ERROR: NO SOLO EN EL PARTIDO POPULAR Rafael Dávila Álvarez

No sé quién es el culpable, pero el error es mayúsculo ¿o no?

Me dice un joven seguidor:

—Tener dos partidos populares es un grave error.

Tiene razón. Le pido que me aclare si está hablando de la crisis Casado-Ayuso y me dice que no, que él se refiere a la existencia de partidos políticos que nos unen en principios (deberían) y resulta que nos dividen. Entonces entiendo. Como el tema me parece muy interesante y lleno de claves políticas le lanzo el señuelo:

—Pero si no son lo mismo. Nada que ver unos con los otros.

Se lanza detrás del reclamo y contesta

—Nadie es igual, aunque haya parecidos. Todos distintos, incluso distantes, aunque eso no quiera decir que seamos contrarios ni adversarios. En política gana quien no se aferra a un estrecho margen de ideas y da cabida a gente de distintas posturas, pero con la misma base, misma escuela y armas similares para la lucha. Es decir, si hablamos de la derecha común, del ciudadano de a pie, podemos referirnos a estos conceptos: honradez (material y espiritual), amor a España, unidad, historia común, esfuerzo, sacrificio, y esas cosas que ahora llaman intangibles y que nos definen. Nadie tiene la exclusividad y dentro de una amplia base de partida donde quepamos todos se puede construir una España muy de acuerdo con sus tradiciones y seriedad, plena de rigor histórico. Nadie o muy pocos son los que están dispuestos a ser engañados con propuestas de ruptura o de alianzas antinaturales con los tradicionales enemigos de la unidad de España.

—¡Bueno, bueno!, despacio; le replico.

No hay manera. Está lanzado y le dejo hablar.

—Molesta la soberbia, la indiferencia hacia los humildes votantes, el postureo, los engaños, decir y hacer como que no ha dicho, los enfrentamientos, la vanidad de los falsos líderes. El último de mi clase es el primero de una Comunidad de la que me callo el nombre. Le dabas un canuto y te hacía la O con el canuto puesto horizontal.

—Le entiendo amigo. He visto a los líderes que en un santiamén se piensan reencarnados en el Magno.

Contesta antes de que yo termine.

—Le voy a decir algo. Lo que sobra de alguno de estos partidos políticos es el empeño en aparentar ser un líder y no presentarse como alguien normal y corriente, del conjunto y que solo quiere ser honrado y gestionar bien. Porque estamos inundados de política y abandonados en la gestión.

Llevamos años sin nuevas infraestructuras y desatendidas las que tenemos, sin el adecuado nivel  sanitario e investigador, falta de inversión en tecnologías, sin transportes ferroviarios que alivien las carreteras, sin administración eficaz y transparente, sin… ¡Ay! si hablo de la educación; como de urbanidad.

—¿Y qué solución ve usted?

—Mire se la doy como receta: humildad. Menos exhibicionismo atlético, menos fotos y campañas de lo guapo y bien vestido que vas; menos alardes de ser el último defensor de la civilización, más coherencia con lo que dices y haces, y con lo que eres, menos liderazgo virtual y más gestión eficaz. Conciso, claro, rotundo y riguroso. Fuera los equipos que gestionan la imagen y recuperar la honradez de ser uno mismo. Transparencia en las inversiones no significa muchos números o palabras, sino que el ciudadano lo entienda. Nadie entiende nada.

—Bueno pues yo sí le he entendido y lo veo todo muy acertado. Pero dígame una cosa: ¿usted con quién va, con Casado, con Ayuso o con Abascal?

—No tengo ningún inconveniente en contestar sin irme por las ramas: debe de haber un mando único y no tropecientos. El que más sabe debe enseñar al que sabe menos, y el que más gana repartir y entregárselo al jefe para que gane el equipo, el conjunto. Los que se van, si vuelven debe ser a base de entregar las armas y acatar la disciplina. Divide y vencerás dice el enemigo. Eso es lo que han estado haciendo los adversarios y con esta confrontación se frotan las manos. Cabemos todos bajo un mando único. En una situación normal quizá le contestase con un nombre de partido al que podría afiliarme, pero en estos momentos solo debe haber un partido y ese se llama España: amplio, que acoja a los que no quieren una España comunista y rota. Solo eso que es lo principal: la Nación. Luego sentadas esa bases habrá tiempo para discutir otro tipo de cuestiones más partidistas. Ahora NO, y se lo digo con mayúscula.

El camino debe ser ancho y sin angosturas de manera que estén todos aquellos que tiene como meta la unidad de España, contra los separatismos y de manera clara contra la ETA y sus herederos.  Hay que atender a ello prioritariamente porque España está en peligro de muerte.

—Gracias amigo. Pensaré en su juventud y propuesta antes de emitir mi voto.

Bendita juventud. Pero no es tan sencillo. Hay mucho postureo. La falsa imagen no cuela. La exhibición de hoy es un fracaso para los que aman a España y las cañas de hoy serán lanzas mañana.

No hay donde encontrar firmeza y rigurosidad. Hay intereses espurios.

Visto lo que me dicen y examinado el panorama que nos acompaña: nombremos una gestora. Por España.

Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

24 noviembre 2021

 

PABLO IGLESIAS Y EL GESTO DEL MARQUÉS DE LAS SIETE IGLESIAS Rafael Dávila Álvarez

Francisco Rizi. Auto de fe en la Plaza Mayor de Madrid. 1683. Museo del Prado

No es necesario recordar la importancia de un gesto en el momento indicado. España gestual, lugar donde lo perdido se puede ganar, o todo lo contrario, con un simple gesto.

No sé por qué he recordado aquello de «tener más orgullo que don Rodrigo en la horca». Seguimos sometidos a lo teatral en la plaza pública, autos de fe en los que algo se quemaba por motivos ideológicos. De manera solemne y pública. «Sí se puede» saltarse la norma y la forma.

Don Rodrigo Calderón, marqués de las Siete Iglesias (ahora caigo y espero que me acompañen en la caída), empezó como paje en casa del duque de Lerma y acabó como hombre poderoso de Felipe III. Se forró en el cargo, amasando riquezas y enemigos. Fue condenado al cadalso por sus trapicheos de todo tipo y de él se dijo que «Viviendo pareció digno de muerte, / muriendo pareció digno de vida». Vamos, uno más de la larga lista de los que han vivido del cuento del gesto y con él les ha llegado el final. El marqués de las Siete Iglesias pasó de político corrupto a héroe popular cuando se negó a entrar a la plaza Mayor camino del cadalso por la calle de la Amargura porque su orgullo no le permitía ser cualquiera. Cuando abrazó y besó al verdugo fue aclamado por las masas enfervorizadas que veían el espectáculo. Lo popular, como el gesto, es de rápido efecto y más rápido olvido.

La política en España se parece cada vez más al Oeste americano. Se trata de ser el más rápido y certero y batirse en duelo cuando llegan al estrecho callejón por donde solo cabe uno: ¡No pasarán! es algo que no olvidan. Pasaron y ni perdonan ni admiten. Madrid es mucho Madrid para el comunismo, Caracas y la Habana juntos, pero Ayuso es un bastión nada fácil y como ella misma dice «España me debe una: hemos sacado a Pablo Iglesias de la Moncloa». ¡Ojo! La guerra acaba de empezar. Sus armas son tan sucias como desconocidas y un personaje obligado a dar este paso (puede que no me equivoque y que ciertas circunstancias le hayan obligado) es un peligroso contrincante que pasa de siete iglesias a una, capaz de rezar en todas sin creer en ninguna.

Es el momento de la unidad, no de ser el más rápido, sino el más creíble, el más honrado y el más equipado. Durante la pandemia Madrid ha sido un milagro en manos de una eficaz presidenta —hay que decirlo— ayudada por un magnífico equipo político y de gestión. Eso duele a alguno, que viene con la guadaña a segar la hierba fresca que ya crece en la Comunidad de Madrid.

Camino de la sierra volaba de mañana una golondrina recién llegada a Madrid. Siete Picos, Montón de Trigo, Peña del Oso, la Maliciosa, la Bola del Mundo, la Barranca, el Valle de Cuelgamuros y el Puerto y el Embalse de Navacerrada, su primer recorrido hasta  el cerro de la Golondrina donde  inauguraba un nuevo amanecer para Madrid. Era la tierra y la poesía de Luis Rosales («sentí en tu mano un desfile de golondrinas que vuelven»). Un trueno se oye por la sierra, el nublado con piedra amenaza Madrid y rompe el verso de esperanza.

No quiere ganar las elecciones. Sabe que es imposible. ¿Ha sido respuesta a la petición?, ¿y entrega en bandeja de plata?

No es para estar preocupado; sí lo es para atender a los movimientos inmediatos. Los peones de brega ya han ocupado sus lugares y esto solo es el paseíllo. No den la plaza por ganada. Va a ser una dura pelea.

Seguro que el comunista no conoce, ni quiere conocer el poema del cubano Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí, Placa en la puerta del partido y que le ofrezco entero para que no se corte ni recorte.

¿A qué viene el señor Iglesias? No vale un gesto; Madrid exige esto. ¡Anda valiente y atrévete con ello!:

Si no vienes a dar,

a dar el tiempo, el corazón, la vida

no desesperes por entrar

que en la entrada comienza tu salida.

 

Si vienes a buscar

el privilegio, la ocasión mullida,

no desesperes por estar

donde la flor más bella es una herida.

 

Este lugar es un lugar propicio

para el amor al sacrificio.

Aquí tienes que ser

el último en comer

el último en dormir

el último en tener

y el primero en morir.

Entrará en Madrid y saldrá de Madrid por donde entró: la calle de la Amargura.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

16 marzo 2021