Dice el Credo de la Legión: «El morir en el combate es el mayor honor. No se muere más que una vez. La muerte llega sin dolor y el morir no es tan horrible como parece. Lo más horrible es vivir siendo un cobarde».
No seremos unos cobardes. Alzaremos la voz ante la traición y el olvido.
Los muertos, héroes al olvido, renacen entre sus amargas cenizas ya frías por tantas lágrimas derramadas. Se remueven cuando se ensalza a sus asesinos. Ellos, asesinados, olvido y ofensa.
Emociona el latir que palpita en las historias de los héroes a la vez que el olvido hace mella entre los más. Los menos, solos, pasean su dolor sin que nadie mire por un momento a los que ya no existen. Ellos que han consagrado esta tierra entera llamada España.
Puesto en duda el valor moral de las virtudes que te llevan a morir por querer a España, o simplemente las de la inocencia, hoy no queda más que el nombre arrebatado por quienes llevan condecoraciones de asesinos, las que ahora brillan con el beneplácito institucional.
Los asesinados deben callar y esconderse porque pronto pasarán a ser culpables. Los que les arrebataron vida y honor, elevan su apuesta. El gobierno del odio se apodera de los sentimientos y los héroes pasan a ser villanos.
Nunca la nación estuvo tan lejos de serlo y sus gobernantes tan enlodados por el polvo de los caminos del infierno por donde se les ve acompañados de los lazarillos de siempre, esos que emergen para recibir suculenta limosna ensangrentada.
Vivir en ciertos lugares de España es como vivir fuera de España: ya ni su nombre se pronuncia. Es el camino que nos lleva a una peor lucha. No es rechazo: es odio.
Hasta aquí llegó España rasgada de dolor, entre todos silenciada, traicionada y olvidada: lo peor. De ella por mucho que gritéis ¡no queda nada!, sino la traición.
Morían a diario por el tiro en la nuca o envueltos en el chivatazo traidor. De España nada queda ¿Quién de ellos se acuerda? Podríamos hacer una bandera ensangrentada con tanta lágrima vertida, e izarla con voz rendida, ahogada en el asfalto en esas tierras calcinadas de donde huyen almas aterradas.
¡Qué dolor habéis dejado!, ¡canallas!… ¡y los que con su apoyo institucional los alzan, los cobijan y los usan!: ¡qué canallas!
No venceréis, os derrotaremos, volveréis al lugar del que nunca deberíais haber salido.
Recordad: aún queda la esperanza
porque en cada sepulcro está sembrado,
en la seca pero fértil España,
el frío cadáver de un inocente
del que brotará un nuevo hijo de España.
De su eximio valor hablar podrían
-pues lo saben bien-
los sagrados campos de nuestra Patria,
dónde hoy, los muy canallas, ya se agitan;
porque hasta aquí llegó, ¡se acabó!
la paciencia, de tanta cobardía.
¡Hasta aquí llegó España!
-pues lo saben bien-
que volverá de nuevo a ser la Patria,
y entre todos volveremos a izar
la bandera de rojo ensangrentada.
Recordad: aún queda la esperanza.
Hablar podríamos -pues lo saben bien- del dolor que han dejado como herencia los que aún tienen el descaro de hacer política desde el terror que sembraron… junto a los que los apoyan y cuidan como hombres de paz. Así les llaman.
¡Canallas!
Todos hemos llorado como convenía a nuestros parientes, hijos y deudos, pero aún no podemos volver en paz a nuestras casas.
Hemos pasado la barrera de los 6.000.000 de visitas al blog. Sin publicidad, sin mercantilismo, sin conocimientos técnicos, pero con mucha fe puesta en los que nos leen; más que en nosotros mismos. El blog lo hacen ustedes, nosotros solo orientamos en la dirección del esfuerzo principal.
Este blog es como la campana de la Iglesia
Espadaña de iglesita derruida:
Sin campanas, ojos de aire.
No se los comerá la tierra.
Sabía el maestro José Jiménez Lozano el valor de la palabra cuando es noble y desinteresada. Porque el único interés que mueve a estos señorones de lo progresista, de lo sostenible, es lo mismo que sostiene al Banco: el dinero. Lo nuestro es otra cosa.
Por eso aquí damos sin recibir otra cosa que no sea el aliento de muchos. Dice el Credo de la Legión en sus Espíritus más cotidianos:
EL ESPÍRITU DE COMPAÑERISMO
Con el sagrado juramento de no abandonar jamás a un hombre en el campo hasta perecer todos.
EL ESPÍRITU DE AMISTAD
De juramento entre cada dos hombres.
EL ESPÍRITU DE UNIÓN Y SOCORRO
A la voz de “A mí la Legión”, sea donde sea, acudirán todos, y con razón o sin ella defenderán al legionario que pide auxilio.
Ahí no hay mentira que valga. Todo se ve y todo se comparte.
Ya somos una familia, pequeña, pero crecerá. Les pedimos difusión y llegar más lejos. Otros piden dinero, nosotros solo que nos lean, a cambio de España, de su futuro, de su unidad.
Esa es la meta y en esa línea les pedimos que hagan un esfuerzo para que lleguemos aún más lejos.
Gracias por habernos llevado a esa cifra que nos parecía imposible.
Mientras contemos con su apoyo seguiremos creciendo.
Tenía que llegar y llegó. Adiós Centenario. ¿Qué es lo que queda?: La Legión. Menos mal que su nombre se levanta por encima de todo (s).
Alguno ha sentido el alivio de que este huracán se haya ido como una tenue y sumisa brisa. Sin ruido ni muchos vivas a España, al Rey y a la Legión. Veremos el 2031. Es otro Centenario que llegará con el ruido de los tambores de las retaguardias que cobardean.
Del Centenario se ha escrito largo y tendido. Pero la Legión se ha ocultado entre tanta letra e imágenes sin ocupar el lugar que su historia demanda. La Legión es la calle, donde no ha estado. La sociedad española se ha quedado sin homenaje y sin homenajear.
Así que no ha habido más. Al menos que yo sepa. Puede que haya quien se lo ha guisado y comido, pero tengo la impresión que, para el conjunto, este Centenario se va sin pena ni gloria. Lo de las precauciones por el virus no deja de ser una provechosa y aprovechada escusa para algunos.
Aniversario fundacional de la Legión
Pasó el Centenario de la Fundación de la Legión. Con más pena que gloria, como debe ser. La gloria no está de moda y hay momentos en los que mejor limpiar las armas y endurecer el entrenamiento. Pena tampoco, algún olvido intencionado, o no, pero eso no importa. Los protagonistas de ahora pronto pasarán al olvido y resurgirán los anónimos
«Os debemos todo, pero no os daremos nada». Se sigue cumpliendo a rajatabla.
La Legión no son cien años, ni 101. Ni uno más cien, ni malos ni buenos, ni algunos, ni los de ahora ni los de antes, es simplemente el sagrado juramento de no abandonar jamás a un hombre en el campo hasta perecer todos. ¡A pesar de tanto abandono! Hay que seguir creyendo que esto se cumple.
Así fue y así debería ser.
Como en este Centenario he oído y leído muy poco, casi nada, del Credo de la Legión es este el momento de recordar que todo está en el Credo y que esa es la base donde escribir el futuro.
Esperaba este día para hacer un resumen del Centenario. Mejor lo dejamos así, como fue y será recordado, camino de otros cien. No empieza nada nuevo, sino que debe continuar lo que es: La Legión. Sin maquillajes, ni adaptaciones a lo que no esté comprendido en ese Credo del que se deriva su mística.
Cuidado con que ese mensaje de modernidad no lleve un virus intencionado.
Credo de la Legión
La liturgia es esencial. La Legión, una vez más, no ha descubierto su misterio que solo conocen los que están dentro y, aunque se haya desvelado el culto que profesa, su profundo interior queda oculto para la mayoría: «Muchos son los portatirsos, pero pocos los bacantes». Piensen en ello en meditación para los que dicen ser Legión y no haber sentido una noche legionaria jamás.
El Credo es inmortal. Se quiso cambiar la letra y como no se pudo se intenta con el espíritu. No podrán.
Ese inmortal Credo es el que ocupa el primer día después del 100 del Centenario, ya pasada historia de la Legión.
El Espíritu del legionario: Es único y sin igual, de ciega y feroz acometividad, de buscar siempre acortar la distancia con el enemigo y llegar a la bayoneta.
El Espíritu de compañerismo: Con el sagrado juramento de no abandonar jamás a un hombre en el campo, hasta perecer todos.
El Espíritu de amistad: De juramento entre cada dos hombres.
El Espíritu de unión y socorro: A la voz de ¡A mí La Legión!, sea donde sea, acudirán todos y, con razón o sin ella, defenderán al legionario que pida auxilio.
El Espíritu de marcha: Jamás un legionario dirá que está cansado, hasta caer reventado. Será el cuerpo más veloz y resistente.
El Espíritu de sufrimiento y dureza: No se quejará de fatiga, ni de dolor, ni de hambre, ni de sed, ni de sueño; hará todos los trabajos, cavará, arrastrará cañones, carros; estará destacado, hará convoyes, trabajará en lo que le manden.
El Espíritu de acudir al fuego: La Legión, desde el hombre solo hasta La Legión entera, acudirá siempre donde oiga fuego, de día, de noche, siempre, siempre, aunque no tenga orden para ello.
El Espíritu de disciplina: Cumplirá su deber, obedecerá hasta morir.
El Espíritu de combate: La Legión pedirá siempre, siempre, combatir, sin turno, sin contar los días, ni los meses, ni los años.
El Espíritu de la muerte: El morir en el combate es el mayor honor. No se muere más que una vez. La muerte llega sin dolor y el morir no es tan horrible como parece. Lo más horrible es vivir siendo un cobarde.
La Bandera de La Legión: La Bandera de La Legión será la más gloriosa, porque está teñida con la sangre de sus legionarios.
Todos los hombres legionarios son bravos: Todos los hombres legionarios son bravos, cada Nación tiene fama de bravura; aquí es preciso demostrar qué pueblo es el más valiente.
Feliz Aniversario Fundacional, sean cien o ciento uno, la Legión no cambiará.
La batalla de Alejandro en Issos, 1529, pintura al temple y al óleo sobre madera, 158,4 x 120,3 cm, Alte Pinakothek, München.
Ahora los chinos limitan el tiempo que los niños pueden jugar a los videojuegos porque piensan que es una droga que perjudica la concentración y el desarrollo de sus jóvenes. Prohibirán a los menores de 18 años jugar en línea durante más de tres horas a la semana y así luchar contra la adicción a las pantallas. ¿Será eso o lo otro? Eso está claro y lo otro es la invisible invasión ideológica que temen desde occidente.
Alejandro Magno galopa en su caballo Bucéfalo a través de los juegos en línea. Darío ve juegos peligrosos que presentan batalla, algo así como Gaugamela: «…pues lo que se jugaban en esta batalla no era, como en ocasiones anteriores, ni Celesiria, ni Fenicia ni Egipto, sino Asia entera, cuyos dueños iban a ser designados en aquel momento» (Flavio Arriano, Historia de Alejandro).
Alguien comparaba la guerra de guerrillas como el tábano que picó a Pegaso, el caballo de Belerofonte, y provocó su caída y final.
Todo está escrito. Solo es necesario interpretar.
Parece que la lección aprendida está en el tábano mitológico, el que Zeus utiliza contra la soberbia del poderoso.
Ante este mundo que vela por la vida y mata sin publicidad hay que dar la imagen de quitarse los tábanos sin dar batalla.
Empieza una nueva guerra. El mayor Ejército del mundo contrata a sus pilotos entre jóvenes que manejan en línea los mismos artilugios que conducen un misil o un avión. Les da lo mismo lo que sientan o piensen. En cualquier caso no padecen. Se les paga por ser eficaces, no por servir a su patria. Luego ya veremos.
Todo es cuestión de mover una palanca de mando (joystick) igual que la del videojuego y llevar el dron hasta el objetivo final. Nadie dispara, nadie ensangrienta su hoja de servicios, nadie es acusado, y los resultados crean incertidumbre entre los nuevos ejércitos de desuniformados que se mezclan y conforman batallones de mujeres y niños.
No hay mucho interés en occidente por defender nada intangible y los ejércitos se llenan de dirigentes burócratas, incluso uniformados, bien adiestrados, que no ven más allá de la rentabilidad de una carrera (¿militar?) a base de operaciones invisibles. Las derrotas también se hacen invisibles y se rentabilizan a base de desinformación. Caemos en el gran pecado del mundo: la desinformación como información.
Así asistimos a esta cosa nueva que no sé definir: ¿guerra? ¿contraguerra? ¿mitología?
Soy más partidario de lo que debería ser y no es.
Debería ser: «La muerte no es nada, pero vivir vencido y sin gloria es morir todos los días», parece que dijo Napoleón. Está más claro en el Credo de la Legión: «El morir en el combate es el mayor honor. No se muere más que una vez. La muerte llega sin dolor y el morir no es tan horrible como parece. Lo más horrible es vivir siendo un cobarde».
No veo por ningún sitio el honor, el valor, la gloria y el espíritu de sufrimiento y dureza. Veo mucho paisano con el joystick en las manos.
Los chinos educan, en cualquier cosa, pero educan (en instrucción militar práctica sin duda), mientras nosotros vamos a lomos de un Pegaso desbocado esperando a que el tábano nos pique en semejante parte.
No será un videojuego. Nos toparemos con la cruda realidad.
Se irá olvidando Afganistán. No lo olvidará la venganza.
Se escribió hace muchos años. Fue escrita por un soldado de los Tercios de Flandes. Sigue en vigor y nadie ha sido capaz de brindarnos algo tan sencillo, humilde, práctico y hondo, que permanezca agrandándose cada día. El Himno de la Infantería española se aproxima a esta ley, el Credo de la Legión también, y convencido estoy de que sus autores se inspiraron en ella.
Les hablaba hace unos días de que el Ejército español buscaba lema, que parece perdida su identidad, o será que la modernización, esa de la que tanto se habla, desde el 98, sin saber muy bien de qué se trata, siempre requiere de titulares. No hay más titular para los soldados que el cumplimiento del deber, y la forma como ha de ser es la ley de las que les hablo. A ello solo hay que añadirle presupuesto. Lema ya tenemos, presupuesto adecuado no.
Veamos pues. En ese afán de vender (se), imagen, relato, misiones, y un infinito darse a conocer, luchan los Gabinetes de Comunicación de los Cuarteles General de los Ejércitos, de sus unidades, con equipos de expertos comunicadores (di alguna conferencia en los cursos que imparte el ministerio de Defensa, pero fui fichado por periodistas que no por el ministerio), que desarrollan una magnífica labor de difusión y ayudan a la necesaria proximidad que los ejércitos deben tener con la población a la que sirven. Sin ser conocido, nunca puedes ser reconocido y ello tiene la ventaja de poder transmitir no solo lo bueno sino que se conozca lo malo, las deficiencias y las escaseces, como por ejemplo los presupuestos.
Estoy hablando, como la mayoría ya habrá adivinado, de la ley comprendida en los versos que don Pedro Calderón de la Barca (1600-1685) escribió siendo soldado de la mejor Infantería del mundo: Para vencer a amor, querer vencerle. Una obra en la que explica lo que es un Ejército, como se entiende la vida militar, una verdadera Constitución para los soldados.
No hay cadete o recluta que no aprenda desde el primer día que viste el uniforme esos versos, que quedan grabados en lo más hondo de su condición de soldado español. Quizá sea eso lo que nos distingue y diferencia en el mundo militar internacional.
Una ley que nadie debe cambiar ni una coma, unos versos que deben respetarse hasta en su entonación. A eso voy.
El canal de Youtube del Ejército de Tierra acaba de publicar un vídeo en el que los alumnos aspirantes a sargentos de la Academia de Infantería recitan a paso ligero los versos de Calderón. Textualmente dice la presentación del video: <<Paso ligero con los alumnos de la Academia (por cierto Academia no lleva tilde) de #Infantería, futuros #sargentos que prestarán servicio en las unidades del #EjércitodeTierra, manteniendo las tradiciones que hicieron a la Infantería Española ser considerada la mejor del mundo. https://ejercito.defensa.gob.es/unida… Canal Oficial del Ejército de Tierra en Youtube>>.
Se podrá estar de acuerdo o no con la estética del vídeo (a mi no me gusta) y, en contra del dicho, mi opinión es que sobre gustos hay mucho escrito, pero se lee muy poco. Lo que no se puede admitir es que se cambie el texto de Calderón. Ni una coma.
Recitan nuestros futuros sargentos en el video:
Aquí en fin la cortesía, / el buen trato, la verdad,
la firmeza, la lealtad, / el honor, la bizarría…
¡No!, y tres veces no. Triste es que en el Ejército de Tierra se cometa semejante error. ¡Es fineza, no firmeza!
No dijo Calderón nada de firmeza; sus versos, su ley, contemplan fineza que es otra cosa. Nada impone el poeta, y en sus versos, de poeta y soldado, va desgranando el alma, llega hasta lo más hondo de la calidad humana, sin exigir nada, sino entregar mucho, sin dureza alguna, sino con elegancia, sin levantar la voz, sino susurrando. La firmeza está en el conjunto del poema, en su estructura militar y en su rotunda y fina elegancia.
Porque la milicia no es más que una religión de hombres honrados.
La firmeza es otra cosa. Es como decía el artículo del Cabo: <<será firme en el mando… >>. Es entereza, fuerza moral y exigencia; muy adecuada en el mando para luchar y exigir lo necesario para sus subordinados. Es decir: presupuesto. Una cualidad, más bien obligación, unida al mando.
No seré yo quien indique lo que cada uno debe hacer, simplemente señalar que hay un error grave en el vídeo que se debe corregir.
Por si hay dudas pongo una versión del siglo XIX para que comprueben lo que el poema dice.
Este artículo publicado en el blog hace algún tiempo consideramos necesario incluirlo en la serie: «CENTENARIO DE LA LEGIÓN» por razones históricas y de agradecimiento a tantas Damas y Caballeros que llevan ese título de Legionarios de Honor y han convertido su vida en servicio a España y a la Legión.
Legionario y honor, dos palabras unidas por un vínculo indestructible. Decir legionario es decir honor. El que ha sido o es legionario, no necesita más título que el de Dama o Caballero Legionario. No hay mayor honor que el haber servido en la Legión y el grado más elevado es morir en combate.
Si esto fuese palabrería mejor que no existiese la Legión. Cerca de 10.000 muertos y más de 45.000 bajas nos lo demandan. Es el honor al que nos debemos y la exigencia que contraemos.
Mientras no haya combate, el legionario entrega la vida en cada actividad que desarrolla, desde la más humilde a la más gloriosa, que todas son igual de honrosas cuando se hacen con devoción y dedicación.
El título de Legionario de Honor es una concesión que se hace a favor de alguien que demuestra que su vida está enmarcada en el Credo legionario, que ama a la Legión como si realmente legionario fuera. Concesión para aquellos que sin ser legionarios demuestran a diario unas virtudes dignas de esta hermandad, militar, guerrera y heroica, donde se da culto al honor, al valor y a la amistad.
¿Por qué el título de Legionario de Honor? Por amor a España y a la Legión. Pero nadie ama sí no está dispuesto a dar la vida por lo que ama. Estas son las razones y las obligaciones de un legionario de honor: Amar a España y a la Legión, y estar dispuesto a dar la vida por ello.
La historia del título de “Legionario de Honor” es inherente a la fundación de este Cuerpo. Desde que se funda la Legión muchos son los que quieren ser legionarios y por distintas razones no pueden vestir la camisa verde. Son vocaciones que quieren adentrarse en ese misterio de vida y muerte, de humilde y sencillo heroísmo. Repasad el Credo de la Legión. ¡Cuántos se ven allí reflejados! Es un Credo para los luchadores de la vida, los aventureros, los soñadores, los esperanzados y también para los desesperados. Es una escuela de vida que te prepara para afrontar la muerte. Por eso a ella se apuntan los que vestirán la camisa verde y los que, sin lograrlo, visten su corazón con ella. Son los “Legionarios de Honor”, unos con título reconocido y otros con un título más grande si cabe, el testimonio de su vida. De ahí que pronto se instituyese esta bella costumbre de nombrar legionarios de honor. Era la forma de aunar sentimientos y crear hermandad alrededor del amor a España y a la Legión. Nunca cerró las puertas el corazón legionario a aquellos que querían penetrarlo y sentar plaza entre sus latidos.
El 23 de diciembre de 1921 el ilustre periodista José Ortega Munilla, padre del universal José Ortega y Gasset, llega a Ceuta y es invitado por Millán-Astray a visitar la Legión. Allí el Jefe de la Legión filió al periodista entre los legionarios. ¿Fue el primer legionario de honor? Aceptémoslo así.
Merece la pena detenernos en las palabras que en su crónica en ABC escribe este primer legionario de honor:
“Desfilaron las tropas legionarias. Su teniente coronel, Millán-Astray las mandaba con voz aguda y vibrante, que a veces me pareció el sonido de una corneta que formulara vocablos castellanos…
Allí me confirió Millán el honor de filiarme entre los legionarios, y me regaló el capote con que cubrí mi persona…
Hace falta algo de anómalo en la psicología para que lo imposible sea posible”.
“Saludo al nuevo legionario”, le grita un oficial y Ortega Munilla contesta:
“Sois la fuerza suprema, sois la vibración de una voluntad potentísima. Brindo por vuestras proezas, que han de ser grandes. Yo ya no puedo ser sino el legionario de mis nietos”.
Don Rafel Fernández de Castro(con brazalete negro)
Tuvo en aquellos tiempos que haber más nombramientos, aunque el largo periodo de la Campaña de Marruecos no permitiría otra cosa que no fuese combatir.
El primer título del que se conserva copia es de fecha 1 de agosto de 1929, concedido a otro ilustre periodista, natural de La Coruña, como nuestro fundador: Rafael Fernández de Castro y Pedrera. El título constituye un precioso documento de gran valor histórico y sobre el que se inspira el que se entrega actualmente. Decía:
“Se autoriza al interesado con arreglo a las costumbres establecidas a disfrutar de los derechos que en virtud de este grado se le confieren de cantar nuestro himno, rezar y observar nuestro Credo, poder dedicarse a la captura y transporte de tablas y tableros, sentirse farruco y dar el grito de “A mi la Legión” si las circunstancias lo exigieren”.
Actualmente modificado dice:
“Que autoriza al interesado, con arreglo a las costumbres establecidas, a disfrutar de los derechos que en virtud de este grado se la confieren de cantar nuestro himno, observar nuestro Credo y con el gorrillo legionario, dar los vivas reglamentario, a España, al Rey y a la Legión”.
Sólo el General Jefe de la Brigada de la Legión, responsable institucional de todas las unidades de la legión, puede conceder este título. Y lo hace bajo criterios de enorme rigurosidad y exigencia.
No es un título para exhibir, ni para guardar o presumir. Muchos nombres famosos llevan este título concedido con generosidad por la Legión. Pero no es al nombre a quien se da un título, sino al hombre y sus virtudes. Es un compromiso que se contrae. Una exigencia que te obliga a decir constantemente “por España”, “por la Legión”, a cumplir y a vivir bajo los espíritus de su Credo. La honradez y el honor obligan y obliga también a la Legión, como si entre ambos hubiesen sellado el Espíritu del Credo, el de “Amistad”, de juramento entre cada dos hombres. No es necesario vestir el uniforme legionario. Te imponen su gorrillo que cala hasta los tuétanos. Lo notarás en el momento de la imposición y si no es así, mejor que renuncies.
Si alguno esconde el título, lo incumple o simplemente se olvida de lo que significa, allá él y su compromiso de honor. Honra a quien lo recibe y deshonra a quien lo incumple.
Decíamos ¿Por qué el título de “Legionario de Honor”?: Por amor. Amor a España y amor a la Legión. Nadie ama, ni sabe lo que es el amor, sí no está dispuesto a dar la vida por lo que ama. Estas son las razones y las obligaciones.
No entra dentro de las obligaciones, pero quizás sería bueno también formar unidad entre todos los que ostentan este honroso título: “Legionario de Honor”. Así y para ello se ha fundado recientemente la Agrupación de Legionarios de Honor «José Ortega Munilla»presidida por don Francisco Fernández Verni con el fin de estimular las relaciones de amistad entre la sociedad civil y las Fuerzas Armadas españolas, contribuyendo al fortalecimiento de las tradiciones legionarias y de los lazos de unión entre Legionarios de Honor y veteranos de los cuerpos de Defensa en general. Una feliz idea que como dice su lema legionario es necesaria porque: «JUNTOS FORMAMOS BANDERA».
General Rafael Dávila Álvarez (R.) (Jefe de la Legión 2001-2004)
A lo largo de mi mando de la Legión concedí varios títulos de «Legionario de Honor«. El que recuerdo con más fervor legionario y ejemplo de amor a España y a la Legión, es el que concedí a Doña María del Carmen Valentín Sánchez, «Dama Legionaria de Honor«. Fue el 8 de marzo de 2003. Su sangre corre por las venas legionarias. Su marido fue Caballero Legionario alcanzando el empleo de Comandante de la Escala legionaria y sus cuatros hijos, Vicente, Carlos, Victor y Juan, Cabos Caballeros legionarios. ¿Se puede dar más por la Legión? ¿Se puede amar más después de dar lo que más amas? Ejemplo y virtud Doña María del Carmen. la Legión se siente orgullosa de usted. Usted es Dama Legionaria de Honor pero es más, es ejemplo de «Honor» y es la Legión la que tiene el honor de tenerla entre sus filas.
<<El Espíritu de Compañerismo: Con el sagrado juramento de no abandonar jamás a un hombre en el campo hasta perecer todos>>.
Este Espíritu del Credo legionario es una lección de vida y muerte. Hay cosas por las que merece la pena darlo todo. Si la vida no es compañía es que no merece la pena vivirla. En la milicia se vive en compañía, la que manda el capitán que es el empleo paradigmático del compañerismo. El guía de la vida, en la compañía, hasta la muerte; también después. No abandonar a un hombre en el campo hasta perecer todos significa tenerlo siempre en tu recuerdo, en vida y muerte. Olvidar es abandonar.
<<No me olvidéis nunca>>. No lo he oído solo una vez. En el momento decisivo.
Aquí no está permitido beber del río Lete. Si no hay recuerdo, si hay olvido, es que no mereció la pena morir por aquello ni por aquellos. El compañerismo no acaba con la muerte del compañero sino que con ella se acentúa; los compañeros muertos te acompañan para siempre. Si no, no hay razón para hablar de compañerismo.
Murieron por lo que construyeron: una Patria, un honor, un valor. Es herencia, es España, es la historia de aquellos que por verla temida y honrada contentos, como hijos, fueron a la muerte, y ella, España, les devuelve agradecida el beso que recibió.
¡Combatir por la Patria! ¡Morir por la Patria! Engrandecer a vuestra Patria España con el tributo de la vida! No puede pasar desapercibido, no puede quedar en el olvido.
Mañana 2 de noviembre se celebra en todos los acuartelamientos El Día de los Caídos por la Patria. No olvidéis vuestra oración por ellos.
Si no hay recuerdo y agradecimiento a nuestros muertos, es que no hay España. Por eso me atrevo a decir que este es el día más importante del año militar.
No abandonar jamás a un hombre en el campo hasta perecer todos. Sabiendo eso, viviendo eso, es más fácil morir. El olvido sería una traición al honor y al deber.
¡¡¡Capitanes de las compañías de los Ejércitos de España: Rendid honores a nuestros muertos!!!
El fundador de la Legión y primer legionario Teniente coronel Millán-Astray
Esta no es una unidad cualquiera: es La Legión
La vida del fundador de la Legión es una continua aventura. Su fuerte carácter, dotes de mando y capacidad para relacionarse con todos los estamentos sociales hizo de él una figura discutida, polémica, pero a la vez querida y en muchos aspectos envidiada. Su mayor obra fue sin duda la Legión española que llevó a cabo con la aprobación y ayuda de S.M. el Rey Alfonso XIII. Solo una personalidad como la de Millán-Astray podía dar vida a una idea tan difícil como era crear la Legión, una unidad que tenía que ser construida sobre cimientos espirituales, invisibles, misteriosos y basados exclusivamente en la fe de un credo. Una obra en la que supo captar el carácter del pueblo español y sintetizarlo en algo tan bello y riguroso como el Credo de la Legión. Hasta la música parece un milagro que acompaña a la acción y al sacrificio. Supo convertir el dolor en valor, la muerte en redención y darle a la vida su auténtica razón. A su llamada acudieron todos los estamentos sociales, caló hondo, entre unos y otros, era para el pueblo, para los más necesitados, espiritual y materialmente, entre ellos los abandonados y renegados. Dio sentido a su vida y supo exhibir el valor de ser soldado, oficio abandonado y rechazado, que recobró su grandeza. Hasta nuestros días ha llegado su ejemplo y pasión. Esta no es una unidad cualquiera, es la Legión de Millán-Astray, ni mejor ni peor, simplemente la Legión.
No sería tal, ni ella ni su fundador, si hubiese sido, si fuese, o en un futuro se convirtiera, en rutina de instrucción, en una más de una lista sin polémica o atracción. Dejará de ser Legión el día que enmudezca y olvide pedir siempre, siempre combatir, sin contar los días, ni los meses ni los años.
Millán-Astray pide el pase a la Reserva y no se le concede
Es conocida la petición de Millán-Astray de pase al retiro con motivo de la actitud y actuación de las Juntas de Defensa. No se le concedió, dejó la Legión y fue destinado al mando de un Batallón del Pavía en San Roque. En contra de lo que se ha escrito, Millán-Astray no tenía muchas simpatías entre el generalato. Quizá fuese por su fuerte personalidad y la forma apasionada de defender sus ideas; también algo culpable puede ser su gran cultura e inteligencia, lo que no siempre se sabe valorar en su justa medida. Pero fue, sin duda, el tema de las Juntas de Defensa lo que más antipatías le reportó.
Franco y Millán-Astray
Nos cuenta su lugarteniente de entonces, el comandante Franco, también Jefe de la Legión, cofundador, compañero y amigo de Millán-Astray, que uno de los que no sentía simpatía por el fundador de la Legión era Primo de Rivera al que tuvo que convencer para que le ascendiera a coronel y cambiase de opinión sobre él. Contó para ello con la ayuda del general Sanjurjo y al final lograron no solo sus ascenso sino también que volviese a ser el coronel jefe de la Legión.
Millán-Astray pide el retiro al ser llamado al orden por el gobierno
Pasado el tiempo. En el año 1949 Millán-Astray sufrió una llamada de atención del Gobierno por las conversaciones que sostenía con los embajadores de ciertos países y encargados de negocios para pulsar su opinión sobre la situación política de España. Aquello no le sentó nada bien y su carácter impulsivo le llevó a escribir una carta al caudillo en la que le solicitaba la separación del servicio y autorización para irse a vivir a Lisboa. Aquella carta no la envió Millán-Astray directamente sino a través del general Francisco Franco Salgado-Araujo. Nunca llegó a entregársela a Franco. Con nobleza y afecto se lo dijo argumentando el recuerdo a la época fundacional, la guerra en Marruecos, a los duros combates de la Legión, y a la amistad entre ellos. Nunca entregaría esa carta a Franco porque no quería que se rompiese la amistad entre el jefe de la Legión y el de su primera bandera.
Franco, según nos cuenta el general Franco Salgado-Araujo jamás se enteró de lo aquí relatado.
Combatir, siempre combatir: La Legión
Camino del Centenario de la Legión el conocimiento de los protagonistas de su historia es una obligada labor para todos aquellos que la aman y la sienten. La figura de su fundador alcanza la grandeza del autor de la obra más importante del Ejército español en estos últimos cien años. Todos los que vestimos el uniforme militar, legionarios o no, algo de ese espíritu hemos heredado.
Cuentan en la Legión que el primer alistado le dijo al segundo: ‹‹Esto ya no es lo que era››. Se dijo o no se dijo, pero se sigue diciendo. Todos reivindican su época legionaria como la más ejemplar, dura y auténtica. Veteranía, orgullo del pasado y esperanza en el futuro.
La bandera de la Legión
Camino del Centenario de la fundación dela Legiónla más popular y emblemática unidad del Ejército español, es un buen momento para hacer historia y preguntarse ¿Qué va ser de la Legión? ¿Es la Legión la que era? ¿Qué futuro le espera a la Legión? Un interrogante no exento de razones para planteárselo cuando conocemos los intentos de su eliminación o al menos desnaturalización. Romper con sus raíces, con su fundador, o su histórica y heroica actuación en tiempo y lugar es desvirtuar la historia y el comportamiento de un Cuerpo creado para cumplir con su deber, obedecer hasta morir, algo que suena muy épico, pero de una dureza sin igual. Muchas veces es más duro obedecer que morir. La Legión es un compendio de virtudes de tal magnitud y grandeza que parece normal y fácil su cumplimiento precisamente por su cotidiana sencillez. Síntesis de la épica militar, poema de la milicia, renovación del espíritu militar herido, casi muerto, en tristes momentos de olvido y pesadumbre para nuestro Ejército.
Pero vayamos despacio y no caigamos en el dicho legionario ya que cada momento tiene su épica y su tiempo. El tiempo de la Legión también es este sin necesidad de recurrir a la melancolía que no lleva a ninguna parte si no se mira al futuro.
El Credo. Inamovible, un espíritu único y sin igual
Un Credo inamovible, un espíritu único y sin igual, una historia de entrega sin concesiones. Es la Legión. Empecemos por lo más profundo. Vayamos despacio desgranando este misterio. Porque es indudable que la Legión es fundamentalmente un misterio. Todo en su interior, incluso en su historia, es un misterio desvelado solo a los que a ella se acercan y lo descubren.
Recitar el Credo es…
Mística es misterio y hasta que no entremos en él no podremos saber de qué hablamos.
Razones ocultas de difícil comprensión e imposible explicación. Algo que ya de entrada fascina y atrae. Es la magia de unos hombres que se emparejan con la muerte. No es una teoría, un enunciado sin contenido práctico, aunque no se transmite ni se aprehende con la simple capacidad de la razón. Cuando esta se acaba, allí donde esta no llega, empieza el misterio, el verdadero sentido de la mística, que es, en definitiva, una experiencia. No hay transmisión oral sino atracción hacia las gestas, el ejemplo que otros han dado de su vida después de haber descubierto el misterio y morir abrazados a él. Porque místico es el que ha vivido la experiencia y, repito, la Legión es un misterio que no se revela a cualquiera. Esta es una unidad expresamente nacida para aquellos que se elevan por encima de las ofertas diarias que plantean la monotonía y el adocenamiento. Para hombres dispuestos a vivir con y para la Legión en aras del compañerismo. No abandonar jamás a un hombre en el campo hasta perecer todos. De su Credo es imposible la elección de uno de sus espíritus porque todos se complementan y van granando el conjunto más hermoso que pueda recitar un soldado. No hay copias, no hay imitaciones, no hay la más mínima posibilidad de crear algo tan grande y duradero. Es el espíritu de la Legión, la Legión en estado puro: La Mística. No hay más secreto ni explicaciones.
Cuando los legionarios recitan el Credo
Recitar el Credo es entrar en una dimensión distinta. Recitar el Credo con la mirada al Cielo es sentir la historia y soñar con el ejemplo de los héroes que la forjaron. Recitar el Credo es unirte allí en el cielo, espiritual y eternamente, con los que te precedieron. Recitar el Credo es apretar las filas, y los dientes, los hombros juntos y fuertes, pegar el fusil al cuerpo, rezar, amar, sentir y llorar si es necesario. Recitar el Credo es el acto más serio, el más duro, el más tierno, es el acto de la esencia de la Legión, porque es donde se encuentra su misterio: La Mística de la Legión.
Todos los años recordamos esta fecha: 20 de septiembre de 1920. La elegida por el fundador de la Legión general Millán-Astray para celebrar el hecho histórico de la fundación de la Legión española. Fue el día en que se alistó el primer legionario. Significativa elección que muestra a pecho descubierto el sentido profundo de esta unidad, el hombre ante la brutalidad de la guerra, en combate y ante la muerte. Sin ambages y dejándose de cuentos. La guerra con su crudeza y terrible final. Sin que falte la épica, la poesía heroica, ya que toda la historia de la Legión quedará transformada en una gran epopeya, un conjunto de hechos gloriosos que se repiten allí donde suena el nombre de la Legión. Es una permanente historia de lances de honor con la muerte. No busquen otra cosa. Para eso y por eso se fundó la Legión y aunque su capacidad de maniobra, su flexibilidad, su versatilidad, la hace capaz y muy útil para enfrentarse a cualquier situación, no debemos olvidar sus orígenes y su razón de ser.
El Cristo de la Buena Muerte. Nadie en en Tercio sabía…
9.722 muertos, 35.200 heridos, más de 1.000 desaparecidos. Total: 46.000 bajas.
7 Laureadas de San Fernando Colectivas. 22 Medallas Militares.
23 Laureadas de San Fernando Individuales. 211 Medallas Militares.
Es el tributo del cumplimiento de su Credo. Poco más hay que añadir. Aquí debería terminar mi homenaje a La Legión.
No hay más interpretación. En esas cifras está la historia de los legionarios, el servicio de la Legión a España. Su fundador quiso que los homenajes en la Legión fuesen para quien la elevó a la cima del honor y el valor: el legionario. Fechas: el 20 de septiembre y los sábados legionarios en recuerdo de los muertos. Son las únicas y auténticas fechas legionarias. De nuevo queda clara su razón de ser.
La Bandera de la Legión será la más gloriosa…
Nadie debe dar otra interpretación al sentido de la Legión. Bien está la que dio su fundador y quedó para siempre en ese código castrense cuya herencia sagrada pasa de generación en generación: el Credo de la Legión.
Que no surjan imitadores ni sucedáneos de lo inimitable, de lo único y sin igual. El único albacea de la herencia legionaria es el Mando Institucional junto a todos y cada uno los que visten la camisa legionaria. Escrito en el Credo está el testamento heredado, la voluntad de su fundador. Esa es la guía y el camino a seguir, el Camino de los Caballeros. No hay otro ni otras interpretaciones son válidas si no cumplen con el Espíritu de Disciplina: Cumplirá su deber, obedecerá hasta morir.
Ilustración de Martín Olmos
Una unidad armada no se interpreta nada más que cumpliendo su misión, en cerrada formación y sometida al cumplimiento del deber. Con sus mandos en primera línea y apretada formación fruto de su preparación y Espíritu de Compañerismo: Con el sagrado juramento de no abandonar jamás a un hombre en el campo hasta perecer todos.
Al Teniente Muñoz muerto en Bosnia
Hemos vivido, y en ello están, intentos de ofender a la Legión. Es inútil. Se necesita inteligencia. Es mejor que recurran al cuerpo a cuerpo con honor. Así habrá entendimiento. La inteligencia es ante todo valor y así se demuestra. Los timoratos amagan, pero a la postre huyen.
Lo dije y vuelvo a repetir. La ofensa no es retirar un nombre sino falsificar la historia y pretender lanzar un insulto jugando con las palabras. No han sabido inteligenciar la situación. Se han equivocado porque ni entienden ni comprenden. No es la primera vez ni será la última. Suele ser que hasta para ser malo hay que ser inteligente. Algunos pretendientes de efímeras glorias se constituyen en comisiones histriónicas.
Siguen los intentos de borrar cualquier recuerdo legionario. Por ello y contra ello debe velar el responsable, el Mando Institucional y de ahí para arriba. No se oyeron voces ni lamentos cuando se firmó la disolución de la Legión. No hubo manifestación mediática. Hubo manifestación de lo que es la Legión y del servicio de la Legión. Tuvieron que ser legionarios, los valientes y leales legionarios, los que dieron el ejemplo y las razones en el cumplimiento del deber vertiendo su sangre por los demás. No hay otro tipo de manifestación legionaria. Esa es la única que conoce, sabe y a la que responde la Legión y sus legionarios. De nuevo los ciegos y rencorosos tuvieron que aceptar lo evidente. ¡Son únicos y sin igual!
No borrarán nuestras huellas y legado
Como por esa vía, la disolución, los hechos eran aplastantes y nada se podía hacer se recurrió a un sibilino ataque a base de ir, poco a poco, haciendo desaparecer tradiciones y cultura legionaria. Atacar a su mística, despersonalizar la Unidad. Una ley acabó con la modalidad legionaria, la 17/89. Luego quisieron modificar el Credo. Entraron hasta en los detalles, en las características que tanto significan en la Legión: uniformidad, estilo, patillas, gorrillo…, pero se quedaron con las ganas. Volverán a intentarlo.
Caballero Legionario
No importa. Nada conseguirán porque ese espíritu del Credo legionario se ha contagiado como una epidemia. ¡Bendita epidemia! Todas las unidades del Ejército de Tierra, de la Armada y del Ejército del Aire llevan algo del espíritu del Credo de la Legión. También la Guardia Civil. En román paladino ¡Esto no hay quién lo pare!
Solo daría una recomendación y bien sé que nadie soy para darla, pero a nadie va a hacer daño ni creo que moleste. Celebremos el Aniversario de la Legión unidos y más fuerte que nunca. No nos dejemos llevar por cantos de sirena ni por protagonismos innecesarios. No entremos en una guerra de desgaste.
Cumplirá su deber, obedecerá hasta morir
Hay opiniones diferentes entre los viejos legionarios ya retirados sobre la actitud a tomar ante la retirada de la calle del general Millán-Astray.
En este blog ya hemos dado opinión y mi criterio está escrito en uno de los muchos artículos que sobre el tema hemos publicado. También di mi opinión ante la retirada de la calle de mi abuelo, el general Dávila. Mantengo la misma opinión. Opiniones personales de los que ya desde el retiro pretendemos seguir sirviendo y amando a España y a sus Ejércitos. Todas las opiniones son válidas, pero no nos enredemos en nimiedades. El enemigo espera agazapado y no se va a mover. Ataques en falso son los que ellos quieren. Cuidado con malgastar la munición. Divide y vencerás.
Cada uno será lo que quiera, pero juntos formamos bandera que da a la Legión el más alto honor. Eso es lo más importante.
No lo olvidemos.
Bandera, Unidad, la Legión.
Celebremos nuestro Aniversario más unidos que nunca, sin alharacas, y que nadie olvide cual es su deber. Escrito está. En el Credo.
Nuestro fundador el general Millán-Astray
Un legionario debe saber cuál es su deber y, más importante, saber cumplirlo. El arte de mandar dice que ante un problema difícil se consulte al mando. Si no puedes hacerlo, cuando se conoce el oficio y se está identificado con él, la intuición te marcará el camino a seguir.
Feliz Aniversario a los que aman a la Legión y cumplen con su Credo.
‹‹CUMPLIRÁ SU DEBER, OBEDECERÁ HASTA MORIR››
General de División Rafael Dávila Álvarez (R.)
“En callada explicación
el gorrillo ladeado
por cuanto diste de lado
al entrar en la Legión.
flanqueando un corazón
enamorado y alerta
la verde camisa abierta
por si la Muerte aparece
pues tal señora merece
no hallar cerrada la puerta”
El año 1957 las agresiones armadas del Ejército de Liberación, brazo armado del Partido Nacionalista marroquí Istiqlal, se suceden por el Sahara Occidental español. En Diciembre de ese año es atacado El Aaiún. El mando decide iniciar una serie de acciones ofensivas de corto radio de acción para obtener información de contacto. En El Aaiún, las más importantes se realizan sobre el oasis del Messeied y Edchera los días 22 de Diciembre y 13 de Enero de 1958.
El 13 de enero a las 7 de la mañana salía de El Aaiún la XIII Bandera de la Legión en dirección a Edchera para reconocer y obtener información de contacto. Sobre el borde de la Saguia el Hamra se encuentran los legionarios con un enemigo perfectamente organizado y protegido que abre un compacto y eficaz fuego. La Compañía del Capitán Jáuregui, que marcha en vanguardia, inicia la maniobra de envolvimiento llegando hasta el fondo de la Saguia con una Sección al mando del Brigada legionario Fadrique. Allí son envueltos y atacados por el frente y los flancos, acabando en el combate cuerpo a cuerpo.
Los últimos laureados de la Legión: Brigada Fadrique y legionario Juan Maderal Oleaga
Al morir el Capitán Jáuregui, el Brigada Fadrique ordena a sus hombres replegarse, quedándose él y el legionario Juan Maderal Oleaga protegiendo el repliegue.
Los dos riegan con su sangre la tierra ardiente en lucha contra un enemigo que les cuadriplica en número. El Brigada Fadrique y el Caballero Legionario Maderal mueren heroicamente cumpliendo el Credo de la Legión. Su muerte salva las vidas de sus compañeros. El 13 de febrero de 1962 se concede la Cruz Laureada de San Fernando al Brigada legionario Francisco Fadrique Castromonte y el 8 de enero de 1966 al Caballero Legionario Juan Maderal Oleaga. Es el último soldado español al que se le ha concedido la Laureada de San Fernando, un legionario, condecoración que es sin duda la que requiere más requisitos y exigencias para su concesión entre todos los ejércitos del mundo.
El Caballero Legionario Juan Maderal Oleaga era un hombre sencillo, de una familia humilde de Bilbao; tenía 21 años cuando murió. Cuenta su padre que Jontxu, como le llamaban en casa, era bajito pero grande de corazón. En 1956 decidió alistarse en la Legión; su hermano José María había sido legionario y él quería serlo. El uniforme era para él lo más importante. Jontxu era feliz, contaba su padre, iba a venir de permiso cuando pasó “aquello”, decía, y aquello era…
“Reciba usted mi pésame como padre de un muchacho, casi un niño, y mi enhorabuena como padre de un soldado. Su hijo ha muerto como un héroe”, le dijo el Coronel al darle la noticia.
Luego llegaron los homenajes en su barrio, Erandio, el nombre de una plaza y la estatua que le erigieron. Pero apareció la repugnante alimaña vomitando sus entrañas de odio, la ETA, amenazando por el homenaje a Juan Maderal acusándole de haber participado en la Guerra Civil cuando por entonces ni había nacido. Aprovechando una manifestación arrancaron de cuajo el monumento erigido en su nombre arrojándolo al Nervión.
Asesinato por la ETA del hermano del legionario laureado y también legionario
No descansaba el vómito de la fiera y el 17 de Marzo de 1979 tres cobardes encapuchados acribillaron a balazos, cuando se dirigía a su trabajo, a su hermano José María Maderal Oleaga Presidente de la Hermandad de Antiguos Caballeros legionarios de Vizcaya. Era el hermano de Juan que había despertado la vocación legionaria del héroe de Edchera. Siete impactos de tres alimañas etarras acabaron con su vida.
Desde el Sahara, desde la Saguia el Hamra en el Aaiún, hay una larga distancia hasta la calle Bilbao la Vieja, una larga distancia unida para siempre en el recuerdo de dos hermanos legionarios que amaban a España y a la Legión. Por España han vertido su sangre y ser legionarios les costó a los dos la vida. Pero la vida se da por una causa, por un ideal, por un compañero. Juan Maderal Oleaga murió frente al enemigo, combatiendo por salvar a sus compañeros; por ellos dio la vida generosamente como corresponde a un legionario. A José María se la arrebataron por ser legionario, pero no fue el enemigo quien lo hizo, no fue en ningún combate frente a frente. Fue un asesinato cometido por tres repugnantes personajes, emblemas de la cobardía, que lloriquean y tiemblan al oír la palabra Legión. Tenían que ser tres o la banda entera para poder acabar con la vida de un legionario y necesitaron siete balazos por la espalda porque ellos huyen ante la mirada.
La estatua de Juan se encuentra en la Brigada de La Legión en Almería, junto a sus compañeros legionarios, en formación apretada y distinguida donde sólo caben los héroes que dan la cara. Está mutilada porque así salió del fondo de las aguas del Nervión donde ha quedado su desnudo brazo para vergüenza de los asesinos. Sólo pedimos que España y los españoles no olviden hechos como los aquí descritos. La Legión nunca olvida y siempre, con el recuerdo y oración ante su Cristo de la Buena Muerte, rinde honores a sus muertos. Hoy son para Juan y José María Maderal Oleaga, el Capitán Jáuregui, el Brigada Fadrique y para todos los caídos en Edchera, 37 legionarios muertos.
General Dávila (R) (Jefe de La Legión española de 2001 a 2004)