
El último fin para el que el soldado debe prepararse es el combate
Efectivamente, ya el sabio refranero español nos recuerda en numerosas ocasiones el valor de los hechos ante las palabras. Así refranes como “obras son amores y no buenas razones “o” las palabras se las lleva el viento“, hacen hincapié en resaltar la importancia de los hechos.
La existencia de esos refranes nos indica que a lo largo de la historia se ha creado un verdadero escepticismo respecto a la palabra.
Hoy en día es posible que ese fenómeno se haya intensificado por el dominio actual de lo políticamente correcto y por la dictadura del relativismo. Programas que se anuncian y no se cumplen, frases hechas que suenan muy bien, etc., han desembocado en la pérdida del valor de la palabra. Sin embargo, tiempo ha habido en que la palabra era sagrada y el valor de un hombre se medía precisamente por su cumplimiento.
Pero es necesario reivindicar el valor de la palabra. Ya lo dice el evangelio de San Juan: “En el principio era el Verbo…” Es decir, la palabra antecede a las obras. Por supuesto que se puede obrar sin necesidad de la palabra, pero, en general, lo conveniente es que se complementen. A demás la palabra tiene su razón de ser tanto anteriormente a la acción, para explicarla, como posteriormente, para dar cuenta de lo hecho.
Pero, no cabe duda, de que el valor de la palabra es diferente según el ámbito y el fin en que se pronuncia.
Si la palabra se utiliza para convencer, estimular, impulsar o mover al auditorio, la palabra es fundamental. No hay que olvidar que es el más directo y efectivo medio de comunicación.
La milicia es comunicación
Después de este preámbulo llegamos a la razón de ser de estas letras. La palabra reviste una importancia capital en el ámbito de la milicia. Todo en la milicia es comunicación. La acción del mando se ejerce a través de ella y para mandar es necesario informar, impulsar, mover los corazones de los subordinados. El subordinado tiene que conocer a su jefe. Para ese enlace, absolutamente necesario, es fundamental la palabra. Por supuesto que también los hechos producen un conocimiento, pero el complemento de la palabra es casi imprescindible. Todos los grandes jefes y conductores de hombres la han cuidado especialmente. Sólo hay que recordar la personalidad de Millán Astray, por ejemplo, aunque se podría citar a muchos más.
El valor de la palabra se acrecienta en el ámbito militar porque supone una verdadera exigencia para el que la pronuncia ya que es un compromiso que se hace con respecto a sus subordinados, de tal forma que su quebrantamiento es causa de la pérdida del prestigio necesario para el mando.
Hay que darse cuenta que el fin último para el que el soldado debe prepararse es el combate y para afrontarlo con éxito es necesario el prestigio del jefe y la confianza en él.
Recientemente hemos tenido la ocasión de comprobar el valor de la palabra. Nos han llegado las palabras pronunciadas por el JEMAD en su toma de posesión y verdaderamente han sido un regalo para nuestros oídos y un impulso para nuestros corazones de soldado.
Palabras del general Alejandre nuevo JEMAD

El General Alejandre jura su cargo como JEMAD
El General Alejandre pronunció unas palabras que ya han sido glosadas magníficamente por el TG. Pérez Alamán en este mismo blog. Sin embargo me permitirá explicar la personal satisfacción que me ha producido su lectura.
Todo su discurso es una lección de moral militar. Las virtudes que nos han enseñado y que son claves en nuestra profesión están claramente expuestas en su discurso. En un tiempo en que no se estila tratar sino de cuestiones técnicas y prácticas, el General se ha dirigido directamente al espíritu de sus subordinados y al conocimiento de su persona por parte de aquellos que no pertenecen a la milicia.
Todos los conceptos tratados son las piedras angulares de nuestra profesión.
Ante todo el amor a España y con él la lealtad a nuestra historia y tradición, reflejada en la cita que hace de un viejo Coronel de la guerra de África.
Ante el panorama de actual dominado por la falsedad y la difamación, como él mismo denuncia, reivindica los conceptos de honor, Patria y sacrificio
¡Cómo no emocionarnos ante la exaltación del amor al servicio y a las tropas, del compañerismo, de la entrega, del sacrificio, del amor a la responsabilidad, etc.!
Ha sido como una corriente de aire fresco ante la contaminación dominante.
Por último quiero resaltar también la revelación que nos hace sobre su condición religiosa y familiar que aunque supone, sin duda, una exigencia personal, ciertamente constituirán un aliciente para el cumplimiento de la misión.
El General Alejandre podría haber pronunciado un discurso al uso de sus altas responsabilidades y dejar que le conociéramos por sus hechos. Sin embargo, ha preferido, con la palabra, hacer un discurso de soldado dirigiéndose a sus subordinados y comprometiéndose con ellos.
Muchas gracias mi General y le deseo todos los éxitos que merecen sus palabras.
JOSÉ ÁNGEL ARMADA SARRÍA. GENERAL DE INFANTERÍA ( R.)
Blog generaldavila.com
12 abril 2107
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