LA NACIÓN ES BASTANTE APTA PARA LAS ARMAS, PERO DESORDENADA… General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

<<¿Cómo es posible que un pueblo tan belicoso como el español haya sido siempre conquistado, del todo o en parte, por galos, romanos, cartagineses, vándalos, moros…? A lo que el rey contestó: La nación es bastante apta para las armas, pero desordenada de suerte que solo se puede hacer con ella grandes cosas el que sepa mantenerla unida. Y eso es lo que en efecto hicieron Isabel y Fernando; merced a ello pudieron lanzar a España a las grandes empresas >>. Francesco Guicciardini (Florencia 1483-1540), amigo de Maquiavelo, embajador en España, Relazione di Spagna, padre de la historiografía moderna y gran conocedor de los españoles.

Alguien habló de nuestra histórica desunión beligerante. Huelen los campos de España a pólvoras y sus caminos se enrojecen de amapolas todas las primaveras.

Recuerden que al Cardenal Cisneros parece que «el olor a pólvora le resultaba más agradable que el de los perfumes de Arabia» y tal vez también que el del incienso

Tuvieron los Católicos Reyes que desmochar muchas torres de soberbia. Hasta ahora, hasta hoy, solo la monarquía supo pregonar, con ejemplo y dedicación a España, que nadie es más que nadie, que somos una, una y grande, y que el Rey lo es de todos los españoles. Es Rey de Castilla, de León, de Aragón, de las Dos Sicilias, de Jerusalén, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algarves, de Algeciras, de Gibraltar, de las Islas Canarias, de las Indias Orientales y Occidentales, y de las Islas y Tierra Firme del Mar Océano. Archiduque de Austria. Duque de Borgoña y de Brabante, de Milán, de Atenas y de Neopatria. Marqués de Oristán. Conde de Habsburgo, de Flandes, del Tirol, de Barcelona, del Rosellón, de la Cerdaña y de Gocéano. Señor de Vizcaya y de Molina.

Es Rey de España. De todos los españoles.

No es rey de banderías, ni los españoles somos tan distintos, sino todo lo contrario. Lo único que necesitamos es orden y que nos ordenen. No cualquiera lo logra. El Rey.

<<Y es que, cuando en un Estado la masa está corrompida, las buenas leyes no sirven ya de nada, a no ser que se confíe su ejecución a un hombre con fuerza suficiente para hacerla observar, y que torne a la masa virtuosa>> (En Maquiavelo sobre las Décadas de Tito Livio)

¿Dónde está la desunión beligerante? Siempre en el mismo origen: las conciencias vacías de espiritual contenido. Nada lo tiene en mayor grado que la entrega a la Patria. Todos; no unos sí, otros no.  Estas cosas si no se enseñan no se aprenden solas.

Es la enseñanza arte difícil. Al niño es fácil guiarlo, para eso está la auctoritas. De ahí la lucha por imponer cada uno la ley que enseña y dominar la ley que manda.

Enseñar no es adoctrinar, y mandar no es dar órdenes. Un Rey es el equilibrio entre los que pretenden dominar y aquellos que se rebelan contra los que les quieren dominar.

Todo ello requiere estar muy atento. En vigilia permanente y ver quién hay tras las cortinas.

<<Sabía muy bien Germánico que los tribunos y centuriones tienen por costumbre decir las cosas más como saben que han de agradar que como ellos las entienden>>. La adulación siempre se esconde bajo el arma de la mentira.

Armas y desorden es caos.

O lo que es lo mismo. Mala enseñanza y ausencia de auctoritas.

Bien enseñados y mejor mandados seríamos invencibles en la lucha contra nuestro peor enemigo: nosotros mismos.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

10 diciembre 2019

TENDRÍA EL REY QUE HACERLO General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Alejandro Magno

No corren buenos tiempos. Son abundantes en traición. Y me refiero no a un juego de fidelidades o lealtades. Lo que quiero decir es que abunda el delito que atenta contra la seguridad de la patria. También la alta traición que es la cometida contra la soberanía o contra el honor, la seguridad y la independencia del Estado. ¿Les suena?

Claro que lo del honor que recoge la definición me suena raro. Honor en estos tiempos es extraña virtud que acaba con el que la ejerce.

Antes, los escritos oficiales, al menos los militares, se encabezaban con aquella frase: <<Tengo el honor de comunicarle…>>. Era cuando el honor priorizaba al contenido, cuando el continente era parte y arte para un buen conjunto.

Ahora no hay honor que valga. Se jura por nada o se promete, y se miente.

Por mi conciencia y honor. ¿Qué es la conciencia? ¿Qué es el honor? No sé si es en la guardería o en la universidad donde enseñan estas minucias. Debe ser un honor simbólico, como para quedar bien, un traje a medida, pero sin corbata y con chanclas.

Dejar todo en manos de lo tangible y material tiene sus consecuencias. El honor es algo abstracto, una filosofía muy complicada que no ha lugar. A mí me paga usted y a otra cosa. Cuánto vale, vale tanto, tanto vale; y si nada vale no vale.

Alejandro Magno convirtió en dinero todos sus bienes personales y los repartió entre sus amigos y partidarios leales. Pérdicas, uno de sus mejores generales, no aceptó nada y se atrevió a preguntarle:

-¿Qué te quedas para ti?

Alejandro contestó:

-La esperanza.

-La compartiremos, contestó el general.

Esperamos; desesperadamente.

El cobarde y traidor huye y se refugia. Necesita micrófono y despacho. Lo tiene; se lo pagamos todos. Waterloo.

Las cárceles se llenan con los que nunca soñaron con ella. Pestilencia. Nada es verdad ni es mentira.

Fueros, desafueros, desigualdades, fraccionamiento, enfrentamiento, y España al borde del acantilado de Kuiper.

No hubo crisis; ni la hay. Ensueño. Todo fue una simulación. Disimulemos.

Algo habría que hacer. Digo yo. El honor se ejercita sin mentarlo y se reconoce por las obras y no por los enunciados ni por los alborotos de la palabra. Hay ocasiones en las que un gesto puede cambiar una situación y es en los momentos de vacilación o desmayo cuando se hace más necesario. La crisis, sea del tipo que sea, material o moral, no se soluciona a base de leyes o decretos, ni de políticas económicas más o menos acertadas, ni siquiera con una buena gestión. De nada sirve hacer correctamente las cosas si lo que se está haciendo no es lo que hay que hacer.

No hace mucho les hablaba del embajador de Florencia en la corte española Francesco Guicciardini (1512-1514). Hoy recupero su memoria; del libro Relazione di Espagna: «Estando de embajador en España, caí yo en la cuenta de que el rey católico, príncipe poderoso y discretísimo, al plantear alguna nueva hazaña o tomar acuerdos de gran trascendencia, actuaba de suerte que, antes de que manifestara su intención, la corte y el pueblo ya la apetecían y se exclamaba: «Tendría el rey que hacerlo». De modo que, al revelarse su acuerdo en el momento en que ya todo el mundo lo anhelaba y aguardaba, la mayor satisfacción y agrado se difundía entre los súbditos y en los reinos suyos».

Antes de que manifestara su intención, la corte y el pueblo ya la apetecían y se exclamaba: Tendría el rey que hacerlo. Tendría el rey que hacerlo.

Todo iba a quedar en una simulación. Pero se les fue de las manos.

Alejandro contestó:

-La esperanza.

-La compartiremos, contestó el general.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

5 marzo 2019

 

AZAÑA Y SÁNCHEZ. Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Ahora a resucitar a Azaña. Este presidente del Gobierno errático y banal le gusta acogerse a las  tapias de los cementerios y enredar entre los muertos. Sabemos lo que persigue, pero los españoles ya están al cabo de la calle y no son fáciles de engañar con los intencionados gestos de la agitación y la propaganda. Los que evocan el pasado para provocar de nuevo la figura repulsiva del violento enfrentamiento de las derechas y de las izquierdas poco favor le hacen a su nación. Pero si tenemos que recordar y analizar nada mejor que acudir a la historia de los acontecimientos. Hagámoslo con justicia y rigor, sin querer enfrentar sino conocer.

Distintos medios se han hecho eco estos días de la figura de Azaña  a raíz de la visita del señor Sánchez a su tumba en Montauban en el suroeste de Francia.

«Es tarde, muy tarde. España tendría que haberles pedido perdón mucho antes por la infamia». ¡Ay! Señor Sánchez. No es malo que usted no sepa; peor es que no sepan los que le rodean, o tanto ellos como usted estén rodeados de mala intención. Muchos perdones se han pedido, unos y otros, hasta que usted, y el que no quiero recordar, rompieron con ese espíritu de perdón y resucitaron los viejos fantasmas.

La viuda del señor Azaña tuvo su reconocimiento en ese periodo que usted ha olvidado llamado Transición y que ahora su señoría quiere cargarse para volver al enfrentamiento. Reconocimiento que hicieron los Reyes de España en nombre de todos. Se le entregó el Lazo de Isabel la Católica y se le asignó la pensión que como viuda de presidente de la República le correspondía.

No es este el sitio para historiar sobre Azaña. Puestos a recordar, lea señor Sánchez la infame declaración de la II República, a la que el señor Azaña inspiraba:

<<Las Cortes Constituyentes declaran culpable de alta traición, como fórmula jurídica que resume todos los delitos del acta acusatoria, al que fue rey de España, quien, ejercitando los Poderes de su Magistratura contra la Constitución del Estado, ha cometido la más criminal violación del orden jurídico del país; en su consecuencia, el Tribunal soberano de la nación declara solemnemente fuera de la ley a don Alfonso de Borbón Habsburgo-Lorena; privado de la paz pública, cualquier ciudadano español podrá aprehender su persona si penetrase en territorio nacional. Don Alfonso de Borbón será degradado de todas las dignidades, honores y títulos, que no podrá ostentar ni dentro ni fuera de España, de los cuales el pueblo español, por boca de su representación legal para votar las nuevas normas del Estado, le declara decaído, sin que se pueda reivindicarlos jamás, ni para él, ni para sus sucesores. De todos los bienes, acciones y derechos de su propiedad que se encuentren en territorio nacional, se incautará en su beneficio el Estado, que dispondrá del uso más conveniente que deba darles. Esta sentencia, que aprueban las Cortes Soberanas Constituyentes, después de sancionada por el Gobierno Provisional de la República, será impresa y fijada en todos los Ayuntamientos de España y comunicada a los representantes diplomáticos de todos los países, así como a la Sociedad de Naciones>>.

Suena mal. A odio. Mucho odio.

El señor Azaña fue un enigma sin resolver. Ni él mismo lo logró, pero estaba a años luz del fracasado alumno Sánchez.

El problema de España no es Azaña. El problema de España es lo que se empeñan en desunirla y enfrentarla como a diario hace este presidente en funciones.

En su Relazione di Espagna, el embajador de Florencia en la corte española Francesco Guicciardini (1512-1514) cuenta la entrevista que mantuvo con el Rey Católico Fernando de Aragón al que preguntó:

<<¿Cómo es posible que un pueblo tan belicoso como el español haya sido siempre conquistado, del todo o en parte, por galos, romanos, cartagineses, vándalos,  moros… ¿ A lo que el rey contestó: La nación es bastante apta para las armas, pero desordenada de suerte que solo puede hacer con ella grandes cosas el que sepa mantenerla unida>>.

Usted señor Sánchez nunca hará grandes cosas.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com