¡Qué galán, qué alentado,/ envidia tengo al traje de soldado!
Así exclamaba el hijo del alcalde de Zalamea al verlos desfilar.
Los ejércitos del futuro no serán fáciles de mandar y sobre todo cuando la disciplina, la instrucción y el ejercicio continuo seguirán siendo su pilares básicos.
La guerra, cualquier guerra, es orden, sin el cual no podemos entender ninguna actividad humana y menos si esta la tratamos como un arte. Orden en el planeamiento, en el combate, en el fuego y en el conjunto de la maniobra. En la ejecución combinada del fuego y movimiento.
Se le llama orden de combate que tiene su preludio en el orden cerrado.
El orden de combate requiere un escenario previo donde se pone a prueba el movimiento, incluso el fuego y las órdenes que mueven los cuerpos: el orden cerrado. Es el arte del movimiento que necesita de buena enseñanza, de la disciplina militar que fortalece, y aligera los miembros, quita el pavor, y constituye el buen orden que es necesario para vencer no por la multitud sino por la buena disciplina y orden.
Los desfiles ponen a prueba elementos imprescindibles que nos muestran campos difíciles de comprobar fuera del combate: la moral, la preparación física y la instrucción profesional.
Veíamos el desfile del Día de la Fiesta Nacional de España. Francamente mejorable. La revista forma parte del conjunto. Antes de salir a escena hay que comprobar la uniformidad hasta el más mínimo detalle. Desde el pelo hasta las botas todo debe ser armonía y estética militar, sin más ni menos, exactamente la figura justa que todos quieren ver. Es lo que lo que llamamos y todos entienden: uniformidad. Revista minuciosa de hombres y armas, sin pasar detalle por alto. Luego son horas de preparación al sol o bajo el agua, interminables voces de izquierda y derecha, ¡esas diagonales!, giros y evoluciones, ¡Cambien! ¡Armas!, los vivas repetidos, los descansos a discreción…
Quien no ha formado bajo el sol de los recintos militares en interminables horas de orden cerrado no entenderá jamás lo que es la milicia ni será soldado que valga para la guerra. En compañía, más que unidad, brazos en armonía, a la misma altura, las miradas de reojo, alineaciones imposibles, miradas perdidas al horizonte militar, sudor y frío, la sensación indescriptible de los aplausos, pero nada como ese grito partido de ¡Vista a la derecha!, ¡¡¡Vi-va España!!!
Durante esos tediosos y formativos ensayos en la Academia General Militar de Zaragoza las diagonales eran la obsesión de uno de nuestro profesores, que solía subirse a una tarima para corregir cualquier pequeño defecto que observaba al paso de la formación. ¡Esas diagonales! ¡Esas diagonales!, insistía constantemente antes y después de los vivas. Un compañero de promoción, famoso por sus sonoros despistes, se quedó con el mote de «el diagonales» después de uno de estos ensayos.
Razones hubo. Mi querido compañero tenía una incorregible manía, no podía evitarlo, gritaba ¡viva! en cuanto oía la voz del profesor, dijese lo que dijese. Así que en más de una ocasión la voz correctora ¡¡¡esas diagonales!!! era contestada con un solitario grito de ¡¡¡viva!!! pronunciado con fuerza, alto y claro, por mi amigo. Algún arresto le costó pero se ganó un mote, algo que solo consiguen los distinguidos en alguna faceta. Para bien o para mal a partir de aquello pasó a denominarse: «el diagonales». Ya saben que en una Academia Militar no tener un mote es ser un don nadie.
El mal orden cerrado no es sino síntoma evidente de que la maquinaria militar no funciona y que se resquebraja la disciplina. El orden es un conjunto armonioso que empieza por la individual uniformidad, impecable, y termina en un conjunto disciplinado donde todos se transforman es un solo hombre al mando del capitán. Si eso funciona es que la geometría del combate y la aritmética de la moral están en orden de combate.
Las falanges macedonias requerían de una disciplina y entrenamiento que permitiera ese invencible choque sin desmoronarse en sus movimientos. Cualquier formación cerrada exige orden, que deriva de la instrucción. Es el orden cerrado, todavía practicado en todos los ejércitos del mundo. Son formaciones compactas muy sólidas y fáciles de mandar una vez que todos los formados conocen las voces de mando. No hay iniciativa ni nada que pensar. Se ejecuta el movimiento al unísono y eso es todo.
¿Y el 5%? Eso es otra cosa, pero constituye una prueba de cómo está el orden cerrado de la nación, esa que asiste a los desfiles y aplauden a sus tropas. España es la única nación de la OTAN que habiendo aprobado, conjuntamente con el resto de naciones, el 5% del PIB en gasto de Defensa, firmado por el presidente, se ha ido de la reunión para decir, por convicción y a la vez presión de sus socios de Gobierno, que no va a cumplirlo y que son las Fuerzas Armadas las que le han informado de que con el 2% del PIB les sobran capacidades. Miente.
No hay acuerdo para la Defensa, sobra todo orden cerrado y de combate. Ni orden ni concierto. Porque al no haber orden inútil es calificarlo como cerrado o abierto. Solo importa el negocio.
Un dato que cierra este artículo y que debería abrir diligencias sobre el asunto de la Defensa.
De los 10.000 millones de euros de los que el ministerio de Defensa dice haber aumentado el Presupuesto, ayer martes día 14 de octubre en Consejo de ministros se decidió darle 6.582 al cero por ciento de interés a la empresa INDRA. ¿De quién depende INDRA? Mientras tanto los soldados van a pie por el escandaloso vehículo de combate «DRAGÓN» del que son incapaces de dotarlos, no hay fusiles ni cascos ni uniformes.
Munición toda de fogueo y desfilar cada vez peor.
¡…envidia tengo al traje de soldado!
Vergüenza tampoco debe de haber mucha.
¡Ya viene el cortejo!
¡Ya viene el cortejo! Ya se oyen los claros clarines,
la espada se anuncia con vivo reflejo;
ya viene, oro y hierro, el cortejo de los paladines.
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
16 octubre 2025
Blog: generaldavila.com










