«Franco, el flamenco y el número de necios» Melitón Cardona (Embajador de España)

Franco y el flamenco

El pasado miércoles, a mi edad provecta, tuve noticias de una fechoría para mí inédita de un antiguo Jefe del Estado español. Así, según un programa emitido por la segunda cadena de Televisión española, él fue el responsable directo de la degeneración del cante y baile flamenco por cuanto «ordenó al pueblo romaní que lo popularizara entre los turistas extranjeros«. Confieso que me he quedado de una pieza, porque jamás hubiera imaginado tamaña desfachatez, ni cómo pudo llevarse a cabo, ni a qué dirigente del pueblo gitano le fue ordenada aunque, al paso que vamos, no me extrañaría descubrir más pronto que tarde que el supuesto calentamiento global que tanto preocupa a tanta gente poco avisada (¿qué ha sido del temible agujero de ozono?) es consecuencia directa de las ventosidades producidas en el Palacio del Pardo durante décadas como consecuencia de la reiteración de comidas flatulentas.

Como dice Rubén Blades en su versión de la canción «Pedro navaja», «la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida» y, en mi caso, tengo clarísimo que me la he llevado mayúscula, porque además de tratar de fabricar en los años cuarenta una bomba atómica en ese polo tecnológico de prestigio mundial situado en Ocaña, Franco decidió prostituir al flamenco mucho antes de que España fuera un país receptor de turismo, lo que ya tiene mérito y es ejemplo de previsión extraordinario.

Perversi difficile corriguntur et stultorum infinitus est numerus. Para víctimas de la LOGSE, «Difícilmente se corrige a  los pervertidos y es infinito el número de los necios».  Siempre pensé que la que figura entre comillas era traducción justa de una frase del Eclesiastés, aunque en la nueva versión de la Vulgata de Pablo VI se asegura que la correcta es «lo torcido no puede enderezarse y lo que falta no puede contarse», algo tan disparatado que me impide siquiera tratar de atar esa mosca teológica por el rabo. En todo caso, la lectura de la prensa diaria o la contemplación de la televisión hacen que me incline por la traducción primitiva de San Jerónimo porque «se non è vera è ben trovata».

Quiero pensar que el difunto y tan denostado Generalísimo todavía nos deparará sorpresas que no me atrevo siquiera a imaginar. De momento no ha sido acusado de acoso sexual como la mayoría de varones de Occidente, pero todo llegará y, si no, al tiempo.

O tempora, o mores!

Melitón Cardona (Embajador de España)

Blog: generaldavila.com

27 enero 2018

 

6 pensamientos en “«Franco, el flamenco y el número de necios» Melitón Cardona (Embajador de España)

  1. Apreciado Excelentísimo Señor Embajador.

    Yo no me creería todos los chismes de portera que nos cuentan en «TV ex E» sobre Franco. Que ya, agotados todos los recursos, no saben qué inventar.

    A mi entender, pues viví y fui testigo de toda esa época, lo que hizo Franco con el flamenco y el riquísimo folklore y costumbrismo español, fue precisamente sacarlos de sus reducidos entornos locales y darlos a conocer al mundo. Es más, el flamenco fue elevado a la categoría de materia universitaria con cátedras para impartir su enseñanza y la del instrumento clásico para su acompañamiento, la guitarra. ¿Qué habrá sido de aquella preciosa película titulada «España insólita»?. Deberían reestrenarla o simplemente reponerla durante una temporada larga, y editarla en DVD para poder adquirirla en los quioscos de prensa. Sería muy instructiva para la juventud, que quizás comenzara a preguntarse si no les están contando una historia tergiversada e interesada fuera de la realidad.

    Confieso que nunca había visto esta simpática foto con la que ilustra el artículo, y examinada con lupa es rigurosamente auténtica, así como las expresiones de felicidad y mirada limpia de las chicas que hacen palmas, y cómo no, el disfrute real y desenfadado de tan ilustre espectador.

    Dios mío, qué jóvenes éramos todos, y cómo ha pasado el tiempo. Quién pudiera dar marcha atrás a la máquina del tiempo y volver a reir con esa franqueza.

    ¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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  2. Insuperable, Don Melitón. Y en esa misma linea irónica, con la misma y bíblica base, y aunque en otro contexto escribí hace años un soneto que bien creo puede colgarse aquí abundado en el argumento de su magnífico artículo. Por cierto, también me gusta más lo escrito por S. Jerónimo, lo hiciera o no, que la nueva versión paulina. Así pues, señor embajador, con su permiso:

    INFINITO
    (Soneto)

    Pues que el Libro lo dice yo lo creo,
    aquello que el profeta hubiera escrito:
    ¿el de tontos?, su número infinito
    que habitan en el Mundo; y a voleo,

    aquí en nuestro «país», mero un cuenteo,
    tamaño el de cabezas de chorlito
    me sale que, ¡me valga Dios bendito!
    un número que es cosa de de mareo.

    Ni uno más, tan grande es la cuantía,
    cabe aquí ya pues son impenetrables
    los cuerpos, que la Ciencia lo dijera.

    Mas falla, pleno el cupo, la teoría:
    alguno más, misterios insondables,
    habremos de aguantar de la cantera.

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  3. Me gusta su artículo, Don Melitón. Con esa elegancia para calificar a tanto afectado por la imbecilidad y la idiocia.
    Dentro de que por mucho que deseen nunca podrán cambiar la realidad pasada, me produce perplejidad ver el odio, aliado a la mentira, para mostrar una historia falsa, de toda falsedad.
    Pero esos “afectados “ carecen de las gónodas necesarias para contar la realidad de la izquierda republicana. Eso se silencia.
    ¡Que verdad es el dicho de que no ofende quien quiere, sino quien puede!
    Y los “afectados “ no pueden.

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  4. ¿Y que será del trabajo
    realizado por la Seccíón Femenina, con Pilar Primo de Rivera a la cabeza? Toda la recopilación de folkclore: bailes, canciones, vestidos «regionales»;
    gastronomía, etc… recorriendo hasta los pueblos más recónditos, enseñando lo que hoy parece elemental: leer, escribir, etc… ¿tendrían sueldos? ¿ de qué cuantía si los hubiere? Actualmente ¿alguna región de España hace algo así? Con el exacerbado amor a sus autonomías sería lo normal, digo yo…..
    Que poco me fío de la Historia. Para hacer un juicio riguroso hay que leer infinitos libros por cada hecho, contrastar, ya que cada uno la cuenta a su manera, a sus intereses o cómo y dónde la vivió. Me dicen: «lee este libro, de fulano de tal, que da muchos datos sobre el tema ya que estaba en primera línea
    y describe muy buen esa época». Y como hay mucho sobre lo mismo, lees varios y comparas. Y no coinciden. El día tiene 24 h ¡a mi no me da la vida!
    Gracias por su artículo D. Melitón. Buen domingo a todos.

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