EL CAMINO DE LOS CABALLEROS
Siguiendo con los artículos destinados a acompañar a la Legión en el Camino del Centenario hoy dedicamos un destacado espacio al Camino de los Caballeros, redactado por nuestro fundador en carta dirigida al caballero alumno del Arma de Infantería, Marcial Sánchez- Barcaiztegui Gil de Sola y recogida en el libro del general Carlos de Silva. Fue con motivo de que este alumno solicitara su ingreso en la Legión, cuando el coronel fundador le respondió con una carta que se convirtió en jalón y jornada del Camino de los Caballeros. Al dedicar este artículo al ‹‹Camino Legionario››, no descubro nada ni esa es mi intención. Solo pretendo divulgar lo más sagrado de la Legión. En cabeza están sus muertos, sus desaparecidos y heridos, héroes, reconocidos o no, incógnitos todos en un solo nombre: La Legión. Le sigue el Credo, base espiritual de la Legión, médula y nervio, alma y rito de ella. Y el Camino de los Caballeros, por donde todo legionario ha andado en su vida de sacrificio rendida al honor y al heroísmo. En esa labor de divulgación hoy quiero recordar las palabras del teniente coronel Millán-Astray a los cadetes de la Infantería española el 13 de diciembre de 1937 exponiéndoles la trayectoria a seguir por los que quieren abrazar ‹‹El Camino de los Caballeros››, el de los legionarios.
‹‹El Honor es: El cumplimiento del deber, es la honra, el mantener la palabra dada, la lealtad al jefe y al amigo, es el espíritu de sacrificio o renunciamiento del propio bien a favor ajeno, es generosidad. El honor es el aroma más puro y más fragante de la vida. ¡Infeliz de aquel que perdió su honor!
El Valor es: La condición esencial del soldado. Todos sentís lo que es el valor, todos lo tenéis en alto grado, la prueba: Que estáis aquí, de donde venís y a donde vais. Valor es cumplir, cueste lo que cueste, con el deber que nos impone la conciencia, la obediencia.
Las manifestaciones del valor son: la ecuanimidad, la bravura y el heroísmo.
La Ecuanimidad es: la serenidad ante el trastorno o el peligro, no exaltarse demasiado con la suerte, ni deprimirse con la desgracia: no temer al enemigo porque sea mucho, ni despreciarlo porque sea poco. El valor no ha de ejercerse más que para nobles actos; nada hay más ridículo que el valiente de oficio, el jactancioso de su valor o el que lo saca a relucir apresuradamente, con sus compañeros o con las otras personas, en los naturales razonamientos de la vida social. Ecuanimidad es aguantar, y aguantar es: Aguantar lo inaguantable, lo demás no es aguantar -dice el Samuray japonés-. Tenedlo esto muy presente, no lo olvidéis nunca: Aguantar lo inaguantable.
La Bravura: Que es el valor, ha de ser consciente. El que es bravo, al darse cuenta del peligro reflexiona brevemente y toma la decisión de arrostrarlo y de vencerlo, y la lleva a cabo a pesar de todos los riesgos y si es preciso, llegando hasta a sacrificar la vida. Bravura impetuosa para atacar, bravura tenaz para resistir.
El Heroísmo: Es el valor sublime, hombres valerosos hay muchos. Todos vosotros lo sois, y lo sabéis, pero el héroe no lo es a sabiendas, son los demás los que se lo reconocen, porque el héroe cree que no hizo más que cumplir su deber con honor y con valor, sin pensar que había llegado a las alturas, casi inaccesibles, del heroísmo. La virtud inseparable del héroe es: la modestia.
Las acciones valerosas se han de llevar a cabo con firmeza de voluntad para mantenerse sin decaer ante la dificultad, con energía que es la fuerza para dominar y vencer la resistencia y llegado el momento decisivo y si es preciso, con ímpetu que es la violencia: Firmeza de voluntad, energía e ímpetu, son condiciones necesarias al valor.
La Cortesía: Es dominar nuestros instintos, nuestras pasiones o nuestros caprichos, en aras de la comodidad y del bienestar ajenos. La cortesía va siempre acompañada de la afabilidad y la sonrisa. Una franca y sencilla sonrisa, en todos los casos y principalmente ante las contrariedades, es la más elegante manifestación de la cortesía que huye del empaque y del amaneramiento empalagoso. Cortesía es no darse importancia, ni hablar, aún cuando sea con inferiores, en tono campanudo y sentencioso, es una palabra: sencillez; lo contrario es fatuidad.
La cortesía la ofrecemos hasta a nuestros enemigos, ya que: lo cortés no quita lo valiente, según nos dicta nuestro castizo aforismo.
La Patria: ¡Cadetes! La Patria es: ¡El amor que lleváis inundando vuestras almas! ¡A qué voy a pretender daros una definición! Es imposible definir por completo como se ama a la mujer amada. ¿Quién abarca a decir todo lo que se siente por su madre, por su mujer, o por la prometida, virginal y también enamorada? Eso y aún más es la Patria, en su amor se mezclan y confunden en un solo amor: el amor a Dios, el amor a la madre, el amor a la esposa y a los hijos. ¿Sabéis, Cadetes, por qué salisteis a luchar, por qué habéis sufrido, por qué estáis dispuestos a sufrir, a padecer, a morir gozosos si es preciso? Por ella, por la Patria: por España; por la que querían que negase a Dios, por la que querían vender al extranjero ateo y sin honor, por la que es la dama de vuestros pensamientos, tan bella, tan pura y virginal, tan grande, que después de ella, no hay más que: el Cielo. ¡Vivir para la Patria, morir por la Patria!›› (General Millán-Astray. Fundador de la Legión).
Poco queda por decir. Una lección de vida y amor a España y a la Legión. No existiría la Legión sin un amor tan grande, sin una sensibilidad tan inteligente, sin que un hombre tan clarividente y noble la hubiese creado.
No existiría España sin hombres decididos y amantes de su idea de grandeza hasta el final, hasta dar la vida por ello. Creadores y seguidores de la obra colosal de la historia desde la sencillez y el amor. Voluntades firmes dispuestas al sacrificio con Honor, Valor, Caballerosidad y Amor. Eso es todo. Es el Camino de los Caballeros, cien años de historia legionaria. Los que todavía caminamos y somos aprendices, junto a los que están a punto de llegar, tenemos una tarea pendiente. Solo acabamos de empezar. Si no estás atento el camino no te lleva a ninguna parte. Cumple con tu deber. Ama a España hasta sus últimas consecuencias. Repasa la historia legionaria, la de sus humildes legionarios, reza y cumple su Credo. Te llevará al cielo donde te espera el Cristo Legionario, el de la Buena Muerte. Es el verdadero sentido de El Camino de los Caballeros.
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
(Jefe de la Legión entre 2001-2004)
Blog: generaldavila.com
1 marzo 2017