SANGRE, SUDOR Y LÁGRIMAS Rafael Dávila Álvarez

¡Hambre!

Churchill prometió la victoria: sangre, sudor y lágrimas. La propuesta no era muy alentadora, pero al menos era la ancestral fórmula de la victoria.

«Tengo frío, no me atrevo a poner los radiadores, el butano me da miedo porque el apartamento donde vivo es muy pequeño y mal ventilado, paso hambre y calamidades, no llego a fin de mes, estoy entrampada y ni tarjetas ni préstamos, me lo he comido todo y ahora lo debo; nadie me da nada y no tengo los puntos necesarios para acogerme a las cosas esas sociales. En donde vivo no hay colas de Cáritas ni parroquiales y me da vergüenza ir a contar mi caso al cura o la señora que está atendiendo las tristezas de cada uno. Creo en la justicia y no en la caridad.

Antes mal que bien iba tirando, ahora vivo a oscuras, sin metáforas; me acuesto con el sol y con él me levanto. Tengo trabajo, pero también una enfermedad que me ha supuesto la baja durante meses, demasiados, y cobro apenas 500 euros de mi trabajo que cuando me lo ingresan se va entre lo que debo y lo que tengo que pagar del apartamento. Me queda nada, casi, para comer algo, pan y así, con salami o chorizo, una pizza o una fabada de lata. No tengo nada y eso puede que sea lo bueno porque por no tener ni hijos me alegro dentro de la tristeza porque así el mal lo paso sola sin compartir miserias, que seguro que hay cientos así, como yo, y peor.

Me dicen que no hay camareros, ni conductores de camión, ni… ¡Si yo pudiese servir en una cafetería! Echar unas horas, o limpiar en los apartamentos donde vivo, pero con la baja laboral por enfermedad y mi trabajo, al que no puedo ir, tengo que quedarme en casa y no hacer nada.

En fin así un mes y otro; y voy al médico y me dice que esto mío va para largo y que gestione lo de una minusvalía, que puede que algo me den. En mi familia, que algo ayudan cuando pueden, no conocen bien mi situación y piensan que voy tirando. Tengo 45 años.

¡Yo qué sé! No sé qué hacer, ni pienso hacer mucho hasta que esto se vaya extinguiendo solo y puede que acabe en la cárcel donde tendré gratis la luz, el agua y la comida. Me atenderán los médicos y puede que hasta tenga un trabajo.

Envidio un lugar donde ver amanecer sin esperar ansiosa la noche. En la que estoy de manera permanente».

Es lo que he recibido en mi correo donde a diario leo de todo.

Entonces como había empezado este artículo con aquello de lord Byron, sangre, sudor y lágrimas; y veo que ni aún así aprendemos, creo más acertado recordar a El Cid Campeador. Que tampoco sirve de nada.

Contestar quisiera: «¡En marcha!».

El ciego sol, la sed y la fatiga.

Por la terrible estepa castellana

al destierro, con doce de los suyos,

polvo, sudor y hierro, el Cid cabalga.

¡Polvo, sudor y hierro! Sangre, sudor y lágrimas.

No es suficiente. Ni el polvo ni el sudor ni las lágrimas. Quizá el hierro solo basta.

¡Dios qué buen vasallo sería si tuviese buen señor!

Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

12 noviembre 2021

 

 

CON LAS ARMAS SE DEFIENDEN LAS REPÚBLICAS… General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

2012071027afganista_intMandar soldados, mandar sobre los que tienen como primer y fundamental deber defender a España incluso con la entrega de la vida, no admite experimentos gaseosos sobre la formación y preparación de los que mandan. Mandar no es dar órdenes ni aplicar leyes y reglamentos sino liderar desde el ejemplo. No es servirse sino servir desde el espíritu de entrega a un objetivo y un ideal, España y los españoles

Mandar es también decir siempre la verdad, a los de arriba y a los de abajo.

Si la preparación técnica es importante más lo es la formación moral. El espíritu de un soldado no se forja con leyes y reglamentos sino fomentando las virtudes históricas y permanentes como el amor a la Patria, el honor, la disciplina y el valor.

Un soldado no vive exclusivamente por un salario, que gana con sangre, sudor y lágrimas, sino por el sustento moral que le lleva al sacrificio y que recibe de la sociedad a la que sirve y de las Instituciones que la gobiernan y dirigen. Ellos deben ser su ejemplo, apoyo y respaldo moral. Sí no, es preferible cambiar su primer y fundamental deber por otro y así no engañar a nadie.Cartel_p

Alguien debe preocuparse y ocuparse de atender las necesidades de nuestros soldados y darles forma con leyes y reglamentos. En el plazo de 20 años la política de personal de las Fuerzas Armadas ha estado regulada por tres leyes (1989-1999-2007), a las que hay que añadir la regulación de  nuevas Reales Ordenanzas y la Ley de Derechos y Deberes. Para tan corto tiempo es mucho cambio, sobre todo cuando este no es de procedimiento, sino que afecta  a la esencia de la vocación, a su motivación y a las expectativas de futuro de todos y cada uno de los que visten el uniforme; y lo más grave, a sus familias, base y sustento de esta profesión de las Armas.

Siempre la polémica ha rodeado las distintas legislaciones. La última, la Ley de la Carrera Militar, trajo el desencanto entre los que ejercen el oficio de las armas. La polémica y los recursos envejecen en los tribunales mientras se sufren las consecuencias del tiempo perdido entre comisiones y  falsas promesas.

El sistema de ascensos y escalas cercenó las expectativas de carrera, enrarecido el tradicional compañerismo y dañado la esencia de cualquier cambio, la motivación.

PORTADA Ley carrera militarEl nuevo modelo de enseñanza para los oficiales abre interrogantes y dudas de su eficacia. Poco de historia militar, de humanidades y tradiciones, claves de la formación  militar, mientras se crea algo indefinido entre soldado e ingeniero. Ingeniería del alma es la necesaria para cumplir su primer deber de soldado.

Los suboficiales siguen sin tener un tratamiento acorde con sus capacidades y prestigio, y se les priva de la merecida promoción y  de sus legítimas expectativas. Hay una enorme deuda con ellos y no se les reconoce su valía y preparación. Son la clave, la infraestructura de nuestros ejércitos.

La tropa sigue con su permanente temporalidad y escasas perspectivas de dignificar su profesión y facilitar su reinserción en la vida civil. Su temporalidad debe ser resuelta asegurando, sin la menor incertidumbre, su futuro estable.

Hay cosas que no exigen comisiones ni sindicatos o juntas de gorriones. Cumplir con su deber y 4ac2106a482cef3d60707b537abb0869_extras_albumes_0obedecer hasta morir debe tener una obligada respuesta, una exigencia y responsable compromiso,  entre los que mandan desde ese Ministerio de Defensa, y hacerlo antes de que se suprima, o veamos materializada alguna otra brillante idea de las que, como consecuencia de la falta de liderazgo, ahora circulan por los medios.

Porque lo que se percibe es desamparo y poca valoración de unos profesionales, que amén de jugarse la vida, han renunciado a sus derechos ciudadanos en beneficio de España.

“…con las armas se defienden las repúblicas, se conservan los reinos, se guardan las ciudades, se aseguran los caminos, se despejan los mares de corsarios…”, amigo Sancho.VELAZQUEZ---LA-RENDICION-DE-BREDA-O-LAS-LANZAS

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

19 octubre 2018