¿ESTÁ USTED DISPUESTO A DEFENDER LA UNIDAD DE ESPAÑA? Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Publicación del Estado Mayor de la Defensa (EMAD)

El resultado de la encuesta ha sido: «Depende».

¿Maneja el Ministerio de Defensa encuestas, datos, prospectivas sobre la disposición de la población española para defender lo que dice la Constitución?

Está bien eso de «Depende».

Podría ocurrir que Antonete Gálvez, diputado federal, huertano o no, declarara «…el Cantón de…» y el Capitán General (ahora con nombre más… y menos…telegrafiase (o pusiese un wasap) al Jefe del Ejército o al Rey (?): «A las seis mañana castillo Galeras ha enarbolado bandera turca» mientras la bandera roja anuncia la República Federal.

Antonete fue el terror del Mediterráneo, bombardeó Alicante, se enfrentó a escuadras extranjeras y quiso invadir el resto de España. Algún televisivo golpista de ahora es su vivo retrato, pero en cobarde.

El cantonalismo en marcha.

No se lo tomen a broma, ocurrió, acaba de ocurrir y volverá ¿para quedarse?

Por eso: «Depende». ¿De qué depende?

¿Defender qué? Nada que bombardear, nada que defender, nada que objetar. Se hace y basta y si la Ley dice que eso no se debe hacer, se cambia la Ley con efectos retroactivos. Nunca en España ni en época del tan traído a colación jefe del Estado, Francisco Franco, se manejó el orden y la ley tan a la orden y dictado del que dicta y ordena con la sutil interpretación de sus asesores ento(enfan)gados.

Estamos ante una situación muy preocupante porque para colmo la otra alternativa política está dividida y confundida sin distinguirse las churras de las merinas y la soberanía popular sin enterarse de nada de lo que ocurre tras las bambalinas, que es mucho y muy grave. Nunca hubo tanta ocultación y oscurantismo, nunca la política se hizo tan a escondidas y nunca los medios estuvieron tan al servicio del poder u otros poderes.

España no requiere Defensa porque ya ha perdido la guerra. ¿Defender qué?

Encuesta va y viene. El Instituto de Estudios Estratégicos, perteneciente al ministerio de Defensa, se pronunció allá por el año 2015 con los resultados de una encuesta del CIS en la mano. Si este tipo de encuesta se sigue haciendo la deben guardar muy en secreto. Los resultados empeoran.

Solo un 16,3% de la población española estaría dispuesto a defender a España ante una agresión extranjera. Apaguemos y vayámonos. Más del 50% se reparte entre rechazar o se muestra reacio a tomar parte en la defensa de España. El último que apague la luz.

¿Para qué seguir con tanto engaño?

No se han vuelto a hacer más encuestas de ese calibre. ¿Asustan? Las cosas han cambiado: a peor.

Ahora el ministerio prefiere otras encuestas: ¿Están ustedes contentos con nuestros soldados?

No necesitamos saber lo que opina España sobre sus Fuerzas Armadas, es harto sabido, sino lo que opinan sobre la Defensa de España, de la Constitución, de la Ley y su disposición a luchar por ella y el orden constitucional si necesario fuera. Saber lo que opinan sobre ellos mismos y su postura de indolencia ante España a la que ni sienten ni padecen, sin melifluas actitudes y sin querer el resultado de «que contentos están todos con sus soldados». Esa no es la cuestión, sino enseñar y defender las razones por las que hacen falta los soldados y cuál es su misión verdadera. No estar contento con su papel de ONG, sino con el auténtico de soldados para la guerra. Porque a día de hoy cerca de tres mil efectivos de nuestras Fuerzas Armadas están en guerra, a las puertas de la guerra o para evitar una guerra, en 17 misiones en el exterior. Hace falta material de guerra, munición, equipos muy caros, pero sobre todo y ante todo que la soberanía popular se entere y asuma que estar hoy en el mundo significa tener un Ejército muy preparado y dotado. El resto es perder y perderse, ser más pobres y menos desarrollados. Las Fuerzas Armadas dicen como la canción: «No me quieras tanto, quiéreme mejor»

Si no asumimos esta cruda realidad, estamos engañando a la soberanía. Claro que está primero por definir quién es el soberano, quién ejerce la soberanía, como se impone y quien la maneja a su capricho. También, que se esconde detrás del secreto que se oculta a la auténtica soberanía que parece debería ser la popular y no la dedal.

No sé lo que hace la Mesa de Defensa del Congreso de los Diputados, si están informados, si nos informan, si nos oyen, si oyen, si les cuentan algo que es tan secreto que la soberanía se queda entre unos cuantos, ¿es que hay tantos secretos? De cintura para abajo.

¿Está usted dispuesto a defender la unidad de España?

Les daría un par de direcciones para que fuesen allí a preguntar, pero ¿para qué?; ustedes saben muy bien el código postal; incluso lo que significa «arrimar al código».

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

20 febrero 2023

 

 

 

ESPAÑOLES SIN FRONTERAS. MIERDALEÑOS Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

No invento la palabra. Año reciente, verano, una playa cualquiera. Paseando por la orilla del mar oí el comentario a un grupo de lugareños:

-Se nota que han llegado los mierdaleños.

Rebosaban las terrazas, los chiringuitos hervían de cervezas, los restaurantes sin reservas, hoteles sin habitaciones, lo que siempre se ha llamado <<hacer el agosto>>. Mierdaleños había.

No me agradó el comentario, por injusto. Sentí tristeza y me vino a la memoria el de Estanislao Figueras: <<Estoy hasta los cojones de todos nosotros>>, que efectivamente era para coger un tren o el coche y no bajarse hasta llegar a Madrid. Incluso me vino a la memoria Antonete Gálvez el terror del Mediterráneo, que bombardeó Alicante, se enfrentó a escuadras extranjeras y quiso invadir el resto de España.

Los líderes políticos deben de tener cuidado con lo que dicen y cómo lo dicen. El presidente de la Junta de Galicia seguramente no quiso decir lo que dijo, y lo de las fronteras interiores y exteriores fue un descuido, pero estuvo feo. <<España necesita una norma de salud pública que permita prohibir la movilidad de determinados territorios en una situación de pandemia si el número de contagios sigue siendo alto>>. No cita a Madrid. No hace falta, se le entiende todo. No es el único. El de Murcia también salió por peteneras. Luego les llevan las cuentas y, claro, no les salen.  En política es difícil volverse atrás, decir que no dije lo que dije; la credibilidad perdida es difícil recuperarla. Se han equivocado y echado gasolina a un absurdo incendio que dice muy poco de su inteligencia política. Así no se construye España, sino que se divide, aleja, y la consecuencia es que ganen los separatismos. Ningún presidente autonómico es el ombligo de España. No es el daño de las autonomías, sino el de los autonómicos arraigados a horizontes estrechos que se cierran en un catetismo que destruye y a ningún lado conduce. Lo que hay que hacer es ayudarse, y más cuando la necesidad obliga. Nadie va a contagiar a nadie. Nos necesitamos ahora más que nunca.

Todo el que puede se va a descansar, gozar de esta España plural, atractiva, acogedora y ningún político está autorizado por la soberanía a la que representa a creerse algo más de lo que es. No cerrar puertas sino abrirlas, con ventanas y balcones. Es una necesidad. También un deber.

Aún recuerdo de mi infancia los carteles por las calles con el atractivo lema: La Coruña, ciudad en la que nadie es forastero.

España es muy bonita y diversa. Somos todos españoles, sin fronteras, y nos necesitamos los unos a los otros. Convendría no apuntalar las diferencias con divisorias, sino animar a visitarnos con más facilidades y frecuencia.

Ayer asistíamos a una estupidez más, viendo al cántabro señor Revilla, y al vasco señor Urkullu, escenificando un encuentro en la tercera fase.

Solo faltaría que tengamos que reclamar, como si de una ONG se tratara: <<Españoles sin fronteras>>. Estamos cerca. ¿O ya lo han conseguido?

No provoquemos e incitemos a ello. Algo siempre queda, a pesar del arrepentimiento.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

CAMINO DE LA REPÚBLICA DE ANTONETE. General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

En febrero de 1873 dimitía Amadeo de Saboya acabando así con quince siglos de monarquía en España. En las Cortes, de mayoría monárquica, se votaba a favor de la República, la primera en España, con más advenedizos, oportunistas y resentidos personales, que republicanos. Aquella aventura empezó mal y de ello se dio cuenta su primer Presidente, el catalán Estanislao Figueras, que al ver el panorama definió la situación con una sola frase, “Estoy hasta los cojones de todos nosotros”, cogió un tren en Atocha y no se bajó hasta llegar a París.Figueras

Aquella República duró menos de un año envuelta en una locura federalista que rompió a España entre odios regionales y locales. Todos se saludaba al grito de ¡Salud y República!, y ninguno sabía lo que aquello del federalismo republicano significaba.  Pero el afán de ser diferentes llevó a declararse repúblicas independientes a Cataluña, Málaga, Cádiz, Sevilla, Granada, enarbolándose en todos los lugares la bandera de la independencia y el enfrentamiento de todos contra todos. Un ejemplo de aquel progresismo, solidaridad social y talante democrático ocurrió en Cartagena durante aquellos días de auge federalista.

“A las seis mañana castillo Galeras ha enarbolado bandera turca” telegrafiaba el Capitán General del departamento marítimo de Cartagena al ver ondear allí la bandera roja que anunciaba la República Federal. Antonete Gálvez, no se lo tomen a broma, era un diputado federal huertano que declaró el “Cantón Murciano” en la ciudad naval militar de Cartagena. Fue el terror del Mediterráneo, bombardeó Alicante, se enfrentó a escuadras extranjeras y quiso invadir el resto de España. El cantonalismo fue uno de los episodios más bochornoso de nuestra historia y un riguroso ridículo internacional. Eran las consecuencias de una labor demagógica que proclamaba la llegada de una República federal, libertaria y redentora. Todo terminó once meses después, cuando Castelar dijo aquello de “Lo quemasteis en Cataluña” al reclamarle los diputados federales el proyecto de Constitución federal. Un pequeño piquete de soldados enviados por el General Pavía disolvió la asamblea. Pronto volvimos a las andadas y seguimos en ello. No tenía la República la culpa sino ese deporte nacional incomprensible e insolidario que consiste en repartirse España a trozos. Es tal la incultura y las mentiras en las que se basa el reparto, que cualquier intento de independencia responde únicamente a los intereses de una secta. Ya sabemos lo que dijo Castelar en una definición tan acertada como la de Don Estanislao “Aquí en España todo el mundo prefiere su secta a su patria, todo el mundo… intolerantes todos, intransigentes todos”.

Pues eso, “Senyors, ja no agunto mes” “Estic fins als collons de tots nosaltres”

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

14 febrero 2020