A mí me puede gustar, o no, el señor Feijóo como candidato a la Junta de Galicia por el PP; es cosa mía y a nadie más interesa.
Pertenece al Partido Popular y hoy por hoy sigue su disciplina y principios elementales. Que son, a saber: la unidad de España, el respeto y cumplimiento de la Constitución. Principios en grave peligro.
Por lo que se ha demostrado, Galicia, sale adelante y camina con solvencia, sin alharacas, sin inútiles exhibiciones, dando cada día un pasito más y siempre con escasa ayuda del Gobierno central. Avanza. Es un hecho que incluso con Franco, gallego, y veraneando siempre allí, Galicia estuvo mucho más abandonada que Cataluña o Vascongadas, por poner un ejemplo. Como hoy.
Galicia, en elecciones ya, es una más de la España fraccionada en partidos, en facciones, en intereses desconocidos, ejemplo de lo que está pasando en cualquier lugar, y de cómo el absurdo lenguaje y propaganda calan hasta en los que se creen más listos y más españoles que nadie. Las encuestas apuntan a una mayoría (¿absoluta?) del Partido Popular en Galicia, de Alberto Núñez Feijóo, y descubrimos a algunos de los que defienden la unidad de España y su Constitución con el hacha de guerra contra el actual Presidente de la Junta Gallega. ¿Por qué nos tiramos piedras a nuestro propio tejado? ¿Por qué le hacemos fácil lo difícil al adversario? ¿No defendemos la misma España? Tiempo habrá para los matices, pero por encima de todo el actual problema es España, su unidad, su Constitución, y un drama económico que nubla el horizonte con una izquierda incapaz de hacerle frente. O vamos juntos o no vamos. Bien está defender sus posturas cada uno, pero, siendo en el fondo la misma, no atacando la de tu posible aliado.
Me preocupa la división y las traiciones. Las hay.
Reconozco mi escasa capacidad para la política y lo difícil que me resulta entender lo que está pasando en España. Creo que la mayoría de la gente está preocupada por su quehacer diario, su familia, su futuro, y la dignidad personal de poder trabajar con honradez recibiendo la justa y adecuada respuesta económica. No creo que haya esa crispación y enfrentamiento social, verbal, que reflejan estos representantes (?) que dicen ser nuestros. Lo que menos entiendo es que un mismo equipo se fraccione y sus derivadas ataquen con saña sus orígenes con tal de subir un peldaño.
Al señor Feijóo un retiro espiritual para rebajar su soberbia política tampoco le vendría mal. Admitir errores y aceptar consejos de los, al fin y al cabo, hermanos tuyos, es buen camino. A cada cual lo suyo, pero juntos, sin necesidad de estar revueltos.
Puede que El Arte de la Guerra sea una invención y que nunca se escribiera. Puede que Sun Tzu nunca existiese. Son trece capítulos en los que empresarios, militares y docentes intentan explicarse lo inexplicable y encontrar fórmulas mágicas para la guerra artística, tan difícil como cotidiana.
Puede.
Respuestas hay; si se sabe leer y entender.
<<Si está unido, divídele.
Chang Yu: Clavad una cuña entre el soberano y sus ministros; o, si no, enemistadle con sus aliados. Sembrad entre ellos las sospechas mutuas, de manera que reine en ellos el malentendido. Así podréis conspirar contra ellos>>.
Es lo que vemos, oímos y tememos.
Las elecciones están en marcha. Es la guerra.
Cuando has conseguido la división siempre gana el peor.
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
Blog: generaldavila.com
12 junio 2020