ANTE LOS NUEVOS EJÉRCITOS DE MERCENARIOS General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Todos ustedes saben que finalizada la Guerra del Peloponeso unos 12.000 hoplitas se encontraron sin trabajo ni futuro estable. Su vida se había convertido en un constante guerrear después de haberse educado en las campañas contra el medo y en su propia guerra civil de manera que no tenían claro aquello de la «globalización» que se avecinaba en el reducido mundo de entonces. Para aquellos combatientes se trataba de poder asumir su futuro con las herramientas con las que siempre habían vivido: las armas.

Ciro el Joven, sátrapa de los territorios próximos a Grecia, en las orillas del Egeo, estaba en permanente lucha con su hermano Artajerjes, Rey de los persas, y vio la posibilidad de reclutar a aquellos soldados griegos, presentarse con ellos a las puertas de Babilonia, vencerle y acceder al trono. Así fue y después de un largo recorrido lleno de vaivenes e indecisiones llegaron a enfrentarse los ejércitos de Artajerjes y Ciro el Joven. Los griegos no fueron derrotados, pero al morir Ciro en la batalla de Cunaxa, a las puertas de Babilonia, y ser el ejército de Artajerjes muy superior en número al de los griegos, estos se encontraron desplazados, muy lejos de su lugar de origen y sin medio alguno después de que su campamento fuese saqueado mientras luchaban.

Ciro el Joven debió ser un gran rey según nos cuenta Jenofonte en la Ciropedia, que a todos recomiendo leer, mucho más clara y explicativa de lo que hoy ocurre en el mundo que todo lo que escribimos politicólogos, aficionados, cuentistas de guerra e incluso militares.

A aquellos griegos se les planteó la decisiva pregunta: ¿Qué hacer? Sin sus generales, que habían sido detenidos, sin nadie que les pagase, sin medios y sin patria decidieron que la única salida que les quedaba era el regreso a casa: Grecia. La épica aventura está narrada en la Anábasis de Jenofonte, una de las historias más ricas jamás escrita.

Ayer y hoy se repite esta extraña pero permanente lucha entre Occidente y Oriente que tira de uno y otro extremo como si el mundo estuviese llamado a fracturarse por ese lugar que aún hoy se debate entre la confusión y la ocupación guerrera.

Suenan extrañas las Guerras Médicas, la del Peloponeso, Jenofonte y Tucídides o más adelante Alejandro Magno, y con menos armas y más lectura comprenderíamos al fin de donde venimos y a donde vamos sin necesidad de volver la mirada al Oráculo de Delfos. O del Capitolio o el Kremlin.

Para aquellos griegos y persas su mundo era tan global como para nosotros el nuestro. El oficio de las armas no ha variado mucho desde entonces, solo las máquinas los diferencia, pero sigue habiendo soldados y mercenarios. El ejemplo de entonces nos enseña y no hay mejor oráculo para saber lo que nos espera que conocer el pasado.

En estos momentos hay serios indicios y semejanzas con aquellos hoplitas griegos convertidos en mercenarios al servicio del Rey Ciro. Puede que configuren los nuevos ejércitos bendecidos por leyes futuras que impongan empresas y economías estatales. Hay negocio a la vista: carne de cañón.

Las empresas de mercenarios pisan fuerte y lo que empezó como un apoyo controlado en Irak hoy está tomando una fuerza a tener en cuenta.

El protagonismo de Wagner y su histórica marcha hacia Moscú no debe de quedar en el olvido, en lo anecdótico. Es una seria advertencia de un loco, de un rico, o de ambas cosas a la vez.

Wagner no ha muerto y genera grandes beneficios que se traducen no solo en dinero, sino en influencia y territorio.

En Mali, Europa (España entre otros) ha estado formando soldados combatientes y lo ha hecho material y moralmente. Una destacada mayoría ha olvidado su formación como soldados respetuosos con la ley y los Derechos Humanos y lo ha cambiado por dinero. No hay más moral que la del que mejor pague. No son soldados, son hombres armados y enseñados en la lucha a muerte sin ninguna convicción moral.

Los nuevos ejércitos ya están en marcha y debemos asumir la cruda realidad. No necesitan uniforme ni distintivo alguno. Las armas actuales no requieren más que formación técnica, no moral. En la mayoría de los casos ni siquiera sabrás si matas ni a cuantos. Ese no es tu problema.

ISIS-Estado (?) Islámico, Hamas, Hizbolá, milicias de distinto género, se mueven entre el terrorismo sin adjetivos y el terrorismo de Estado, pero en el fondo actúan como otras empresas que se dedican a formar combatientes sin moral alguna. A las empresas que los forman y contratan las conocen todos ustedes porque son Estados.

Wagner no es un caso único, sino que las grandes potencias occidentales crean empresas privadas (?) donde se forman auténticos guerreros que componen ejércitos privados de mercenarios. Sus mejores clientes son los Estados a través de sus Centros de Inteligencia y Servicios Secretos, incluso ministerios de Defensa.

Son auténticos ejércitos de mercenarios, pequeños por ahora, pero con visión de futuro. Sin limitación legal, pero con licencia para matar. Incluso con poder para entrar en el núcleo de los nucleares.

¿Será el futuro? Un enorme interrogante se abre cuando sabemos que la paz es solo un periodo de descanso entre guerra y guerra, un periodo que prepara un nuevo enfrentamiento.

Para estos nuevos ejércitos hay clientes, es un negocio seguro; como el de las armas. El mercado está abierto y los mercaderes están en los más insospechados lugares. Esos desde los que se alienta la convivencia, la igualdad y la fraternidad, y desde donde se lanzan doctrinas de paz y amor.

¡Que se lo han creído!

Están trabajando ya en muchos lugares y entre ellos uno que ustedes y yo conocemos muy bien.

Claro que ya saben: ¿Quién manda en la Fiscalía?

Después de una guerra por todas partes quedan hoplitas sin trabajo.

NOTA: Este artículo estaba escrito antes de la masacre vivida en Rusia. Me queda añadir que la acción terrorista, sea quien sea quien se esconde detrás, está dirigida por un <<Estado>> y ejecutada por mercenarios. Hoy es muy fácil hacerlo y Occidente debería darse cuenta de que retirándose de Afganistán y ahora de Irak lo único que hace es mostrar su debilidad y vergüenzas. Mejor haberse quedado en casa debajo de la cama. La guerra hoy no se lleva a cabo en los campos de batalla sino en oscuros despachos donde la riqueza y la pobreza conviven, la miseria moral. No es una guerra ideológica como intentan vendernos. Es por el Poder.

Por ello todos matan. Pagan por ello, compran almas y armas. A millones.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

2 abril 2024

 

¿DISPONE WAGNER DE ARMAMENTO NUCLEAR? Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

El poder de Wagner era mucho; el poder de Wagner ahora es un misterio muy preocupante, porque su nombre sigue en la guerra y sus posibilidades ignoradas por Occidente. ¿Sabe Putin algo que el mundo desconoce? Su interés en Wagner así parece confirmarlo. En su reciente reunión con Lukashenko, presidente de Bielorrusia, han sido muchas las horas dedicadas a hablar de Wagner, que allí despliega y allí parece que plantea su futuro.

Unas tropas forjadas en la batalla, bien adiestradas y con alta moral, al margen del dinero que perciben, no pueden ser olvidadas ni descuidadas. Hay algo además, desconocido, que las convierte en fuertes y peligrosas hasta para Putin.

Son tropas que cuestan mucho dinero y que un solo hombre no puede manejar.  Algo hay detrás del grupo Wagner que le hace ser poderoso y dominante, capaz de trasladarse de un lugar a otro y transformar su riqueza en dólares o yuanes para pagar sus altas nóminas sin retraso ni siquiera de días. Si no fuese así Wagner habría desparecido tras su intentona de rebelión militar en plena guerra. Detrás de Wagner hay todo un poder, no es Prighozin, sino algo mucho más complejo y peligroso. Alguien creó una fuerza ahora difícil de controlar. ¿Quién está detrás de este poderoso animal guerrero dispuesto a todo, a morir por su organización? ¿Putin? ¿Alguna de las poderosas familias del Kremlin? ¿Es un caballo de Troya?

La historia de fenómenos como Wagner no es nueva y nos llevaría mucho tiempo analizar el pasado de los grupos de poder armados financiados desde la distancia y manejados por naciones ajenas al conflicto. Aparentemente, porque la guerra también es transversal.

¿Qué y quién es Wagner? ¿Dónde reside su poder? Nadie lo sabe.

El arma más poderosa en las guerras modernas se llama disuasión. Entendámoslo bien: «Inducir o mover a alguien a cambiar de opinión o a desistir de un propósito». Fíjense lo que eso significa ante la posibilidad de dirimir las diferencias con una guerra. Si eres capaz de disuadir puedes ganar; si no jamás serás nadie en términos de enfrentamiento.

Wagner, si el Gobierno de Putin hubiese querido, está claro que después del intento rebelde hubiese desaparecido.

¿Por qué ha sido capaz de disuadir a Putin de no someterlos a juicio con su consiguiente desaparición? ¿De qué arma disuasoria dispone? ¿Por qué su despliegue en Bielorrusia?

No hay datos, no hay razones, no hay hipótesis, no hay nada.

Pues algo debe haber y podría ser que lo supiésemos antes de lo esperado.

Armas: ese es el secreto. ¿Está el grupo Wagner en esa dinámica?: armas y secreto. Disuasión.

Bielorrusia es una amenaza desde el comienzo de la invasión de Ucrania. En las hipótesis de aquel momento inicial de la guerra una de las peligrosas era la intervención de Bielorrusia por el norte.

Hasta el acto de rebeldía de Wagner había silencio sobre su actitud y Lukashenko era un personaje casi olvidado. De repente se habló del despliegue de armas nucleares tácticas en su territorio.

Nada hemos vuelto a saber de ese despliegue.

Nada raro sería, a nadie sorprendería, si de repente nos enteramos que esas armas, alguna al menos, llevan tiempo en Bielorrusia y están en poder de Wagner. Eso es disuasión.

Ahora, si así fuese, viene la gran duda: ¿Quién las controla y quién controla al controlador?

Sin duda tienen mucho de lo que hablar Putin y Lukashenko.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

28 julio 2023

 

 

 

MERCADERES DE LA MUERTE Y MERCENARIOS General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Estatua ecuestre en Padua del condotiero Erasmo de Narni, conocido como Gattamelata (escultura de Donatello).

Tomarse estas cosas de la guerra como un negocio es una hipócrita manera de aprovechar el enfrentamiento para rentabilizar la muerte y más concretamente los artilugios que para ello se utilizan, pero sobre todo el peor de ellos: el hombre que los maneja, da lo mismo que sea soldado o no, lo que importa es que participe en la lucha, mate y requiera armas para ello. Algo que el mercantilismo vio hace unos años: ¡vaya negocio que es la guerra!

Homero fue tanto profeta como poeta, que quizá sea lo mismo, y en sus primeros versos, con tanta belleza como ironía, describía al hombre y su permanente quehacer: matarse.

Canta, diosa, de Aquiles el Pelida

ese resentimiento —¡que mal haya!—

que infringió a los aqueos mil dolores,

y muchas almas de héroes esforzados

precipitó al Hades,

y de sus cuerpos el botín hacía

de perros y de todas

las aves de rapiña…

Los miles de años han sellado el terror entre los hombres. Hasta el tiempo teme a esos que se hacen llamar humanos. No tanto a los que se hacen la guerra como a los que te llevan a la guerra y te dotan para ello. Ni al inicio de una frase puede mayuscularse su nombre: mercaderes de la muerte: dioses minúsculos.

¿Quién fue de entre los dioses el que a entrambos

los enzarzó en reyerta

para que contendieran?

En el mercado de la guerra el producto es material y humano: ahora aparece de nuevo el negocio: mercenarios. No den marcha atrás a la historia. No es necesario repasar la paz de Westfalia ni leer detenidamente (cosa que no suele hacerse) a Maquiavelo; ni siquiera es necesario explicar lo que era un condotiero (los hubo magníficos). Sin saber nada de eso hoy sabemos algo más y mayor: que en los tiempos que corren tener mercenarios es humillante: para la sociedad y para los ejércitos. Los Estados deberían avergonzarse y los Ejércitos estudiarse. Es un mercado de muerte.

Tanto que produce rubor leer hasta donde llega su presión.

El Jefe del Estado Mayor de la Defensa de España llega a decirnos, cito textualmente, como nos afecta este mercado de muerte alrededor de la guerra.

«Nosotros estamos haciendo un esfuerzo enorme por mantener estas misiones (se refiere a nuestra misión en el Sahel) de forma que podamos intentar ayudar a estos países a salir adelante y que ellos sean capaces de gobernar en la totalidad de su país, porque ahora mismo no lo son. Pero también tenemos el problema de la penetración de Rusia y, encima, la mayor parte de esa penetración es con una compañía privada de seguridad como es Wagner cuyas reglas de juego son las que ellos deciden, sin ningún tipo de respeto a ninguna legalidad vigente ni a nada. Ahí tenemos una clara competencia con ellos, porque, claro, nosotros formamos a los soldados malienses con una serie de respetos a los derechos humanos, respeto a la dignidad de la mujer y con respeto a todas estas cosas, que luego utilizan Wagner. Entonces es ahí cuando la Unión Europea ha decidido que se corte el adiestramiento, porque no puede ser que nosotros formemos a esos soldados que luego se empleen de otra manera distinta…». La Unión Europea se ha ido; sin más. España, nuestros soldados se han quedado, con acuerdo bilateral.

Los mercaderes han descubierto que para matar solo hay que pagar y que entre fabricar un arma y pagar al que la utiliza el saldo es muy positivo. Mientras más armas sean necesarias a más hombres pagaremos y la guerra será más larga: de eso se trata.

Siempre es guerra o intervalos de preparación y repostaje: altos técnicos. Hobbes decía: «Cuando el mundo se encuentra sobrecargado de habitantes, el único remedio es la guerra, que provee a cada hombre, ya sea con la victoria o con la muerte».

Mercenarios que los mercaderes manejan como esclavos y venden al mejor postor. Los ejércitos regulares, por ahora, guardan las capacidades y mantienen los valores, aunque nadie sabe hasta cuándo. No saben qué valores predicar y algunos dudan de que existan valores que predicar.

Tú formas soldados, pero otro que paga más los deforma y forma en la forma de matar más económica y rentable mientras saca de las entrañas de la tierra los escondidos tesoros que guarda: para comprar más matadores.

Freud se plantea junto a Einstein: ¿Por qué la Guerra? Pulsiones es todo lo que dicen. «El ser viviente protege en cierta manera su propia vida destruyendo la vida ajena».

La preocupación se convierte en una necesidad imperiosa: que alguien estudie al ser humano como lo hizo Homero. Porque desde entonces nada ha cambiado.

Hay aquí un negocio muy rentable para los que trabajan desde la sucia retaguardia del poder amparados por sus colegas que escriben con los muñones y sobre piedra, pero a la hora de la cuenta de resultados las ganancias son opíparas incluso después de haber pagado a la viuda y haber corrido con los gastos de ese monumento que no va más allá de una piedra encima. Los vaqueros del Oeste americano tenían mejor final después de perder el duelo. Al menos habían muerto en la libertad de aquellas inhóspitas tierras dominadas por el vuelo del águila y el sonido del cascabel de la serpiente.

Vivimos uno de los fenómenos más antiguos del mundo: el fenómeno del fenomenal negocio de la guerra que a todos ponía de acuerdo: amigos y enemigos acordaban matarse. Todo aquello Homero nos lo presenta lleno de guerreros prototipo de la virtud unos y de los mayores vicios otros, del sacrificio y del egoísmo, del amor y la traición, guerra pura y cotidiana. El gran Homero hoy tendría que minimizar el heroísmo y casi su Ilíada sería un lamento a la degradación a la que ha llegado el hombre.

Los elementos fundamentales de la actividad militar  son los hombres y las armas. Hoy no son lo fundamental, son simplemente los que alimentan las fábricas de guerra. Más hombres, más armas, componen una industria brillante; los unos y las otras.

La guerra es un negocio, antes lo era la vida que al fin terminaba con la muerte. Muy rentable es matarse.

Leo a Simone Weil en La Guerra de Maite Larraruri:

«Ojalá los humanos hicieran las guerras por algo tan material como las riquezas; quizá entonces calcularían las ganancias y las pérdidas de un conflicto y sabrían detenerlas a tiempo. Pero desgraciadamente las guerras las hacen los que no piensan».

Ya no hay forma de detenerlas. Las riquezas no piensan, solo se alimentan alejadas de la vista y el ruido.

Deberíamos hacer un esfuerzo enorme por recuperar los valores tradicionales que adornaron a nuestros ejércitos en otros tiempos y que tanto bien hicieron a una sociedad joven y animosa. Lo estamos haciendo muy bien, pero no es necesario mendigar ni escribir sobre el fondo del mar lo que está escrito en el granítico uniforme militar cuyo precio es la vida de tantos que abonaron la historia militar de España. No requiere más cambio que saber contarla. Hecho esto no habrá miedo a contratistas ni mercenarios.

El valor y el honor componen el mejor ejército del mundo.  No es necesario pagarlo; se nace con ello.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

5 julio 2023

PRIGOZHIN UN REBELDE AL QUE LE GUSTABA SER GENERAL Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

En estos momentos la rebelde y extraña aventura del grupo mercenario llamado Wagner encabezado por Prigozhin parece haber terminado. Sabemos los hechos y su relato, sin más, pero nada de sus razones y objetivos finales. Puede que todo sea más sencillo de lo imaginado o de una complejidad aturdidora. Un episodio más que se suma al misterio de la voladura del gaseoducto de Nord Stream, de los ataques al Kremlin o de la voladura de la presa de Kajovkha por poner solo algunas de las hipótesis impensables, pero ejecutadas con dirección política y precisión militar, con sorpresa, siempre con inexplicable decisión y supuestas consecuencias; todas iban a ser apocalípticas y definitivas. Nada ha cambiado en el escenario de la guerra, sino los muertos en el frente que cada vez son más, que se suman en cantidades incontables, que lo mismo da uno que mil: simple estadística.

Ustedes querrán saber lo que ocurre hoy, ahora, en Rusia: yo también. Les aseguro que antes de que ocurriese el simulacro de rebelión armada del grupo mercenario Wagner dirigido por Prigozhin preparaba un artículo cuyo título llevaría el nombre: El misterio de la guerra en Ucrania. Lo hay. Era impensable una guerra de estas características, que se parece a todas y a ninguna, pero que tiene un trasfondo único: muchos intereses. Todos los analistas dan nombres de países interesados, en que acabe o no, y Ucrania es la pizarra donde escriben con sangre. La guerra continúa sin que haya un solo paso hacia la paz y el entendimiento. No se entiende. Hay muchas cosas que no sabemos. Creo que hasta se vislumbra cuando puede haber un cambio de tendencia y empezar a hablar de paz. Esperemos que se llegue a tiempo. Antes de que se desvele lo innombrable.

Prigozhin no es Jenofonte ni conduce a los diez mil. Putin no es Ciro. Alejandro no aparece. Los ejércitos se enfrentan sin tener claro si habrá un día final, con o sin victoria, ¿después qué?, ¿mereció la pena?

Wagner y otros grupos de su estilo son un ejemplo de lo que el dinero logra en mentes que no asimilan el poder y los confunde, los ilumina hasta creerse capaces de hacer guerra y paz. Prigozhin, como otros muchos, desearía con todas sus fuerzas que los generales rusos se dirigiesen a él con un «A sus órdenes». Algo así es capaz de colmar los mayores deseos de algunos hombres. Es frecuente y trae malas consecuencias como la historia nos demuestra.

Sin saber qué es lo que ha ocurrido en las interioridades del Kremlin y entre esa estrecha relación Putin-Prigozhin-Lukashenko algo anuncia que si esto acaba así y acaba aquí es que empezó ahí y acaba ahí y así. Perdonen el fácil juego de palabras. Es decir: todo queda en casa. Tú te montas una tienda de perritos calientes en Bielorrusia y Wagner pasa a llamarse Chaikovski, que se constituirá en reserva del mando situada en Melitopol para interpretar El Cascanueces allí donde la presión enemiga sea más fuerte. La opción llevaría tiempo fraguándose, porque los que saben de la guerra no admiten injerencias ni que el cabo mande los Cuerpos de Ejército a no ser que la quieran perder. Podría dar resultado.

La razonable pregunta de si ha sido una rebeldía en toda regla es conveniente hacérsela. Entonces. ¿Qué pretendía?, ¿una audiencia con Putin o con el ministro de Defensa después de más de mil kilómetros de marcha por carretera? ¿Levantar al resto de unidades y al pueblo ruso? ¿Se retiraron antes de llegar al objetivo los apoyos que tenía prometidos? ¿Por qué nadie los intentó detener? ¿Qué hacía Wagner en Rostov sede del mando y Estado mayor de la Fuerzas de la Operación Especial Rusa sin que se les pusiese oposición alguna?

De ser una rebelión la cuestión no admite dudas. En términos militares, y más en guerra, una acción de este tipo —aún siendo «Modelo Prigozhin» que se estudiará en las academias militares— debería acabar con un Consejo de Guerra por rebeldía y traición del cabecilla y que el grupo Wagner desapareciese.

Nos cuentan que el corazón de Prigozhin se ablandó al oír la voz de Alexandr Lukashenko susurrarle al oído el dolor de la Gran Patria Rusa y quizá nombrarle el Discurso fúnebre de Pericles. El corazón roto por el dolor hizo que ordenase desde su elevado puesto de mando la retirada a los cuarteles «según el plan previsto».

Nadie nos ilustrará con la verdad, pero, ¡fíjense qué cosas!, fue el republicano y peor gobernante, escritor aburrido, Manuel Azaña, el que mejor definió la rebelión, o la aventura, de este ruso que quería armarla en Rusia porque le gustaba ser general.

‹‹Un acto revolucionario, una resolución oportuna y útil, no califican para mandar. Si el ranchero impide que su batallón se subleve o el buzo de un acorazado logra que la oficialidad no se pase al enemigo con el barco, déseles un premio, pero no me hagan coronel al ranchero ni almirante al buzo. No sabrán serlo. Perderemos el batallón y el barco›› (Azaña. La velada en Benicarló). Todo por hacer general a un empresario o algo así y darle el mando. Es más frecuente de lo que podamos pensar.

¿Cómo se verá afectado el frente de guerra? Esa será la señal, el rastro de lo sucedido.

¿Derrumbarse desde el Kremlin a Kiev o desde Jerson a Moscú?

¿Mantenerse con firmeza en las posiciones y derrotar la ofensiva ucraniana?

Occidente guarda silencio. La reacción de Ucrania se espera más que nunca.

Será la señal de los tiempos: guerra y paz.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

26 junio 2023

 

ESPAÑA ANTE LA GUERRA. General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

De la guerra es de lo que tratan los militares y de lo que deben saber.

Claro que estábamos en una guerra y ha aparecido otra distinta. Hacíamos la guerra que fue y nos olvidamos de la guerra que venía. Vivíamos en el mundo de Yupi y apareció el mundo de Putin.

La guerra es pura energía, sin más arte que la ciencia y la tecnología. ¿Para qué queremos el arte? Es cosa antigua. Habla la fuerza que transforma el arte en ferocidad, en devorador de almas.

«Que un ser humano sea una cosa es, desde el punto de vista lógico, una contradicción; pero cuando lo imposible se ha hecho realidad, la contradicción se hace desgarro en el alma» nos dice Simone Wail en el sobrecogedor La Ilíada o el poema de la fuerza.

La nueva guerra trata de convertirnos en cosa, pero la paz, que así llamamos, se ha convertido en un camino en que «el pensamiento no tiene lugar, no hay justicia ni prudencia».

Se requiere pensar antes de armarse para la guerra. Como no: guerra.

Los presupuestos del Gobierno de España para la Defensa del año 2023 deberían serlo para la guerra, pero lo son para la Industria. Algo es algo. Claro que la guerra es distinta de lo que era y ahora la ciencia y la tecnología han acabado con el arte. Fuera generales y almirantes, es el momento de los hackers, de las empresas tecnológicas y de las pantallas, de la guerra de los dedos que señalan y destruyen abandonando toda vinculación emocional. Guerras convertidas en videojuegos sangrientos. Peores ejércitos y mejor tecnología.

Las estructuras de los ejércitos han cambiado y si no, deben hacerlo pronto; sus unidades encuadrar otro tipo de combatientes; los uniformes ya no distinguen a los guerreros; sus armas tampoco. Algo de esto apuntaba el Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD) (Jefe de Estado Mayor y no Jefe del Estado Mayor; la aclaración es de escuela, pero en el Congreso aún no han asistido a esa clase… de gramática).

Hay una satisfacción generalizada por el aumento del Presupuesto de Defensa para las Fuerzas Armadas: un 25´8 % más que el año anterior. El JEMAD se hacía eco de ello. Algo extraño cuando en el Gobierno están los antiotan, antiespaña y los miliKK. Algo no cuadra y la razón no está (solo) en la presión internacional, de la OTAN y de los Estados Unidos de América, que sí, pero también que no, que hay que adivinar otras razones.

Oyendo al Almirante Jefe de Estado Mayor de la Defensa hemos descubierto el fondo de la cuestión. Claro y correcto, complaciente y educado a lo militar, ha desplegado ironía en lo que otros nada han entendido. Todos se han ido muy contentos sin penetrar la gravedad de las palabras suaves y conciliadoras del almirante que eran munición guiada.

¿Guerra de Ucrania? Otro día, si a la ministra le parece bien, les hablo de ella, venía a decir el JEMAD, aunque recalcaba que él apuesta por la vía diplomática para resolver el conflicto sin decirnos quién debe iniciarla y en qué condiciones. Otra vez será.

La de España es otra guerra, señalaba: el Sahel.

Parece ser ese el horizonte del esfuerzo bélico español; al menos eso se entiende entre líneas, en el lenguaje que queremos adivinar con una alta dosis críptica e irónica que empleó el almirante durante toda su intervención. Apunta que allí, en el Sahel, está Rusia (los chicos de Wagner), alarmándonos a algunos, a los menos, porque en ese momento daban las dos y media y alertó el presidente de la mesa de Defensa que las tripas sonaban, quizá por el esfuerzo que tuvo que hacer ya que toda la comparecencia se la pasó en digital lucha con su móvil ¿Jugaría a los barcos).

Hay que escuchar la intervención completa del almirante y sobre todo las respuestas a las preguntas planteadas por los miembros de la Mesa de Defensa de los distintos partidos para llegar a la conclusión final y más preocupante: nuestra guerra no está en Europa. Nuestra guerra es el Sahel. Visión estratégica adecuada que parece que no le interesa a la UE ya que desaparece de la zona, pero como muy bien dice el JEMAD, cualquier desestabilización en la zona nos afecta como nación soberana y afecta a la UE.

Al fin reconoció, con humildad franciscana, que las guerras de «alto nivel» son para la OTAN, es decir EEUU, y las de tapar agujeros, crisis de «bajo nivel», para la UE; realmente no entendí muy bien al Almirante Jefe de Estado Mayor de la Defensa.

Más dinero vamos a tener. ¡Gracias! A ver qué ocurre. Aquí hay gato encerrado. Dejemos que corra la legislatura. Que corra la guerra incierta.

No es bueno alargar los artículos así que lo dejamos para otro día. Hablaremos del Gobierno y de su Presupuesto industrial, que no militar. Hablaremos del mantenimiento, de la infraestructura, de los acuartelamientos, entretenimiento, endeudamiento, de …miento, y hasta de la Cultura de Defensa ¿presupuestada, precintada o umedificada?

Para terminar solo un detalle mí querido almirante. Alguien le preguntó sobre los sueldos de los militares, de todos, y quedé sorprendido ante la respuesta. Algo así —Eso lo llevo oyendo hace cuarenta años… No seré yo quien se oponga a revisar los sueldos…

Creo que el Jefe máximo de todos los militares no solo no debe oponerse, sino luchar por ello antes que por otra cosa. Esta es la respuesta que esperábamos.

—Lucharé con todas mis fuerzas, como estoy haciendo, para que los militares tengan el sueldo digno que les corresponde y se aumenten de inmediato sus retribuciones.

Seguro que lo hace y fue un simple despiste en sus palabras tan correctas y adecuadas para los oídos de los, contados con los dedos, señores diputados que asistían su comparecencia en la Mesa de Defensa del Congreso.

Llego a la conclusión que todo esto de la Defensa y de la guerra, le importa un bledo; a todos.

Menos a los soldados que lo sufren.

Hasta que truene.

«Imitad a éstos ahora vosotros, cifrando la felicidad en la libertad, y la libertad en la valentía, sin inquietaros por los peligros de la guerra. Quienes con más razón pueden ofrendar su vida no son aquellos infortunados que ya nada bueno esperan, sino, por el contrario, quienes corren el riesgo de sufrir un revés de fortuna en lo que les queda por vivir, y para los que, en caso de experimentar una derrota, el cambio sería particularmente grande. Para un hombre que se precia a sí mismo, en efecto, padecer cobardemente la dominación es más penoso que, casi sin darse cuenta, morir animosamente y compartiendo una esperanza» (Tucídedes. Oración fúnebre de Pericles. Historia de la guerra del Peloponeso).

No cabe duda que hay que luchar:

Así es como acaba el mundo
Así es como acaba el mundo
Así es como acaba el mundo
No con un estallido sino con un quejido.

T. S. Eliot, 1925

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

24 octubre 2022