PARA SER SOLDADO SE NECESITA Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Para ser soldado es necesario que el primer y más fundamental deber sea la disposición permanente para defender a España, incluso con la entrega de la vida cuando fuera necesario. Ser soldado no es un capricho, ni siquiera una afición. Es una vocación cuyo atractivo reside en la virtud: la disposición permanente del alma para las acciones conformes a la ley moral.

Para ser soldado se necesita tener una vida inspirada en el amor a tu patria, en el sacrificio reconfortante de ese espíritu que te lleva a mantenerte en tu puesto de honor cuando el amor a la vida te dice al oído que te separes del peligro. Ese espíritu que unas veces es valor, otras abnegación, entusiasmo por la profesión, siempre afán de esplendor para tu patria.

Para ser soldado se necesita algo de Cervantes, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Alonso de Ercilla, el Cabo Noval, Eloy Gonzalo, Juan Maderal Oleaga, (último laureado de las Fuerzas Armadas) y algo de esos millones de héroes incógnitos que dieron y siguen dando su vida por la patria. No son hombres reducidos a la historia sino los forjadores, entre otros muchos españoles, de ese sentimiento de identidad llamado patriotismo. Nadie recuerda lo que cobraron, sino lo que nos dieron sin quedarse nada para ellos.

Para se soldado será el patriotismo tu valor principal, tu deber, y cumplirlo tu íntima satisfacción. Apréndelo pronto: tu patriotismo consiste en amar a España, es decir, cumplir con tu deber siempre. Esa íntima satisfacción del deber cumplido será tu premio y única aspiración.

Para ser soldado se necesita que el honor presida cada una de tus actividades, estando solo o en compañía, sin buscar el elogio o el aplauso. A él ajustarás siempre tu conducta. En la soledad de la noche o con las luces del día debes ser coherente entre lo que debes hacer y lo que haces. El honor será la virtud que te lleve al cumplimiento de tus deberes respecto del prójimo y de ti mismo.

Para ser soldado se necesita que al patriotismo y al honor les acompañe el valor. En la milicia el valor no es bravuconería sino una firme disposición, constante preparación física y moral, para vencer el miedo y llegar más allá incluso de lo que el deber te exige. Tu valor ha de ser sereno sin alardes inútiles, comúnmente innecesarios, has de tender a conservar durante el mayor tiempo y en el más alto grado tu energía moral y física para utilizarlas al máximo y en toda su plenitud en el momento decisivo. Debe adornarse el valor con entendimiento para obrar con sabia destreza y no estrellar su denuedo contra la ignorancia. Valor estoico, y heroico si el combate lo requiere.

Para  ser soldado la disciplina será factor de cohesión que regule todas tus relaciones en la milicia. Exigida y exigible para el que obedece y más, si cabe, para el que manda. Respeto y obediencia moral que te lleve a la observancia de las leyes y normas, te distinguirá como buen soldado.

Para ser soldado recorre despacio el camino, con humildad y paciencia. Recuerda que la guerra es el arte a cuya cumbre no se vuela, súbese poco a poco y con discurso de tiempo. Pero no olvides que aquí el esfuerzo y dedicación nunca están de vacaciones.

Ser soldado es más sencillo de lo que puedas pensar, pero solo se consigue si tu corazón alberga alma de soldado, un bello oficio que te descubrirá pronto su tesoro que reside en la camaradería y la fraternidad que forja unidades muy sólidas donde cada miembro se sacrifica individualmente en beneficio del grupo.

Compañerismo, abnegación, solidaridad, amistad, unión y socorro.

Para ser soldado debes saber que aquí nadie es más que otro si no hace y sabe más que el otro.

Para ser soldado hay una regla escrita hace muchos años, no es ley ni reglamento, es pura poesía vivida en la milicia; en los momentos buenos y en los regulares. Lo escribió uno de Infantería, Pedro Calderón de la Barca. Te invito a que lo leas y cuando termines te preguntes ¿Quiero ser soldado?

Hace ya muchos años que se escribió el cómo y el porqué. Si no se dan estas condiciones no hay Ejército, sino otra cosa que yo no sé definir:

Este ejército que ves
vago al yelo y al calor,
la república mejor
y más política es
del mundo, en que nadie espere
que ser preferido pueda
por la nobleza que hereda,
sino por la que él adquiere;
porque aquí a la sangre excede
el lugar que uno se hace
y sin mirar cómo nace
se mira como procede.

Aquí la necesidad
no es infamia; y si es honrado,
pobre y desnudo un soldado
tiene mejor cualidad
que el más galán y lucido;
porque aquí a lo que sospecho
no adorna el vestido el pecho
que el pecho adorna al vestido.

Y así, de modestia llenos,
a los más viejos verás
tratando de ser lo más
y de aparentar lo menos.

Aquí la más principal
hazaña es obedecer,
y el modo cómo ha de ser
es ni pedir ni rehusar.

Aquí, en fin, la cortesía,
el buen trato, la verdad,
la fineza, la lealtad,
el honor, la bizarría,
el crédito, la opinión,
la constancia, la paciencia,
la humildad y la obediencia,
fama, honor y vida son
caudal de pobres soldados;
que en buena o mala fortuna
la milicia no es más que una
religión de hombres honrados.

Pedro Calderón de la Barca (Soldado de la Infantería española)

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

9 febrero 2020

EL OFICIO DE LAS ARMAS. Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

2012071027afganista_intMandar soldados, mandar sobre los que tienen como primer y fundamental deber defender a España incluso con la entrega de la vida, no admite experimentos gaseosos sobre la formación y preparación de los que mandan. Mandar no es dar órdenes ni aplicar leyes y reglamentos sino liderar desde el ejemplo. No es servirse sino servir desde el espíritu de entrega a un objetivo y un ideal, España y los españoles

Mandar es también decir siempre la verdad, a los de arriba y a los de abajo.

Si la preparación técnica es importante más lo es la formación moral. El espíritu de un soldado no se forja con leyes y reglamentos sino fomentando las virtudes históricas y permanentes como el amor a la Patria, el honor, la disciplina y el valor.

Un soldado no vive exclusivamente por un salario, que gana con sangre, sudor y lágrimas, sino por el sustento moral que le lleva al sacrificio y que recibe de la sociedad a la que sirve y de las Instituciones que la gobiernan y dirigen. Ellos deben ser su ejemplo, apoyo y respaldo moral. Sí no, es preferible cambiar su primer y fundamental deber por otro y así no engañar a nadie.Cartel_p

Alguien debe preocuparse y ocuparse de atender las necesidades de nuestros soldados y darles forma con leyes y reglamentos. En el plazo de 20 años la política de personal de las Fuerzas Armadas ha estado regulada por tres leyes (1989-1999-2007), a las que hay que añadir la regulación de  nuevas Reales Ordenanzas y la Ley de Derechos y Deberes. Para tan corto tiempo es mucho cambio, sobre todo cuando este no es de procedimiento, sino que afecta  a la esencia de la vocación, a su motivación y a las expectativas de futuro de todos y cada uno de los que visten el uniforme; y lo más grave, a sus familias, base y sustento de esta profesión de las Armas.

Siempre la polémica ha rodeado las distintas legislaciones. La Ley de la Carrera Militar trajo el desencanto entre los que ejercen el oficio de las armas. La polémica y los recursos envejecieron en los tribunales mientras se sufren las consecuencias del tiempo perdido entre comisiones y  falsas promesas.

El sistema de ascensos y escalas cercenó las expectativas de carrera, enrarecido el tradicional compañerismo y dañado la esencia de cualquier cambio, la motivación.

El nuevo modelo de enseñanza para los oficiales abre interrogantes y dudas de su eficacia. Poco de historia militar, de humanidades y tradiciones, claves de la formación  militar, mientras se crea algo indefinido entre soldado e ingeniero. Ingeniería del alma es la necesaria para cumplir su primer deber de soldado.

Los suboficiales siguen sin tener un tratamiento acorde con sus capacidades y prestigio, y se les priva de la merecida promoción y  de sus legítimas expectativas. Hay una enorme deuda con ellos y no se les reconoce su valía y preparación. Son la clave, la infraestructura de nuestros ejércitos.

La tropa sigue con su permanente temporalidad y escasas perspectivas de dignificar su profesión y facilitar su reinserción en la vida civil. Su temporalidad debe ser resuelta asegurando, sin la menor incertidumbre, su futuro estable.

Hay cosas que no exigen comisiones ni sindicatos o juntas de gorriones. Cumplir con su deber y 4ac2106a482cef3d60707b537abb0869_extras_albumes_0obedecer hasta morir debe tener una obligada respuesta, una exigencia y responsable compromiso,  entre los que mandan desde ese Ministerio de Defensa, y hacerlo antes de que se suprima, o veamos materializada alguna otra brillante idea de las que, como consecuencia de la falta de liderazgo, ahora circulan por los medios.

Porque lo que se percibe es desamparo y poca valoración de unos profesionales, que amén de jugarse la vida, han renunciado a sus derechos ciudadanos en beneficio de España.

“…con las armas se defienden las repúblicas, se conservan los reinos, se guardan las ciudades, se aseguran los caminos, se despejan los mares de corsarios…”, amigo Sancho.VELAZQUEZ---LA-RENDICION-DE-BREDA-O-LAS-LANZAS

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

6 agosto 2020

 

DISCIPLINA Y BORREGUISMO General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Disciplina: <<Doctrina, instrucción de una persona, especialmente en lo moral>>. Debería ser suficiente la definición que nos da el Diccionario de la RAE. A la vista del espectáculo, no lo es.

Moral. ¿Qué es eso? Conocimiento para Sócrates. El conocimiento es exigente, no acepta el simple enunciado. Exige esfuerzo, tesón e instrucción. No el adoctrinamiento que ahora se impone. Convertir la escuela, la universidad, la calle, los medios de comunicación, en lugares de adoctrinamiento es todo lo contrario al conocimiento, es decir a la disciplina de someterse al esfuerzo individual, al sacrificio y tesón necesario para adquirir una sabiduría libre de imposiciones. ¡Con lo que eso supone!; con todas sus consecuencias. La principal se llama: libertad. Ese es el verdadero y único fin del conocimiento, porque sin entender nunca se conseguirá la libertad. De ahí que un pueblo indisciplinado sea inculto, bruto e incapaz de vivir en libertad, en respeto a la norma moral y por tanto sin respeto a la legal. Esa es nuestra situación, irreversible ya en ciertas generaciones acostumbradas al borreguismo (actitud de quien, sin criterio propio, se deja llevar por las opiniones ajenas).

Son numerosos los artículos de opinión, de personas que la tienen seria y fundamentada, que nos alertan del peligro que supone resucitar el odio que lleva al enfrentamiento. En palabras del escritor y académico correspondiente de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando, Juan Van-Halen, <<el artífice de la resurrección del odio y del enfrentamiento fue el presidente Rodríguez Zapatero>> al que también acusa de <<dar oxígeno al independentismo catalán con aquella irresponsable promesa de que no se cambiaría ni una coma del proyecto de Estatuto de Cataluña que saliese del Parlament>>.

Nos señalan al hacedor y el hecho. Nosotros no somos académicos ni articulistas de opinión, pero en nuestra defensa de España y de sus Fuerzas Armadas hemos señalado una y otra vez, un día y otro también, el hecho y su hacedor. Seguimos haciéndolo porque la situación se agrava, porque no se nota la más mínima corrección de la deriva, porque ustedes dan síntomas de cansancio. Sobre todo porque a la hora de la verdad, cuando hay que expresar la voluntad de cada uno, no hay una respuesta contundente contra los graves problemas que nos enfrentan: independentismo, ley del enfrentamiento (Memoria Histórica) y auge de los terroristas de la ETA,

La disciplina no es virtud exclusiva del militar. Su exclusividad forma parte del conocimiento. Sin un espíritu que acepte que lo más importante del ser humano es aprender para entender, porque entender es ser libre (Baruch Spinoza) no lograremos salir del estado borreguil en el que nos encontramos.

Conocemos el hecho, el hacedor, y ahora nos están avisando de la causa: borreguismo.

Solo nos falta balar. La senda que nos marca el pastor, vigilados por los perros, la aceptamos sin rechistar. Si acaso balando. Eso no es disciplina sino todo lo contrario: necedad, desconocimiento y aburrimiento.

Y digo todo esto sin calificar, pero sí enfatizando, porque el necio, el inculto y sobre todo, el aburrido son sumamente peligrosos.

Destruyendo el conocimiento se destruye la libertad. Es necesaria la disciplina.

Ustedes dirán qué hacemos.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

2 septiembre 2019

No hay mayor premio para un soldado que el aprecio de la sociedad a quien sirve (Enrique Alonso Marcili Coronel de Infantería (R.)

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Unidad de España

Vemos en el ambiente momentos y situaciones que ponen en entredicho la cohesión nacional, naturalmente desde el punto de vista del soldado es preocupante. Y lo es porque el soldado conoce y no es ajeno a situaciones, fuera de nuestras fronteras, en que hechos similares han terminado conduciendo a la violencia.

En este ambiente además, el soldado se siente herido cuando se desprecian referentes históricos o se ocultan y se desfiguran interesadamente hechos épicos ancestrales. Estos actos agreden dolorosamente su espíritu. Se siente un desconocido y despreciado, asunto doloroso cuando en su sentimiento, es el aprecio de la sociedad a quien sirve su más preciado premio. El hecho de que no nos conocen, es quizás, la razón del silencio ante estos hechos, de quienes debieran oponerse a quienes nos agreden. Cualquier conocedor de la historia militar patria y del alma castrense, tiene múltiples argumentos para desmontar estas acciones revisionistas sectarias y ofensivas. En la idea de que no nos conocen y por si por aquí asoman y leen, esta reflexión:

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El combate

La formación de un soldado se orienta a la preparación para el combate, por tanto debe ser y es integral, abarca voluntad, conocimiento y resistencia al esfuerzo, y ese es el motivo por el que en su formación se contemplan los tres ámbitos: “formación moral para fortalecer su voluntad; instrucción técnica que le prepare para emplear los materiales y dominar los procedimientos; y por último, adiestramiento físico para incrementar su fortaleza y resistencia a la fatiga”.

De esas tres parcelas, la moral es la más compleja y además vital. Y lo es porque en el combate se producen situaciones extraordinarias, en las que el estrés es superlativo y la incertidumbre permanente. Se lucha a muerte y en él se ve caer al amigo o al compañero, unas veces desmembrado, otras veces con heridas dolorosas y es comprensible que en ese ambiente fluyan los instintos a borbotones, incluidos los más bajos. Y si uno no es capaz de controlarlos, en ese momento deja de actuar como un soldado. Se convierte en otra cosa.

El que ejerce mando de Unidad en combate ha de estar preparado para tomar decisiones coherentes en escaso tiempo, en un ambiente de altísimo estrés y enorme incertidumbre y ha de estar convencido de que el soldado responderá adecuadamente, si existe verdadero ascendiente entre compañeros y mandos inmediatos.

Es precisamente la moral como alimento de la voluntad la que establece con claridad la diferencia entre un ejército y un grupo o muchedumbre armada. El carácter castrense, marca esta diferencia sometido a unos valores que son concretos, permanentes y de carácter universal.

Invertir esos valores o ningunearlos supone la primera causa de devaluación de un ejército, de convertirlo en otra cosa. Las experiencias en misiones fuera de nuestras fronteras, han corroborado la aseveración anterior. Hemos vivido de cerca la actuación de ¿ejércitos? constituidos por individuos ajenos a estos valores por falta de formación castrense, que adolecían de una cohesión ficticia, donde la disciplina quedaba reducida al marco del grupo limitándola a su líder, asunto que les hacía ajenos a los supuestos intereses superiores que debían conducir las acciones de conjunto. También líderes que no asumían el valor de la jerarquía más allá de ellos mismos, enfrentados en ocasiones, ajenos al derecho de la guerra y a sus leyes y desde luego incapaces de la empatía necesaria hacia otras zonas que no fueran la propia. Fracasaron a la vez que cometieron verdaderas brutalidades en función del temperamento de quien los conducía. El asesinato, la expoliación, la venganza y el odio, constituían en las más de las ocasiones la norma.

El condicionamiento primero para poder hablar de Ejércitos se basa en dos principios inalienables: “La jerarquía y la disciplina”. La ausencia de cualquiera de ambos principios, haría que no pudiéramos hablar de ejército, sería cualquier cosa menos ejército.

La jerarquía conlleva una elevación de la responsabilidad en relación directa al rango que se ostenta. No solo es capacidad, también es el mérito en lo que se sustenta, asunto que obliga indiscutiblemente al ejercicio de la ejemplaridad.

Al ser los ejércitos una organización disciplinada, el primer condicionante de esa disciplina es el sometimiento al Derecho, entendido éste como la colección legislativa nacional y aquellas leyes de carácter internacional que la nación a quien sirve haya suscrito. Por tanto, los ejércitos cultivan los valores de la sociedad a quien sirven con una lógica mayor exigencia, pero también otros que les son vitales y que la libertad individual que concede la democracia, hace que no sean de exigencia para aquellos compatriotas que son ajenos a la institución castrense. De ahí el hecho de esos valores concretos y permanentes del carácter militar. El respeto a sus antecesores, la exaltación de sus héroes, hechos épicos, símbolos históricos y tradiciones seculares, sirven como alimento a esa voluntad de estar dispuestos a someterse a valores que están por encima de la propia vida, que son permanentes y tienen un carácter universal, pues no hay ejército, digno de este nombre, que no los cultive.credo

Se equivocan aquellos que teniendo capacidad imperativa, alteran las tradiciones; desprecian los héroes;  ocultan, silencian o desfiguran hechos épicos ancestrales; destruyen símbolos e infraestructuras tradicionales; y prohíben o alteran sus lemas, himnos y decálogos. Eso daña inevitablemente la moral y si la moral desvanece peligra la disciplina.

De la misma manera, establecer líneas reivindicativas paralelas al conducto regular por vía de mando, inevitablemente devalúa la jerarquía. De acuerdo con la tradición militar española, la primera responsabilidad de todo aquel que ejerce mando, es velar con justicia por sus subordinados.

Ejercer el mando tiene una gran exigencia, por un lado, porque ha de preparar a sus Unidades y sus soldados para enfrentar momentos durísimos (el combate lo es). Y eso obliga a ejercerlo con la máxima exigencia, pero esa exigencia ha de ir ineludiblemente acompañada de un proceder Justo y ejemplar. El primer responsable de que a un soldado  no se le conculque el menor derecho que en justicia le corresponda es su jefe.

Toda circunstancia que lesione la jerarquía, afecta a la cohesión porque alimenta la desconfianza y quiebra la lealtad – circunstancia esta que debe ser ascendente y descendente – destruye el espíritu de Unidad y quiebra la disciplina.

Estos son auténticos peligros para la Institución castrense, que sin duda es la herramienta imprescindible en una sociedad para garantizar la defensa de su independencia, su libertad y su seguridad. En definitiva su soberanía. Pero como tal herramienta ha de ser de calidad y bien utilizada.

Enrique Alonso Marcili Coronel de Infantería (R)

ANIVERSARIO FUNDACIONAL DE LA LEGIÓN ESPAÑOLA (1920-2016) General de División Rafael Dávila Álvarez (R.)

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El Emblema de la Legión

Todos los años recordamos esta fecha: 20 de septiembre de 1920. La  elegida por el fundador de la Legión general Millán-Astray para celebrar el hecho histórico de la fundación de la Legión española. Fue el día en que se alistó el primer legionario. Significativa elección que muestra a pecho descubierto el sentido profundo de esta unidad, el hombre ante la brutalidad de la guerra, en combate y ante la muerte. Sin ambages y dejándose de cuentos. La guerra con su crudeza y terrible final. Sin que falte la épica, la poesía heroica, ya que toda la historia de la Legión quedará transformada en una gran epopeya, un conjunto de hechos gloriosos que se repiten allí donde suena el nombre de la Legión. Es una permanente historia de lances de honor con la muerte. No busquen otra cosa. Para eso y por eso se fundó la Legión y aunque su capacidad de maniobra, su flexibilidad, su versatilidad, la hace capaz y muy útil para enfrentarse a cualquier situación, no debemos olvidar sus orígenes y su razón de ser.

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El Cristo de la Buena Muerte. Nadie en en Tercio sabía…

9.722 muertos, 35.200 heridos, más de 1.000 desaparecidos. Total: 46.000 bajas.

7 Laureadas de San Fernando Colectivas. 22 Medallas Militares.

23 Laureadas de San Fernando Individuales. 211 Medallas Militares.

Es el tributo del cumplimiento de su Credo. Poco más hay que añadir. Aquí debería terminar mi homenaje a La Legión.

No hay más interpretación. En esas cifras está la historia de los legionarios, el servicio de la Legión a España. Su fundador quiso que los homenajes en la Legión fuesen para quien la elevó a la cima del honor y el valor: el legionario. Fechas: el 20 de septiembre y los sábados legionarios en recuerdo de los muertos. Son las únicas y auténticas fechas legionarias. De nuevo queda clara su razón de ser.

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La Bandera de la Legión será la más gloriosa…

Nadie debe dar otra interpretación al sentido de la Legión. Bien está la que dio su fundador y quedó para siempre en ese código castrense cuya herencia sagrada pasa de generación en generación: el Credo de la Legión.

Que no surjan imitadores ni sucedáneos de lo inimitable, de lo único y sin igual. El único albacea de la herencia legionaria es el Mando Institucional junto a todos y cada uno los que visten la camisa legionaria. Escrito en el Credo está el testamento heredado, la voluntad de su fundador. Esa es la guía y el camino a seguir, el Camino de los Caballeros. No hay otro ni otras interpretaciones son válidas si no cumplen con el Espíritu de Disciplina: Cumplirá su deber, obedecerá hasta morir.

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Ilustración de Martín Olmos

Una unidad armada no se interpreta nada más que cumpliendo su misión, en cerrada formación y sometida al cumplimiento del deber. Con sus mandos en primera línea y apretada formación fruto de su preparación y Espíritu de Compañerismo: Con el sagrado juramento de no abandonar jamás a un hombre en el campo hasta perecer todos.

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Al Teniente Muñoz muerto en Bosnia

Hemos vivido, y en ello están, intentos de ofender a la Legión. Es inútil. Se necesita inteligencia. Es mejor que recurran al cuerpo a cuerpo con honor. Así habrá entendimiento. La inteligencia es ante todo valor y así se demuestra. Los timoratos amagan, pero a la postre huyen.

Lo dije y vuelvo a repetir. La ofensa no es retirar un nombre sino falsificar la historia y pretender lanzar un insulto jugando con las palabras. No han sabido inteligenciar la situación. Se han equivocado porque ni entienden ni comprenden. No es la primera vez ni será la última. Suele ser que hasta para ser malo hay que ser inteligente. Algunos pretendientes de efímeras glorias se constituyen en comisiones histriónicas.

Siguen los intentos de borrar cualquier recuerdo legionario. Por ello y contra ello debe velar el responsable, el Mando Institucional y de ahí para arriba. No se oyeron voces ni lamentos cuando se firmó la disolución de la Legión. No hubo manifestación mediática. Hubo manifestación de lo que es la Legión y del servicio de la Legión. Tuvieron que ser legionarios, los valientes y leales legionarios, los que dieron el ejemplo y las razones en el cumplimiento del deber vertiendo su sangre por los demás. No hay otro tipo de manifestación legionaria. Esa es la única que conoce, sabe y a la que responde la Legión y sus legionarios. De nuevo los ciegos y rencorosos tuvieron  que aceptar lo evidente. ¡Son únicos y sin igual!

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No borrarán nuestras huellas y legado

Como por esa vía, la disolución,  los hechos eran aplastantes y nada se podía hacer se recurrió a un sibilino ataque a base de ir, poco a poco, haciendo desaparecer tradiciones y cultura legionaria. Atacar a su mística, despersonalizar la Unidad. Una ley acabó con la modalidad legionaria, la 17/89. Luego quisieron modificar el Credo. Entraron hasta en los detalles, en las características que tanto significan en la Legión: uniformidad, estilo, patillas, gorrillo…, pero se quedaron con las ganas. Volverán a intentarlo.

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Caballero Legionario

No importa. Nada conseguirán porque ese espíritu del Credo legionario se ha contagiado como una epidemia. ¡Bendita epidemia! Todas las unidades del Ejército de Tierra, de la Armada y del Ejército del Aire llevan algo del espíritu del Credo de la Legión. También la Guardia Civil. En román paladino ¡Esto no hay quién lo pare!

Solo daría una recomendación y bien sé que nadie soy para darla, pero a nadie va a hacer daño ni creo que moleste. Celebremos el Aniversario de la Legión unidos y más fuerte que nunca. No nos dejemos llevar por cantos de sirena ni por protagonismos innecesarios. No entremos en una guerra de desgaste.

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Cumplirá su deber, obedecerá hasta morir

Hay opiniones diferentes entre los viejos legionarios ya retirados sobre la actitud a tomar ante la retirada de la calle del general Millán-Astray.

En este blog ya hemos dado opinión y mi criterio está escrito en uno de los muchos artículos que sobre el tema hemos publicado. También di mi opinión ante la retirada de la calle de mi abuelo, el general Dávila. Mantengo la misma opinión. Opiniones personales de los que ya desde el retiro pretendemos seguir sirviendo y amando a España y a sus Ejércitos. Todas las opiniones son válidas, pero no nos enredemos en nimiedades. El enemigo espera agazapado y no se va a mover. Ataques en falso son los que ellos quieren. Cuidado con malgastar la munición. Divide y vencerás.

Cada uno será lo que quiera, pero juntos formamos bandera que da a la Legión el más alto honor. Eso es lo más importante.

No lo olvidemos.

Bandera, Unidad, la Legión.

Celebremos nuestro Aniversario más unidos que nunca, sin alharacas, y que nadie olvide cual es su deber. Escrito está. En el Credo.

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Nuestro fundador el general Millán-Astray

Un legionario debe saber cuál es su deber y, más importante, saber cumplirlo. El arte de mandar dice que ante un problema difícil se consulte al mando. Si no puedes hacerlo, cuando se conoce el oficio y se está identificado con él, la intuición te marcará el camino a seguir.

Feliz Aniversario a los que aman a la Legión y cumplen con su Credo.

‹‹CUMPLIRÁ SU DEBER, OBEDECERÁ HASTA MORIR››

General de División Rafael Dávila Álvarez (R.)

“En callada explicación
el gorrillo ladeado
por cuanto diste de lado
al entrar en la Legión.
flanqueando un corazón
enamorado y alerta
la verde camisa abierta
por si la Muerte aparece
pues tal señora merece
no hallar cerrada la puerta”