«Desnudo basto para derribarte a ti con todas armas» (Teucro a Menelao, en Ayante de Sófocles)
Saber de la guerra es casi un oxímoron, porque la guerra es un error del conocimiento. Claro que en mi opinión es más grave no saber geometría como exigía Platón. Pero el matiz diferenciador entre el conocerse así mismo de Delfos y la geometría platónica nos permite entrar en esta ruta guerrera ya casi turística en la que participaba la sabiduría y el conocimiento. Al fin y al cabo Sócrates, «el más sabio de los mortales», también fue un guerrero, un valeroso hoplita.
Podríamos empezar la excursión de manos de la ONU por Líbano para recordar la batalla de Qadesh (1.274 a.C.), recorrer Troya, el Peloponeso, Gaugamela, y llegarnos hasta Ucrania, Gaza, y Siria, después de merodear por la lejana Etiopía de Gilgamesh.
Hubo momentos en los que aún no se habían inventado las misiones de paz ni las oenegés, ni había una Sociedad de Naciones Unidas que hablase de operaciones de mantenimiento de la paz, de la construcción de un mundo sostenible y su evolución hacia la felicidad con el progresismo. Luego transformamos a los soldados en oenegeistas y en esas estábamos cuando volvió a aparecer la cólera de Aquiles. De regreso al pasado.
Para no andar dándole vueltas al asunto ya desde el principio dejaré bien clara mi opinión sobre las llamadas operaciones de paz de la ONU: un camelo. Ni mantenimiento ni imposición, todas iguales de inútiles, porque además los militares ni entienden, ni deben hacerlo, de términos confusos con los que la política se lava las manos allí donde los problemas son más graves. Creen que mandando a los soldados armados con estrictas e incumplibles normas de comportamiento todo queda resuelto. Incluso muchos uniformados se lo creen y se sienten angélicas figuras que imparten cursos de costura.
Ucrania, Israel, Siria, Irán en Notre Dame
Empecemos por Siria, lo más reciente, por decir algo, un ejemplo, porque no es el único caso. No intenten buscarle explicación. No la hay. Por ahora. Al menos no lo sabemos todavía, pero detrás hay un pacto. ¿Cual? Desconocido, hipótesis varias.
Pediría a los analistas, a los geopolíticos, diletantes, soldados con y sin graduación, estrategas y geoestrategas ¿hay alguien más?, un poco de honradez y asumir como primera norma la humildad y como segunda admitan que no saben nada, que suponen sin suponer en sí. Que incluso los que llevan años en el oficio dudan, no se atreven a hablar de «la teoría del empleo de las tropas en el combate ni de la teoría del empleo de los combates para el fin de la guerra». El asalto que sufrimos en estos tiempos al mundo de la opinión bélica es abrumador. Aparecen los analistas como setas en otoño, incluso sin estar en el lugar apropiado, sin saber lo que es una escuadra, o un Estado Mayor, nos hablan de ejércitos en combate, se convierten en jefes del engaño mayor. Lo peor es que ustedes les creen y los toman por auténticos analistas. Son charlatanes sin producto que vender, pero gracias a la tecnología se hacen ver. Nunca con tanta información hemos sabido tan poco. Humildad y un poco de profesionalidad. Eso es todo.
Por lo tanto cuando hablamos de la actual situación del mundo en guerra nada mejor que contarlo a modo de cuento.
Érase una vez Ucrania, y Gaza, y Líbano, y Yemen, y Siria, que infringió al mundo mil dolores y muchas almas de héroes esforzados precipitó al Hades.
El día 30 de noviembre dejé en la cuenta social X que en esos momentos se estaba produciendo un golpe de Estado en Siria, que era inminente la ocupación de Damasco y su Palacio presidencial. No han pasado ni diez días. Me adelanté, pero me señalaron por alarmista. Nadie se lo creía. Mis fuentes sabían lo que me trasladaban. Esta vez no era un analista nocturno y buen inventador de noticias. La información la dimos en una frecuencia determinada para que fuese recogida para mentes que disponen de los receptores apropiados.
Pues a sí están las cosas:
Ucrania es una guerra ya vieja, cansada, agotada y que ha cumplido su objetivo. Israel en la suya está en ello, todo allí va a cambiar, pero es una guerra que no tendrá un corto recorrido porque a la victoria militar ya en marcha, le debe seguir aquella victoria política que fueron los Acuerdos de Abraham que hay que reverdecer y regar para que crezcan. Adiós a Hezbolá y a Hamás. Irán tendrá que inventar otra cosa que bien puede ser el arma nuclear o aceptar su derrota, aún a regañadientes, y entrar en diálogo con occidente y el mundo árabe suní. Es un problema del bloque árabe que deben dirimir entre ellos. El mundo religioso es muy delicado y hace amigos poco fiables. Siria, hasta ahora suní, puede convertirse en el reino yihadista. Habrá que actualizar, de nuevo los menciono, los Acuerdos de Abraham. Ampliarlos. Es posible y probable, entre otras opciones, que asistamos a la nuclearización de la zona.
Siria en estos momentos es impredecible. Israel saca su rentabilidad y ha atacado más de 300 objetivos sirios aprovechando que ya el ejército ha desaparecido y no hay aviones de guerra, ni barcos ni armas químicas. Ahora trata de que no entren armas letales a los terroristas islamistas. Turquía hace lo suyo en la zona autónoma kurda lo que habrá que vigilar para evitar lo peor.
Si analizamos el Cui prodest la cosa empieza a aclararse, pero imposible adivinar el futuro. Eso es solo futuro. El terror se extiende más rápido que la pólvora y puede llegar al rincón más inesperado.
¿Y Rusia qué dice?
Pues gana y pierde.
Tiene que haber un pacto detrás de todo este nuevo panorama que nadie entiende: «El mundo se está volviendo un poco loco«, dice Trump y es una espontánea expresión fruto de lo que ni ellos asimilan. Tendrán que explicárselo todos los que ya recogen sus pertenencias para abandonar su despacho y la desastrosa política Biden que ha metido al mundo en un peligroso juego de guerra. En mi opinión Trump ya ha empezado a tomar medidas.
La primera es Putin.
-Amigo Putin, te vas de Siria. Voy a darte algún tiempo hasta que Israel arregle el colchón que necesita en su frontera nordeste. En Ucrania el Dombás para ti. Con Erdogán hablas tu. Que arregle lo suyo con los kurdos y soluciona con él lo tuyo.
-Vale Trump. ¿Cuánto tiempo tengo? Mis bases militares en Siria no voy a abandonarlas y en el Mar Negro mandaré yo.
-Eso está hecho, pero te repito que debes hablar con Erdogan. Ándate con ojo en Irán porque tu amigo Jamenei está ya viejo y cualquier día os da un susto. Lo de nuclearizarse lo veremos. Por ahora que se estén quietos no vaya a ser que les pase algo parecido a Siria. Hay que arreglar este tema porque en Siria no quiero otra República Islámica, ni más terroristas deambulando por el mundo.
-En eso nos podemos poner de acuerdo. Lo primero Ucrania. Lo que no admitiré nunca es que me metas la OTAN en la cocina porque por ahí sabes que no trago. Luego hay temas pendientes como África y Europa.
-Mira me voy a París a eso de Notre Dame y así hablo con Macron, que lo tiene negro, como el alemán, y vemos lo que podemos hacer con eso de la OTAN a la que solo pago yo y me tienen harto. A William, el inglés, ya le he convencido. Hará lo que le digamos porque también tienen una buena dentro.
Por cierto, tengo y tienes un lio alrededor del Mar Negro, Rumania, Georgia…, que es como el de la OTAN. Ya sé que quieres el Mar Negro, pero ¡hombre! que no se note tanto.
-Mira amigo Trump, Ucrania primero, me quitas las sanciones económicos que me habéis impuesto y hablamos después.
-Rezaré por ti, Putin, porque te veo en vilo teniendo que apoyarte en el coreano que ya ves como se las traen.
– Blyat (Блядь), no me hables… Los amigos nunca se sabe cuando además nosotros no tenemos amigos, sino cuñados.
-Pues eso. Nos vemos en febrero. Te invitaría antes a mi toma de posesión, pero se va a notar mucho.
-No te preocupes. Nos vemos en Ar-Riyad.
¿Y España qué papel juega en esta danza? Al descubierto han quedado cosas de máxima gravedad. Lo acabamos de airear en París. La incertidumbre a nivel Estado en España es tan evidente que debemos de prepararnos para lo que pueda venir. Acabamos de presenciar un desencuentro que no tiene excusa posible. Me refiero a no encontrarse el Estado en el lugar que debería haber ocupado internacionalmente. Cada cosa tiene su tiempo. No hay excusa ni debemos aceptar los reproches de unos a otros, ni en forma ni en fondo, sino gran preocupación. Hay tensión que a nada conduce, sino a una insignificancia en el contexto colectivo y de alianzas exteriores.
«La guerra es el padre de todo y el rey de todas las cosas; a algunos hombres a hecho esclavos y a otros libres» (Hesíodo).
«Según parece, los hombres se enojan más por ser objeto de injusticia que de violencia, pues lo uno parece que es abusar en condiciones de igualdad, mientras lo otro imposición desde un estado de superioridad (Tucídides en Historia de la Guerra del Peloponeso).
Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)
Blog: generaldavila.com
11 diciembre 2024






