Al que más y al que menos el comienzo del Año Nuevo le sugiere adivinar el futuro y desearse lo mejor. Este día 1 pasan por nuestras cansadas mentes, de la larga noche dejada atrás, pensamientos de esperanza y presagios.
En ello estaba; haciendo calendarios. He visto el año 2021 como una larga cuesta a subir; lenta y preocupante. Un camino recto pero en pendiente, con un final que se hace inalcanzable. Hay olivos, campos yermos, trigos y cebadas; praderas de primavera, higueras, las viñas y almendros; hay golondrinas y palomas, puede que confunda la avutarda con los sisones, y hay ave frías con plumero en la cabeza. Liebres y conejos, zorros, lejos se oyen los lobos. El cuco y la perdiz que canta, el mochuelo se esconde, y el águila hambrienta, un augur, escudriña sobre el cereal. Hay verdes montañas y orillas broncas, junto a playas largas y frías. Nubes y azules inmensos, tórridos días también, y nieves cercanas. Es todo un contraste España. Tengo un amigo inglés que ayer me dijo: «Me he acostumbrado a España y ya no me voy». No dice que le gusta, sino que se ha acostumbrado. Es un matiz digno a tener en cuenta. España acostumbra.
Hay que acostumbrarse a las cuestas que en España son abundantes. Solo es necesario aceptar el reto que plantea el esfuerzo.
Nos dice Heródoto que Píndaro enseñaba que la costumbre es la reina del mundo.
La última columna de César González-Ruano la tituló La Costumbre y en ella decía: «Voy creyendo que todo reside en la costumbre. Y que, muchas veces, la muerte puede consistir en ir perdiendo la costumbre de vivir». Ese día murió con su columna cerrada.
No sé por qué he empezado el año con el pensamiento puesto en la pérdida de las costumbres, la más importante: nuestra forma de ser español. He mirado atrás, — ¿quién no lo hace al empezar un año nuevo?— y me ha entrado cierto temblor al volver a leer aquella columna.
La costumbre de ser español va arrinconándose y da paso a ciertas novedades que no son tales, sino oposición a lo que a base de tiempo y generaciones ha creado nuestra cultura: la española.
Figura en los tratados de maldad que desarrollan repeinados inútiles y vanidosos gobernantes que maneja el ventrílocuo.
Ahora el camino en cuesta pretende nuestro cansancio de ser español; buscan que perdamos la costumbre hasta darle muerte a lo español.
Y se hará costumbre…, pero yo jamás podré dejar de serlo. Con todo lo que conlleva, que puede que sea hasta el renuncio a serlo. Ellos lo llevan en su desgracia. Para otros, entre los que me incluyo, sería como ir perdiendo la costumbre de vivir.
Modernidad. «¿Cómo decir a este mundo que es un viejo? / No recuerda haber vivido nunca».
Preparémonos para el camino, la cuesta arriba, entre jaramagos y amapolas a pesar de los campos yermos… «Y, a veces, reluce el mundo ciertamente».
Rafael Dávila Álvarez
Blog: generaldavila.com
1 enero 2021