PABLO IGLESIAS Y EL GESTO DEL MARQUÉS DE LAS SIETE IGLESIAS Rafael Dávila Álvarez

Francisco Rizi. Auto de fe en la Plaza Mayor de Madrid. 1683. Museo del Prado

No es necesario recordar la importancia de un gesto en el momento indicado. España gestual, lugar donde lo perdido se puede ganar, o todo lo contrario, con un simple gesto.

No sé por qué he recordado aquello de «tener más orgullo que don Rodrigo en la horca». Seguimos sometidos a lo teatral en la plaza pública, autos de fe en los que algo se quemaba por motivos ideológicos. De manera solemne y pública. «Sí se puede» saltarse la norma y la forma.

Don Rodrigo Calderón, marqués de las Siete Iglesias (ahora caigo y espero que me acompañen en la caída), empezó como paje en casa del duque de Lerma y acabó como hombre poderoso de Felipe III. Se forró en el cargo, amasando riquezas y enemigos. Fue condenado al cadalso por sus trapicheos de todo tipo y de él se dijo que «Viviendo pareció digno de muerte, / muriendo pareció digno de vida». Vamos, uno más de la larga lista de los que han vivido del cuento del gesto y con él les ha llegado el final. El marqués de las Siete Iglesias pasó de político corrupto a héroe popular cuando se negó a entrar a la plaza Mayor camino del cadalso por la calle de la Amargura porque su orgullo no le permitía ser cualquiera. Cuando abrazó y besó al verdugo fue aclamado por las masas enfervorizadas que veían el espectáculo. Lo popular, como el gesto, es de rápido efecto y más rápido olvido.

La política en España se parece cada vez más al Oeste americano. Se trata de ser el más rápido y certero y batirse en duelo cuando llegan al estrecho callejón por donde solo cabe uno: ¡No pasarán! es algo que no olvidan. Pasaron y ni perdonan ni admiten. Madrid es mucho Madrid para el comunismo, Caracas y la Habana juntos, pero Ayuso es un bastión nada fácil y como ella misma dice «España me debe una: hemos sacado a Pablo Iglesias de la Moncloa». ¡Ojo! La guerra acaba de empezar. Sus armas son tan sucias como desconocidas y un personaje obligado a dar este paso (puede que no me equivoque y que ciertas circunstancias le hayan obligado) es un peligroso contrincante que pasa de siete iglesias a una, capaz de rezar en todas sin creer en ninguna.

Es el momento de la unidad, no de ser el más rápido, sino el más creíble, el más honrado y el más equipado. Durante la pandemia Madrid ha sido un milagro en manos de una eficaz presidenta —hay que decirlo— ayudada por un magnífico equipo político y de gestión. Eso duele a alguno, que viene con la guadaña a segar la hierba fresca que ya crece en la Comunidad de Madrid.

Camino de la sierra volaba de mañana una golondrina recién llegada a Madrid. Siete Picos, Montón de Trigo, Peña del Oso, la Maliciosa, la Bola del Mundo, la Barranca, el Valle de Cuelgamuros y el Puerto y el Embalse de Navacerrada, su primer recorrido hasta  el cerro de la Golondrina donde  inauguraba un nuevo amanecer para Madrid. Era la tierra y la poesía de Luis Rosales («sentí en tu mano un desfile de golondrinas que vuelven»). Un trueno se oye por la sierra, el nublado con piedra amenaza Madrid y rompe el verso de esperanza.

No quiere ganar las elecciones. Sabe que es imposible. ¿Ha sido respuesta a la petición?, ¿y entrega en bandeja de plata?

No es para estar preocupado; sí lo es para atender a los movimientos inmediatos. Los peones de brega ya han ocupado sus lugares y esto solo es el paseíllo. No den la plaza por ganada. Va a ser una dura pelea.

Seguro que el comunista no conoce, ni quiere conocer el poema del cubano Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí, Placa en la puerta del partido y que le ofrezco entero para que no se corte ni recorte.

¿A qué viene el señor Iglesias? No vale un gesto; Madrid exige esto. ¡Anda valiente y atrévete con ello!:

Si no vienes a dar,

a dar el tiempo, el corazón, la vida

no desesperes por entrar

que en la entrada comienza tu salida.

 

Si vienes a buscar

el privilegio, la ocasión mullida,

no desesperes por estar

donde la flor más bella es una herida.

 

Este lugar es un lugar propicio

para el amor al sacrificio.

Aquí tienes que ser

el último en comer

el último en dormir

el último en tener

y el primero en morir.

Entrará en Madrid y saldrá de Madrid por donde entró: la calle de la Amargura.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

16 marzo 2021

 

 

LAS GOLONDRINAS DEL PALACIO DE LA ZARZUELA (General de División Rafael Dávila Álvarez)

img_40831_ins_3737272_600Les llamará la atención que hoy escriba sobre un asunto ajeno a la temática usual de nuestro blog: las golondrinas. Es simplemente un descanso intelectual y un paseo por una página oculta de la personalidad formada en otros menesteres.

Simples anécdotas que tienen su moraleja. Adivínenla ustedes mismos.

En esta época del año algunos esperamos impacientes la llegada de las golondrinas, vencejos y avión común. Un poco antes o después, en breve, estarán aquí. ¿Cuántos se dan cuenta de su llegada?

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Cuando era niño recuerdo que en el balcón de casa anidaba todos los años una pareja de golondrinas. En cuanto nacían los golondrinos mi madre se apresuraba a ponerles en una patita, como si las anillara, un lacito con la bandera de España. Yo conocí aquellas golondrinas ya con la bandera en una de sus patas. Mi madre nos contaba que al año siguiente el nido lo ocuparía una de las crías como así venía comprobando cada año.

La inocencia infantil me hizo pensar que aquellas golondrinas nacían con la bandera de España en su patita debido a su origen español.

Don Camilo José Cela en su casa de Madrid en Río Rosas, cuando llegaba la primavera, pegaba con papel cello en el ventanal del living un cartel que decía: ‹‹No cerrar la persiana. Hay un nido de golondrinas››. Aquel cartel sin duda define a nuestro nobel tanto o más que cualquiera de sus libros. Fue el mejor de todos ellos.golondrina-joven-principios-mayo_1_1692533

La entrada principal al domicilio y zona privada del Palacio de la Zarzuela, donde viven los reyes eméritos, tiene un zaguán donde todas las primaveras anidan unas golondrinas. Nadie las invita, pero aparecen puntualmente a primeros de abril. Son golondrinas comunes, ni daúricas ni reales, del pueblo llano y sencillo, que han encontrado un palacio para anidar.

Debajo del nido un pequeño armarito servía para que los ayudantes de campo dejásemos  allí nuestras gorras y así tenerlas siempre a mano al salir acompañando a los reyes. Como pueden imaginar la llegada de las simpáticas golondrinas y sus constantes bombardeos en las entradas y salidas al nido, obligaban a una prudencial retirada de las gorras militares a posiciones menos vulnerables.

palacioespanaComo es lógico la puerta y el zaguán se cierran al anochecer, pero había que dejar, por orden de Su Majestad la Reina, el acristalamiento de la puerta abierto para que las golondrinas entrasen y saliesen de su nido a la hora que estimasen oportuno. Más de un atardecer, casi anochecido, la Reina salía a comprobar que todo estaba en orden mientras con una sonrisa sensible y hermosa veía los últimos vuelos de la tarde de aquellas golondrinas palaciegas.

En ocasiones sus vuelos y gorjeos por el pequeño zaguán sorprendían a algún Jefe de Estado entrando en el palacio, lo que con frecuencia era interpretado como señal de esperanza y amabilidad en el recibimiento. Embajadoras de la paz y armonía, oí decir a alguno de ellos.

También recuerdo al que dijo: ‹‹Vienen de mi país, creo que además a estas las conozco porque son las mismas que en el invierno anidan en mi palacio››.

Cerca de Madrid, en Navacerrada, hay un precioso cerro que popularmente se conoce como El Cerro de las golondrinas nombre que viene de una vieja leyenda que dice que una de las golondrinas que arrancó una de las espinas clavadas en la frente de Cristo, voló y voló sin rumbo fijo hasta caer en este cerro y allí depositar la espina. Desde allí se ve el mejor paisaje de la Sierra de Guadarrama. Era la tierra y la poesía de Luis Rosales («sentí en tu mano un desfile de golondrinas que vuelven»). ‹‹Porque entre el atardecer y el anochecer, entre el Cerro de La Golondrina y La Peñota, se alzará mi monumento››.Golondrinas-extincion

‹‹Las golondrinas no se matan. Las golondrinas son de Dios››, nos enseñaban de niños, cuando se las esperaba y formaban parte de tu compañía en los atardeceres de juegos infantiles; cuando las vacaciones eran la calle.

Ya bajan las golondrinas

con el vuelo muy sereno

a quitarle las espinas

a Jesús de Nazareno.

Ya vienen las golondrinas

con el pañuelo en la mano

pa quitarle las espinas

a Jesús de Nazareno.

normal_golondrinasHoy me dicen que empieza a vérselas, junto a los vencejos y los aviones comunes, por el sur, ese sur que es Sevilla. Vienen ya para la Semana Santa, puntualmente. Llegan respondiendo a la voz del poeta, don José María Pemán:

¿Y no habrá ya golondrinas

para arrancar las espinas

de la frente del Señor?

Mientras el mundo, burlando

vaya en tu frente clavando

sus zarzas y sus espinas

¡nosotras tus golondrinas,

te las iremos quitando!

Seguirán siendo el sueño de un niño que las veía nacer con la bandera de España en su patita. Serán el mejor libro escrito por un nobel. Son la sensibilidad y belleza en la mirada de una Reina de España.

Habrá golondrinas si la ternura del alma las alimenta, mientras pongamos nombres como El Cerro de La Golondrina.cristodelasgolondrinas1

Siempre habrá golondrinas mientras el mundo, burlando, vaya en Su frente clavando sus zarzas y sus espinas. Porque ellas, las golondrinas, se las irán quitando.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

18 marzo 2016