LA GUERRA SIGUE Y SEGUIRÁ. General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

 

Áyax, confundido, acaba con su vida. Confundió a los combatientes con borregos.

Algo está pendiente. En la guerra siempre existe la incertidumbre de mañana. El ataque de Ucrania en la retaguardia rusa no es importante por sus efectos materiales. Ni mucho menos. Rusia se recuperará de los efectos materiales adversos con rapidez y disciplina. El efecto moral es lo importante, pero no se crean que es bueno para Ucrania haber logrado ese impacto porque la moral de las tropas rusas no es suya sino, como todo, de su presidente. En este caso creemos que Ucrania ha logrado lo contrario a sus intereses. No será fácil logar una pérdida de moral entre los combatientes rusos. Todo lo contrario. El Ejército ruso no es amigo de grandes reacciones ofensivas ni de exhibiciones bélicas muy articuladas alrededor de la propaganda. Más bien es silencioso, eficaz y rompe con dureza y decisión. Lo que significa que por mi parte no espero un respuesta rusa muy violenta al ataque perpetrado por Ucrania. La habrá, pero a su manera. Recuerden la reacción al Nord Stream II o a la rebeldía de Prigozhin. Todo continua con su lento avance y definitivo final. Son lentos, poco dados al asalto final, pero acaban venciendo. Hasta ahora así ha sido. Habrá que esperar con el permiso de Europa.

A todo esto los silencios extraños de Trump algo están diciendo. Oriente Próximo no se relaja, Irán espera el ataque de Israel, Gaza ¡siempre Gaza!, la silenciosa China, y no les extrañe que algo estalle antes de lo que se piensa. Allí donde nadie lo espera. África podría reventar con grave repercusión para España a la que le han robado el control en el Estrecho. Por el sur estamos indefensos. Como por el norte, aunque por allí no hay enemigo.

Introduzco este paréntesis de España porque han terminado unas importantes maniobras en el norte de África con la participación de España que ha huido de Marruecos y de Israel, pero sospechosamente nos han silenciado los ejercicios militares (African Lion). Desde el punto de vista de la democracia nuestras Fuerzas Armadas viven una dictadura absoluta. Nadie se mueve ni nadie responde a las preguntas de quién es nuestro enemigo, que armas no tenemos, como vamos a reponer las que hemos tirado por la borda por nuestra inquina hacia Israel, en definitiva nadie responde a la pregunta de riesgos, amenazas y postura a adoptar. Deberíamos hacer menos juegos florales y exhibiciones gratuitas, que de nada sirven, y pensar más en Perejil, ahora que se acerca el mes de julio. Por allí todo es casus belli y ahora allí se posiciona  nuestro amigo Trump. También Israel; no lo olviden.

Podría ser que en la Cumbre de la OTAN en La Haya alguien tenga el valor de preguntar ¿y de España qué?, incluso podría acercarse Puigdemont a desarrollar su tesis sobre la defensa de Cataluña, la Constitución española y su encaje en la Cataluña independiente. El Ejército español que se olvide del artículo 8.

Hecho el paréntesis obligado para la guerra en España, sigamos con la mundial.

O esto se acerca rápido al acuerdo, del tipo que sea, o de aquí al verano que viene (2026) Rusia ocupará Ucrania desde Kiev hasta Odessa con el Dniéper como frontera. El mapa de Europa habrá cambiado, de hecho ya lo está haciendo. ¿Cuál es el peligro? No hay que ser muy listo para entender que habrá un final inesperado como lo fue el de la II Guerra Mundial. Estamos viviendo la Tercera, con la invasión (blanda) de Europa incluida y así lo conocerán las generaciones futuras. Que nos lo reprocharán por no haber sabido defender lo que era nuestro.

Trump cada día que pasa se desentiende más de Europa. Podría anunciarlo en la Cumbre de La Haya. Adiós.

Esa es la razón y no otra por la que Europa está tan nerviosa y exigente en materia de Defensa. No le falta razón, pero lo que es dudoso es que tenga uso de razón para saber enfrentarse a los hechos. Trump lo ha intentado y se ha encontrado con la histórica soberbia europea.

Volvemos a años imborrables de la literatura bélica, pero que  parecen desaparecidos de nuestras vidas reales. El rearme que anuncia Alemania debería ser revisado, analizado y ver si es suyo o compartido. En los temas de la necesaria energía ella negociaba con Rusia y nunca contó con nadie; eso fue uno de los motivos de la guerra actual: las cañerías del gas  se convirtieron en fango.

Europa es la de siempre pero hay actores nuevos que se escoran un tanto hacia Oriente Próximo. La geografía arrastra todo:  la diplomacia, la economía y al final a los ejércitos. Saber geografía es saber de todo. ¿Cómo se sitúa Turquía? No olviden Chipre,

Ahora prima la economía de guerra y la diplomacia se somete a la industria militar, como los ejércitos. No es que nos guste la guerra, sino que la inteligencia artificial  y las redes sociales ya no son suficientes para alimentar a tantos y no hay más remedio que acudir a otras fuentes de financiación y ninguna como la guerra. Es inevitable. Es geografía. Es un tema de recursos. Cada vez es más necesaria la energía que alimente las cabezas vacías del personal aborregado. Todo es geografía, que es demografía.

Quedémonos con ello: demografía: «Cuando el mundo se encuentra sobrecargado de habitantes, el único remedio es la guerra, que provee a cada hombre, ya sea con la victoria o con la muerte» (Leviatan. Hobbes).

Está por ver esa cita decisiva de la OTAN en La Haya y la reacción de Trump. Hay una opacidad absoluta en todo. En la era de la información el mundo está a otra cosa. Todo se lo cree y se me antoja que se ha perdido el control.

¿Quién mató a plena luz del día, en la puerta del colegio de sus hijas, a Andriy Portnov? Así es todo. La lista es interminable. Unos de un lado otros del contrario. De eso se trata. Putinistas, trumpistas, zelenskinistas, izquierdistas, derechistas: borregos desinformados a sueldo. Poco sueldo. Todos opinan. En eso consiste la libertad que nos venden. Saber nada, opinar de todo y aceptar la miseria diaria o mensual. Otros se llenan de guerra y sus muertes solo sirven para mayor diversión de otros, y sobre todo para mantener  el circo entretenidos con la discusión. ¿Quiénes hacen caja?

Étienne de La Boétie escribe, mediados del siglo XVI, Discurso de la servidumbre voluntaria o el contra uno: «Lo único que los hombres no desean es la libertad, y no por otra razón que ésta: porque, si la deseasen, la obtendrían».

No queda duda. La estupidez humana es la guerra, que nos divierte mientras no nos llegue. Pero llega y pronto. No hay generación que de ella se libre.

Empezábamos con el intento de saber que va a pasar con este mundo en guerra. Quien les diga algo profético miente. No hay oráculo posible. Solo algo cierto, muy incierto, que la tercera guerra mundial la tenemos encima y que no hay generación que se libre de la mayor estupidez humana: la guerra. Pero parece ser necesaria. Es pura geografía que se mezcla con la demografía.

Termino con Hobbes: «el día que yo nací, mi madre parió dos gemelos: yo y mi miedo».

¡Mientras quede miedo!, ya ni eso.

Sigan libres y tan siervos. Es la guerra.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

9 junio 2025

 

 

 

 

 

PROGRESISMO. Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Si la palabra no fuese interrogación no sería necesaria. Todo estaría claro y además sería bello, a pesar de que en mi criterio lo más hermoso que tiene la vida es la permanente duda que nos acompaña. Es en definitiva el equivalente a la libertad. La palabra es su expresión. De ahí que todos quieran tener el uso de la palabra. Dominar con su posesión.

El mundo se constituye sobre lo incierto, mar de dudas donde se maneja el ser humano en constante marejada haciendo frente a las tormentas que traen los dogmatismos que cercenan directamente la posibilidad de cambiar de rumbo, es decir de palabra, cuyo uso limitado y en una única dirección la convierte en un ídolo dorado al no permitir que entre ellas se interroguen.

Por eso existen los ladrones de palabras. Es el peor de los robos y el mayor ataque a lo que mantiene vivo el mañana del hombre: la libertad.

No hay arma que llegue tan lejos, tan fuerte, tan vital y mortal. Es toda ella poder. Los hombres quieren ser dueños de la palabra justa con la que vencer al miedo, inconscientes de que no existe, aunque conocedores de que siempre hay una palabra que puede arrastrar al conjunto con el engaño. Es un arma que requiere sabiduría y maldad en su manejo si es para lograr el objetivo de la posesión. Decir malo o bueno no es decir nada. Lo que importa es quien lo dice y la bandera que porta. Eso en política da lugar a los «-ismo: forma sustantivos que suelen significar “doctrina”, “sistema”, “escuela” o “movimiento”».

El que consigue robar una palabra y con ella transmitir un código que invite a un idílico paraíso o transmita una pasión irresistible, dominará el arma.

La primera palabra escrita está en la Ilíada: «la cólera (resentimiento) -¡que mal haya!…». Ahora sin la categoría de Homero alguien intenta escribir una obra que empieza así: «el progresismo…», como fueron otras doctrinas perversas y engañosas.

El Menelao actual, al que un día le robaron la cartera (no lo olvida), pretende que todos vayamos a su lado, en su defensa, y se hace líder del progresismo, un invento que nada dice y se concreta en la teoría moderna del comunismo, «pa asá una vaca», populista, gamberro, agresivo, violento, ciudad sin ley; sobre todo engañoso y que pretende convertirse en una religión a base de robar la palabra de otros textos.

El progresismo de Menelao todo lo promete y no da nada. Es presidir una democracia controlada por demagogos e ineptos muy adecuados para plagiar sistemas y no aceptar derrotas.

¡Cuidado! Todo lo invaden. Penetran entre las rendijas. Cuando abres el salón de tu casa, cuando coges un libro de tu biblioteca, cuando haces un nombramiento en tu negocio o empresa, cuando vas a la compra, cuando en el cine…, o en el gimnasio…, allí está el progresista dando consejos, que ha entrado en tu casa como si fuese una letal dosis de inteligencia artificial. Su belleza es tan efímera como una amapola y por tanto el truco para dominar está en el elevado número que crece en las cunetas, unas rojas otras blancas, todas de mortal belleza. Están por todas partes y mutan en las estaciones de amapola a flor de invierno.

Su devocionario o doctrina está en los constantes mensajes de obligado cumplimiento: el BOE. La bondad y legalidad de su doctrina no puede ser puesta en duda ya que tienen sus propios interpretadores del mensaje y un tribunal decisorio que determina si esa doctrina se ajusta o no a la de la grandeza de su elíseo.

Conmigo o contra mi. Si es necesario hacen como que se van. Vuelven.

«Erguido sin piedad en medio del recinto, el caballo vomita guerreros y Sinón victorioso, insolente, incendios provoca […]. Te espera un largo exilio y arar la vasta llanura del mar…» (Eneida. Virgilo).

Será la penúltima de las trampas; cuando veamos que hasta allí han logrado penetrar, dominar el símbolo, ya no habrá tiempo para rectificar (Troya arderá), y la única salvación será no esperar salvación alguna.

Los ejércitos también están contaminados por el progresismo. Hace ya mucho tiempo que por ello se pierden las guerras.

«Porque desde que los romanos se aficionaron a los placeres, empezó la ruina de mi patria».

Cuidado con el «Gran progresista». Le daré un consejo que a mi me dio Hobbes: «Los pactos sin espada son solo palabras».

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

22 enero 2024

Blog:generaldavila.com

MERCADERES DE LA MUERTE Y MERCENARIOS General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Estatua ecuestre en Padua del condotiero Erasmo de Narni, conocido como Gattamelata (escultura de Donatello).

Tomarse estas cosas de la guerra como un negocio es una hipócrita manera de aprovechar el enfrentamiento para rentabilizar la muerte y más concretamente los artilugios que para ello se utilizan, pero sobre todo el peor de ellos: el hombre que los maneja, da lo mismo que sea soldado o no, lo que importa es que participe en la lucha, mate y requiera armas para ello. Algo que el mercantilismo vio hace unos años: ¡vaya negocio que es la guerra!

Homero fue tanto profeta como poeta, que quizá sea lo mismo, y en sus primeros versos, con tanta belleza como ironía, describía al hombre y su permanente quehacer: matarse.

Canta, diosa, de Aquiles el Pelida

ese resentimiento —¡que mal haya!—

que infringió a los aqueos mil dolores,

y muchas almas de héroes esforzados

precipitó al Hades,

y de sus cuerpos el botín hacía

de perros y de todas

las aves de rapiña…

Los miles de años han sellado el terror entre los hombres. Hasta el tiempo teme a esos que se hacen llamar humanos. No tanto a los que se hacen la guerra como a los que te llevan a la guerra y te dotan para ello. Ni al inicio de una frase puede mayuscularse su nombre: mercaderes de la muerte: dioses minúsculos.

¿Quién fue de entre los dioses el que a entrambos

los enzarzó en reyerta

para que contendieran?

En el mercado de la guerra el producto es material y humano: ahora aparece de nuevo el negocio: mercenarios. No den marcha atrás a la historia. No es necesario repasar la paz de Westfalia ni leer detenidamente (cosa que no suele hacerse) a Maquiavelo; ni siquiera es necesario explicar lo que era un condotiero (los hubo magníficos). Sin saber nada de eso hoy sabemos algo más y mayor: que en los tiempos que corren tener mercenarios es humillante: para la sociedad y para los ejércitos. Los Estados deberían avergonzarse y los Ejércitos estudiarse. Es un mercado de muerte.

Tanto que produce rubor leer hasta donde llega su presión.

El Jefe del Estado Mayor de la Defensa de España llega a decirnos, cito textualmente, como nos afecta este mercado de muerte alrededor de la guerra.

«Nosotros estamos haciendo un esfuerzo enorme por mantener estas misiones (se refiere a nuestra misión en el Sahel) de forma que podamos intentar ayudar a estos países a salir adelante y que ellos sean capaces de gobernar en la totalidad de su país, porque ahora mismo no lo son. Pero también tenemos el problema de la penetración de Rusia y, encima, la mayor parte de esa penetración es con una compañía privada de seguridad como es Wagner cuyas reglas de juego son las que ellos deciden, sin ningún tipo de respeto a ninguna legalidad vigente ni a nada. Ahí tenemos una clara competencia con ellos, porque, claro, nosotros formamos a los soldados malienses con una serie de respetos a los derechos humanos, respeto a la dignidad de la mujer y con respeto a todas estas cosas, que luego utilizan Wagner. Entonces es ahí cuando la Unión Europea ha decidido que se corte el adiestramiento, porque no puede ser que nosotros formemos a esos soldados que luego se empleen de otra manera distinta…». La Unión Europea se ha ido; sin más. España, nuestros soldados se han quedado, con acuerdo bilateral.

Los mercaderes han descubierto que para matar solo hay que pagar y que entre fabricar un arma y pagar al que la utiliza el saldo es muy positivo. Mientras más armas sean necesarias a más hombres pagaremos y la guerra será más larga: de eso se trata.

Siempre es guerra o intervalos de preparación y repostaje: altos técnicos. Hobbes decía: «Cuando el mundo se encuentra sobrecargado de habitantes, el único remedio es la guerra, que provee a cada hombre, ya sea con la victoria o con la muerte».

Mercenarios que los mercaderes manejan como esclavos y venden al mejor postor. Los ejércitos regulares, por ahora, guardan las capacidades y mantienen los valores, aunque nadie sabe hasta cuándo. No saben qué valores predicar y algunos dudan de que existan valores que predicar.

Tú formas soldados, pero otro que paga más los deforma y forma en la forma de matar más económica y rentable mientras saca de las entrañas de la tierra los escondidos tesoros que guarda: para comprar más matadores.

Freud se plantea junto a Einstein: ¿Por qué la Guerra? Pulsiones es todo lo que dicen. «El ser viviente protege en cierta manera su propia vida destruyendo la vida ajena».

La preocupación se convierte en una necesidad imperiosa: que alguien estudie al ser humano como lo hizo Homero. Porque desde entonces nada ha cambiado.

Hay aquí un negocio muy rentable para los que trabajan desde la sucia retaguardia del poder amparados por sus colegas que escriben con los muñones y sobre piedra, pero a la hora de la cuenta de resultados las ganancias son opíparas incluso después de haber pagado a la viuda y haber corrido con los gastos de ese monumento que no va más allá de una piedra encima. Los vaqueros del Oeste americano tenían mejor final después de perder el duelo. Al menos habían muerto en la libertad de aquellas inhóspitas tierras dominadas por el vuelo del águila y el sonido del cascabel de la serpiente.

Vivimos uno de los fenómenos más antiguos del mundo: el fenómeno del fenomenal negocio de la guerra que a todos ponía de acuerdo: amigos y enemigos acordaban matarse. Todo aquello Homero nos lo presenta lleno de guerreros prototipo de la virtud unos y de los mayores vicios otros, del sacrificio y del egoísmo, del amor y la traición, guerra pura y cotidiana. El gran Homero hoy tendría que minimizar el heroísmo y casi su Ilíada sería un lamento a la degradación a la que ha llegado el hombre.

Los elementos fundamentales de la actividad militar  son los hombres y las armas. Hoy no son lo fundamental, son simplemente los que alimentan las fábricas de guerra. Más hombres, más armas, componen una industria brillante; los unos y las otras.

La guerra es un negocio, antes lo era la vida que al fin terminaba con la muerte. Muy rentable es matarse.

Leo a Simone Weil en La Guerra de Maite Larraruri:

«Ojalá los humanos hicieran las guerras por algo tan material como las riquezas; quizá entonces calcularían las ganancias y las pérdidas de un conflicto y sabrían detenerlas a tiempo. Pero desgraciadamente las guerras las hacen los que no piensan».

Ya no hay forma de detenerlas. Las riquezas no piensan, solo se alimentan alejadas de la vista y el ruido.

Deberíamos hacer un esfuerzo enorme por recuperar los valores tradicionales que adornaron a nuestros ejércitos en otros tiempos y que tanto bien hicieron a una sociedad joven y animosa. Lo estamos haciendo muy bien, pero no es necesario mendigar ni escribir sobre el fondo del mar lo que está escrito en el granítico uniforme militar cuyo precio es la vida de tantos que abonaron la historia militar de España. No requiere más cambio que saber contarla. Hecho esto no habrá miedo a contratistas ni mercenarios.

El valor y el honor componen el mejor ejército del mundo.  No es necesario pagarlo; se nace con ello.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

5 julio 2023

LA PEOR DEUDA DE UN GOBIERNO INFAME. QUE NOS DEVUELVA A LOS MUERTOS Rafael Dávila Álvarez.

La edad sí que importa. En la Ilíada todo empieza cuando un anciano reclama la libertad de su hija.

<<¿Cuál de los dioses promovió entre ellos la contienda para que la pelearan?>>.

La pandemia lo ha dejado bien claro. Somos demasiados y no hay para todos. A la hora de elegir señalan a los viejos. ¿Se equivocan? Claro. Nadie es quien para elegir. La libertad es igualdad ante la vida y la muerte que no distinguen, sino que extinguen las dos. Lo mismo se lleva a uno que a otro. Es el precio de ser libre. Si la vida estuviese hecha a base de milagros no merecería la pena. La libertad se enfrenta siempre a la muerte y nadie puede confiar en los años ni en su juventud, porque llega sin distinguir el día, ni la hora.

Difícil de entender. Cada uno tiene sus propias armas, pero a la vejez solo le queda dejarse en manos de los demás. Volvemos a ser como niños a la espera de regresar al lugar de dónde venimos.

¿Seremos muchos y por ello la guerra?

<<Cuando el mundo se encuentra sobrecargado de habitantes, el único remedio es la guerra, que provee a cada hombre, ya sea con la victoria o con la muerte>> (Hobbes).

En esas estamos.

Me dice un viejo guerrero político, curtido en mil batallas, que ya no le quieren en ese mundo, les parece muy antiguo. La antigüedad ya no es un grado, sin darse cuenta que el voto jubilado representa más del 30%, doble o triple que el de los menores de 30 años. Solo hace falta alguien que sepa aunarlos y aprovechar voto y experiencia. Son los grandes olvidados y el reflejo de una sociedad desagradecida. Molestan los viejos; viven ahora demasiado. Pero votan.

La guerra está definida en la Ilíada. No la de los cañonazos, sino la de la vida misma, de amores y pasiones, el corto acto entre la vida y la muerte, de intensidad y grandeza por encima del tiempo, de dioses que se creen hombres, y hombres hijos de dioses. <<Quien a los dioses obedece es por ellos atendido>>. Entre el deber y la pasión, unos súbditos, otros cobardes, unos que luchan por los suyos, otros para llegar al conocimiento de los hombres venideros, otros por la descendencia.

Muy pocos para dar ejemplo de vida y muerte. Eso ya no está valorado.

Héroes de cuentos populares que van cambiando el nombre según el momento y el aedo que lo relata. Cuando nos canta que lo peor de la batalla no es morir en ella, sino regresar a casa vivo, donde ya nada es ni será igual. Una odisea, con final fracaso cuando pensabas que ya todo había acabado y estabas en la calma.

La guerra termina con la súplica de la vejez por recuperar el cuerpo joven del guerrero, que era su hijo, su descendencia. Para recuperar la honra de su pueblo, tuvo el anciano que engrandecerse con la humillación:

<<Mas, ¡ea!, a los dioses ten respeto,

Aquiles, y piedad de mi persona,

recordando a tu padre,

si bien de compasión soy yo más digno,

porque yo soporté lo que hasta ahora

ningún otro mortal sobre la tierra:

a mis labios llevarme yo la mano

del varón asesino de mi hijo>>.

Nunca la historia de la guerra ha dado un gesto de tan sublime grandeza.

Gesto que otros han despreciado en uno de los momentos más tristes que ha vivido la humanidad. Pandemia diaria es la vida, guerra y muerte. Continuación uno de lo otro. Pero hasta en la guerra más cruel te devuelven el cadáver de lo más querido.

Los 40.000 ruegos a Aquiles, multiplicados con lamentos, para que devuelva y reconozca nuestros cadáveres, no han sido atendidos. No habrá descanso ni consuelo.

Es la peor deuda que un Gobierno infame ha contraído con esta sociedad adormecida que quizá sea esto lo que se merece. Incapaz de luchar ni por sus muertos.

Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

1 JULIO 2020

HERODES, PILATOS Y BARRABÁS General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

<<Aquel día se hicieron amigos Pilatos y Herodes, que hasta entonces habían sido enemigos>> (Lucas 23, 12). Ya existía la manipulación informativa: ¡Suéltanos a Barrabás!

Hablar mal de un tercero une mucho. Unión que no tiene por qué traducirse en amistad. Responde, con mayor frecuencia, a intereses de ambas partes contra los del tercero. Siempre hay un Barrabás al que acudir y dejar libre calmando las iras de la chusma sedienta de venganza.

Así fue y así es. El pacto ha sido a lo largo de la historia un acuerdo de intereses que en cuanto ha surgido la más mínima desavenencia se ha roto. Para pacto el que se sella con el apretón de manos y la rúbrica del gesto y conocimiento uno del otro. No me fío de los abrazos y mucho menos de las lágrimas.

Los que pactan lo hacen porque son distintos, intereses y finalidades, si no serían uno y no sería necesario pacto alguno. El problema surge cuando al desear los dos lo mismo, tienen que repartírselo y no puede ser gozado por ambos, y recordando a Hobbes en el Leviatán: <<devienen enemigos y en su camino hacia el fin (que es principalmente su propia conservación, y a veces solo su delectación) se esfuerzan mutuamente en destruirse o subyugarse […]. Es por ello manifiesto que, durante el tiempo en que los hombres viven sin un poder común que los obligue a todos al respeto, están en esa condición que se llama guerra, y una guerra como de todo hombre contra todo hombre>>.

Herodes y Pilatos están juntos, abrazados, de enemigos a amigos; tenemos incluso a Barrabás encarcelado. Pero hay guerra. No creo que esta amistad dure mucho. Es un pacto -roto- hecho entre la vanidad socialista y el comunismo, un falso e insolente rey Herodes presidiendo un limitado Gobierno y un conocido comunismo manipulador; muchos ladrones y una multitud que grita: ¡Crucifícales…!

No puede acabar bien y el plazo mientras más largo sea más devastación dejará entre esa muchedumbre que grita: ¡Crucifícales…! Lo malo, o no, es que también lo sufrirán los que ni gritan ni se manifiestan, callan y otorgan. A cada cual lo suyo.

Estarán pronto en guerra declarada porque entre ellos, los del pacto, no existe un poder común que obligue a todos al respeto. No se respetan ni a ellos mismos.

Aquel día se hicieron amigos… que hasta entonces habían sido enemigos.

¿Quién perderá con esta amistad? Los españoles. Mientras más tiempo dure más pérdidas.

¿Problema al que nos enfrentamos? Como entonces: los suyos estaban desunidos y acobardados; se escondían por temor y negaron hasta tres veces. Tres. Como ahora. Porque son tres (¿o dos y medio?).

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

11 enero 2020

Blog: generaldavila.com

NI MANTEQUILLA NI CAÑONES MI GENERAL. TOQUE DE RETRETA 13.- General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

El presidente del Gobierno con el Secretario General de la OTAN «Juegos de manos»

Empiezo con El Arte de la Guerra: <<Cuando el mundo está en paz, un hombre de bien mantiene su espada al alcance de la mano>>.

En la Cumbre de Gales la OTAN se acordó que cada nación de la Alianza alcanzase un 2% de su PIB en el presupuesto de Defensa.  Estados Unidos apretaba y no era Trump. El presidente era Obama. Conviene recordarlo. Todas las naciones OTAN caminan en esa dirección. España estaba en ello hasta que ha llegado el presidente mocionador. A la carta de Trump, en la que le pide que asuma su compromiso y responsabilidad, el mocionador contesta con el digitus infamis de San Isidoro. Una vergonzante respuesta del presidente del Gobierno señor Sánchez. Irresponsable. <<La contribución de un país a la seguridad global no puede medirse únicamente con un porcentaje de gasto>>, dice el señor presidente que continúa explicando que el compromiso de Defensa y Seguridad también se mide en la disponibilidad de capacidades militares y la voluntad de utilizarlas en favor de la paz y seguridad internacional, y que nuestro país tiene desplegados 1161 efectivos en misiones OTAN, 616 con la ONU y 757 con la Unión Europea, además de casi 600 en la coalición internacional contra Estado Islámico, que están ubicados en Irak.

Difícil ecuación: + participación= – presupuesto. Irresponsable ecuación.

Conviene recordar de nuevo las palabras del JEMAD: Situación límite.

¡Cuidado! Se trata de la vida de nuestros soldados que se encuentran en zonas de riesgo. El postureo y las palabritas melifluas no valen entre soldados. Aquí se cumple respetando que consiste en proporcionar los medios adecuados y escuchar a quien sabe, porque ustedes, a lo que se ve, de esto de Defensa no saben nada y en ello va la seguridad de todos los españoles.

El próximo 11 y 12 de julio se celebra la cumbre de la Alianza Atlántica convocada en Bruselas, a la que están convocados los jefes de Estado y de Gobierno de los países miembros. España es uno de los países que menos porcentaje de su PIB invierte en Defensa solo por delante de Bélgica y Luxemburgo.

El presidente Sánchez, el mocionador, mejor que asista con gafas de sol; también úselas para no mirar a los ojos de sus soldados.

Mi general, ya tienes la respuesta: Ni mantequilla ni cañones.

Termino con Hobbes: <<Los pactos sin la espada son solo palabras>>.

Retreta y mañana será otro día… a peor.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

4 julio 2018