DOS DE MAYO. POLÍTICA Y FUERZAS ARMADAS. General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

 

La sensibilidad democrática de una nación se demuestra por el acontecer diario de su principal cimiento: el respeto a la independencia del Poder Judicial y  a las Fuerzas Armadas. Respecto a lo primero poco que decir. A la vista está el espectáculo de la Fiscalía General del Estado y el del  Tribunal Constitucional, que no es órgano jurisdiccional, constituido ad hoc. Está de manera indecente a la vista de todos.

Nos interesa mucho, por estar oculto, el tema de las Fuerzas Armadas porque al ser una institución silenciosa en exceso y disciplinada en su justa medida, es difícil saber el uso, o abuso, que se da en su utilización institucional.

De un tiempo a esta parte, quizá por el ruido de la guerra, nuestra atención a los ejércitos va más a las formas que al fondo. Pero son estas inevitablemente fiel reflejo de lo que ocurre en las honduras, por lo que es difícil maquillar los errores doctrinales e institucionales que se cometen ante la pasividad de la gran mayoría, incluidos uniformados.

Viene al caso la noticia que desde la Comunidad de Madrid se ha dado a conocer, en pocos días olvidada, de la ausencia este año de las Fuerzas Armadas en el acto que se celebra en la Puerta del Sol de Madrid en conmemoración del 2 de mayo de 1808, día de la defensa de Madrid, cuando todo el pueblo español se levantó contra la invasión francesa de Napoleón Bonaparte. Acto tradicional que se ha convertido en uno de los más populares de España y que ha levantado desde el año 1983 gran expectación y cariño entre los madrileños como fiel reflejo de sus virtudes. Pueblo y Ejército hermanados en lucha por la libertad que el invasor francés le robaba.

Pues este año 2025 no habrá soldados, no estarán las tropas con su pueblo en la histórica Puerta del Sol por simple capricho político.

Entramos en un compás de espera y esperamos que la ministra de Defensa sea capaz de superar el obstáculo gubernamental e ideológico para entender que con las Fuerzas Armadas no se juega ni se las utiliza para la guerra política que su presidente tiene abierta contra Madrid. ¿Tendrá la valentía la ministra de rectificar? Una buena prueba de ese amor por las tropas del que hace gala.

Pero no podemos ocultar nuestra preocupación por algunos signos en estos convulsos últimos tiempos que como soldados nos mantienen muy alertados y confusos. Sin tener que alejarnos en las fechas citaremos alguno de los recientes acontecimientos que son preocupantes.

Empecemos por la gestión de la DANA en Valencia donde la impecable intervención de las Fuerzas Armadas, como expliqué detalladamente https://generaldavila.com/tag/dana/, llegó tarde y todo da a entender que fueron razones políticas las que retrasaron esta intervención. Algo que suponemos analizado hasta el más mínimo detalle en el obligado juicio crítico que se habrá llevado a cabo en el Estado Mayor de la Defensa, en la independiente UME, con su general al mando directo de la ministra, y en los Ejércitos. De esos análisis y experiencias adquiridas nada sabemos.

Sigamos con el intento de manipulación del discurso del Rey el día de la Pascua Militar, algo dado a conocer desde este blog y que se calló en casi todos los medios por confusas razones a pesar de revestir una gravedad sin precedentes. En la página web de la Casa del Rey aparecía un párrafo en el discurso que nunca fue pronunciado por el Rey. Decía:

«En el calendario de 2025 tenemos también muchas fechas señaladas: en primer lugar, se cumplen cincuenta años de los hechos que dieron paso al proceso de transformación de nuestras Fuerzas Armadas, ya desde los albores de nuestra democracia; un proceso de transformación que empezó tras el fin de la dictadura -una página oscura de nuestra historia común y un tiempo de división de los españoles, hoy felizmente superado- y tras la llegada al trono de mi Padre, el Rey don Juan Carlos. Una metamorfosis que fue vital para el afianzamiento de la democracia en España y en el que la Corona desempeñó un papel esencial».

No es algo inventado o posible sino que figuraba, repito, en la página oficial de la Casa del Rey. ¿Un error? Es posible. Lo seguro es que ese párrafo, que el Rey se negó a pronunciar, no fue redactado por el Cuarto Militar de la Casa de SM ni tampoco en Gabinete alguno de la Casa Real, sino que fue incluido desde Moncloa ¿Vía ministerio de Defensa? A eso se llama injerencia y no respetar lo que dice el artículo 62 de la Constitución: «Corresponde al Rey el mando supremo de las Fuerzas Armadas»

El tercer síntoma de uso indebido de las Fuerzas Armadas es  la ausencia por voluntad gubernamental de los Ejércitos en un día clásico, venturoso e histórico como ninguno para los soldados y el pueblo: el 2 de mayo. Ninguna razón, a no ser política, para fundamentarlo, ya que hay tropas suficientes en Madrid para atender y servir al pueblo en algo que va más allá de lo lúdico.

La emblemática Puerta del Sol símbolo de la independencia, de la soberanía nacional, de la integridad territorial, de la defensa a muerte de la libertad, hombro con hombro, de los españoles contra el invasor, junto a  sus queridas unidades de guarnición en Madrid, se quedará sin las tropas: el pueblo solo y abandonado de sus Ejércitos. Todo un símbolo.

Ya el año pasado hubo malestar entre miembros del Ejecutivo por la participación de la Patrulla Águila del Ejército del Aire y del Espacio y la Patrulla Acrobática de Paracaidismo. Infame postura política y manoseo de los ejércitos.

La política perjudica a los madrileños en este caso. En definitiva a España cuando no se guarda el debido respeto a la soberanía nacional. Quizá no entiendan eso de soberanía y creen los que ejercen la política ser soberanos, sin saber que soberano es el que ejerce o posee la autoridad suprema e independiente. Esa no reside en la Moncloa sino en la calle. Como se vio el 2 de mayo de 1808.

Es necesario rectificar y hacerlo con urgencia. Algo que el ministerio de Defensa no puede sustraer al pueblo de Madrid y que la Cúpula Militar debe disciplinadamente exigir.

Al grito de ¡España está en peligro! proclamaba el alcalde Móstoles:

«No hay fuerza que prevalezca contra quien es leal y valiente, como los españoles lo son».

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

19 marzo 2025

Blog: generaldavila.com

 

¿QUÉ PODEMOS HACER POR ESPAÑA, NUESTRA NACIÓN? AHORA O NUNCA Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Todos estamos preocupados. España está enrarecida, en una situación impredecible; vivimos entre la confusión y el escándalo. Cada uno mira por lo suyo y el conjunto se diluye.

A diario nos llegan numerosos comentarios y preguntas, con desasosiego, algo de indignación, y clara desorientación; siempre la misma pregunta: ¿Qué podemos hacer? Pregunta obligada; respuesta desconocida. Al menos yo solo sé que en la vida, pase lo que pase, lo único decente es actuar con rectitud y sin hacer daño a nadie. Es difícil, tanto que a eso se le llama ser santo, pero se puede intentar el camino, sobre todo en momentos de crisis.

Los partidos políticos no llenan nuestro vacío, no hay nadie que destaque por su sensatez y grandeza de miras, que haga propuestas más allá de la desilusión, que no mienta, que no oculte, que no se esconda, que no robe, que no engañe, que legisle con la cabeza, sin usar las vísceras, que tienda la mano sin garfio, que mande fiel a sus principios, y a su programa, que tenga programa y principios, que renuncie si no sabe, admitiendo sus errores, que se baje del pedestal, de la soberbia y del coche oficial que siempre conduce al mismo lugar. Es difícil gobernar para todos, pero es muy tentador gobernar sobre la cabeza de todos y contra todos.

¿Qué podemos hacer ante los gravísimos acontecimientos que están sucediendo en España que se enfrenta a una de las crisis de identidad moral e histórica más graves de su historia?

Lo importante es el diagnóstico, acertado y riguroso, sin más interés que salvar la vida del enfermo que requiere, como primera medida, que el propio enfermo admita su enfermedad y se deje atender, algo muy difícil de lograr cuando está cubierto por una nebulosa de complacencia y de continuo recibe los resultados falseados.

Da vértigo comprobar que estamos ante un  problema grave, muy grave y concreto en España. No es la economía, Europa, la justicia o la injusticia; no es la corrupción, moral y la otra, el paro o las pensiones, el trabajo, las empresas, las leyes y decretos, ni la historia, o la memoria histórica, la juventud o la vejez, las redes sociales y antisociales, la violencia. De todo esto se habla, está en la calle, es el día a día, pero después de tantas cosas solo hay una cosa que todo lo emponzoña y culmina, el problema: los partidos políticos, la política concreta, la que hacen y rellenan  a diario las páginas de los periódicos, los  de papel y los digitales, las televisiones dirigidas e ideologizadas, no satisfacen a la gran mayoría que permanece ajena  o sin manifestarse al hundimiento de la Nación. A partir de ahí cualquier cosa. Si no admitimos esto erramos en el diagnóstico.

Percibo que las élites siguen creyéndose tales cuando hace tiempo que dejaron de serlo. Este pueblo ha sufrido mucho. Hizo una transición limpia, en paz y con ilusión en el futuro. Fue muy duro soportar tantos asesinatos de ETA y ver la solución política, ver como el veneno seguía enquistado en la sociedad mientras nadie, nadie, movía un dedo por extirpar el mal en el quirófano. Se sucedieron las frivolidades del juego de naciones. Empezó enseguida el engaño, el juego de la bolita que esconde el trilero, nada por aquí, nada por allí, ¿dónde está la bolita? Fueron muchos años, pero acabamos adivinando el truco. Este pueblo ha sufrido mucho; hasta arrancarle de cuajo su sentido de nación y su presencia en la historia de Europa y del mundo. No somos nadie y vamos camino de desaparecer. No son alarmismos ni exageraciones. Cataluña está dividida y enfrentada y dentro de poco se contagiará al resto. El País Vasco espera que llegue su momento mientras mueve su bolita.

Hubiésemos aguantado a esas élites que decían conducir, gobernar, escribir, informar y hasta gestionar nuestros dineros, pero fueron demasiado lejos, tontos hay pocos, pacientes muchos, hasta que te toman el pelo en demasía y se hace urgente poner remedio. En todo este tiempo se han encargado muy mucho de hacer desaparecer todo aquello que una sólidamente, que ilusione al conjunto, que suene a España, sean los símbolos o el orgullo de ser español.

Han querido acabar con la Nación y convertirnos en rivales. Empezando por el idioma, eje vertebral, y que bien saben la importancia que tiene para desunir, que es para lo que vergonzosamente se ha utilizado.

LA NACIÓN

¡Ah, la Nación! ¿Quién habla de la Nación? ¿Quién hace pedagogía de Nación? Ese debe ser el comienzo. Reunir y unir alrededor de un concepto que tiene más fuerza que el poder, más que el dinero, y eso es casi imposible que exista, pero existe y nos lo cuenta la historia, la de verdad, la que conocemos de rigurosas fuentes al margen de las impositivas leyes.

De ahí tenemos que partir. De una idea que una, que ilusione, que tenga la fuerza imparable de la verdad, la virtud, la rectitud y el buen obrar, por ella y para ella. Tiene nombre y apellidos: España es su nombre y sus apellidos se pierden en su historia, en todos y cada uno de los españoles que dieron algo, lo mejor, o lo que pudieron y supieron por ella y su grandeza, unos más otros menos, es igual, nada te pide, nada te exige, como madre, sentimiento de ser y estar, solo que la reconozcas como tal.

Ese es el problema y no hay más. Empecemos por la pedagogía, la educación y la enseñanza. Enseñemos lo que es nuestra Nación, a amar a España. ¿Qué cómo se hace eso? Sin teorías ni complicadas lecciones; sabemos hacerlo, cómo se hace y también sabemos por qué no se hace.

¡España está en peligro!, recordando al alcalde de Móstoles, que por cierto eran dos, Andrés Torrejón y Simón Hernández. Aquel bando del 2 de mayo de 1808 terminaba diciendo: <<…no hay fuerza que prevalezca contra quien es leal y valiente, como los españoles lo son>>.

En aquella ocasión España estaba defendida por españoles y una fuerza los unía por encima de todo: su Nación, España. Hoy surgen dudas. No sabemos, al menos yo no lo tengo claro, si la invasión ya se ha producido sin que haya habido reacción alguna por nuestra parte.

No sé por qué me da que asistimos al hundimiento de la Nación y no veo alcalde o regidor que valga para arrastrar con su bando a los españoles.

Fue hace 210 años cuando pudimos dejar de ser y ahora de nuevo estamos a las puertas de ello.

<<No hay fuerza que prevalezca contra quien es leal y valiente, como los españoles lo son>>. Es hora de empezar de nuevo. Ahora o nunca.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

2 de mayo 2018