ESPAÑOLEAR EN ESPAÑA Rafael Dávila Álvarez

Hoy luchar como español, por España, por su idioma y sus tradiciones, hacerlo en Cataluña o en el País Vasco, en Baleares —y empieza a correrse la voz en otros lugares— es un riesgo que muy pocos valientes se atreven a afrontar. No exagero si digo que cuando alguien allí levanta la voz para reclamar su derecho a que se cumpla la ley y le permitan españolear (Diccionario de la RAE: «Hacer alarde público de españolidad») se expone a un riesgo físico elevado y a sanciones por parte de la autoridad (de la que se han apropiado). Gritar ¡Viva España! puede costarte pasar por las dependencias policiales (de su policía).

Pedir que tu hijo estudie español ¡un 25%!, se convierte en una marca que te estigmatiza.

Esto se le ha ido de las manos al presidente del Gobierno, un personaje que tendrá que dar cuenta del destrozo que ha hecho en la convivencia entre españoles. Algo gravísimo que su desnudez intelectual no llega a captar.

La Justicia, por ahora, podemos destacarla en mayúscula, a la espera de pronunciarse, en otro caso idéntico al de Canet del Mar, en El Prat de Llobregat.

El independentismo está furioso, rabioso ante su impotencia ante la ley a pesar de estar indultados sus delincuentes cabecillas (en contra de la opinión de los jueces y tribunales).

El mundo al revés vuelve a Cataluña y hemos visto al perisidente Pere Aragonés al frente de la manifestación en contra de las familias de Cataluña que piden clases de español para sus hijos. Rodeado por cierto por alguno de los delincuentes independentistas.

La escena se remata con el ataque sistemático, incluso desde el Gobierno, a la Justicia; sin olvidar casos y cosas como el nombramiento del nuevo ministro de Universidades (votante del ilegal referéndum y una cesión más) que escribe con faltas de ortografía, lógico y natural, y que no suele cantar con Luis Lucena aquello de «españolear», que no es un verónica de Curro Romero, pero en Cataluña, por si acaso, lo primero que hizo el independentismo rancio fue acabar con los toros y con la plaza de toros Monumental después del apoteosis de José Tomás. El Tribunal Constitucional anuló la prohibición, pero, y ustedes perdonen, a pesar de los muchos aficionados que hay, pues «no hay», como sí hay al menos dos familias del 25%. Pocas, pero las hay; y alguna más que calla.

Menuda se lio en el Parlamento cuando el señor José Ignacio Wert, ministro de Educación, Cultura y Deporte, dijo lo que dijo y se refería al sistema educativo en Cataluña: «Nuestro interés es españolizar a los alumnos catalanes y que se sientan tan orgullosos de ser españoles como de ser catalanes y que tengan la capacidad de tener una vivencia equilibrada de esas dos identidades porque las dos les enriquecen y las dos les fortalecen».

¡Anatema! Lo comprendo. Es rancio, cateto, de gente inculta, usar vocablos como españolear y españolizar. Eso al menos leo en los inteligentes prosistas y noveleros de las listas de más vendidos; tan profundos ellos, cuevudos al amparo del actual Régimen.

¡Ay! Luis Lisart Tamarit, Luis Lucena, si yo cantase tu copla en la Plaza de Cataluña o dijese Viva España en España, o escribiese al terminar estas palabras, aquí: ahora y siempre, viva España.

Sin exageraciones: pasas a formar parte de los estigmatizados.

Probaré de nuevo. ¡Viva España! y ¡Feliz Navidad!

Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

 

 

FELIZ NAVIDAD 2020. Rafael Dávila Álvarez

¡Qué momento más difícil! Quiero detenerme en él.

«Que cada cual examine sus pensamientos. Los hallará totalmente ocupados en el pasado o en el porvenir. No pensamos casi en el presente, y, si pensamos en él, lo hacemos solo para obtener de él la luz que nos permita disponer del porvenir. El presente no es jamás nuestro porvenir.

El pasado y el presente son nuestros medios; sólo el porvenir es nuestro fin. Así no vivimos jamás, sino que esperamos vivir. Y disponiéndonos siempre a ser felices, es inevitable que jamás lo seamos».

Permítanme que comparta con ustedes este momento presente recurriendo a Pensamientos,  de Blaise Pascal*. Aquí, ahora, Navidad año 2020, cuando no hay pasado ni futuro.

No nos perdamos en lo que nada es, porque todo en definitiva es nada. Cuando fue y cuando será de poco nos sirven en momentos de tribulación. Estos lo son. Muchas las necesidades que experimentamos y sufrimos, y porque no se da en el mundo poder ni talento ni bondad capaces de satisfacérnoslas.

Me pregunto hoy: ¿Tienen valor estos tiempos? ¿Qué hacer en estos tiempos? ¿Quién soy yo para responder?

Atisbo ahora, sin ayer ni mañana, que es tiempo de algo tan sencillo como un nacimiento. «Dios se enfrenta a los arrogantes, pero concede gracia a los humildes» (Ps 5,5).

En un mundo inhóspito y de codicia, entender que un nacimiento humilde puede cambiar el haz de la tierra es insoportable para la soberbia intelectual. Pero el paso de los tiempos ha visto derruir muchos tronos y cátedras, solo por una razón, que puede ser la razón que se nos escapa: «El que ama es el hombre justo. A este hombre le repugna la injusticia; los que aman y vibran más con la justicia que con el amor son, frecuentemente, injustos, cayendo en el pecado de “amar” a unos y despreciar o marginar a los otros. No saben conjugar en su corazón la justicia y la paz» (solo él sabe por qué y cuándo me lo dijo).

«Y la palabra se hizo hombre, acampó entre nosotros y contemplamos su gloria». Eso es todo, ahora.

Tanta inexplicable sencillez se muestra a diario diciéndonos a gritos: «Hay que buscar la verdad y no la razón de las cosas, y la verdad se busca con la humildad» (Unamuno); cuando llega un momento en el que la razón se muestra en rebeldía y abre el abismo de incomprensión —interrogante de los necios— a nuestros pies. Cuando la inteligencia de los sabios es dar la espalda o, al final, arrodillarse.

Son vanas las esperanzas. Dejar hacer y pasar; cada minuto presente vale más que todo lo pasado y que todo lo que vendrá.

Arrodillarse es una buena actitud, que la tengo por virtud. Si no quieren no recen. Arrodíllense.

La clave no la veo en el entendimiento, sino en el misterio que no puede tener más nombre que el de fe.

En el Libro del Éxodo se nos abre ligeramente la cortina del misterio:

«Déjame ver tu gloria» (Ex 33, 18). «Mi rostro no lo puedes ver» (33,20). A Moisés se le pone en un lugar cercano a Dios, en la hendidura de una roca, sobre la que pasará Dios con su gloria. Mientras pasa Dios le cubre con su mano y sólo al final la retira: «Podrás ver mi espalda, pero mi rostro no lo verás» (33, 23).

¿Tienen valor estos tiempos? ¿Qué hacer en estos tiempos? ¿Quién soy yo para responder?

No terminaba de encontrar el razonamiento exacto; no hay unos tiempos y otros tiempos, solo ahora; nada hay que hacer sino amar; delante de una cuna donde se inicia todo. Y ese amar, que es «mientras pasa», sólo se puede hacer de rodillas.

¡Cuánto tiempo hace que no nos arrodillamos ante lo único que el hombre debe doblar sus rodillas!

Feliz Navidad. Es un misterio. Vivámoslo hoy, ahora, sin tribulación.

*(Estudio Preliminar, edición, traducción y notas de Gabriel Albiac editado por Tecnos; pág. 87).

Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

23 diciembre 2020

 

PARA LOS SOLDADOS… POLVORONES General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

-La ministra de Defensa y Asuntos Exteriores en funciones, Margarita Robles, a bordo de un helicóptero durante la visita a las tropas en la base aeronaval de Sigonella (Sicilia), del destacamento ‘GRAPPA’, desplegados en la «Operación Sophia», destinada a combatir las redes de trafico de personas, armas y petroleo y a la migración irregular en el mediterraneo.- EFE/Javier Lizón

La visita realizada por la ministra de Defensa a las tropas desplegadas en el exterior (este año a la base aeronaval italiana de Sigonella, misión de la UE <<Sophia>> contra el tráfico ilícito de personas frente a las costas de Libia), tiene muchas interpretaciones. Les diré que no sé por dónde empezar, pero con decir que para este viaje no eran necesarias alforjas, o mejor, con Unamuno: para este viaje está claro que no sirven  las viejas alforjas, queda todo dicho.

Empecemos con los polvorones, los veinte kilos que ha llevado la ministra a los soldados para alegrarles las Navidades. ¡Qué alegría, qué contentos! No podía llevar otra cosa.

De aquellos polvos estos… polvorones.

Polvo son. Los otanistas de antaño. Los que <<sobra el ministerio de Defensa>>. Aquellos -polvorones- eran los de Irak, que jamás deberíamos olvidar (ellos no lo han hecho y es un <<ellos> muy amplio en idiomas); cuando la España política de Zapatero dejó por los suelos a sus soldados y puso en grave riesgo a los que se retiraban y a los que tuvieron -deprisa y corriendo- que ocupar su lugar.

Polvo son las leyes contra los ejércitos que han puesto en marcha -los polvorones-, trabas a los presupuestos en cuanto no gobiernan ellos, despedida y ni las gracias a los soldados que a los 45 años tienen forzosamente que engrosar las listas del paro. Siguen con los presupuestos del PP, desde luego insuficientes, pero ¿alguien va a creerse que el señor Sánchez va a preocuparse de las necesidades de la Defensa? Polvorones que se deshacen en polvo al comerlos: ¿presupuestos? No voy a insistir en el tema para no aburrirles. Les remito a mi artículo: Carta abierta al Jefe de Estado Mayor de la Defensa (Cañones o mantequilla).

Lo que no parece muy edificante, sino toda una incorrección innecesaria en una ministra de Defensa, es aprovecharse de los soldados para hacer política, política de partido. Si va a felicitar las Navidades (fiestas para ella) que se limite a eso y no a decir que la culpa de la falta de presupuesto de los Ejércitos de España se debe a que los partidos de la derecha no permiten, con su abstención, que el señor Sánchez sea presidente. Asombrados estamos. Indecencia política y militar, aunque esto último no es reprochable a ella sino a otros. Una visita a los soldados en Navidad no debe utilizarse para hacer política de partido. Menos cuando entre quienes van a dirigir el devenir de nuestros ejércitos están los que pretender romper España y es la unidad de España una de las misiones constitucionales de los soldados.

Si se va a felicitar la Navidad pues eso: ¡Feliz Navidad! Y los polvorones que se los lleve el señor Sánchez a los separatistas y bilduitas.

Por cierto, Debe haber sido un despiste. Pero…, les cuento.

Hace ya unos cuantos años el teniente general Gonzalo Rodríguez de Austria, que fue Jefe del Cuarto Militar de la Casa de SM. el Rey, siendo coronel Jefe de la Guardia Real propuso y se impuso lo que ya se ha hecho tradición en los ejércitos: brindar por el Rey en cualquier reunión, acto o celebración militar, terminando con el brindis por España. Si en el acto Su Majestad se encontraba presente el protocolo era el mismo, pero era el Rey el que al final, dando las gracias, brindaba por España. El acto no tenía por qué ser un desayuno, comida o cena, ni con vino o casera, sino cualquier acto alrededor de una celebración militar.

Informan, se comenta, es cierto, que la ministra de Defensa esta vez en la visita de los polvorones no lo ha hecho. ¿Olvido, o se trata de la frugalidad de la que presume? Lo que me cotillean, y por ahora es solo cotilleo, a ver si me entero, me informan, es que en reciente celebración, importante efeméride, en una unidad militar, tampoco se realizó el brindis, ¡Y yo que sé! Son tantos los <<¡y yo que sé!>>, y lo desinformados que estamos los uniformados que vaya usted a saber.

Pues a ver quien se traga este polvorón; el que nos vamos a tragar antes de fin de año

No sé si me explico. Ya no sé ni explicarme. Esperaré al año que viene, y al otro, y al otro. Es decir a los supuestos presupuestos de la ministra.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

19 diciembre 2019

FELIZ NAVIDAD Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Nacimiento: Caravaggio

FELIZ NAVIDAD. La expresión más sencilla y llena de significado para millones de personas y conocida por el mundo entero; hasta en el más recóndito rincón de la tierra llega el día, el de la Navidad.

Ahora quieren acabar con su auténtico significado; y lo están consiguiendo. Lo que importa es la intención y esto es intencionado, malintencionado, rozando lo grotesco. En la enseñanza pública ha desaparecido toda referencia a la Navidad. Es una fiesta, pero no es Navidad. Los ayuntamientos pelean por ver quién de ellos impone con más fuerza una nueva fiesta profana y de ridículo sentido. Luchan por el adorno más alejado de la tradición de estrellas, ángeles y belenes. En unos años no quedará el más mínimo vestigio del tradicional Belén de San Francisco de Asís y, lo que es peor, de la preciosa Navidad que relata San Lucas, la de los ángeles, los pastores, el misterio del nacimiento de Jesús. Una Navidad de hombres sencillos, pastores, gente del campo, artesanos de la vida, los que miran al Cielo como esperanza y consuelo, los que creen que pueden ocurrir prodigios. ¡Que algún día ellos, en su humildad, tendrán acceso al prodigio! Ese es el secreto: creer. Creer que es posible que anden los ángeles entre nosotros y que cada niño que nace o se engendra es una Navidad y no un estorbo, y que todos tenemos que echar una mano, como en aquel portal, y llevarle cada uno lo que pueda, al que nace y al que muere, es decir a todos, y entre esos todos a los más necesitados de creer. En aquel portal  no había nada, nada regalaban, nada vendían, a nadie rechazaban, pobreza y humildad, un niño que seguramente lloraba. Era un lugar olvidado, en un lugar lleno de gente que se empadronaba, iban y venían sin parar mucho en aquello de un niño que nacía. Ángeles, pastores, gente del campo. Nada ni nadie importante, un lugar alejado, temporal, de paso; de estrellas que interesaron a unos magos de oriente. Puede que fuesen, como hombres sabios, detrás del misterio que en la introducción a su libro Jesús de Nazaret nos recuerda el Papa Benedicto XVI, Joseph Ratzinger. <<Se relata en el Libro del Éxodo. Allí se nos narra la petición que Moisés hace a Dios: “Déjame ver tu gloria” (Ex 33,18). La petición no es atendida: “Mi rostro no lo puedes ver” (33,20). A Moisés se le pone en un lugar cercano a Dios, en la hendidura de una roca, sobre la que pasará Dios con su gloria. Mientras pasa Dios le cubre con su mano y solo al final la retira: “Podrás ver mi espalda, pero mi rostro no lo verás” (33,23)>>.

Este es el misterio que solo queda desvelado la noche de la Navidad. Ya se puede ver el rostro y por ahora, esta noche de Navidad, es el rostro de un niño nacido en un Portal, entre estrellas y pastores.

La Navidad es eso, y solo eso, ni más ni menos que eso. Ver el rostro. Se te permite entrar en la nube de su cercanía y hablar con Él como con un amigo. Si no puedes hablar todavía, espera, espera: a que vaya creciendo ese niño al que <<se le otorgará ver real e inmediatamente el rostro de Dios, y por ello, poder hablar basándose en que lo ve plenamente y no solo después de haberlo visto de espaldas>>.

Pueden ocurrir prodigios; y ocurrirán.

FELIZ NAVIDAD

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

24 diciembre 2018

Blog: generaldavila.com