UN GOBIERNO QUE PONE A PRUEBA A LAS FUERZAS ARMADAS. General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

 

Me recuerda al soberbio Azaña. Soberbio no en su acepción de grandioso y magnífico, sino en la de altivo, orgulloso, arrogante y más adjetivos que reunía el pedante personaje. Ahora su sucesor en el Gobierno pretende resucitar la reforma militar pero por vía distinta a la ley o al decreto, por algo más ladino y sensible entre los uniformados como lo es el espíritu de servicio, la disciplina y, si necesario fuera, llegar a la ilegalidad tapada con trapos sucios que se lavan en un tribunal que interpreta pero que no es jurisdiccional. Así cualquiera; diría un castizo.

Pronto Puigdemont en España podrá dedicarse a construir su propio Ejército del que ya tiene sus bases y a su generales, con almirantes en una flotilla para negociar en el Mediterráneo; seguramente con su antigua alcaldesa con el mando del almirantazgo.

Mientras, por si acaso, se vigila a las Fuerzas Armadas, se las somete a prueba de disciplina y obediencia ciega con premio a la sumisión, sin reproches ni discutir las órdenes.

No. El Poder Ejecutivo no puede mandar a diestro y siniestro y convertir los ejércitos en un campo abonado a sus caprichos. Es muy sensible la maquinaria militar a la opinión pública y cuando es manipulada o dirigida se crean vacíos en la Defensa que en el momento actual pueden llevarnos a desaparecer como nación. Esto es muy serio y hay que analizarlo, sin apasionamiento, pero con la opinión de las voces más preparadas que no nacen del sectarismo ni del activismo presente en cada acción gubernamental.

La noche del académico Golpe de Estado en España, aquella en la que el señor Azaña se presentó en el ministerio de la Guerra, pronunció la ley que imponían:

-«¡Cuádrese! Soy el ministro de la Guerra.

Ni Rey ni bandera; el himno de Riego. No es baladí. Era el Estado totalitario. Eran todo fuerza, poder, mando y arbitrariedad.

Las Fuerzas Armadas no son un poder oculto en la sombra ni son una amenaza para nadie, tienen su misión definida de manera clara concreta y concisa en la Constitución y su misión principal está incluso por encima de la del Gobierno, detalle que la Constitución ha querido resaltar al poner la misión de las Fuerzas Armadas en el Título Preliminar y no en el dedicado a la misión del Gobierno.

En la elaboración de la Constitución y su posterior debate parlamentario se planteó la conveniencia de no incluir en el Título Preliminar a las Fuerzas Armadas ya que parecía más conveniente su inclusión en el Titulo IV referido al Gobierno y la Administración ya que las Fuerzas Armadas, debidamente jerarquizadas, forman parte del poder Ejecutivo. El argumento tenía peso en una situación normal de aceptación del fundamento de la Ley: la unidad de España, ya que se otorgaba a las Fuerzas Armadas «un rango constitucional, al margen del Ejecutivo» por lo que parecía más conveniente incluirlas en el Título relativo al Gobierno y a la Administración. No fue así y el hecho es que figuran en el Título Preliminar con todas sus consecuencias. Lo que refuerza, a nuestro criterio, el fundamento de la Constitución: la unidad de España, su indivisibilidad e indisolubilidad, para lo que recurre como ultima ratio a la fuerza, como no puede ser de otra manera.

¿Es que estamos ante una situación anormal o de peligro de la unidad de España? ¿Lo presentían acaso los legisladores?

Es por eso que el trato, que es el empleo, de las Fuerzas Armadas debe ser exquisito y contar con la aprobación de quien es la representación de su soberanía, algo que se está olvidando y que lleva a hacer un uso inadecuado, al menos discutible de nuestras Fuerzas Armadas.

Los recientes episodios desde la COVID (me remontaría a la creación de la UME, incluso a la suspensión del Servicio Militar obligatorio) nunca han seguido, porque ni siquiera han preguntado, el consejo de los ejércitos ni del Parlamento.

Se han aprobado casi todas las medidas de cambios profundos sin contar con la opinión de los profesionales. La lista es larga y muy significativa. La hemos dado en numerosas ocasiones. En estos últimos tiempos se está viendo otra tendencia que nos llevará a insospechados lugares. Es un simple cambio que nos arrastrará a un cambio que ni la leyes podrían hacer. Se trata de manejar con mano de hierro y guante de seda a la Cúpula haciéndola creer que cumple estrictamente con su deber de patriotismo a la vez que se compensa los servicios prestados con esa maquinaria infame de las puertas giratorias.

En la COVID hubo una puesta en escena de la máxima autoridad militar que rozaba el ridículo. Las inundaciones de Valencia dejaron al descubierto a mandos utilizados y que gustosamente se prestaban a la escenificación, al margen de ser utilizados los medios militares en apoyo de la población tarde y mal. «Si quieren ayuda que la pidan«. No vamos a obviar el mal uso que se hace del personal de tropa al que, sin consideración alguna, se le da de baja y retira de los ejércitos al cumplir los 45 años. En fin hay más, pero los ejemplos son suficientes.

Acabamos de ver ese ya acostumbrado uso indebido de las Fuerzas Armadas con la utilización de las mismas en un caso particular y que nada tiene que ver con una cuestión de Estado. El apoyo militar a la «Flotilla» de dudosa legalidad, con la asistencia del buque «FUROR» y posteriormente de una avión del Ejército del Aire y del Espacio (A400). Apoyo a todas luces a una flotilla compuesta por personas particulares que defendían una causa que por muy justa que parezca era algo particular y de dudosa financiación y respaldo. Nada se ha investigado y se ha utilizado a las Fuerzas Armadas en lo que dicen ha sido un apoyo a españoles en riesgo cuando la realidad ha sido un gesto de fuerza provocadora a Israel. Han convertido intencionadamente una cuestión privada en cuestión de Estado usando la maquinaria estatal de las Fuerzas Armadas como seguridad privada lo que es un peligroso antecedente y nos señala como nación alejada de los procedimientos democráticos en el uso del poder de la Fuerza, que debe siempre ser consultado al Parlamento, sede de la soberanía nacional.

Recuerdo al señor Azaña, que se sintió poderoso caballero más armado que la Fuerza, y recuerdo los últimos tiempos en que aquel uniformado le enseñó en su primer acto al recién nombrado (a) ministro (a) de Defensa aquello de -«Capitán, mande firmes». Le guiñó un ojo y le vino a decir -El resto ya lo hacemos nosotros.

No hace falta mirar fuera. No hace falta ponernos a prueba. La hemos superado con creces.

¿Es que todo está en regla?

«Calla, amigo Sancho-respondió don Quijote,
que las cosas de la guerra más que
otras están sujetas a continua mudanza»

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

8 octubre 2025

SOLDADOS DE ESPAÑA ESTE EJÉRCITO QUE VES VAGO AL HIELO Y AL CALOR… General de División Rafael Dávila Álvarez (R.)

Este Ejército que ves…

El año 2001 de manera irresponsable, imprudente, inesperada, y con grave riesgo para la Defensa de España, se suprimió el Servicio Militar Obligatorio. Consecuencia de lo peligroso que se vuelven algunas negociaciones para obtener votos. No aprendemos y en ese juego se han puesto encima de la mesa vida y hacienda como si de una partida de póquer se tratara.

Desde aquella fecha las carencias de nuestros Ejércitos han ido en aumento sin que haya un horizonte de futuro que nos haga ser optimistas.

Las recientes declaraciones del Jefe del Estado Mayor de la Defensa con motivo del Día de las Fuerzas Armadas son preocupantes.

La operatividad de las Fuerzas Armadas al límite

‹‹La operatividad de las Fuerzas Armadas está probablemente al límite››.

Utilizar el adverbio ‹‹probablemente›› es un juego que hace el JEMAD  para despistar o rellenar, pero en boca del máximo responsable de los Ejércitos quiere decir ‹‹al límite››.

‹‹…hemos tenido que parar unidades››. Demoledor el panorama. El 40% de los vehículos están parados y hay buques que no pueden navegar.

Rotundo en su prospectiva: ‹‹Hay que blindar el gasto para romper el ciclo de que el gasto de Defensa dependa de quien esté en el Gobierno de turno››. A eso se le llama poner el dedo en la llaga, pero es predicar en el desierto.

Lo más acuciante dice el JEMAD son los sistemas de mando y control, de inteligencia y observación, el vehículo de ruedas 8×8 o las fragatas F-110 y el futuro avión de combate.

Todo eso está muy bien y así llevamos años entre la ingeniería financiera de algún ministro, al que el Tribunal Constitucional rechazó el uso del Decreto Ley para financiar los Programas Especiales de Armamento (PEA), la total desatención de otros o la exclusiva atención a las empresas de armamento. Como dice el JEMAD, depende del Gobierno de turno. Resultado: Situación límite y preocupante. Hay un Ejército y otro, o si lo prefieren uno partidos en dos. Uno con capacidades y preparado para operaciones y otro parado, aburrido, apagado y sin recursos ni para sobrevivir. Los dos son importantes y no hay uno sin el otro.

Aún a pesar de las carencias materiales los que hemos dedicado nuestra vida a esto de la Defensa sabemos muy bien que los recursos humanos son la clave de la capacidad de los Ejércitos.

Incorporación de los futuros soldados profesionales a los Centros de Formación

Tenemos que volver a aquella fecha, 2001, de la irresponsable suspensión del Servicio Militar Obligatorio.

La imprevisión pilló a los Ejércitos sin preparación para asumir el cambio de concepto lo que unido a la boyante situación económica dejo a las unidades vacías de personal y creó una situación de alarma cuyas consecuencias todavía se dejan notar. Nadie quería ser soldado. Llegó la crisis y aumentó de manera espectacular el número de aspirantes. Pero es un fenómeno temporal que volverá a desaparecer cuando las condiciones económicas sean distintas. Tenemos unos Ejércitos dependientes del empleo ya que no se ha solucionado con seriedad, a estas alturas, el mantenimiento y adecuación a la situación y futuro del recurso fundamental de los mismos: el humano. Quince años y seguimos igual. Captación, selección, enseñanza, instrucción, y sobre todo empeñarse en buscar el procedimiento para la reincorporación al mercado laboral de la tropa al finalizar su permanencia en los Ejércitos son retos sin finalizar, incluso alguno sin siquiera comenzar o erróneamente planteado.

La tropa profesional

Saco esto a colación porque en la aludida entrevista al JEMAD, -donde dice más de lo que se lee, incluso de lo que se le pregunta- se refiere al tema de la tropa profesional cuyo pase a la reserva está previsto al cumplir los 45 años y está ya ocurriendo y ocurrirá de manera masiva en breve.

Una situación que es sin duda la de mayor gravedad a la que se enfrentan los Ejércitos y que tiene un componente grave de responsabilidad por parte de los anteriores ministros que han abandonado el problema y con él a los soldados afectados. Lo hemos denunciado en numerosos artículos. La respuesta del JEMAD a esta cuestión es esperanzadora ya que por lo que se ve la ministra está ocupada y preocupada con el tema.

‹‹La ministra ha insistido en que debemos dar respuesta a este problema, que tiene un componente humano. Supongo que nadie pensó entonces en lo que ocurriría pasados 10 o 15 años, pero el momento ha llegado. Hay que solucionarlo y hacerlo compaginándolo con las necesidades de los ejércitos, porque un paracaidista con 45 años es poco operativo. Tenemos que hacer un esfuerzo y en eso estamos: buscando salidas dentro y fuera››.

Tropa profesional

Esperemos que no quede en la habitual retórica de una entrevista.

Los reservistas

Con ello no se puede olvidar la situación en la que nos encontramos de escasez por no decir ausencia total de reservistas. No los hay en número suficiente y dada la edad con la que pasan a la reserva los soldados profesionales si no pueden continuar como tales tampoco su incorporación como reservistas solucionaría el problema. Los reservistas voluntarios ya hemos comentado en ocasiones que es una fórmula sin desarrollar y que a pesar de su gran utilidad no resuelve el problema del reservismo ni el del deber y derecho de todo español a defender España.

Sabemos que el modelo de Enseñanza Superior en los Ejércitos se está reconsiderando para evitar la actual situación que deja en manos de civiles parte de la formación militar dedicando tiempo, mucho tiempo, a materias inservibles para el oficio de soldado. La idea está en marcha.

Pero para todo se requiere un tiempo que no tenemos. Hay quedarse prisa. No es que hayan quedado cosas por hacer sino algo mucho peor, se han hecho muchas cosas mal y hay que enmendarlas.

La actual situación estratégica y las amenazas que se ciernen por el mundo son suficientes luces de alarma para que nos tomemos en serio esto de la Defensa.

Hay necesidad, mucha necesidad y la primera es no dejar tirados a nuestros soldados, verdaderos protagonistas de la Defensa.

‹‹Supongo que nadie pensó entonces en lo que ocurriría pasados 10 o 15 años, pero el momento ha llegado›› dice el JEMAD. ¿Tendremos que seguir esperando?

Soldados de España

Hay que empezar. ¿Por dónde? Por la clave que son sus soldados.

Este Ejército que ves vago al hielo y al calor

General de División Rafael Dávila Álvarez (R.)

Blog: generaldavila.com

3 junio 2017