Al término de una conferencia que impartí días pasados en Torrepacheco, Murcia, una persona de la audiencia me interpeló confusa respecto a su indefinición a la hora de votar. Se refería seguramente a que su intención de voto era probablemente algo así como tirar el voto a la papelera, por inútil, en la contienda electoral. La situación en la que se encuentra esta persona es seguramente la misma que la de millones de españoles. Y es así que aparece el concepto de lo que se denomina voto útil.
Entendemos como voto útil aquel que se decide en función del previsible resultado de unas elecciones en lugar de por aquella formación política a la que uno le gustaría verdaderamente votar.
Nos encontramos ante un verdadero problema de la democracia española seguramente acentuado por la vigente ley electoral, hecha a medida de los grandes partidos nacionales, merced a la cual ya sabemos que un voto no tiene el mismo valor en una ciudad pequeña que en una grande. Aquella premisa de que un ciudadano un voto es simplemente una falacia.
Mi respuesta a la persona antes citada no podía y no es otra que la de mi visión personal que tal vez no fuera la suya.
La verdad es que tenemos ejemplos sobrados en nuestra hipotética democracia de que los partidos anteponen sus intereses partidistas al del bien común de los españoles. Existe en todos los partidos una estrategia clara de influir sobre el electorado a base de decir que o me votas o atente a lo peor. Sucede en la izquierda y en la derecha por igual; así, ahora vemos como el voto del PP se traspasa a Ciudadanos o como el del PSOE a Podemos o viceversa en ambos casos. No hay nada malo en esto, por supuesto, y nada objetaría si fuera así por cuestiones conceptuales de fondo que no de forma y me temo que no es el caso.
Me temo que también sucede que no acaba de encontrarse en España una formación “ad hoc” al pensamiento de muchos españoles. Yo desde luego reconozco que me encuentro huérfano de referencia de partido pues no acabo de encontrar aquella formación que aglutine una manifestación de ética cristiana en lo moral con otra de tipo social avanzado. La hubo, evidentemente, en el régimen anterior a 1975 pero claro hoy defender esto es condenarse a la hoguera por los siglos. Hoy quizás la formación que más se aproxima a aquella idea es la que formula el partido VOX y es aquí donde se plantea plenamente la polémica del voto útil en la decisión de mucha gente de bien. VOX puede considerarse como una escisión del Partido Popular del que procede desde el momento en que este dejó de lado la batalla ideológica e hizo de los principios una cosa moldeable y relativista en función de los intereses del partido. La verdad es que hasta el momento la política del voto útil le ha funcionado al PP pues es obvio que, aunque a una mayoría de sus votantes le produce rechazo su actitud, a la hora del recuento sigue siendo la opción con más intención de voto si bien ahora vemos como Ciudadanos sigue su misma ruta. Es, en mi opinión, lamentable que todo sea así y se actúe pensando en que es lo que te dará más rédito político en lugar de defender los principios por los que se presenta el partido. Yo no creo en el voto útil sino en el voto en conciencia entre otras cosas porque aquel sólo es válido para el que lo recibe pero nunca para el que lo emite.
Es asombroso, por demás, como se tergiversa el sentido de lo que es un partido político, según el artículo 6 de la Constitución, donde se nos dice que los partidos deben ser la manifestación de la voluntad popular cuando lo que vemos a diario es todo lo contrario. Un ejemplo de esto lo vemos hoy mismo cuando el PSOE se opone al mantenimiento de la prisión permanente revisable cuando sus dirigentes conocen que el 80% de su masa social la apoya.
Somos los españoles acreedores a ganar un premio “guiness” de los récords como sufridores en grado máximo de una clase política incompetente a la que se supone que hemos elegido y que nos maneja a su antojo. Hoy nos dicen esto, mañana aquello, no se atienen a sus programas y nos abocan en definitiva a optar en última instancia por lo que llamamos voto útil.
Resulta paradójico que transcurridos casi 80 años las palabras que José Antonio Primo de Rivera dijo respecto a que España había venido a menos por la lucha de clases, las divisiones entre partidos y los separatismos, cobren absoluta vigencia salvo en lo que se refiere a la lucha de clases en mi opinión concepto superado por la existencia hoy de una clase media entonces inexistente.
El voto útil seguirá existiendo por desgracia pero desde luego no será conmigo que apoyo y apoyaré a quienes se aproximen a lo que me dicta mi conciencia y no a las conveniencias de este o aquel partido.
General de División (R.) Juan Chicharro Ortega