Como no suelo escribir lo que pienso, sino lo que se me ocurre, hoy 17 de mayo, «Día das Letras Galegas», empiezo con Alfonso X el Sabio y su «Estoria de Espanna», donde narró en el siglo XIII, cómo Hércules construyó en aquellas tierras el enorme faro para así conmemorar la victoria sobre el gigante Gerión.
―«…Al final venció Hércules. Y mandó hacer una torre muy grande, e hizo meter la cabeza de Gerión en los cimientos, y mandó poblar una gran ciudad y el primer poblador fue una mujer cuyo nombre era llamada Cruña, de cuyo nombre deriva Coruña».
Es muy habitual, lo que algunos padecemos en alguna medida, ese fenómeno llamado dislexia, o sea el arte de mal decir o de mal hablar, de escribir con desorden, o de no saber nunca a ciencia cierta dónde está la izquierda, o la derecha.
Pero hoy, aquí y ahora, si sé, que de tanto ahorrar en educación, nos hemos hecho millonarios en ignorancia, y no se dan cuenta que las humanidades son sin duda «la utilidad de lo inútil», y desde luego, mucho mejor que perder el tiempo engañando a los jóvenes, con esas promesas garbanceras de regalar dinero o la de viajar gratis.
Las últimas decisiones del Gobierno en ayudas son como un diluvio, pero ninguna me ha salpicado: ni el interrail, ni el bono cultural, a mis años tampoco la promoción de natalidad, ni las subvenciones a la sequía y mucho menos la rebaja de la sedición.
Con esas promesas para avalar las hipotecas y los descuentos en el tren, empezó la campaña electoral, pero la realidad es que muchos no están ni para comprarse casa ni para emprender viajes. Les viene justo para estudiar o trabajar y salir los fines de semana.
En esta lotería, como en la de Navidad, no me ha tocado ni la pedrea. Nos han prometido hasta la luna, y no se dan cuenta que el problema de la mayoría, no es llegar a la luna, sino al final de mes.
Del felipismo pasamos al aznarismo, al zapaterismo, al marianismo y ahora al sanchismo, y es que esta idea particular del poder de los nombres propios, se imponen a las siglas de los partidos.
Algunos creen que primeros están ellos, después su partido y, al final España.
Ahora preparan las campañas electorales en verso, mientras que en una mala prosa, es como gobernarán después, eso sí, sin parar de lanzar mensajes hasta parecer que se trate de un naufragio.
No pasa lo mismo en Gran Bretaña, pues para una «inmensa minoría», por encima de todo lo que allí ocurre, está Camila. Antes fea y ahora también, pero, al fin reina. Dicen que en su lápida rezará:
―«Nunca pierdas la esperanza»
En fin, hablando un poco más en serio, o un poco menos en broma, me parece que, debo escuchar mal, pues no entiendo bien, pero este monólogo debería servirme para buscar la verdad. Como decía Machado:
―«¿Tu verdad? No, la verdad. Y ven conmigo a buscarla, la tuya te la guardas»
Hoy, en fecha tan señalada, me acuerdo que de aquellas tierras, y siempre a la sombra de Rosalía de Castro, la mujer que logró convertir el llanto en orvallo y este en poesía, llegaron los afiladores.
Los primeros que se repartieron por Galicia, procedían de Faramontaos «terra da chispa», una aldea en el municipio de Nogueira de Ramoin (Orense). Para tan duro oficio solo necesitaban: una especie de carrito de madera, en el que se encontraba la «roda de afiar», es decir, una rueda de piedra o «tarazona» y su cajón de herramientas.
Se dedicaban a a afilar navajas, cuchillos y a componer fuentes, barreños y paraguas.
Vestían pantalón de pana, chaqueta, «zocos» y visera de Orensano.
En ciertos pueblos gallegos, mientras oyen el sonido de su «zampoña», «apito» o «chifre» hechos de madera de «buxo», se ponen un trapo negro sobre la cabeza porque dicen mis paisanos que trae buena suerte; en otros, al paso del afilador sacuden la ropa para despojarse de lo malo, «meigas fora», y en casi todos consideran que su presencia atrae las «choivas».
Los que hicieron camino a pueblos de Castilla sufrieron de lo lindo, por dos motivos: ser orensanos y afilar mejor que ellos.
Así les cantaba Rosalía:
«Castelans de Castella,
Tratade ben os galegos.
Cando van, van como rosas,
Cando ven, ven como negros.»
Donde no conviene que aparezcan «os afiadores» es en el Congreso y el Senado, porque los cuchillos que se lanzan unos a otros es mejor que no estén afilados.
Zaragoza 17 mayo 2023. «Día das Letras Galegas».
Blog: generaldavila.com