Jaspers y Ortega, las misiones que tiene, como institución, encomendadas, son la formación profesional superior, la investigación científica y la formación de la persona (Jaspers) o la transmisión de la cultura (Ortega). No hay Universidad sin la tendencia a realizar estos tres fines. Si se limitara a lo primero, a ser un aseado centro de formación profesional, renunciaría, al menos, a dos tercios de su razón de ser. Su esencia consiste, por lo tanto, en ser comunidad de maestros y discípulos en busca de la verdad. Por lo tanto, no hay Universidad sin libertad de investigación y de cátedra.

    Así, podemos enunciar las principales amenazas que la Universidad debe superar. Y la primera, y más honda y letal, es la negación de la verdad. El escepticismo y el relativismo entrañan la negación de la condición de posibilidad de la Universidad. Si no hay verdad, la Universidad no tiene nada que buscar ni nada de lo que ocuparse. No es este un mal que agobie a la ciencia natural, pero sí una enfermedad mortal de las Humanidades. Después, debe sortear los ataques a la libertad de investigación. En la Universidad, ni se grita ni se acallan las tesis que desagraden. La verdad no se impone por la fuerza; se impone por su propia fuerza. Todo enemigo de la libertad de cátedra es o un falsario o un cobarde (o ambas cosas). Por ello, la politización es otra amenaza al espíritu genuino de la Universidad. Las empresas políticas deben quedar excluidas de la ella. Las Universidades son templos levantados al saber y no seudo-parlamentos de acción revolucionaria (o contrarrevolucionaria). Ni las Universidades ni las iglesias son lugares adecuados para la acción política. Si la política, salvo como objeto de estudio, debe quedar extramuros de la Universidad, también la “democratización” constituye una enfermedad grave para ella. Eso no significa que no puedan existir ámbitos en los que la Universidad pueda y deba someterse a los procedimientos democráticos, pero los decisivos son ajenos a ella. Baste un argumento: la verdad no depende del sufragio universal. Como decía Hume, por más que la mayoría de los hombres opinaran que la Tierra se mantiene quieta y que el Sol gira alrededor de ella, no dejaría de ser falso. En la Universidad no cabe más dogmatismo que el de la verdad. Nada es más ajeno al espíritu de la Universidad que el despotismo. Como afirma Montesquieu, en El espíritu de las leyes, “en un gobierno despótico es igualmente pernicioso que se razone bien o mal; basta con razonar para ir contra el principio del Gobierno”.

    También debe mantenerse la Universidad castamente a salvo de la corrupción, no sólo política sino, sobre todo, intelectual y moral. Platón discernió entre los socráticos, incesantes buscadores de la verdad, y los sofistas, perseguidores del poder para utilizarlo en beneficio propio. En la política, el triunfo de los sofistas es nefasto; en la Universidad, es sencillamente letal. En una conferencia pronunciada por Unamuno en el Ateneo de Madrid, poco después de ser destituido como rector de la Universidad salmantina, como consecuencia de turbias maniobras políticas, afirmó: “Una cosa es transigir temporalmente con hediondas miserias políticas y otra vender la conciencia”. Para el gran vasco y, por ello, gran español, no había nunca que dimitir. Había que cumplir con el deber y cargar con las consecuencias: siempre es preferible el cese a la dimisión.

    Asistimos a un terrible descenso del nivel. Que un estudiante, incluso de Literatura, lea un libro entero, de principio a fin, puede considerarse hoy como una abusiva pretensión de profesores desconsiderados o sádicos. Casi tortura académica. Todo ha de ser audiovisual y ciberespacial. Pero ni siquiera basta con eso, pues no vale ni cualquier música ni cualquier cine. Ni Bach ni Dreyer. Podrían sufrir una embolia cerebral. Como mucho, Dylan y “Juego de tronos”, y aun esto puede resultar demasiado sofisticado. Debo aclarar que la culpa no es de los estudiantes. Nunca la víctima puede ser culpable. La culpa es de otros, de quienes llevan décadas planificando la ignorancia sistemática y la rebelión contra toda excelencia.

    No creo que la única salida sea la deserción de la Universidad por parte de los mejores profesores. Es, sin duda, una tentación ante la que puede no ser fácil dejar de sucumbir. Quizá la sabiduría se refugie hoy en la soledad o en la formación de exiguas comunidades de sabios eremitas. Pero constituye también un deber la resistencia, mientras quepa albergar alguna esperanza. El sueño de la Universidad produce monstruos. Algunos aún confiamos en una Universidad posible, no probable, pero sí posible.

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