AMANCIO ORTEGA. EL CONDE GALLEGO Rafael Dávila Álvarez

Amancio Ortega

No sé cómo es en las distancias cortas, que más bien parece un icono económico, pero jamás olvidó su pequeño negocio.

Le vi en esa lejanía, como a otro cualquiera, sin el fulgor de los que no se bajan del coche ni del caballo hasta que no les abren las puertas o les dan la mano servil.

Él sirve.

Sabemos lo que ha hecho. Es más que suficiente.

Cuentan que es un señor muy normal, muy familiar, con carácter, y que viste normal, come normal y pasea normal, aunque alguna vez en yate. Hace cosas normales, como dar trabajo y riqueza a su nación y de camino a súa terra.

Creo que lee poco, pero lo importante de él no es que lea, sino leerle, su actitud, su sinceridad, humildad, trabajo, y por encima de todo haber sido siempre el mismo. Esa es una lectura que a más de uno le vendría bien. Exigente, no le gustan las medianías ni que le vengan con cuentiños ni mentiras. Es difícil colársela.

Le gusta tomarse el café con el amigo de siempre y ver la dársena desde su casa, además de las cigalas y el godello. Le he visto hacer cola para entrar en un pequeño restaurante cerca de La Coruña, en la misma que yo esperaba; tomamos el mismo pulpo; bebimos el mismo tinto, de una jarra, del país, muy bueno por cierto.

ZARA

Parece que llega el relevo en ZARA, como a él le gusta llamar a INDITEX, que fue su primera casa y su primera bata.

Amancio Ortega ha revolucionado España, para bien, para que los aviones que van y vienen lleven más trabajadores de INDITEX que ninguna otra empresa del mundo, para que el avión de La Coruña sea el de Arteixo. Ha vestido a medio mundo como si fuesen reinas y reyes. No es el más rico del mundo, una clasificación subversiva y malintencionada, sino el Papa Noel del mundo que desde su fábrica hace lo indecible para que todos coman el turrón, incluso los más necesitados de salud.

La pena es que no hayan llevado sus manos directoras la logística europea, como sus fábricas. Ahora Europa sería una potencia mundial.

El Conde gallego

Él ya es grande de España y su selección es campeona del mundo, varias veces, no hay final que se le resista, ni título que no haya ganado, pero eso es ya la historia de un hombre que deja la empresa en manos de su hija y da un paso atrás, sin dejar de caminar hacia adelante.

No querrá homenaje y se irá con la misma sencillez que ha dirigido su empresa, su mejor premio, pero no estaría de más que España se lo reconociese al menos con un título, nobiliario, por nobleza, como el de Duque de Arteixo.

Su selección no mete goles, mete millones a las arcas de España y da de comer a ese mismo número de españoles.

Amancio Ortega ha hecho por España lo que todavía esperamos de otros a los que solo se les ve el nombre y no los hechos.

Supongo que lo que sugiero está ya en marcha. El Conde Gallego.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

2 diciembre 2021

1001 Historias Romanas de Lepanto, Política y Diplomática. Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Recibo de mi buen amigo Francisco Vázquez y Vázquez —Paco Vázquez— Alcalde que fue de la ciudad de La Coruña y Embajador de España cerca de la Santa Sede, cargos en él de absoluto servicio a la Patria, el librito que lleva el título que acompaña. Una delicia.

Responde a la conferencia dada en el Museo Militar de La Coruña dentro de los actos conmemorativos del 450 aniversario de la batalla de Lepanto.

Paco Vázquez nos cuenta la historia a la vez que, con habilidad y la sagacidad de un Embajador, engarza aquellos eslabones con los actuales, a pesar de que algunos quieren desenganchar la historia de España de su verdad y rigor. Lo hace nada más empezar «a modo de exordio en el deseo de ser fiel a la verdad de la historia y su memoria», recogiendo la enseñanza de Don Quijote de la Mancha:

«Debiendo ser los historiadores puntuales, verdaderos y no nada apasionados y que ni el interés, ni el miedo, el rencor ni la afición no les hagan torcer del camino de la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir». Dice el Embajador «Sirva el axioma cervantino para poner en evidencia la mezquindad intelectual de quienes en los tiempos actuales pretenden imponer un control totalitario de la Historia, de su verdad y de su memoria».

Como ven empieza con fuerza, y es que el opúsculo de Paco Vázquez es de principio a fin un apasionante relato de una de las acostumbradas hazañas españolas cuando lo español se deja de ambages y mezclas extrañas y sale con la pureza de la fe y el patriotismo.

El libro está editado con gusto y delicadeza como no podía ser de otra manera cuando el editor es Manuel Arenas Roca, librero de La Coruña, amante de la historia y un caballero español. Siento decirles que se trata de una edición especial numerada, pero tengo la seguridad de que si se dirigen a la editorial podrán hacerse con la obra. Merece la pena.

El libro es de fácil y amena lectura y por primera vez veo un pasaje tan complejo de nuestra historia sintetizado con pulcritud y rigor a la vez que aporta documentos y nombres casi desconocidos.

Tiene un introito que permite situarse en el lugar y encontrar las razones de los hechos con una gran panorámica del momento, por cierto con gran acierto y oportunidad para transportarnos a la situación actual.

Entra de lleno en materia con una preciosa descripción de la relación del gran Felipe II con su Embajador y con el Santo Papa Pio V, recreándose con los protagonistas de la batalla donde recupera nombres algo olvidados y sobre todo resalta el valor y el honor de los verdaderos protagonistas: las tropas, los tercios españoles. Le sigue los retazos de la batalla, difícil labor que resuelve Paco Vázquez con estratégicas palabras y ¡cómo no! con algo a lo que siempre va unido mi recuerdo: el rezo del Rosario, razón sin duda de la victoria, que recomendó rezar Su Santidad, 7 de octubre, Virgen del Rosario, Patrona de esa bella ciudad de la que el Embajador fue su Alcalde.

Miren: léanlo. En un día de lectura entenderán más de mil años de historia.

Gracias Embajador y cierto es:

«La más alta ocasión que vieron los siglos pasado, los presentes, ni esperan ver los venideros».

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

27 noviembre 2021

 

CONMEMORACIÓN DEL CENTENARIO DE LA CAMPAÑA DE MELILLA. ANNUAL 1921 Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

El General de Ejército D. Amador Enseñat y Berea, recién nombrado JEME. ha querido que su primer acto de carácter militar sea el homenaje a los miles de soldados que lucharon y murieron dando su vida por España en la Campaña militar de Melilla en 1921 de la que se celebra el Centenario. Un Centenario que había pasado desapercibido institucionalmente y que ahora se recupera en una ceremonia celebrada en nuestra eterna ciudad de Melilla y que a pesar de la poca repercusión mediática queremos resaltar aquí porque: es la conmemoración de mayor relevancia militar de todo esta año 2021 que termina.

El pasado sábado día 17 el nuevo Jefe del Ejército de Tierra presidió en Melilla el homenaje para corroborar que la historia militar la componen y la estructuran nuestros soldados y por tanto seguimos fieles a nuestras Reales Ordenanzas: «Los miembros de las Fuerzas Armadas se sentirán herederos y depositarios de la tradición militar española. El homenaje a los héroes que la forjaron y a todos los que entregaron su vida por España es un deber de gratitud y un motivo de estímulo para la continuación de su obra».

Hace ahora cien años muchos de nuestros compatriotas regaron con su sangre la seca y correosa tierra rifeña donde el deber les exigía aguantar el silencio de aquella incomprendida misión que les llevó a un final aún inexplicado e inexplicable.

La conmemoración militar tiene algo que va más allá de la historia y de las opiniones. Significa que el recuerdo a los que cayeron en el campo de batalla permanece en los anales de su historia y en nuestros corazones a base de recordar los hechos y transmitirlos como enseñanza y ejemplo.

Hace unos meses escribía un artículo sobre el homenaje que un español, en solitario, en La Coruña, rendía honores a los héroes de Annual depositando una Corona de rosas blancas a los pies de la bandera de España que se iza en la antigua Capitanía General. Expresé mi admiración a aquel español al que luego tuve la oportunidad de conocer personalmente: Francisco Vázquez de la Iglesia; y escribí aquello también con un reproche dirigido al olvido, a aquellos que deberían recordar institucionalmente los hechos y no lo hicieron.

Hoy tengo que mostrar mi alegría, la de soldado, y con ello me llega el recuerdo de las primeras estrofas del Himno de Infantería

Ardor Guerrero vibre en nuestras voces

y de amor patrio henchido el corazón

entonemos el Himno Sacrosanto

del deber, de la Patria y del Honor.

¡Honor!

Por fin se ha rendido el debido homenaje institucional y restituido la memoria de aquellos que murieron cumpliendo su deber. Hay España por la que rezar y a la que defender. Solo con un gesto se puede hacer más que con mil campañas de desmemoria.

Permanezcan en nuestro recuerdo aquellos que en los confines de la tierra su último suspiro fue un Viva España para morir por España.

Elevemos nuestra oración por ellos.

 El toque de oración inicia el vuelo

y hay en las últimas luces del cielo

algo invisible que nos acompaña,

como si en la quietud de los soldados

estuvieran aquí formados

todos los que murieron por España”

(Coronel Luis López Anglada)

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

18 octubre 2021