Teoclímeno es un personaje homérico que en la Odisea, canto XX, pudo predecir un eclipse solar. Hay datos que lo confirman y hasta datan el fenómeno, pero no entremos en discusiones científicas.
Solo recordar las palabras de aquel vidente: «El Sol ha sido borrado del cielo y una oscuridad funesta invade el mundo».
Los eclipses siempre presagian, nada bueno, como en la Odisea que profetizaba la muerte de los pretendientes que competían por casarse con Penélope.
El presidente del Gobierno del Reino de España no asistirá a los funerales de Su Santidad el Papa Francisco y nos parece muy bien ya que la razón que parece alegar es no querer eclipsar la figura Real (del Rey de España), o del Vaticano quizá, Roma la antigua y la nueva; mejor se queda en casa y debemos agradecer el gesto que evita que el Sol se borre con su presencia.
Ello me ha recordado la anécdota militar, muy de moda en su momento, que ya las nuevas generaciones han olvidado dada la perfección en la transmisión de las órdenes, lo avanzado del mando y control y el alto nivel técnico de nuestras tropas, alcanzado en estos tiempos al ser la inteligencia artificial y no tan natural como lo era la nuestra. Éramos muy burros y las órdenes se iban alterando ellas solas en el recorrido de arriba abajo.
Fue con motivo de un eclipse total de Sol en España y la incertidumbre y temor que despertó el acontecimiento. No lo tenemos datado como el de la Odisea.
En uno de nuestros Regimientos más conocidos el coronel quiso que todos sus soldados viesen en directo el prodigioso fenómeno para lo que transmitió la consiguiente orden a su ayudante:
-Mañana sobre las nueve habrá un eclipse de Sol, cosa que no ocurre todos los días, por lo que quiero que todos los hombres de este Regimiento comprueben el fenómeno con sus ojos sin que nadie les atemorice con malos presagios. La tropa saldrá al patio en traje de faena para que puedan observarlo y yo mismo estaré presente para explicarlo. Si llueve, no podrá verse nada, así que ordenará usted que se lleven la tropa al gimnasio.
El ayudante transmitió la orden al capitán de la 1ª Compañía:
-De orden del Señor coronel, mañana a las nueve habrá un eclipse de sol; si llueve no podrá verse desde el patio y, por ello, en traje de faena el eclipse tendrá lugar en el gimnasio, cosa que no ocurre todos los días.
El capitán transmitió la orden al sargento de semana sin dejarse ni una coma:
– Mañana a las nueve, en traje de faena, el coronel eclipsará al sol en el gimnasio, como ocurre todos los días que hace buen tiempo; si llueve tendrá lugar en el patio.
Del sargento pasó al cabo furriel:
– Mañana a las nueve el eclipse del coronel en traje de faena por el sol tendrá lugar en el gimnasio; si llueve allí, cosa que no ocurre todos los días, la tropa formará en el patio.
Así la orden estaba dada por su conducto reglamentario por lo que radio macuto empezó a oírse entre la tropa:
– Mañana si llueve, el sol eclipsará al coronel en el gimnasio. Lástima que esto no ocurra todos los días.
Me quedo con el final. Es evidente que no me refiero a la muerte de un Papa, sino que bien está que cada uno ocupe su lugar y el Sol sea Sol, las estrellas a lo suyo y los meteoritos dejen de impactar entre nosotros.
Hay soles que están perdiendo su escaso brillo. Lo avisó Teoclímeno: «El Sol ha sido borrado del cielo y una oscuridad funesta invade el mundo».
El sol eclipsará al coronel.
Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)
Blog: generaldavila.com
24 abril 2025






