LEGIONARIOS DE HONOR. General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

IMG_2232Legionario y honor, dos palabras unidas por un vínculo indestructible. Decir legionario es decir honor. El que ha sido o es legionario, no necesita más título que el de Dama o Caballero Legionario. No hay mayor honor que el haber servido en la Legión y el grado más elevado es morir en combate.

Si esto fuese palabrería mejor que no existiese la Legión. Cerca de 10.000 muertos y más de 45.000 bajas nos lo demandan. Es el honor al que nos debemos y la exigencia que contraemos.

Mientras no haya combate, el legionario entrega la vida en cada actividad que desarrolla, desde la más humilde a la más gloriosa, que todas son igual de honrosas cuando se hacen con devoción y dedicación.73_BANNER_CENTENARIO

El título de Legionario de Honor es una concesión que se hace a favor de alguien que demuestra que su vida está enmarcada en el Credo legionario, que ama a la Legión como si realmente legionario fuera. Concesión para aquellos que sin ser legionarios demuestran a diario unas virtudes dignas de esta hermandad, militar, guerrera y heroica, donde se da culto al honor, al valor y a la amistad.

credolegionariooriginalne0¿Por qué el título de Legionario de Honor? Por amor a España y a la Legión. Pero nadie ama sí no está dispuesto a dar la vida por lo que ama. Estas son las razones y las obligaciones de un legionario de honor: Amar a España y a la Legión, y estar dispuesto a dar la vida por ello.

La historia del título de “Legionario de Honor” es inherente a la fundación de este Cuerpo. Desde que se funda la Legión muchos son los que quieren ser legionarios y por distintas razones no pueden vestir la camisa verde. Son vocaciones que quieren adentrarse en ese misterio de vida y muerte, de humilde y sencillo heroísmo. Repasad el Credo de la Legión. ¡Cuántos se ven allí reflejados! Es un Credo para los luchadores de la vida, los aventureros, los soñadores, los esperanzados y también para los desesperados. Es una escuela de vida que te prepara para afrontar la muerte. Por eso a ella se apuntan los que vestirán la camisa verde y los que, sin lograrlo, visten su corazón con ella. Son los “Legionarios de Honor”, unos con título reconocido y otros con un título más grande si cabe, el testimonio de su vida. De ahí que pronto se instituyese esta bella costumbre de nombrar legionarios de honor. Era la forma de aunar sentimientos y crear hermandad alrededor del amor a España y a la Legión. Nunca cerró las puertas el corazón legionario a aquellos que querían penetrarlo y sentar plaza entre sus latidos.

El 23 de diciembre de 1921 el ilustre periodista José Ortega Munilla, padre del universal José Ortega y Gasset, llega a Ceuta y es invitado por Millán-Astray a visitar la Legión. Allí el Jefe de la Legión filió al periodista entre los legionarios. ¿Fue el primer legionario de honor? Aceptémoslo así.2

Merece la pena detenernos en las palabras que en su crónica en ABC escribe este primer legionario de honor:

Desfilaron las tropas legionarias. Su teniente coronel, Millán-Astray las mandaba con voz aguda y vibrante, que a veces me pareció el sonido de una corneta que formulara vocablos castellanos…

Allí me confirió Millán el honor de filiarme entre los legionarios, y me regaló el capote con que cubrí mi persona…

Hace falta algo de anómalo en la psicología para que lo imposible sea posible”.

“Saludo al nuevo legionario”, le grita un oficial y Ortega Munilla contesta:

“Sois la fuerza suprema, sois la vibración de una voluntad potentísima. Brindo por vuestras proezas, que han de ser grandes. Yo ya no puedo ser sino el legionario de mis nietos”.

Don Rafel Fernández de Castro(con brazalete negro)

Don Rafel Fernández de Castro(con brazalete negro)

Tuvo en aquellos tiempos que haber más nombramientos, aunque el largo periodo de la Campaña de Marruecos no permitiría otra cosa que no fuese combatir.

El primer título del que se conserva copia es de fecha 1 de agosto de 1929, concedido a otro ilustre periodista, natural de La Coruña, como nuestro fundador: Rafael Fernández de Castro y Pedrera. El título constituye un precioso documento de gran valor histórico y sobre el que se inspira el que se entrega actualmente. Decía:1

Se autoriza al interesado con arreglo a las costumbres establecidas a disfrutar de los derechos que en virtud de este grado se le confieren de cantar nuestro himno, rezar y observar nuestro Credo, poder dedicarse a la captura y transporte de tablas y tableros, sentirse farruco y dar el grito de “A mi la Legión” si las circunstancias lo exigieren”.

Actualmente modificado dice:

“Que autoriza al interesado, con arreglo a las costumbres establecidas, a disfrutar de los derechos que en virtud de este grado se la confieren de cantar nuestro himno, observar nuestro Credo y con el gorrillo legionario, dar los vivas reglamentario, a España, al Rey y a la Legión”.

Sólo el General Jefe de la Brigada de la Legión, responsable institucional de todas las unidades de la legión, puede conceder este título. Y lo hace bajo criterios de enorme rigurosidad y exigencia.

No es un título para exhibir, ni para guardar o presumir. Muchos nombres famosos llevan este título concedido con generosidad por la Legión. Pero no es al nombre a quien se da un título, sino al hombre y sus virtudes. Es un compromiso que se contrae. Una exigencia que te obliga a decir constantemente “por España”, “por la Legión”, a cumplir y a vivir bajo los espíritus de su Credo. La honradez y el honor obligan y obliga también a la Legión, como si entre ambos hubiesen sellado el Espíritu del Credo, el de “Amistad”, de juramento entre cada dos hombres. No es necesario vestir el uniforme legionario. Te imponen su gorrillo que cala hasta los tuétanos. Lo notarás en el momento de la imposición y si no es así, mejor que renuncies.

Si alguno esconde el título, lo incumple o simplemente se olvida de lo que significa, allá él y su compromiso de honor. Honra a quien lo recibe y deshonra a quien lo incumple.

10406456_465715233531625_8063872497858607900_nDecíamos ¿Por qué el título de “Legionario de Honor”?: Por amor. Amor a España y amor a la Legión. Nadie ama, ni sabe lo que es el amor, sí no está dispuesto a dar la vida por lo que ama. Estas son las razones y las obligaciones.

No entra dentro de las obligaciones, pero quizás sería bueno también formar unidad entre todos los que ostentan este honroso título:

Legionario de Honor”.

General Rafael Dávila Álvarez (R.) (Jefe de la Legión 2001-2004)

A lo largo de mi mando de la Legión concedí varios títulos de «Legionario de Honor«. El que recuerdo con más fervor legionario y ejemplo de amor a España y a la Legión, es el que concedí a Doña María del Carmen Valentín Sánchez, «Dama Legionaria de Honor«. Fue el 8 de marzo de 2003. Su sangre corre por las venas legionarias. Su marido fue Caballero Legionario alcanzando el empleo de Comandante de la Escala legionaria y sus cuatros hijos, Vicente, Carlos, Victor y Juan, Cabos Caballeros legionarios. ¿Se puede dar más por la Legión? ¿Se puede amar más después de dar lo que más amas? Ejemplo y virtud Doña María del Carmen. la Legión se siente orgullosa de usted. Usted es Dama Legionaria de Honor pero es más, es ejemplo de «Honor» y es  la Legión la que tiene el honor de tenerla  entre sus filas.

Blog: generaldavila.com

19 agosto 2018

EL CORAZÓN PARTIDO ( CARTA DE UN LECTOR) Juan José Mª Martínez Legionario de Honor

Mi general:

En mayo del pasado 2017, fue convocado en la ciudad de Sevilla el acto de Jura o Promesa a la Bandera por personal Civil, concurriendo al acto próximos a dos mil jurandos.

Para tan solemne acto se desplazaron nueve Banderas; de tres Tercios de La Legión; de la Brigada Paracaidista; de dos Regimientos de Infantería; de los Regulares de Ceuta; del Regimiento de Guerra Electrónica 32 de Sevilla y de la Agrupación de Apoyo Logístico 21 de Sevilla.

Inicié gestiones para adscribir la renovación de mi juramento a una de las nueve Banderas concurrentes y  ese fue el momento en que mi corazón castrense se vio partido.

Mis opciones se inclinaban alternativamente entre el Tercio de la Legión y la Brigada Paracaidista.

¿A que era debida esa alternancia?

Por una parte, el haber prestado mi servicio militar, alistándome en la Brigada Paracaidista del E.T, por un periodo de dos años; como Caballero Legionario Paracaidista; durante los cuales fui distinguido en varias ocasiones  por mi dedicación y comportamiento.

Y el otro motivo; haber mantenido una afectiva y estrecha relación, durante tres años, con los mandos del Tercio don Juan de Austria, acuartelado en Fuerteventura.

En ese periodo y por razón de mi cargo, colaboré con el Tercio, facilitando o resolviendo a  su guarnición, las dificultades que se les presentaban; dentro del ámbito bancario, postal y telegráfico.

El Mando de la Brigada de la Legión me confirió el honroso título de Legionario de Honor.

Transcurrido un año y por motivo de traslado, mi despedida al Tercio don Juan de Austria, fui nuevamente honrado, en acto individual, con beso a su Bandera.

Así pues, llegado el momento de  reiterar mi juramento en los actos de Sevilla y aún con el corazón partido; al confirmarse que una de las Banderas procedía del Tercio don Juan de Austria y con mi cariño a la BRIPAC; renové el beso a la misma Bandera; que  veinticinco años antes tuve el honor de rendirle, en la isla majorera.

Todo ello, transcurridos cincuenta años de mi primera Jura en la Brigada Paracaidista del E.T.

Privilegios de los que me honro.

Juan José Mª Martínez Legionario de Honor

Blog: generaldavila.com

 

 

 

«A RECLAMAR AL MAESTRO ARMERO» (General Emilio Pérez Alamán)

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Lo que su propio Honor y Espíritu…

Esta frase tuvo su origen en la reforma borbónica de los Ejércitos españoles, con la aparición del fusil como arma del soldado y la creación de la figura del Maestro Armero como especialista para el buen funcionamiento del  mismo. Al igual que ocurre con todo objeto novedoso, bien por sus iniciales imperfecciones o por desconocimiento del soldado, el fusil tenía frecuentes fallos que terminaban en continuas quejas del combatiente ante superiores y compañeros, los cuales, por desconocimiento o por hartura, remitían al quejoso al experto con la consabida frase: “A reclamar al Maestro Armero”.

Habitualmente son tantas las situaciones en que ante distintos problemas no se sabe a quien acudir, o bien quien debe atenderlos no quiere hacerlo o los responsables de tomar una decisión no se atreven a mojarse, que la susodicha frase se viene utilizando desde hace mucho para estos o similares acontecimientos.

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Siempre en combate

Ante la aplicación de la ya aburrida por denostada Ley de la Memoria Histórica, los valerosos y voluntariosos Antiguos Legionarios han ido a reclamar al Ayuntamiento de Madrid por su intención de retirar el nombre del General Millán Astray a una de sus calles. Lo han hecho con una fundada argumentación en busca de una comprensión que, sin duda,  no recibirán por parte de los sectarios y que, a mi juicio, resulta un tanto meliflua y poco enérgica, por lo que me temo que tampoco habría sido del agrado del Fundador de la Legión. (Se cuenta, no sé si fue real, que cuando el Ministro de la Guerra Azaña, en su ley anti militar suprimió, entre otras muchas cosas, una serie de condecoraciones ya concedidas, Millán Astray llevó personalmente al Ministro las que había obtenido y dejándolas sobre la mesa solicitó que se le devolvieran el ojo y el brazo perdidos en combate). Claro que puestos a querer ganar puntos en el Ayuntamiento, también se podría haber recordado a la comisión de expertos (?) que el General fue padrino de boda de Celia Gámez.

El caso es que con muy buenas palabras, foto de familia incluida, la respuesta no ha sido otra que “A reclamar al Maestro Armero”

Con tal contestación, los Antiguos Legionario, entre los que me honro estar como Legionario de Honor, nos encontramos como aquellos soldados del Rey Felipe V que en el momento crucial del combate se les estropeaba el fusil, teniendo que usarlo al final como maza mientras mascullaba: Y ahora, si vivo, “A reclamar al Maestro Armero”.

Pero antes de que llegaran estas dos ocasiones para mencionar la susodicha expresión, ha habido otra intervención, o no, en la que de no haberse utilizado la famosa y multiusos frase, posiblemente se habrían ahorrado las ya mencionadas en el caso concreto del General Millán Astray

Me refiero a la lenidad con la que han actuado  los máximos responsables ante  esta ley de la discordia con afán de enfrentamiento entre españoles, lo que ha permitido que sea aplicada con total falta de rigor y mero revanchismo.

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Veteranos Caballeros legionarios

Consecuencia de tal blandura es la decisión del Ayuntamiento de retirar del callejero madrileño nombres de personas y  organizaciones  que cumplieron con su deber, aunque fuera en la situación indeseable que enfrentó una mitad de los españoles  a la otra mitad, motivada  por el desmoronamiento palpable del Estado y que no debe repetirse.

Si nos fijamos en la deshonra que pretende realizar  el sectarismo municipal con la memoria de militares y Unidades, desconocidas desafortunadamente por la mayoría de los madrileños, resulta poco alentador que solo sea denunciada por particulares, como es este el caso, y por asociaciones de Veteranos  como la Hermandad de Antiguos Legionarios, División Azul y otras.

Sin lugar a dudas, la adopción de actitudes más firmes por parte de los poderes Ejecutivo y Legislativo y de los máximos responsables de las Fuerzas Armadas resultarían más eficaces y evitarían escenarios como los arriba expresados.

Para ello, les bastaría con limitarse a concatenar unos artículos de las Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas, redactadas y aprobadas por el Legislativo, después de corregir la propuesta por la Comisión castrense,  publicada como Real Decreto Ley por el Ejecutivo (Ministra de Defensa Chacón) y obligados a cumplirlas y hacerlas cumplir por los Mandos Militares. Con esa mínima redacción se puede presentar la argumentación oficial que desmontaría las pretensiones  municipales.

En esta dirección, si el militar tiene en consideración que debe: “Propiciar, con su actuación, que la justicia impere en las Fuerzas Armadas de tal modo que nada tenga que esperar del favor ni temer de la arbitrariedad”, no tiene que dudar en exponer abiertamente “los principios éticos y reglas de comportamiento definidos en las Reales Ordenanzas” en las que se expresa explícitamente que: “ La dignidad y los derechos inviolables de la persona son valores que tiene obligación de respetar y  derecho de exigir” y “en ningún caso los militares estarán sometidos ni someterán a otros a medidas que supongan menoscabo de la dignidad personal o limitación indebida de sus derechos”.

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Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas

 Por las premisas expresadas en el párrafo anterior, recogidas en las Reales Ordenanzas que a todos obligan, no parece que sea lo más adecuado la falta de una respuesta, equilibrada y con igual publicidad, del Mando a la  intención del Ayuntamiento madrileño de agraviar injustamente  el artículo 21  de las mismas que señala claramente que: “Los miembros de las Fuerzas Armadas se sentirán herederos y depositarios de la tradición militar española. El homenaje a los héroes que la forjaron y a todos los que entregaron su vida por España es un deber de gratitud y un motivo de estímulo para la continuación de su obra”.

 Por lo tanto, se hace necesario que por los cauces establecidos o por su propio honor y espíritu,  la Institución  Militar actúe con decisión  ante la agresión a su Código de Conducta y no se limite a utilizar, ante la situación provocada, la consabida respuesta de:

“LAS   RECLAMACIONES AL MAESTRO ARMERO”

 Emilio Pérez Alamán Teniente General (R)