La calle en España siempre ha sido el preludio, de un homenaje o de un crimen, de la paz o de la guerra, el caso es estar en la calle. Ahora ocurre algo inédito cuya respuesta es imprevisible. Sin calle ¿qué será España?
Los datos que el <<Comité Científico>> maneja son espeluznantes. La enfermedad que padecemos se llama libertad. Urge acabar con ella. No se sabe cómo, pero ocurrirá. Los datos lo avalan.
Semana Santa en privado. Ningún rezo en público, ni una saeta al aire. Iglesias cerradas. Solo cerradas. Por ahora. Iglesia que guarda silencio expectante, cartujano y previsor. A veces parece de color tibio.
Feliks Yakovlevich Kon: <<¡Celebramos mitines en una sala en la que están sentadas decenas de millones de personas! ¡Esto es magnífico!>>.
Mitines diarios. Mordaza a los medios, si es que alguno(s) queda(n) libre(s) camino de la extinción. Al resto se le subvenciona la fidelidad. El tiempo que esta dure. Las televisiones son tres y todas del mismo dueño: del poder. Alguna otra hace que reza, pero bajito, no vaya a ser.
<<No hay censura, sino una monitorización de las redes sociales por si hay discursos de odio>> (Fernando Grande-Marlasca. Juez y parte).
Colas en los supermercados. Distancias contagiosas. Desabastecimientos elementales. El papel higiénico se agota, como el papel de la Constitución.
Asusta leer: <<…la declaración del estado de alarma no permite, a su amparo, decretar, como se ha hecho, la suspensión generalizada del derecho de libertad de circulación y residencia de los españoles, medida que solo puede adoptarse en el estado de excepción, como determina el artículo 55.1 de la Constitución […]. La protección de la salud es una finalidad que legitima la actuación de los poderes públicos, por supuesto, y más aún, es una obligación que les viene impuesta, pero ese objetivo solo puede llevarse a cabo a través de las reglas del Estado de derecho. Ambas obligaciones son, y deben ser, perfectamente compatibles>> (El País, 10 abril 2020. Manuel Aragón. Catedrático emérito de Derecho Constitucional y magistrado emérito del Tribunal Constitucional).
Dice también que a su juicio no se ha respetado la Constitución. Grave.
Amenazan con el 128: <<Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general>>. Han aprendido bien en el país caribeño. Aprovechan el momento: Queda aprobado injuriar a la Corona y ultrajar a España. Eso no es odio. Luego se ocupará el Palacio como bien público; o la segunda vivienda.
La cátedra habla de <<Dictadura constitucional>>.
Economía sumergida; ante la política submarino. Todo a escondidas. Todo oculto. Trapicheos gubernamentales.
Empiezan por el tuteo y te acaban robando la cartera, según la proximidad paternalista aumenta.
Enjaulados por la ineficacia. Los niños aprenden lo que es la libertad, entre paredes, sin las sonrisas de otros niños. Aprenden a no fiarse de andar entre niños o entre mayores. Todos pueden ser contagiosos de ideas. Educar en prevención: mirar de reojo. Ni del compañero de pareja.
Los mayores son víctimas del triaje por su reprochable edad. Inservibles y caros.
Controles policiales. Todo es policial y controlado. Sin claridad democrática. Carnet o uniforme. Salvoconductos.
Soldados a la calle, a pasear popularidad; de popular. Donde no los quieren se van, los echan y es una huida que su jefe no asume como tal, sino como libertad.
Nadie sabe quién manda. Solo el que todo lo manda. La justicia ha cerrado por defunción; o posible; y lo que es, o no es, justo, nadie lo sabe. Todo articulado en su Código. Solo ellos juzgan sentados en el banco de los créditos a la insolvencia.
Geolocalización. Gran hermano. Movimientos controlados, denuncias, miradas tras los visillos. Venganzas.
Despidos estatales, ellos deciden quién sí, quién no. El futuro de cada uno en sus manos de largos dedos que todo lo tocan.
Los que pueden oponerse se empequeñecen. No tienen alternativa. No saben tomar decisiones valientes en tiempos recios. Cada uno labra su parcela en una lucha feroz y egoísta por las lindes. Poco más que lechugas y algún tomate. Viento sembrado entre las hortalizas. Seguirán oponiéndose a nada. Tempestad.
Surge, y será aún más fuerte, la desconfianza, que es el primer paso para acabar con la libertad.
Mienten. Todos mienten. El que más miente denuncia la mentira, pero él es juez y parte.
Ruina, miseria y miedo; más que miedo.
Miedo a la muerte, pero es peor perder la libertad.
<<El comunismo es una desmemoria. No un olvido, sino la destrucción de la historia, de todo lo que nos recuerde lo que henos sido o venido a ser, para poder imponernos lo que, como una página en blanco que llenarán nuestros amos, vamos a ser, querámoslo o no>> (Federico Jiménez Losantos. Memoria del Comunismo).
Si ven que el barco se hunde, recuerden que Lenin tiró por la borda a Marx. De todo son capaces.
¿Vacuna? Llega tarde. Vamos a ser nada. Querámoslo o no.
Yo, que felizmente soy nada, solo hay una cosa que en estos momentos deseo más que ser nada: equivocarme.
Solo, para ello, veo una solución: dejemos de pensar en lo que puede pasar y pensemos también en lo que podemos hacer.
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
Blog: generaldavila.com
13 abril 2020