COTILLEOS DEL PALACIO… DE LA MONCLOA General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

De fuentes bien informadas, como antes se decía, me entero de que en el Consejo de Ministros de la crisis se plantaron Calviño y Robles.

El comunista, en cuarentena, fue allí, por encima de todo, incluso del riesgo para sus compis, a sacar tajada. Dos ministras dijeron ¡basta!. Calviño vio la economía temblar y por un momento se le apareció Maduro sentado en el lugar de Sánchez. Robles vio al Ejército, en rojo, estrellado de rojas estrellas, repartiendo tiritas y con flores en los cañones, que de entrada quedaba muy bonito, pero pensó en aquello de ¡A mí la Legión! y le temblaron las canillas.

¡No. Hasta aquí hemos llegado!, Coletas, y no te arrimes tanto.

Sánchez confuso, miraba al ministro de Universidades que, como Unamuno y medio dormido, se entretenía en hacer pajaritas de papel, hasta que en una de esas gritó: ¡Viva la inteligencia! Soñaba un mal sueño. Se abrió la puerta y todos miraron hacia ella con cierto temor, por si acaso, pero no, era un ujier con una jofaina de agua para que el presidente se lavase las manos. Corría entre ministros el desinfectante.

Calviño amenazó con Europa. Voy y me chivo. Te vas a enterar, Coletas.

El Coletas miraba a Robles: Tú a mí no me tocas… mis soldados. Contestó iracunda la magistrada.

Ella a Sánchez: Mi jemad ya está preparado y me ha dicho que solo espera órdenes. Los soldados uniformados, sin armas claro, los aviones vuelan y los barcos navegan. De milagro, decía el anterior jemad, pero este me dice que no, que le sobran barcos, aviones y soldados. Para dietas no sabe si le va a llegar, pero con las de la instrucción y adiestramiento suspendido nos apañamos. Ya aprenderán y se adiestrarán más adelante. Si es necesario nos traemos a los del Líbano, Irak, Turquía, Letonia…

Sánchez respira. Robles no sabe que le han dicho lo que los soldados pueden hacer, pero nadie le ha informado de lo que no deben hacer. Ese es un problema. Siempre la confusión del poder con el deber.

El comunista veía que perdía y creía que la fiebre le subía. ¡Ía-ía-ía, Illa maravilla! Impertérrito el de Sanidad, consultaba los últimos datos del día, y todo subía y abajo se venía. Habla del INSALUD y alguien le dice que eso ya no existe. Claro él no es médico sino dialogador. ¡Anda! por eso ahora con lo de las Autonomías si a uno de Pamplona le da un jamacuco en Madrid y va a urgencias nadie conoce sus antecedentes clínicos, no hay cruce de datos.

Al comunista se le ocurrió otra vía: la Corona. Se la puso por montera y salió de la reunión muy enfadado, bueno, mejor dicho cabreado, estos no saben de enfados, sino de lo que implícito lleva lo otro. Pensaba entre moquetas: Tengo la sexta y la cuatro y hasta la cinco y la del 3, creo que la 1 y la 2; tengo, tengo, solo necesito dominar. Desde la Sierra Madrileña, nido de águilas, dominaré Madrid y sus palacios.

Lo intenta por otro camino y seguirá con su proyecto a través de las falsas noticias y medias verdades, táctica de agitación y propaganda de los bolcheviques. Le importa un bledo el virus ya que el comunismo es afecto a toda clase de virus.

No sé quién -¿el ocupador de salas VIP?-, preguntó: ¿Hasta cuándo aguantarán los españoles encerrados en sus casas¿ ¿Por qué los británicos no toman medidas? ¿Será esto imparable y no tengamos otra solución que esperar al calor de agosto? Nadie sabe nada.

Termina la reunión como el rosario de la aurora.

Saliendo el Coletas de la reunión entró Ivan, ya saben.

¿Tienes la solución? Preguntó el presidente Sánchez (a partir de ahora hay que poner el nombre porque, según veíamos ayer en el show televisivo, el de interior no dirige sino preside).

No, presidente. Llaman Pablo, Santi, Inés, que se ofrecen para un Gobierno de Concentración. ¿Y eso qué es? ¿Pero yo sigo aquí en mi colchón? ¿Y cuando esto pase sigo siendo el rey?

Pues eso tenéis que hablarlo.

Celaaaá que ha puesto el oído pregunta ¿Qué hay una concentración?

El de Interior, el que preside, mira a Robles: ¿Concentración? ¿Tú o yo? ¿Tuya o mía?

Presi, el colchón no hay quien te lo quite mientras yo esté a tu lado. Termina Iván tranquilizando a Sánchez, que con mal gesto y peor cara se dirige a los españoles, sus súbditos: ¡Españoles!: Solo mil palabras para deciros que nada. Nada y nada. Más nada que nada y hasta mañana nada, y después de mañana nada; y que nada, que esto lo vamos a ganar, porque nada, así que nada… Durante cerca de una hora. Pues nada: tranquinada.

El CNI, este y el otro, el del otro, no sé si el de Villarejo también, lo grabó todo.

Lo guardan porque aquí, tarde o temprano, todo se sabe.

Una recomendación: estén atentos, porque entre falsas noticias (fakes) se cuelan algunas verdades.

«En este mundo traidor nada hay verdad ni mentira; todo es según del color del cristal con que se mira» (Ramón de Campoamor y Campoosorio.1817-1901). A este Consejo de Ministros acudieron con gafas oscuras y el resultado es, como anunció el presidente, Sánchez, que nada, quédate en casa, que no hay nada que hacer. Nada es nada, como sí es sí y no es no. Sino todo lo contrario.

Nota aclaratoria: Las Fuerzas Armadas poseen infinidad de capacidades, pero no son un «todo a cien«. Es delicado hacer un uso inadecuado de medios y capacidades. Por ejemplo usarlas, como veo y escucho, para anunciar por megafonía que nos quedemos en casa. Esto no es un toque de queda. Eso lo pueden y deben hacer otros. El mando militar debe asesorar y explicar la diferencia entre lo que se puede hacer y lo que se debe hacer. Sobre todo no engañar al personal para dar imagen y desperdiciar sus verdaderas capacidades. El mal o inadecuado empleo de los medios es preocupante. Luego se oye lo que se oye: Los militares toman las calles. Sí; de pregoneros.

Claro que aquí todo vale con tal de aparentar. Nada, pues, nada, nada que hacer.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

16 marzo 2020

LAS SALAS VIPS DE LOS AEROPUERTOS. LA CAVERNA DEL MINISTRO ÁBALOS. General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Que las paredes escuchan lo sabe todo el mundo. Algunos lo comprueban (mos) en sus propias carnes. Si solo escuchasen nada pasaría, pero es que además hablan. Mucho.

En todos los aeropuertos del mundo hay salas para uso exclusivo de los vips-autoridades. Mínimos controles. El poder todo lo puede y por eso existen las designaciones a dedo. Favor por favor; incluso la ley hace favores. De vez en cuando se fumigan para limpiar las interferencias electromagnéticas y hasta los cuantos de energía.

Muchos pardillos lleguen a la política y se creen que todo el monte es orégano. Se lo cuentan otros y se lo creen. Pasar de abajo a arriba es menos cruel, pero más dañino, que la caída desde lo alto. Los que suben arrastran en su ascenso la timidez del desconocimiento que suplen con la soberbia del poder.

Por esas salas de los aeropuertos pasan muchos vips-autoridades recién ascendidos que se encuentran como un burro en un tejado, lo que les hace muy peligrosos por su desconfianza en el nuevo medio. Dice el saber popular: como un pulpo en un garaje. El constante y riguroso peloteo de los que les rodean enmascara al enemigo y hasta llegan, sin darse cuenta, a confiar en él: se cree el ladrón que todos son de su condición. El pulpo acaba sabiendo aparcar.

-Ábalos vete a Barajas, Acabo de hablar con… Todo está arreglado. Dice el elefante desde la cacharrería.

-Sí presidente; ahora mismo.

Ábalos ha caído en el cepo del principiante. A pesar de que quiere quedarse, será toda su vida un principiante, un pulpo en un garaje, o un elefante en una cacharrería; como el otro, su jefe, que es peor.

Ministro. A sus órdenes. Coche del que manda. Oficial, policía oficial, barreras inexistentes, ¡paso que voy!, fuera controles, ¿pasaporte?, ¡a ver si le pasaporto!; son cosas para el pueblo llano. Sala especial nacional para la very important, mientras fuera, por si caso, espera ese vehículo matrícula CD, para en un imprevisto (todo previsto) trasladarla al hotel de minuciosa y oscura reserva (se conoce el nombre).

En la sala para los vips-autoridades no falta de nada. Lujosamente decorado, las paredes con pinturas de museo que enmascaran los oídos, y el todo gratis funciona a tutiplén para el agua o la coca cola. Solo vemos las sombras de lo que de la realidad se proyecta en la caverna, las cámaras de vigilancia son pura metáfora. <<He visto cosas que vosotros no creeríais…>>.

Encadenados, jamás veremos lo que ocurre en las salas vips-autoridades y madrigueras parecidas.

Sin obstáculos ni interrupciones avisan de la salida del avión para Doha. Despedida entre vips, el ministro y ella, lo que sea de Maduro, al parecer presunta delincuente que debería ser detenida.

De nuevo coche oficial hasta la escalerilla del avión.

¡Qué majos son los españoles!

Hasta siempre ministro: Ya sabes; en Venezuela tienes tu casa.

Aquí no ha pasado nada. Nadie cuenta nada. Todos lo saben y es el cuchicheo entre ellos, a la hora del café. Sindicados también. Para eso está la dedocracia del silencio.

Las salas para los vips suelen, más de una vez, convertirse en madrigueras. Lugares retirados y escondidos donde se oculta la gente de mal vivir. Temporalmente.

Ministro: ¡Siempre a sus órdenes! La próxima vez avíseme con más tiempo. Casi nos pillan.

Saldrá, tarde o temprano, porque os han pillado al salir de la madriguera.

No hay sombra que pueda ocultarse porque no es nada; siempre quedará la huella del que la proyecta que, aún siendo nada, menos que su sombra, es reconocible.

El juego diplomático es de lo más sutil y elegante que hay. Pueden matarse a través del abrazo y morir sonriendo. Al final nos lo creemos. Una cosa es lo que la caverna proyecta y otra la realidad de fuera. La política tiene esas cosas: nada resuelve; se limita a politizar cualquier asunto que es lo mismo que eternizarlo, para interés propio, y al que jamás se le da solución.

Aquí no ha pasado nada. Nunca, que sepamos, pasa nada en las alcantarillas.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

6 febrero 2020