CAUSA DE BEATIFICACIÓN DEL PÁTER FERNANDO HUIDOBRO, CAPELLÁN DE LA LEGIÓN. Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

EL PADRE HUIDOBRO LEGIONARIO Y SANTO

Camino de Santidad ya recorrido. Un proceso lento que se inició en 1946 y estaba olvidado, detenido, casi perdido. De nuevo se ha retomado y hay que empezar de nuevo, casi de cero. Habrá que reunir documentación, testimonios, historias, todo servirá, pero no será esa recopilación lo más importante. Es necesaria la devoción, el permanente recuerdo y advocación al Santo legionario, al Páter Huidobro, y esa devoción le llevará a los altares; tendremos que obligarle a bajar del Cielo para que nos acompañe, no lo dudará, pero antes hay que rezar.

Fernando, José María, Melitón, de Huidobro y Polanco, nació en Santander el 10 de marzo de 1903, siendo el sexto hijo de los nueve que tuvieron sus padres, dos de ellos asesinados en la revolución roja.

Su infancia y niñez se desarrolló entre Santander y Melilla a donde se había trasladado la familia, y posteriormente en Madrid.

Desde niño quiso ser militar, aunque en un momento debió aclarar que cura militar, ya que dos de sus hermanos estudiaban la carrera de las armas.

Se preparó en Derecho en el Colegio de los Padres Jesuitas del Paseo de Areneros en Madrid, y una vez terminada su formación expresó el deseo de ingresar en el noviciado de la Compañía de Jesús, lo que efectuó en Granada el 20 de octubre de 1919.

Fue la Primera Profesión en 1921, dando a continuación comienzo sus estudios de Humanidades y Filosofía en Aranjuez (1927-29) y Madrid, Colegio de Chamartín de la Rosa (1929-30). Pasó a cursar Teología en Oña (Burgos) y en Madrid.

El Decreto de disolución de la Compañía de Jesús (1932) le obligó a trasladarse a Bélgica (Castillo de Marneffe) y de allí a Holanda (Valkenburg) siendo ordenado sacerdote y diciendo su primera misa el 28 de agosto (San Agustín) en 1933.

Portugal, Alemania, Bélgica; allí se enteró del comienzo de la Guerra Civil. Pronto pide permiso al Prepósito General de la Compañía, Padre Wladimiro Ledochowski, residente en Roma, para incorporarse a la lucha por la necesidad que había de sacerdotes.

Con la autorización concedida llega a España y entra por Hendaya donde presencia la batalla de Irún que describe en una de sus cartas.

Al entrar en Pamplona se emociona ante el espectáculo de aquellos requetés que rezan todas las noches el Santo Rosario y marchan al combate después de confesar y comulgar. Se aleja de Navarra al ver que allí sobraban sacerdotes.

El 2 de septiembre llega al frente de Guadarrama donde se encuentra con otro jesuita, el Padre Caballero, al que sustituye para que pueda descansar unos días. Es su bautismo de fuego, su primera Extrema Unción, los primeros muertos a los que consuela en su final.

Se traslada a Cáceres donde logra entrevistarse con Franco: «Trabaje usted, Padre, y sus compañeros cuanto puedan por el bien espiritual de nuestro soldados».

Es destinado a la IV Bandera del Tercio de la Legión a la que se incorpora el 12 de septiembre de 1936.

Escribe al Provincial, Padre Sánchez Roble: «Después de muchos días, logro escribirle en el papel que me prestan los soldados. Estoy con la columna del teniente coronel Asensio, de modo que mis feligreses, aparte las fuerzas auxiliares de Artillería, Ingenieros, Sanidad, son los legionarios. Ya he actuado intensamente».

Produjo su aspecto una inicial desilusión en los legionarios, que se desvaneció enseguida al verlo actuar, grande en el combate, heroico en su proceder, mortificado en su persona, sacrificado en el servicio y con un atractivo que arrastraba tras de sí.

En el caserío denominado El Bravo sufrió su primer bombardeo. Refugiado en el Puesto de Socorro atiende a los heridos mientras un avión Douglas bombardea durante horas, pero milagrosamente ni un solo proyectil tocó el caserón donde se había instalado el Puesto de Socorro.

Cazalegas, San Román de los Montes, Santa Olalla, San Martín de Valdeiglesias, Escalona, Torrijos… Móstoles, Alcorcón. Combate decisivo en Retamares, se toma Cuatro Vientos, Villaverde, los Carabancheles, dice la primera misa sobre el Cerro de los Ángeles y, al fin, Madrid.

Es herido en una pierna el 9 de noviembre siendo evacuado al hospital de Griñón y después al de Talavera. En diciembre ya estaba de nuevo en su puesto con los legionarios. Aprovechó unos días de menor actividad en el frente para hacer su profesión solemne en la Compañía de Jesús. Fueron cinco días de retiro, como una preparación para la muerte. El 25 de marzo de 1937 hacía Páter Huidobro Profesión solemne ante el Rector del Colegio de Villafranca de los Barros, Padre Enrique Jiménez. Dio una conferencia el día 6 de abril sobre su labor apostólica con los legionarios y el día 6 de abril se despedía para incorporarse de nuevo a la IV Bandera de la Legión.

Los días 8 al 13 de abril fueron de un combate durísimo. El domingo 11, el ataque se intensificó. El Páter Huidobro no abandonó ni un solo instante el Puesto de Socorro.

Un obús de cañón 12´40 cayó en el marco de la segunda ventana de la casa. En el suelo yacían varios muertos y heridos, y entre ellos, de espalda, junto a la misma puerta de la habitación, con una herida profunda en el lado izquierdo de la cara, producida por la metralla, el capellán de la Bandera, Páter Fernando de Huidobro. La muerte fue instantánea.

¡Padre! ¡Guárdese, que le van a matar! Le gritaban los legionarios cuando le veían cruzar de una a otra parte buscando heridos mientras las balas parecían respetarle.

Los legionarios cuentan y no acaban de las conversaciones que tenía con ellos en las que procuraba irles poco a poco esclareciendo y aplicando a su vida militar las doctrinas de la Iglesia. Les hacía preciosos y sustanciosos comentarios sobre el Credo legionario y sobre todo les acompañaba en el último momento dando esperanza y una mano donde agarrarse.

Sin dejar nunca de interesarse por los rojos a quienes predicó más de una vez desde su puesto utilizando altavoces.

Dicen los legionarios que la Misa no la omitió jamás durante la campaña. Los días que había operaciones se le veía a las dos y a las tres de la mañana cuidándose de prepararla. Oían muchas veces la Misa entre el silbido de los proyectiles artilleros y el tableteo de las ametralladoras, los morterazos, y sobre todo se sobreponía la voz de aquel cura con persuasión y firmeza.

Al empezar un combate todos querían besar el crucifijo del Páter; con él en alto los arengaba y les excitaba a la contrición. Lo ponía sobre los labios ensangrentados de los que caían heridos en el combate. Tenían gran devoción al Crucifijo y fue su deseo ponerlo en el guion de la IV Bandera al morir su Capellán.

En noviembre de 1936 escribía el Padre Enrique Jiménez, Rector del Colegio de Villafranca (Badajoz) al Padre Sánchez Robles: «Han pasado por aquí unos legionarios heridos. No tiene usted ni idea del concepto elevadísimo que tienen del Padre Huidobro, y, sobre todo, de su valor… Para que esta gente —que son los soldados más bravos del mundo— hable con entusiasmo de la valentía del padre se necesita que haya hecho éste derroche de valor. Cuando asaltan las trincheras el Padre va siempre en primera línea con ellos, les da a besar el Crucifijo y los bendice y absuelve. En ocasiones se ha traído a hombros heridos de los rojos para confesarlos antes de morir».

Podría seguir con cientos de testimonios legionarios, de los mandos, de uno y otro bando, pero hablar de un Santo sobrecoge y mejor es dejarlo para la intimidad.

Sus restos se encuentran en la Iglesia de los jesuitas San Francisco de Borja, de la calle Serrano y quizá en breve se trasladen a la Iglesia Catedral de las Fuerzas Armadas en la calle Sacramento de Madrid. Recientemente el Arzobispado Castrense con el fallecido Obispo Castrense don Juan del Río (D.E.P.) a la cabeza, se hizo cargo de los trámites necesarios para recuperar la causa de beatificación del Padre Huidobro. Está en marcha de nuevo este lento caminar que la humildad de Páter legionario parece que se resiste a realizar, que le tengamos por Santo, cuando él sabe que sin protocolos, sino el legionario, hace ya muchos años que es el Páter legionario y Santo.

Recordad aquello de «Pedid y se os dará». Nada como la intercesión del Páter Huidobro. Acudid a él con esa fe legionaria que se eleva por encima de la adversidad, que no le importa que seas pecador, que acoge a quien acude, sea quien sea y necesite lo que necesite. Todos necesitamos y él espera a sus legionarios, pecadores o santos.

Id a rezarle, que su devoción aumente y venga entre nosotros que buena falta nos hace.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

Enlace a la Causa de Beatificación del Padre Huidobro

 

 

PÁTER FERNANDO HUIDOBRO. CAPELLÁN LEGIONARIO General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

 

Hoy hace 84 años que murió el Páter Fernando Huidobro. Camino de Santidad ya recorrido. Un proceso lento que se inició en 1946 y estaba olvidado, detenido, casi perdido. De nuevo se ha retomado y hay que empezar de nuevo, casi de cero. Habrá que reunir documentación, testimonios, historias, todo servirá, pero no será esa recopilación lo más importante. Es necesaria la devoción, el permanente recuerdo y advocación al Santo legionario, al Páter Huidobro, y esa devoción le llevará a los altares; tendremos que obligarle a bajar del Cielo para que nos acompañe, no lo dudará, pero antes hay que rezar.

Fernando, José María, Melitón, de Huidobro y Polanco, nació en Santander el 10 de marzo de 1903, siendo el sexto hijo de los nueve que tuvieron sus padres, dos de ellos asesinados en la revolución roja.

Su infancia y niñez se desarrolló entre Santander y Melilla a donde se había trasladado la familia, y posteriormente en Madrid.

Desde niño quiso ser militar, aunque en un momento debió aclarar que cura militar, ya que dos de sus hermanos estudiaban la carrera de las armas.

Se preparó en Derecho en el Colegio de los Padres Jesuitas del Paseo de Areneros en Madrid, y una vez terminada su formación expresó el deseo de ingresar en el noviciado de la Compañía de Jesús, lo que efectuó en Granada el 20 de octubre de 1919.

Fue la Primera Profesión en 1921, dando a continuación comienzo sus estudios de Humanidades y Filosofía en Aranjuez (1927-29) y Madrid, Colegio de Chamartín de la Rosa (1929-30). Pasó a cursar Teología en Oña (Burgos) y en Madrid.

El Decreto de disolución de la Compañía de Jesús (1932) le obligó a trasladarse a Bélgica (Castillo de Marneffe) y de allí a Holanda (Valkenburg) siendo ordenado sacerdote y diciendo su primera misa el 28 de agosto (San Agustín) en 1933.

Portugal, Alemania, Bélgica; allí se enteró del comienzo de la Guerra Civil. Pronto pide permiso al Prepósito General de la Compañía, Padre Wladimiro Ledochowski, residente en Roma, para incorporarse a la lucha por la necesidad que había de sacerdotes.

Con la autorización concedida llega a España y entra por Hendaya donde presencia la batalla de Irún que describe en una de sus cartas.

Al entrar en Pamplona se emociona ante el espectáculo de aquellos requetés que rezan todas las noches el Santo Rosario y marchan al combate después de confesar y comulgar. Se aleja de Navarra al ver que allí sobraban sacerdotes.

El 2 de septiembre llega al frente de Guadarrama donde se encuentra con otro jesuita, el Padre Caballero, al que sustituye para que pueda descansar unos días. Es su bautismo de fuego, su primera Extrema Unción, los primeros muertos a los que consuela en su final.

Se traslada a Cáceres donde logra entrevistarse con Franco: «Trabaje usted, Padre, y sus compañeros cuanto puedan por el bien espiritual de nuestro soldados».

Es destinado a la IV Bandera del Tercio de la Legión a la que se incorpora el 12 de septiembre de 1936.

Escribe al Provincial, Padre Sánchez Roble: «Después de muchos días, logro escribirle en el papel que me prestan los soldados. Estoy con la columna del teniente coronel Asensio, de modo que mis feligreses, aparte las fuerzas auxiliares de Artillería, Ingenieros, Sanidad, son los legionarios. Ya he actuado intensamente».

Produjo su aspecto una inicial desilusión en los legionarios, que se desvaneció enseguida al verlo actuar, grande en el combate, heroico en su proceder, mortificado en su persona, sacrificado en el servicio y con un atractivo que arrastraba tras de sí.

En el caserío denominado El Bravo sufrió su primer bombardeo. Refugiado en el Puesto de Socorro atiende a los heridos mientras un avión Douglas bombardea durante horas, pero milagrosamente ni un solo proyectil tocó el caserón donde se había instalado el Puesto de Socorro.

Cazalegas, San Román de los Montes, Santa Olalla, San Martín de Valdeiglesias, Escalona, Torrijos… Móstoles, Alcorcón. Combate decisivo en Retamares, se toma Cuatro Vientos, Villaverde, los Carabancheles, dice la primera misa sobre el Cerro de los Ángeles y, al fin, Madrid.

Es herido en una pierna el 9 de noviembre siendo evacuado al hospital de Griñón y después al de Talavera. En diciembre ya estaba de nuevo en su puesto con los legionarios. Aprovechó unos días de menor actividad en el frente para hacer su profesión solemne en la Compañía de Jesús. Fueron cinco días de retiro, como una preparación para la muerte. El 25 de marzo de 1937 hacía Páter Huidobro Profesión solemne ante el Rector del Colegio de Villafranca de los Barros, Padre Enrique Jiménez. Dio una conferencia el día 6 de abril sobre su labor apostólica con los legionarios y el día 6 de abril se despedía para incorporarse de nuevo a la IV Bandera de la Legión.

Los días 8 al 13 de abril fueron de un combate durísimo. El domingo 11, el ataque se intensificó. El Páter Huidobro no abandonó ni un solo instante el Puesto de Socorro.

Un obús de cañón 12´40 cayó en el marco de la segunda ventana de la casa. En el suelo yacían varios muertos y heridos, y entre ellos, de espalda, junto a la misma puerta de la habitación, con una herida profunda en el lado izquierdo de la cara, producida por la metralla, el capellán de la Bandera, Páter Fernando de Huidobro. La muerte fue instantánea.

¡Padre! ¡Guárdese, que le van a matar! Le gritaban los legionarios cuando le veían cruzar de una a otra parte buscando heridos mientras las balas parecían respetarle.

Los legionarios cuentan y no acaban de las conversaciones que tenía con ellos en las que procuraba irles poco a poco esclareciendo y aplicando a su vida militar las doctrinas de la Iglesia. Les hacía preciosos y sustanciosos comentarios sobre el Credo legionario y sobre todo les acompañaba en el último momento dando esperanza y una mano donde agarrarse.

Sin dejar nunca de interesarse por los rojos a quienes predicó más de una vez desde su puesto utilizando altavoces.

Dicen los legionarios que la Misa no la omitió jamás durante la campaña. Los días que había operaciones se le veía a las dos y a las tres de la mañana cuidándose de prepararla. Oían muchas veces la Misa entre el silbido de los proyectiles artilleros y el tableteo de las ametralladoras, los morterazos, y sobre todo se sobreponía la voz de aquel cura con persuasión y firmeza.

Al empezar un combate todos querían besar el crucifijo del Páter; con él en alto los arengaba y les excitaba a la contrición. Lo ponía sobre los labios ensangrentados de los que caían heridos en el combate. Tenían gran devoción al Crucifijo y fue su deseo ponerlo en el guion de la IV Bandera al morir su Capellán.

En noviembre de 1936 escribía el Padre Enrique Jiménez, Rector del Colegio de Villafranca (Badajoz) al Padre Sánchez Robles: «Han pasado por aquí unos legionarios heridos. No tiene usted ni idea del concepto elevadísimo que tienen del Padre Huidobro, y, sobre todo, de su valor… Para que esta gente —que son los soldados más bravos del mundo— hable con entusiasmo de la valentía del padre se necesita que haya hecho éste derroche de valor. Cuando asaltan las trincheras el Padre va siempre en primera línea con ellos, les da a besar el Crucifijo y los bendice y absuelve. En ocasiones se ha traído a hombros heridos de los rojos para confesarlos antes de morir».

Podría seguir con cientos de testimonios legionarios, de los mandos, de uno y otro bando, pero hablar de un Santo sobrecoge y mejor es dejarlo para la intimidad.

Sus restos se encuentran en la Iglesia de los jesuitas San Francisco de Borja, de la calle Serrano y quizá en breve se trasladen a la Iglesia Catedral de las Fuerzas Armadas en la calle Sacramento de Madrid. Recientemente el Arzobispado Castrense con el fallecido Obispo Castrense don Juan del Río (D.E.P.) a la cabeza, se hizo cargo de los trámites necesarios para recuperar la causa de beatificación del Padre Huidobro. Está en marcha de nuevo este lento caminar que la humildad de Páter legionario parece que se resiste a realizar, que le tengamos por Santo, cuando él sabe que sin protocolos, sino el legionario, hace ya muchos años que es el Páter legionario y Santo.

Recordad aquello de «Pedid y se os dará». Nada como la intercesión del Páter Huidobro. Acudid a él con esa fe legionaria que se eleva por encima de la adversidad, que no le importa que seas pecador, que acoge a quien acude, sea quien sea y necesite lo que necesite. Todos necesitamos y él espera a sus legionarios, pecadores o santos.

Id a rezarle, que su devoción aumente y venga entre nosotros que buena falta nos hace.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

11 abril 2021. Hoy hace 84 años que murió el Páter Huidobro

Enlace a la Causa de Beatificación del Padre Huidobro

CAUSA DE BEATIFICACIÓN Y CANONIZACIÓN DEL CAPELLÁN DE LA LEGIÓN FERNANDO HUIDOBRO POLANCO. General Dávila (R.)

CAUSA DE BEATIFICACIÓN Y CANONIZACIÓN DEL CAPELLÁN DE LA LEGIÓN FERNANDO HUIDOBRO POLANCO. General Dávila (R.)

Vuelvo mis ojos, como cada año, al Cielo legionario donde nuestro Capellán el Páter Huidobro entró hace ya años y sigue repartiendo bendiciones a sus legionarios dispuesto a que ninguno se equivoque de camino.

Allá por el año 1936 llegaba el Páter a la 4ª Bandera de la Legión. Cuando el sargento legionario Gutiérrez le invita a que use pistola para defenderse; el Páter Huidobro rechaza la invitación y lo razona en estos términos: <<Al ofrecerme por Capellán de mi Bandera, ya ofrecí mi vida al Señor. Y si me matan, quiero morir como sacerdote>>.

Lo que hoy escribo es simplemente una oración al legionario y Santo Páter Huidobro. Para que siga al cuidado de su legionarios y, si hay un hueco, también de los asuntillos de este viejo general que tuvo en su día el honor de mandarlos.

Nada de lo que escribo ha salido de mí. Cuento su heroica y santa muerte tal como se describe en  la Sección Tercera de Posiciones y Artículos para el proceso sobre la fama de santidad, virtudes y milagros del siervo de Dios en sus artículos 147, 148 y 149. Lo redacta el Vice-Postulador Dr. Francisco Peiró, S.J. en el año 1946.

Art. 147.- Su heroica muerte y santa muerte.– Los ataques rojos se intensificaron al amanecer el domingo 11. El Siervo de Dios se dirigió aquella mañana a un capitán de su Bandera -eran amigos íntimos-, y le dijo: <<Capitán, ¿tiene usted la medalla?, ¿quiere dejármela?>>.

Era la misma medalla de la Virgen Milagrosa que había besado al caer herido en la Casa de Campo; la besó con particular devoción varias veces y se la devolvió agradecido al Capitán. El puesto de socorro se había instalado en un pequeño hotel junto a la Cuesta de las Perdices. Sin cesar se iban recibiendo heridos, y sin cesar iba el Siervo de Dios recorriendo de una a otra parte del terreno batido por la metralla, asistiendo infatigable a los que caían y auxiliándoles con los Santos Sacramentos.

Al mediodía arreció el combate. El Siervo de Dios hallábase aquella hora ante el Puesto de socorro.

<<¡Métase aquí Padre! ¡Defiéndase un poco en la casa!>>, le gritó uno de los sanitarios que desde dentro vio al Capellán.

Accediendo a la invitación, se disponía a entrar. Pero cuando salvadas las primeras escaleras llegaba al mismo umbral de la habitación de entrada, un obús del 12´40 cayó en el marco de la segunda ventana. La explosión fue enorme; tal que, a la expansión del aire, lanzó fuera de la casa por una ventana al asistente del Capitán Rodrigo, Comandante interino de la Bandera.

El capitán médico corrió al instante hacia el lugar de la explosión y caído de espalda, junto a la misma puerta de la habitación, que como dijimos iba a franquear, halló al Capellán Padre Fernando Huidobro con una herida profunda en la cara producida por la metralla. Le encontró sin pulso. La muerte había sido instantánea. Como el Siervo de Dios llevaba al morir el Porta Viático, quedó el Santísimo Sacramento sobre su cuerpo muerto, como sobre un Altar con reliquias de mártir.

Art.148.- El duelo de la Legión.- La impresión que produjo entre los legionarios la muerte del Siervo de Dios fue enorme. Si en vida le habían estimado y querido, como a su sacerdote modelo, después de su muerte le adoraban como a un Santo. Les parecía mentira que no viviera ya con ellos. Síntesis y reflejo de la pena universal que la Bandera sintió a la muerte de su capellán es esta frase de su Comandante:

<<Acaba de perder la Legión un verdadero Padre; la religión, un santo, y España un héroe>>.

El asistente del Siervo de Dios, al presentarse al día siguiente ya de noche en la residencia de los Padres de Toledo para hacer entrega, con el Porta Viático, de los objetos interiores del Siervo de Dios, lloraba como un niño; tan desconsolado estaba que apenas se dejaba entender al dar la noticia de la muerte y sin querer quedarse a cenar, a lo que le invitaban los Padres, se alejó sollozando y repitiendo que mejor hubiera sido que le hubieran matado a él.

Art. 149.- El sepelio.- Depositóse el cadáver en una camilla de la única habitación disponible en el Equipo Quirúrgico, y a media tarde del día 13 venía en una camioneta, desde Toledo, el Hermano Zurbano, portador de una caja para inhumarlo>; al llegar el Hermano Zurbano, a la habitación donde yacía el cadáver, el médico le hizo notar que a pesar de haber transcurrido casi tres días –murió en la mañana del 11- se hallaba todavía fresco, conservaba su color natural y no era extraordinaria su rigidez. Atardecía cuando salieron con la camioneta y el cadáver en ella. Pararon a las puertas del pequeño cementerio de Boadilla del Monte. Algunos oficiales descendieron la caja. Allí estaba el general Iruretagoyena con todo su Estado Mayor, el comandante Calvo, el Conde de Arjillo, el Capellán del Hospital de Boadilla, el asistente del Siervo de Dios y los guardias civiles, unos cuarenta.

Se levantó una punta del capote que envolvía al Siervo de Dios para dirigirle una mirada postrera. Su rostro parecía sonriente, sereno, los ojos como si estuvieran durmiendo, la boca un poco entreabierta, muy natural. El Padre Puyal, allí también presente, rezó un responso. Colocóse la caja en un nicho nuevo. Unos guardias civiles, con el Hermano Zurbano, cerraron la sepultura con ladrillo y barro, y el Padre Puya, en el reverso de un trozo de lápida de mármol, escribió el nombre y la fecha: <<Padre Fernando Huidobro, S.J. 11 de abril de 1937>> y la colocó encima como distintivo y epitafio.

La emoción de aquel sencillo acto, que hizo derramar lágrimas a más de uno de los concurrentes, tradujera el cronista de guerra Juan Deportista en esta página que al día siguiente publicó el periódico ABC:

<<Cuando yo iba regresar esta tarde de Boadilla, pasé por una de las emociones más terribles de esta vida azarosa de la campaña. Allí, al Camposanto del pueblo, había llegado el cadáver de aquel Padre Jesuita Fernando Huidobro, compañero infatigable y el más valiente de la Cuarta Bandera de la Legión, semillero de audaces, como gigantes heroicos. El padre Jesuita Fernando Huidobro ya ha logrado su gran designio. Con su Bandera participó en la Cuesta. En la batalla de Madrid, un morterazo entró en la casa donde él rezaba ajeno a tanto estruendo. Luego los legionarios recogieron sus restos; yo y el general Iruretagoyena, su Estado Mayor, los ayudantes y un puñado de hombres  -a los que estas durezas no evitan la conmoción espiritual terrible- hemos acompañado al sacerdote, mientras rezaban las preces en su loor que le aproximaban al alto lugar de sus sueños de gran misionero de veintinueve años. Destocados, húmedos los ojos, y envuelto él en su bandera española, le hemos dejado allí, en el diminuto cementerio de Boadilla del Monte, feliz y contento…>>.

Son muchas las declaraciones de los legionarios que con él estuvieron. Dejo el testimonio del comandante de su Cuarta Bandera de la Legión, comandante Vierna, cuando fue a dar el pésame al padre Felipe Díez, capellán militar jesuita en Santo Domingo de Talavera: <<Padre, le doy el pésame. Pero con derecho a que también usted me lo dé a mí, pues acaba de perder la Legión un verdadero Padre, la Religión un santo y España un héroe>>.

Hoy tengo que decir, con respeto y esperando que la autoridad de la Iglesia me perdone:

Páter Huidobro: Ora pro nobis.

Y va siendo hora que Roma -a quien le corresponda-, responda a las llamadas legionarias y abran, de una vez por todas, la causa de beatificación del cura legionario: Páter Huidobro, legionario y Santo.

Esto escribía hace algún tiempo. Atrás habían quedado desde el 2014 otros artículos.

Ayer a las 1900 en la parroquia de San Francisco de Borja de Madrid, el arzobispo, cardenal Carlos Osoro, presidió el acto de apertura de la causa de beatificación y canonización del siervo de Dios Fernando Huidobro Polanco. Legionario y Santo.

La causa está promovida por el Arzobispado Castrense y la Compañía de Jesús.

¡Páter! Al fin. Sabemos lo que sabemos y seguimos cerca de los legionarios, pero en silencio.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez (General de la Legión entre 2001-2004).

Blog: generaldavila.com

9 enero 2021

PROCESO DE BEATIFICACIÓN DEL PADRE HUIDOBRO, CAPELLÁN DE LA LEGIÓN General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Padre Huidobro Capellán de la Legión

En abril del 2018 escribí en el blog una carta al Papa Francisco pidiéndole su intercesión para que el proceso de beatificación del Páter Huidobro se pusiese de nuevo en marcha ya que su causa lleva tiempo <<dormida>> sin saberse muy bien las razones. Inmediatamente la “Agrupación de Legionarios de Honor de Almería” junto a la  «Hermandad de Artilleros de Honor de La Legión«, se sumaron al reto de esta petición enviando sus comunicaciones para la apertura de la Causa de beatificación del Páter Huidobro a Roma, al Postulador de la Causa y al Arzobispo Castrense de España.

Después de algún tiempo la respuesta ha llegado. Ha sido del postulador de la Causa, Padre Cebollada, que es quien mejor conoce en estos momentos el proceso. Su contestación es de enorme importancia porque nos explica cuales son las razones por las que el proceso de beatificación está “dormido” y lo que aún es de mayor relieve: qué es lo que hay que hacer para que se reabra.

Tumba del Padre Huidobro en los Jesuitas de Serrano, Parroquia de San Francisco de Borja

Lejos de especulaciones el Padre Cebollada nos pone en el camino para que la Legión y sus fieles, legionarios o no, devotos todos, pongamos en marcha de nuevo este proceso. La Legión hizo ya Santo a su curita legionario, popularmente, pero ahora hay que luchar para que su Santidad sea oficialmente reconocida por El Vaticano. <<La devoción es una condición sine qua non. Devoción venida desde diversos sectores del pueblo de Dios que tengan o hubieran tenido relación con el P. Huidobro>>, nos dice el postulador, Padre Cebollada. Ese es el camino y está en nuestras manos, en nuestra devoción.

Se inició su causa de beatificación en 1947 siendo Papa Pío XII quedando paralizado el proceso con Juan XXIII sin que hasta ahora hubiese explicación sobre ello. Hoy ha quedado aclarado: es necesaria la devoción. Tenemos que rezar y visitar su tumba en la Iglesia de los Jesuitas de San Francisco de Borja en Serrano. Tenemos que aumentar y pregonar nuestra devoción al Capellán de la IV Bandera de la Legión que murió al servicio de todos. Es condición sine qua nom.

Creemos que el pontificado del Papa Francisco, jesuita como el Páter Huidobro, sería un buen momento para reabrir o impulsar el camino de la beatificación del Capellán de la Legión: <<Legionario y Santo>>, como quedó proclamado entre los legionarios.

El próximo Centenario de la Legión se llenaría de gozo si se recibiese la noticia de la apertura del proceso. Para ello los principales protagonistas somos nosotros con la dirección y guía del Arzobispo Castrense del que esperamos encabece esta petición y el impulso de los Mandos actuales de la Legión.

El camino está indicado, claro y diáfano. No hay excusas. Empecemos ya.

Monumento al Padre Huidobro en la «Cuesta de las perdices». Madrid

Gracias a la <<Agrupación de Legionarios de Honor de Almería>> y a la <<Hermandad de Artilleros de Honor de La Legión>> por haber puesto la primera piedra para este monumento que queremos construir en el Cielo: la Santidad de nuestro Capellán, legionario y Santo, Padre Huidobro.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

10 JUNIO 2019

CARTA DEL POSTULADOR GENERAL DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS

 

¿POR QUÉ NO SE LO PIDES AL PADRE HUIDOBRO? CARTA AL PAPA FRANCISCO. SOLDADO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

El Páter Huidobro Capellán de la Legión

Hoy es el aniversario de la muerte del Padre Huidobro.

Fernando Huidobro Polanco, de la Compañía de Jesús, Capellán de la Legión, de la IV Bandera de la Legión, muerto en el frente de Madrid el 11 de abril de 1937.

Se inició su causa de beatificación en 1947 siendo Papa Pío XII quedando paralizado el proceso con Juan XXIII sin que haya una clara explicación sobre ello. Creemos que el pontificado del Papa Francisco, jesuita como el Páter Huidobro, sería un buen momento para reabrir o impulsar el camino de la beatificación del Capellán de la Legión: <<Legionario y Santo>>, como quedó proclamado entre los legionarios.

Algo deberíamos hacer para dar ese definitivo impulso, desde la devoción y el agradecimiento a su bondad, y con ello ver de nuevo el camino abierto para la santidad del Padre Huidobro.

Cada uno de nosotros podríamos escribir pidiéndoselo al Papa Francisco. De legionario a jesuita, que ellos saben de disciplina y de compañía, como la del bravo capitán Íñigo de Loyola que fue su fundador y Santo. Puede que el Papa Francisco haya oído hablar de aquel joven páter legionario. Al menos preguntará y hasta puede que, Camino del Centenario de la Fundación de la Legión, nos llevemos la alegría de ver de nuevo impulsado el <<proceso sobre la Fama de Santidad, Virtudes y Milagros del Siervo de Dios P. Fernando Huidobro, Capellán legionario de la Compañía de Jesús>>.

Podríamos intentarlo. Miles de cartas legionarias enviadas al Vaticano. Alguna caerá en el buzón adecuado. Y si se pierden no se preocupen, aparecerán algún día en el Cielo. Cada carta es una oración y estas llegan sin duda a Su destinatario.  

Carta al Papa Francisco

Su Santidad: Os escribo con humildad y respeto para recordaros que un soldado de Cristo, de la Compañía, sí Santidad, de Vuestra Compañía, en la que Su Santidad milita, la de Jesús, fue Caballero legionario y quiere ser Santo. Bueno lo de ser Santo es cosa más bien nuestra, de los legionarios, Santo oficialmente porque para nosotros, en nuestro día a día, ya lo es, pero la Santa Iglesia abrió el proceso para su beatificación en 1947 y poco más tarde se detuvo sin que hasta hoy se haya vuelto a saber nada de él. ¿Podría Su Santidad preguntar por este asunto? Perdone por el atrevimiento debido al amor y al impulso imparable que siempre tiene un legionario. Ya sabe Su Santidad que un soldado a la hora de pedir lo hace siempre con fe, como la del Centurión que pedía por uno de sus hombres… <<No soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará.

Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace>>.

Diga Su Santidad una sola palabra y el proceso de beatificación volverá a ponerse en marcha.

Su Santidad: Podría contaros muchas de las actuaciones de valor y amor al prójimo, fuese quien fuese y pensase como pensase, del Páter Fernando Huidobro, pero no quiero haceros perder Vuestro valioso tiempo sino solo que Su Santidad fije en Su memoria la figura de este cura, de vuestra unidad, jesuita y legionario.

Por ello termino con unas palabras que le dedicó un cronista de aquella terrible Guerra Civil, entre hermanos, de la que pretendemos aprender y olvidar bajo las enseñanzas y actuación de hombres como nuestro capellán, el páter Fernando. Lo escribió el periodista Víctor Ruíz Albéniz con seudónimo Tebib Arrumi. Se preguntaba por el Crucifijo del Padre Huidobro:

<<¿Qué habrá sido de él?… ¿No habrá alguien que lo recogiera y lo haya conservado como lo que es, como una reliquia sagrada de la Patria y la Legión?… Porque sobre aquel Crucifijo se posaron centenares de veces millares de labios que lo besaban antes de ganar nuevas glorias para la Patria. Porque sobre aquel Crucifijo se clavaron las miradas turbias por la vaharada de la muerte de centenares de héroes: todos los que cayeron para honrar y laurear la Cuarta Bandera… ¡Porque sobre aquel Crucifijo se incrustó el último aliento de aquel hijo de San Ignacio, émulo de Francisco Javier, mil veces santo y héroe, el legionario D. Fernando Huidobro, que luchaba y vencía con un Crucifijo por toda arma, una sonrisa legionaria en los labios y un ¡Viva España! eternamente resonante en el corazón>>.

Al morir el comandante Jefe de su Bandera dijo de él: <<Acaba de perder la Legión un verdadero Padre; la religión un santo y España un héroe>>.

La Legión ha emprendido el Camino de su Centenario. Será el ya cercano 2020. Tenemos muchas ilusiones puestas en esa fecha. Una de ellas sería ver reabierto el Proceso para la beatificación del Páter de la Legión: Fernando Huidobro y Polanco.

Os lo pedimos Santidad con respeto y veneración, pero con el deseo de que nos escuchéis. Por nuestro Cristo legionario que seguro que está deseando ver a su lado a un legionario Santo.

Así termina mi carta al Papa. Os pido que mandéis la vuestra.

Una dirección y un sello: Su Santidad, Papa Francisco. Palacio Apostólico. Ciudad del Vaticano. 00120.

¡Un intercesor más en el Cielo! Hoy podemos pedir por él. Porque cuando a él le pides siempre está dispuesto a interceder por ti.

Un Cristo legionario. (Foto de Ángel Molinero)

¿Por qué no se lo pides al Padre Huidobro?

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com11 abril 2018