LA FORMACIÓN NAVAL DE LA PRINCESA DE ASTURIAS. Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Toda España sigue  con verdadero interés la formación naval de la Princesa de Asturias en el Buque Escuela Juan Sebastián de Elcano, pero hay un marcado acento mediático marginal al de su formación, como si este crucero de instrucción fuese unas vacaciones alrededor del mundo. El verdadero objetivo de esta navegación es para la Princesa de Asturias, como para sus compañeros a bordo, de acuerdo con la Escuela Naval: «Echar los cimientos de una formación marinera que le acompañará a lo largo de toda su carrera. El buque-escuela es el escenario donde el Guardia Marina toma su primer contacto profundo con la mar».

No se trata de una navegación de recreo; se trata de la formación de los marinos de guerra de la Armada para adquirir los conocimientos necesarios para combatir en la mar. Se trata de formarse para la guerra naval y hay que empezar por conocer el medio donde esta va a desarrollarse. No son vacaciones en la mar. Es aprender los secretos del mar, el alma de los marinos de guerra españoles, y su historia.

La Princesa de Asturias no tendrá  que mandar una fragata ni el buque «Juan Carlos I», sino un barco de mayor envergadura, incomparable a cualquier otro, mas fuerte y poderoso, lleno de historia, complejo, delicado y con muchos tripulantes a bordo: España.

Difícil navegación. Como mando supremo de las Fuerzas Armadas debe conocer a los que las componen y desempeñan una misión constitucional de tan alto valor como es garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional.

El rey de Francia Luis  XIV hizo grabar en sus cañones la leyenda ultima ratio regum. Todos entendemos el significado.

Por tanto la futura Reina de España se forma más allá del mando de un buque de guerra, de sus maniobras, navegación y dificultades. Ella debe profundizar en el alma de los que llevan el rumbo de la nave España, superando tormentas y marejadas, bonanzas y aquilones. He repetido muchas veces aquello que figura en la capilla de la Escuela Naval: «El que no sepa rezar, que vaya por esos mares, verá que pronto lo aprende, sin enseñárselo nadie».

La dureza de la vida en la mar es la forja donde se fabrican nuestros insignes marinos, gloria de nuestra Historia. Hombres de guerra, cuya preparación exige mucho tiempo, sacrificio y una gran vocación. La formación militar naval, a pesar de su dureza, es gratificante por ser una escuela única de compañerismo, donde se conoce sin pliegues el alma humana, una convivencia tan íntima que no cabe secreto ni engaño, una camaradería que dura toda la vida, bien guardado todo en cada intimidad, algo inexplicable para quien no lo ha vivido.

No. La Princesa de Asturias no embarca en un crucero de vacaciones. Inolvidables días de navegación donde el duro aprendizaje va más allá de la mar, porque en la soledad de las largas noches de vigilia, las añoranzas familiares, el riesgo, el deber cumplido, tristezas y alegrías, férrea disciplina y la convivencia en la mar, conforman un conjunto muy necesario para llevar el timón de España.

Un viaje más allá, al horizonte que la espera, una responsabilidad que no es de papel cuché, sino que se graba en la piel y penetra hasta el corazón del que más ama a España.

Cuando además el viaje es por la América española se entiende más a España, lo que es, fue y será. Lo que debemos ser, porque aquellas tierras que vemos en el horizonte en el que nos esperan son España.

La Princesa de Asturias pasó por la Academia General Militar, entró en los secretos del Ejército de Tierra, ni pedir ni rehusar, navega ahora por la mar y su historia de grandeza y volará el año próximo por los cielos de España con el Ejército del Aire y del Espacio.

Inolvidable.

No hay más bello y noble sacrificio para ser Reina de España.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

31 marzo 2025

Blog: generaldavila.com

MI QUERIDA PRINCESA Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

 

Es imprescindible el traje otoñal, ese que ahora viste España y que da pie a desprenderse de lo viejo y caduco, a meditar bajo el abrazo de la sabiduría o el conocimiento de la tierra que todo hará renacer en la primavera, aún lejana, pero que ya se anticipa en un nuevo horizonte mientras quede una joven sonrisa de tranquilidad. El otoño en Madrid es una estación única de luz horizontal y meditación, la que no deslumbra sino alumbra, trascendente. Los ciclos de vida se muestran tercos, porque son constantes e inapelables. España es una razón inevitable para unos y de plenitud para muchos.

12 de octubre. Día de la Fiesta Nacional. Otoño, pese a quien pese.

Doña Leonor, Princesa de Asturias, vestía el uniforme de gala de Guardiamarina de tercer curso de la Escuela Naval con el Toisón de Oro al cuello y la Gran Cruz de Carlos III cruzando su pecho. Historia.

El otoño queda lejos cuando la esperanza es joven y dispuesta.

Todo es caduco y en ocasiones se hace viejo antes de tiempo. No lo es ni lo uno ni lo otro cuando se trata de vertebrar una nación, que es tan lento como imperturbable quehacer en el que la poliorcética es solo el arte de defender la plaza fuerte de España: La Corona.

Podemos perdernos en la inmensidad de una historia nada fácil, tergiversar los hechos, enfrentarnos y querer destruirnos, pero es inevitable que, vayamos por donde vayamos, siempre nos encontraremos con una gran nación llamada España que lleva mucho tiempo construyéndose desde la Corona y que ha llevado su fe, su sangre y su lengua a todos los rincones del mundo de la mano de sus reyes, bajo cuyo símbolo hemos caminado juntos y diversos, libres y luchadores, aunque a veces haya sido a empujones de unos a otros.

Doña Leonor, Princesa de Asturias  -con Vuestro permiso Majestad- este 12 de octubre era un toque de luz que se colaba entre el aguacero (en España siempre hay una nube) y se empeñaba en deslucir aquella batalla de las tropas por el Paseo de la Castellana. Era el paisaje, el horizonte, la mirada al levante cuando todo es poniente, cuando se nubla la vista en el polvoriento camino lleno de trampas y emboscadas.

«Cuando Don Juan Carlos realizó su primera visita a Argentina, alguien preguntó al gran historiador Sánchez Albornoz, viejo republicano azañista residente en Buenos Aires, cómo contemplaba él ese acontecimiento. Don Claudio contestó: ¡Es España, España que viene a la Argentina!» (Carlos Seco Serrano).

La Princesa de Asturias, mi querida Princesa, es el proyecto que aún sigue, en marcha, el de una España grande y querida en todos los rincones del mundo. La Princesa de Asturias, el Capitán en formación, la profunda mirada a sus tropas, la Ordenanza: «Que ni Dios se ofenda ni el prójimo se agrave, obedecer, no turbar orden, ni desamparar lugar». Obedecer para mandar.

Lleva sobre su uniforme la grandeza de la historia forjada a base de generaciones, de paces y guerras, de amores y desamores, de conquistas y derrotas, de ofensivas a defensivas, historia de España.

Nuestra Princesa aprende táctica en las Academias militares y la táctica, bien lo saben los que combaten, está dominada por la virtud, es la pincelada del cuadro, la que acaba por definir la obra final y a su autor.  Es el arte de las posiciones, de los campos, de las marchas maniobreras y difíciles.

Alteza, mi querida Princesa, esa es la vida que os espera y no es fácil, manejar las tropas en el campo de batalla o a la vista del enemigo y al alcance de su cañón. Como bien sabréis.

No miréis a poniente, levante os espera y para ello tenéis buenas tropas que son para campo raso, mejor que detrás de los parapetos.

¡Es España, España que viene…!

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

21 octubre 2024

 

LA ALEGRÍA DE NUESTRA PRINCESA DE ASTURIAS. General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Nuestra Princesa, nuestro futuro

Muchas imágenes acompañan a las preocupantes noticias sobre España y su futuro inmediato. Informarse es desolador.

El tema elegido es indiferente. Más de lo mismo.

Quedémonos con la imagen de la esperanza.

Permítanme que hoy exprese mi alegría y gozo al ver a la Princesa de Asturias, la ya alférez del Ejército de Tierra, incorporarse a la Escuela Naval de Marín para completar su formación militar en la Armada.

Me emociona la imagen.

Les voy a ser muy sincero: me emociona la imagen de nuestra jovencísima Princesa, nuestra futura Reina. Esa cara, ese gesto, ese estilo no puede engañar y sé por quienes están cerca como destaca su espíritu de sacrificio y algo muy apreciado en la vida militar: el compañerismo. Me emociona.

Contagia su sonrisa que mucho va a necesitar para afrontar un futuro reinado  lleno de contratiempos y de reveses. Su paso por las Academias Militares va a ser un duro, pero dulce caminar, algo que jamás olvidará, que hará que sea más humana, servicial, disciplinada y valiente. Toda su vida recordará estos momentos vividos en camaradería, con el tiempo justo para el trabajo, la  disciplina, los agobios, la uniformidad, las formaciones, las prisas, los ejercicios, los sudores, las conversaciones que salen del alma, confidencias, compañerismo, ¡tantas cosas!

Inolvidable vida la de una Academia Militar. ¡El compañerismo! ¡Cuánto lo echará de menos en el futuro nuestra Princesa! El mando es soledad y ser Reina es un ejercicio de amor y soledad eterno, hasta el último día.

Confiar en tu generosidad y virtudes, en la entrega y el sacrificio, en estudiar y trabajar, en la honradez y el sacrificio.

En la capilla de la Escuela hay una placa que dice: «El que no sepa rezar que vaya por esos mares, vera que pronto lo aprende, sin enseñárselo nadie«.

Al ver a nuestra Princesa se me alegra el alma y recuerdo aquel bello poema de Rudyard Kipling titulado Una canción en la tormenta:

Sabed que los océanos eternos

están de nuestra parte, aunque esta noche

la marea y los vientos hayan dado

en jugar con nosotros.

Pues son los elementos, no la guerra,

los que nos amenazan, bienvenida

sea la descortesía del destino;

por ella se verá que en estos tiempos

de aflicción y de lucha vale más

la partida que aquellos que la juegan;

que el barco es más valioso que la tripulación.

Entre la niebla y las tinieblas vemos

el débil resplandor de las olas que pasan;

es como si estas aguas inconscientes tuvieran

un alma; o como si se hubieran conjurado

contra nuestra bandera, buscando sepultarla.

Bienvenida , por tanto,

sea la descortesía del destino;

por ella se verá que en estos tiempos

de aflicción vale más

la partida que aquellos que la juegan,

y el barco, más que la tripulación.

Kipling

¡Va por Vuestra Alteza! ¡Por España!

Gracias y a Vuestras órdenes.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

30 agosto 2024

A ESPAÑA SERVIR HASTA MORIR Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Debería ser, lo fue, un día de celebración alrededor del acto de entrega de despachos a los nuevos suboficiales del Ejército de Tierra en la ceremonia presidida por el Rey de España al que acompañaba la Princesa de Asturias, alférez del Ejército de Tierra. Pero la alegría de tal celebración no debe ser motivo para olvidar unos hechos que forman parte y son semilla de alguno de los gravísimos males que amenazan la unidad de España, esa que figura dentro de las misiones que el artículo 8 de la Constitución otorga a las Fuerzas Armadas.

Nadie que haya seguido la política española de los últimos años podrá olvidar los gobiernos de Zapatero y Sánchez y su intromisión en los asuntos militares con ministros como aquel personaje que fue el peor ministro de Defensa que ha tenido la democracia: José Bono (El hacker de Pemán le llamaba mi inolvidable amigo Antonio Burgos). Nunca lo fue de defensa que no fuese la suya propia. Morir de vanidad. Rentables libros donde no da ni una a derechas, todas a diestro y siniestro. De aquellos polvos… Cesión, renuncia de España. Formó un equipo de clara ambición y desconocimiento del espíritu de la milicia, arrasando con la enseñanza militar y todo con un grupo de amiguetes a su alrededor de los que aún alguno perdura en puestos bien remunerados. El independentismo encontró su aliado perfecto. Patada a la Constitución. Por toda la escuadra.

En la Academia General Básica de Suboficiales del Ejército de Tierra en Talarn (Lérida) brillaba sobre la falda del Monte Constampla el lema de que nuestros suboficiales eligieron como norma de vida:

A ESPAÑA SERVIR HASTA MORIR

Era su Oración cada amanecer y anochecer. Era su Constitución y juramento, su bandera. Un político nacionalista catalán, de cuyo nombre no quiero acordarme, presionó al ministro de Defensa, José Bono Martínez, impropio ministro para tan buenos soldados, para que retirase aquel lema que le molestaba ver desde el cielo cuando su avión pasaba por encima de aquellos montes catalanes. Se cedió. El ministro ordenó retirar el lema y los militares cumplieron. Bajaron del monte el lema, agacharon la cabeza, se borró de los cielos de España para colocarse, modesto y sumiso, en la Plaza de Armas de la Academia. Aunque parezca mentira esto ha ocurrido en España con el Gobierno del señor Zapatero y su ministro de Defensa; de nefasto recuerdo. De aquellos, y otros más cercanos, polvos… ¿Nos extraña que ocurra lo que ahora ocurre? Los militares tragamos aquel sapo con esa sumisión que es mala disciplina.

Estos día de julio se celebra en todas las Academias Militares el acto de entrega de despachos a todos los oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas españolas después de una formación dura, agresiva, moderna y esperemos que completa en cuerpo y alma militar. Un nuevo mundo da comienzo para nuestros nuevos mandos entre los que destaca el de la Alférez Doña Leonor de Borbón y Ortiz, Princesa de Asturias, cuya responsabilidad será ni más ni menos que mantener la unidad de España, difícil empresa tal y como se divisa el panorama.

Servir hasta morir requiere un buen mandar y no engañar. Lo que exiges hay que cumplirlo de manera ejemplar, si no estás incapacitado para el mando. En la milicia arrastra el ejemplo que no las leyes. La Ley marca el camino, pero es la moral, la virtud, la que señala la meta final, el comportamiento del mando.

Mandar es de una belleza inigualable cuando se manda bien, es un arte tan severo e irrenunciable que hay que estar en permanente vigilancia y cumplimiento como ejemplo a tus hombres. Cumplir, exigir el cumplimiento y dar ejemplo: el resto no es mandar.

Me permito con la humildad del ya retirado, aún sin serlo del todo ni de todo, dar unas breves pinceladas de ese arte de mandar.

EL ARTE DE MANDAR

 Este es un intento vano de acercarme con palabras el arte más complejo del mundo y que más satisfacciones produce: a unos hace grandes y a otros deja al descubierto su infamia, pero nunca pasa desapercibido.

Todo el mando encierra un secreto que se resume en una vieja historia que dice: «Saliendo los de Numancia a pelear con la osadía, y confianza que solían, fueron forzados a retirarse, y volver las espaldas, y reprendiéndoles su capitán, que por qué huían de los Romanos que tantas veces habían vencido, le respondieron, que los soldados eran los mismos, pero que el Capitán era otro, y de más valor y mejor gobierno que los pasados».

Mandar queda resumido en pocas palabras a pesar de ser una compleja actividad.

Estas son algunas de sus máximas:

Tus órdenes han de ser claras, que se entiendan, que se cumplan, que cada uno sepa lo que se le pide, y si es posible, por qué se le pide.

Debes mantener la idea elegida sin vacilaciones ya que no hay nada más amargo que verse sometido a las oscilaciones de un jefe vacilante en sus decisiones. Más útil es el entendimiento que la espada. Claro, preciso y respetar la iniciativa de otros. Esa idea permanente que debe presidir y transmitir con sus órdenes, incluso con sus gestos y presencia, es la de vencer.

Debes de estar atento a conocer nuevas ideas y aceptar propuestas ajenas. Entre todos los consejos nunca admitas los que proceden del odio y del temor, los peores consejeros en la guerra. Y recuerda que el que está a tus órdenes no está a tu servicio personal.

Da lo mismo el escalón de mando que se tenga o el puesto asignado. Siempre en la guerra surge la soledad, el momento más difícil al que acompaña el miedo, la inseguridad, incertidumbre, dudas y el peso de la responsabilidad. Estos son algunos de los sentimientos y sensaciones que embargan a cualquier soldado y que aumentan en función del número de los que están bajo tu mando. Aunque sea el acontecer diario. Sobreponerse a esos sentimientos marcará la diferencia entre el éxito y el fracaso. Hay que confiar en uno mismo, en los conocimientos y formación ya que frecuentemente se sabe más de lo que se cree y ello aflorará en el momento necesario.

Ante un problema difícil, cuando no puedas consultar, confía en tu intuición, pues cuando se conoce el oficio y se está identificado con él, la intuición te marcará el camino a seguir. No hay nada peor que el pánico o la inacción. Ni te escondas ni huyas ante los problemas de la guerra que suelen atacar en primer lugar al ánimo del que manda. Que los métodos y procedimientos aprendidos en las largas horas de estudio, aplicados con sentido común y serenidad, les ayudarán a adoptar las decisiones más convenientes aún en soledad. Deberemos confiar en su profesionalidad y buen hacer y darles la flexibilidad y libertad de acción que para nosotros pedimos. Muchas veces un líder no lo es solo por el empleo que ostenta o por la edad que tiene, lo es por que reúne un conjunto de cualidades que harán que sus hombres lo sigan sin condiciones.

Tan difícil es decidir, porque eres responsable de ello, como obedecer.

Para dirigir, organizar, investigar, enseñar, mandar u obedecer hay que estar preparado y eso se logra solo con aprendizaje y disciplina.

Tenemos que tomar decisiones a menudo, todos. Hay una frase en el Ejército un tanto dura, pero muy real:

‹‹El sudor de hoy evitará la sangre de mañana››. Creo que tiene su traducción en la vida civil y que sirve para todos: el esfuerzo y el estudio de ahora te servirá para no cometer errores mañana.

En tu función intelectual necesaria para decidir debes contar con la ayuda de tus auxiliares, es una labor de equipo, en la que tendrás que asignar trabajos a cada uno de ellos, pero la decisión final, la expresión de tu voluntad, te corresponde solo a ti y es tu mayor responsabilidad. En ella quedará reflejado el espíritu del Jefe y servirá como guía y eje de aquellas iniciativas que tus subordinados tomen en los momentos en los que se encuentren aislados o lejos de ti. Elige entre los que sabes que con una sola directriz actúan de acuerdo con tu criterio y huye de aquellos que necesitan exceso de explicaciones y vigilancia permanente para comprobar el cumplimiento de tus órdenes. La tibieza en el mando provoca graves indecisiones, es el mayor pecado que puede cometer el que asume la responsabilidad.

Debes de ser constante en el esfuerzo, evitar prisas y desorden.

Ser cortés, pues la cortesía es inseparable de la disciplina. Cortés en la precisión y limpieza de la palabra, en la actitud, en el gesto, en la voz y en los modales.

Cuenta siempre con el apoyo de tus colaboradores y el consejo de los más cercanos y busca en ellos la lealtad para nunca sentirte defraudado.

Nunca pienses en ti, hazlo primero en la misión que te han confiado y en los hombres que tienes para cumplirla.

Suerte, fácil recurso al que suele acudirse. No te engañes con la suerte, los buenos generales no confían en ella, sino en sus tropas, en su Estado Mayor y en su preparación para adoptar decisiones: a eso se debe la suerte. En la mayoría de los casos estudiados en los que se señala a la victoria como fruto de la suerte se deduce que sólo los capaces son afortunados.

Mandar es demasiado habitual, pero cada vez son más los que mandan mal y legión los que padecen sus consecuencias. No pretendas ser importante por el mando que te asignen, sino lucha por ser humilde que se traduce en ser útil.

El Mando es una montaña muy dura de escalar. Hay que recorrer despacio el camino, con humildad y paciencia. A la cumbre no se vuela, súbese poco a poco y con discurso de tiempo. En la guerra o en su preparación el esfuerzo y dedicación nunca están de vacaciones.

«La negligencia individual provoca un prejuicio colectivo, y la diligencia propia produce un triunfo colectivo» (Alejandro Magno).

La tropa debe ganar batallas; el Mando está para ganar la guerra. La suma de las batallas no da como resultado ganar la guerra, sólo la decisión y claridad en determinar a dónde, por dónde, cómo y cuándo conduce al éxito final al ir consolidando con la táctica la estrategia final. Entiéndase que en la táctica participan diversos mandos, pero la estrategia de la victoria debe ser cosa de uno.

No olvides que la inacción en la batalla es incompatible con el ejercicio del mando.

Por último sigue la máxima moral que todos llevamos dentro: «Que nadie tenga nada que esperar del favor ni temer de la arbitrariedad».

«El contenido de la sabiduría es el mando. Saber y mandar no es otra cosa sino saber ser obedecido. Sólo sabe mandar el que manda por razón de proporción, es decir, por razón de justicia. Sólo sabe mandar el que midiendo sus cualidades y las que tienen los llamados a obedecer halla entre ambos la proporción geométrica que justifica el mando y le hace efectivo».

Ese orden de la milicia establecido por el mando, «esa figura perfecta, capaz de andar en todas las direcciones; hacia delante, hacia detrás, a derecha e izquierda, hacia arriba o hacia abajo, sin que jamás se turbe el orden», algo así como la disciplina que no es sino «una habituación interna y externa del hombre a estar siempre en orden» va a servir en el futuro para construir la esencia misma de la política: el orden y la disciplina. En definitiva el mando, cuando no se convierte en una burda copia del Mando.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

8 julio 2024

 

TENDREMOS UNA GRAN REINA. General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Me gusta, mucho; y uno cuando cumple tantos años y por su vida han pasado tantos hombres, miles, a los que ha mandado, y tantos a los que ha obedecido, algo queda de la sabiduría necesaria para distinguir, incluso de lejos, solo respirando en el aire de la zona, el tiempo futuro, si va a ser tormentoso o adivinar una mano firme y resuelta, con virtudes intangibles —tan necesarias—, que va a ser capaz de mandar la Compañía y hacerlo con acierto y el menor número de bajas.

Doña Leonor de Borbón, Princesa de Asturias, Dama Cadete del Ejército de Tierra, está dando unas muestras de entereza, de sacrificio y, por qué no decirlo, de estética, que presuponen una vida de entrega a su Patria, una inteligencia madura a pesar de su juventud y una esperanza de unidad y convivencia que a uno se le ensancha alma y corazón al ver sus imágenes, perdonen la debilidad, vestida de Dama Cadete y esforzada, siempre con una sonrisa, ante el deber que como futura Reina se le exige.

España está en momentos de crisis moral y material, pero es algo que parece intrínseco a la nación española, algo que nos hace buscar al mismo tiempo la unidad mientras nos peleamos por lo contrario. Es preocupante el momento que vivimos, pero hay signos que permiten ver que todo pasará y que teniendo una mano firme que vele y practique lo que siempre nos ha distinguido en el mundo, España seguirá siendo una gran nación, es decir: seguirá siendo España.

Una Academia Militar no es un lugar fácil ni cómodo, no hay tiempo para aburrirse ni quizá para divertirse mucho. Pero es el mejor lugar del mundo para el compañerismo, la unión y socorro y la amistad. Es un lugar, no el único, pero sí especial, donde se ama y se conoce a España, donde desde las diferencias de personalidades, de caracteres, de estilos y educación, de creencias e ilusiones, hay una unidad, una comunidad de doctrina, una comunión, que se resume en una palabra: España. Hay otros sitios, que la Princesa de Asturias conoce y conocerá, pero nunca podrá olvidar una Academia Militar.

La formación en materias militares es muy importante, pero la Princesa de Asturias no ha ingresado allí para aprender táctica ni armamento ni siquiera estrategia, que todo ello lo hará, sino para aprender a conocer el alma de los soldados españoles que son mejor que nadie el fiel reflejo de las virtudes, también defectos, de los españoles. En la Academia Militar todos son infantería a pié, historia militar de España, la de sus soldados que son su sociedad, hombres y mujeres dispuestos a dar la vida por España, por los demás, y hacerlo «a pié y sin dinero» en una Institución cuya principal hazaña es obedecer y donde «nadie espere que ser preferido pueda por la nobleza que hereda, sino por la que él adquiere; porque aquí a la sangre excede el lugar que uno se hace y sin mirar cómo nace se mira cómo procede».

Ver las imágenes de la Princesa de Asturias emociona, parece alguien muy cercano, familiar, que está lejos de casa formándose para España, para todos nosotros y, a cualquiera, militar o no, eso le hace ver de alguna manera a su hijo a su nieto, en las mismas condiciones, en el trabajo y esfuerzo que ennoblece.

La Princesa de Asturias es hoy motivo de esperanza, es un ejemplo de servicio y es una figura emocionante en esta España que bosteza sin darse cuenta que tenemos la mejor juventud del mundo, lo que exige que seamos buenos maestros. Los alumnos lo son y cuando se está aprendiendo a servir a España todo es poco para rendirse emocionado ante quien lo hace con tanta elegancia, como si ella fuese la misma España.

Que lo es y será: El símbolo de España.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

21 septiembre 2023

 

PEDAGOGÍA DE LA MONARQUÍA. LA CRUZ DE REY. ¿MONÁRQUICOS O REPUBLICANOS? Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

«Minar la Monarquía»

El Jefe de Protocolo de la Secretaría General de la Casa de Su Majestad el Rey acaba de impartir una conferencia en los cursos de verano de La Granda (Avilés) dentro del ciclo: “Covadonga. Verdad, belleza y bondad de trece siglos (718-2018)”. El tema que expuso fue “Nación, monarquía española y Covadonga”. Todo ello como preparación a los actos del próximo 8 de septiembre triple centenario que este año celebra el Principado y que, en Covadonga, acompañada de sus padres los Reyes, será el primer acto público que protagonice Leonor de Borbón, princesa de Asturias. Un lugar lleno de historia de España y de donde procede en buena medida, la tradición de nuestra monarquía.

España, recordó el jefe de protocolo de la Secretaría de la Casa del Rey, <<tiene la dinastía más antigua de Europa, y el Rey Felipe VI es el 40. º Nieto de Bermudo I, Rey de Asturias entre los años 789 y 791>>.

Pedagogía: enseñanza, educación. ¿Enseñamos, educamos, formamos en criterios? ¿Sabemos de lo que hablamos: Monarquía, República, Democracia?

El diario monárquico ABC publicaba a principios de este mes de agosto la valoración obtenida sobre la monarquía en una encuesta realizada por GAD3 para el diario. El titular era: <<El Rey logra la mejor valoración de la Monarquía desde su restauración>>. <<Felipe VI obtiene una aprobación récord del 75%>>.

El día anterior la portada de ABC era muy distinta. Junto a la imagen de Rey se podía leer: <<Minar la Monarquía objetivo de los separatistas y la izquierda radical>>, para continuar <<Creen que derrocar al Rey es la vía para acabar con el Régimen del 78>>.

Decía  Leopoldo Calvo Sotelo: <<En principio fue el Rey. Así podría dar comienzo, como el Evangelio de san Juan, la historia de la Santa Transición>>.

La monarquía ha sido sin duda estabilidad, unidad. En una España con la historia rota era casi imposible la unidad, el camino de la concordia y libertad. Era necesario el perdón y el abrazo fraternal.

Las Instituciones deberían seguir ese camino, los partidos encabezarlo, servir de guía y referencia; sin que eso supusiese abandonar sus legítimas ideas.

Todo fue bien. Todos cumplieron.

La Corona, encabezando la concordia y el futuro, se dio a conocer. Una monarquía constitucional, de renuncias y grandeza por España, recorrió cada centímetro de nuestra geografía, muchos kilómetros de proximidad, despegada de protocolos y distancias, vio y sintió. Visitó el mundo, España resucitó en lugares insospechados, donde ni nos recordaban. Fui testigo algunos años de la admiración a nuestros Reyes, del amor a España. Cercanos, reales y Reales, en su lugar, ni inmóviles ni anticuados, con respeto al pasado que ya no puede ser presente, sin precipitarse, sin identificarse con nada ni nadie que no fuese lo mejor para España. Conocimos la Monarquía y ella se dio a conocer, se mostró próxima y alcanzable. La Corona llegaba y se identificaba con la idea de España de arriba abajo, de abajo arriba. Era de todos y para todos.

Funcionaron las Instituciones del Estado. Los partidos políticos, el pueblo guió los pasos del futuro con su trabajo y esfuerzo. España, con sus Reyes a la cabeza, ocupaba el lugar que le correspondía en el mundo.

La Monarquía se sentía y se quería. Las Instituciones y los partidos funcionaban al nivel de las mejores democracias del mundo. Esto era España, la España en la que todos creíamos y soñábamos. Poco a poco, con prudencia, caminábamos sin rencores, superando lacras imposibles como el terrorismo de ETA; inolvidable; insoportable el dolor. Pero avanzamos.

La Monarquía era España: símbolo de su unidad y permanencia allí donde sus Reyes estaban. Moderación y compromiso, obligación y entrega.

Los españoles veían un futuro, no fácil, sí posible, alcanzable con su esfuerzo, ilusión y libertad. Con su Reyes que moderaban y mantenían el difícil equilibrio incluso en el duro y delicado momento en que peligró la Transición y supo el Rey estar en su puesto, con firmeza, y ser la voz de mando del pueblo español.

Pero algo se torció. Todo se detuvo.

Aparecieron sombras en el brillante camino. Surgió un mundo de reproches bien estudiado y aplicado con incluso extraña eficacia, propia de un plan meticuloso bien estudiado y mejor dirigido. Un ataque premeditado, directo a la línea de flotación: la unidad de España.

Los partidos políticos se alejaron del sentir del pueblo, las Instituciones dudaron, dejaron su elevada misión para enfangarse en la contienda. Corrupción, era el dinero el poder inmoral de siempre, la corrupción moral, el mayor insulto a un pueblo.

El objetivo era España. ¡A por España! Acabar con la autoridad moral. Borrar la Transición, arrancar de cuajo la historia.

Todo iba bien, pero… Todo se fue. ¿Quién y por qué introdujo la letal infección?

Ahora todo va mal. España retrocede y borra el camino andado.

Apuntan bien, sin error, deriva calculada, carga precisa; objetivo: España. La cuenta atrás ha empezado.

Símbolo de la unidad de España, de su permanencia: la Corona. Es el objetivo a batir; con la memoria histórica. Arma letal.

Don Felipe de Borbón. Rey de España cuando era príncipe de Asturias

<<El Rey logra la mejor valoración de la Monarquía desde su restauración>>. <<Felipe VI obtiene una aprobación récord del 75%>>.

El día antes el titular era distinto, solo 24 horas antes: <<Minar la Monarquía objetivo de los separatistas y la izquierda radical>>, para continuar <<Creen que derrocar al Rey es la vía para acabar con el Régimen del 78>>.

Claro reflejo de la actualidad. Cada uno por su lado.

Una España que se esfuerza por seguir la línea de la unidad y la convivencia, el futuro, el pueblo con sus Reyes.  La otra, radical, revolucionaria, sin objetivo que no sea el enfrentamiento y el dolor que surge de la ruina moral; también económica.

Nos ha faltado pedagogía de la monarquía, de la convivencia, de la entrega por encima de partidismos. Hemos caído en el relativismo: todo vale, el respeto y la convivencia valen tanto como la mala educación y el enfrentamiento. Esa es la libertad que pregonamos.

Nos ha faltado pedagogía y mantener la educación y enseñanza de una Transición ya olvidada y el olvido nos trae… ¡Si yo supiese lo que nos trae!, pero no será nada bueno.

No se ha impuesto de manera casual el enfrentamiento, nos lo han impuesto por decreto y lo malo es que lo hacen por Real-decreto.

Se trata de involucrar a todo lo que huela a España, que suene a España. Hacernos creer que detrás de un Real-decreto está la voluntad de un pueblo con su Rey cuando esa es voluntad alejada del pueblo que clama cada día, que nada tiene de real ni de Real, que no entiende qué es esto, que se pregunta, ¿dónde está la democracia, ¿dónde las urnas de la verdad?

¿Dónde está España? Dónde sus Reyes, su Transición, su historia y su futuro.

¿Quién nos manda? ¿Quién manda aquí? ¿Dónde se han quedado las urnas de la nostalgia?

Pedagogía de la Monarquía. Pedagogía de España. Un duro trabajo que no admite demora. Pongámonos a la tarea; son muchos los que tienen pendiente la suya.

<<Clavad una cuña entre el soberano y sus ministros; o, si no, enemistadle con sus aliados. Sembrad entre ellos las sospechas mutuas de manera que reine en ellos el malentendido. Así podréis conspirar contra ellos>> (Sunzi-El Arte de la Guerra).

La princesa de Asturias Doña Leonor de Borbón

Es España obra de muchos frenos y timones a la vez

Pedagogía: enseñanza, educación. <<Después de Franco, las instituciones>>, sentenció Jesús Fueyo. No le faltaba razón. Era el camino. La monarquía se constituyó en estabilidad y moderación. Fueron el Rey y el pueblo los protagonistas del cambio.

Precisamente a los protagonistas, Rey y pueblo, es a los que se pretende marginar.

En Covadonga el 1 de noviembre de 1977  Don Felipe recibía de manos de su padre el Rey Don Juan Carlos I la insignia de la Cruz de la Victoria como Príncipe de Asturias.

Dijo el Rey: <<Esa cruz significa también tu cruz. Tu cruz de rey. La que debes llevar con honra y nobleza, como exige la Corona. Ni un minuto de descanso, ni el temblor de un desfallecimiento, ni una duda en el servicio a los españoles y a sus destinos. En esa obra bien hecha y en esa voluntad de superación, yo quiero que tú, Príncipe de Asturias, te sientas entrañablemente crucificado>>.

Amén.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

3 septiembre 2018

EL DÍA DE LAS FUERZAS ARMADAS Y EL PRÍNCIPE DE ASTURIAS General de División Rafael Dávila Álvarez (R.)

El Príncipe de Asturias se incorpora a formación como soldado, acompañado del Ayudante del Rey, coronel don Manuel Dávila Jalón.

El Rey habla a su hijo. Felipe, eres soldado, servidor de la Patria…

El 28 de mayo de 1977 se celebró en Madrid un acto de especial significado que no puede pasar desapercibido. Un niño de nueve años, Felipe, Príncipe de Asturias, vestía por primera el uniforme de soldado español. Don Felipe se filiaba como soldado en el Regimiento Inmemorial del Rey nº 1. No era un juego de soldaditos ni el capricho de un niño. Era un acto regio, profundamente arraigado en la tradición de la monarquía española, por el que el heredero de la Corona, el futuro Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, filiaba en las filas del Ejército español. Lo hacía como soldado. Un acto de cariño y reconocimiento del Rey a las Fuerzas Armadas, a la tradición, a la historia.  Dejar pasar por alto esta efeméride sería un imperdonable olvido, pero después de ver el acto de presentación  del Día de la Fuerzas Armadas 2017 y el programa presentado así parece que va a suceder. El próximo día 27 el Rey, aquel niño de 9 años que se filiaba en el Ejército hace 40 años, presidirá en Guadalajara el homenaje del pueblo español a sus soldados. Fecha histórica y significativa. Un niño, un príncipe soldado, convertido en Rey de España y Jefe Supremo de los ejércitos. Del sábado 28 de mayo de 1977 al sábado 27 de mayo de 2017. Cuarenta años.

¿No merece un recuerdo especial? ¿No debería centrarse este Día de las Fuerzas Armadas en aquella fecha?¿No debería estar presente y ocupar su lugar en formación aquella compañía del Inmemorial en la que quedó filiado el Príncipe de Asturias? ¿Olvido?

El Príncipe de Asturias en formación.

Tradición de la Monarquía española

Los tiempos han cambiado y con ello las costumbres; incluso alguna tradición. Los cambios son consecuentes, normalmente con la evolución, siempre a mejor, pero no debe cambiarse a capricho porque se desprestigia, se minusvalora lo que un día sucedió. Y sucedió que una larga tradición lleva a los Reyes de España a filiar a sus hijos, futuros reyes, como soldados. Los Ejércitos son fiel reflejo de las virtudes y defectos de un pueblo, son del pueblo y para el pueblo; por ello las monarquías españolas siempre se han identificado con pueblo y Ejército. Reyes y príncipes han servido en sus filas junto a ricos y pobres. Desde niños se han aproximado a sus filas.

Alfonso XII se filió en 1862 y Alfonso XIII juró Bandera en 1920 como soldado. Ambos en la 1ª Compañía del 1º Batallón del Regimiento Inmemorial del Rey número 1.

Palabras del Rey en la filiación de su hijo el Príncipe de Asturias

Hace ahora cuarenta años, con voz emocionada, pero firme, decía el Rey Don Juan Carlos I:

Toda la Familia Real acompañó a Don Felipe

‹‹Acaba de sentar plaza como Soldado de Honor, mi hijo el Príncipe de Asturias. Desde hoy, se vincula de por vida, a los Ejércitos de España››.

Sus palabras continuaban dando las razones por las que quería que desde tan temprana edad su hijo formase en sus filas.

Los tiempos cambian. A veces quedan añoranzas del pasado.

¿Por qué, si aquello era bueno? Hace un par de años escribí un artículo cuyo título me lo inspiraron mis nietos. Era el Día de las Fuerzas Armadas.

¡Abuelo, no está la Princesa! Me extrañó que la Princesa de Asturias no asistiese al acto y compartiese con los soldados, de los que un día será Jefe Supremo, ese su día. ¿Estaré yo haciéndolo bien trayendo a mis nietos?

‹‹He querido que desde tan temprana edad forme en sus filas, porque quiero que se identifique con nuestros hombres, que sea un buen soldado, que es tanto como decir, un magnífico español››

La Reina muy atenta y emocionada al ver a su hijo como soldado de honor.

Como no podía ser de otra manera el padre, el Rey, daba consejos a su hijo, el Príncipe de Asturias. Era lo que yo pretendía hacer con mis nietos aquel Día de las Fuerzas Armadas de 2015.

‹‹Felipe:

Hoy es día grande para ti. No lo olvides nunca.

También lo es para mí. Mi mayor orgullo es ser el primer soldado de la Nación y darlo todo por la Patria.

Al ver a mi hijo Soldado, pienso en España y pienso en su futuro. En ese futuro en paz, en orden y en progreso.

Que las Fuerzas Armadas, modelo de lealtad y disciplina, sigan formando a nuestros jóvenes y montando la guardia permanente de España. Y que todos y cada uno de nosotros, sepamos cumplir con nuestro deber››.

Con un Viva a España y al Ejército culminaban las palabras de Su Majestad. Hace 40 años. Plenas de actualidad.

Fue un gran día para España, para los Reyes, para el Príncipe de Asturias, para el Ejército.

Hoy recuerdo aquel día. Acompañaba al Príncipe de Asturias, en su presentación y en su puesto en formación, mi padre, Coronel Dávila, entonces Ayudante de Campo del Rey. Era un día grande también para él.

Lo sigue siendo para todos. Creo que es justo recordarlo y al hacerlo surgen de manera inevitable los interrogantes.

¿Olvido? En aquella ocasión acompañaban al pequeño Príncipe la Familia Real al completo.

El próximo día 27 será el acto central de esta semana dedicada a las Fuerzas Armadas.

‹‹Hoy es un día grande para ti. No lo olvides nunca››. Decía el Rey a su hijo hace 40 años.

Sigue siéndolo y por eso lo recordamos y enmendamos el olvido.

Los tiempos cambian, pero hay cosas que perduran, para uno y para la historia.

Palabras de S.M. el Rey dirigidas a su hijo en su filiación como soldado de Honor

General de División Rafael Dávila Álvarez (R.)

Blog: generaldavila.com

26 mayo 2017