SOLO QUIERO QUE ME CUBRAN CON LA BANDERA DE ESPAÑA… (General de División Rafael Dávila Álvarez)

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Batalla de Castillejos. Arenga el general Prim a los voluntarios catalanes:

‹‹Soldados podéis abandonar esas mochilas porque son vuestras, pero no podéis abandonar esta Bandera porque es de la Patria››.

Es el bagaje del alma de soldado. Es necesaria una percha, anaqueles que soporten tantos relatos escritos en las páginas de los humildes pergaminos de los soldados, pobres y honrados, pobres por honrados, que han dejado escrito en esa Bandera el amor que abrazado al dolor se convirtió en rojo y gualda. En aquellas guerras de África del XIX, nuestros soldados, catalanes, extremeños o castellanos, del Regimiento de Córdoba o del Saboya, infantería de León,  Arapiles o Simancas, del batallón de Navarra o de Chiclana, españoles de cada rincón, empezaban a llevar una bandera que servía para tapar el equipo colocado en el vasar o percha de los dormitorios. En el combate aquella diminuta bandera de 60×80 iba guardada en la mochila, recámara del soldado, el alma y la vida a la espalda, caminando con la Patria a cuestas. Pañuelo cubre-perchas que ayer cubría sus enseres privados, luego su posición señalaba, más tarde cubrirá su cara cuando le echen una palada de tierra sobre su cuerpo que el deber se ha llevado.

Se hizo reglamentario para los de la cuarta región militar, Cataluña,  en 1904. ¿Sería en recuerdo a la arenga del general Prim? ‹‹No podéis abandonar esta Bandera…››. Al poco tiempo la Real Orden se hizo extensiva a todos los cuerpos del Ejército. Pero pasó el tiempo y también los combates. Se olvidó la bandera. La mochila empezó a rellenarse con inservibles utensilios que vaciaron de contenido el alma del soldado. El pañuelo cubre-perchas fue olvidado. Algo del alma de soldado se fue con ello.

Hubo un día en que se cantaba:

‹‹El día que yo me muera

si estoy lejos de mi Patria,

solo quiero que me cubran

con la Bandera de España››.

Fue olvidado.

Era el último uso del inicialmente llamado pañuelo cubre-perchas. No era un pañuelo, era la Bandera de España. Cubrían con ella el rostro de nuestros muertos en campaña. Luego, a paladas, la tierra los tapaba.

‹‹Solo quiero que me cubran

con la Bandera de España››.

El olvido es virtud en esta tierra roja y amarilla como su Enseña. Pero no hay quien detenga cada primavera el florecer de los jaramagos y amapolas que tiñen de bandera los campos de España.

62aLos sentimientos de un pueblo se izan sobre el asta de la enseña como los colores que adornan su paisaje. Cuando eso no ocurre cualquier cosa puede suceder, normalmente desaparecer como nación. Nunca pueden caer los colores de tu patria. Siempre a la vista. El cornetín y la bandera ponen orden en el alma del soldado. Un soldado solo existe y se encuentra definido si detrás hay una bandera. Sin bandera no hay soldado, ni ejército, ni nación.

La historia de la diminuta bandera de percha o de mochila parece que se recupera. Aún no ha sido recogido reglamentariamente. Desde aquí pedimos que se regule y se reglamente su uso. No hay suficiente tejido para confeccionar la historia de España y de su Bandera. Esta historia no está confeccionada con tinta y papel ni con fibras de tela. Está hecha a base de vidas y sangre derramada. Quedó resumida un día en un trozo de tela de 60×80. Recuperarla no puede ser cosa de la iniciativa privada. Todos los soldados deben de tener su bandera, de percha o de mochila, llámenla como quieran, es la Bandera de España.

Puedes tener una vida de riquezas lleno. Puedes heredar tronos y privilegios. Puedes vestir distinguidas libreas. Pero llevar en tu mochila la Bandera… Explícalo tú, soldado, explica lo que sientes cuando antes de dormir, cuando estás reventado que jamás cansado, abres tu mochila y se desparrama el rojo y gualda allí guardado. Cuando abres tu mochila y antes de escribir la carta, antes del destino que la vida te ha dado, y el recuerdo a los que te esperan, antes de a ellos empezar a dedicarles ese poco tiempo que te queda, el tiempo más delicado, salta de tu mochila, entre lo más amado, tu alma de soldado, la Bandera de España, un trozo de tu vida, de los tuyos, lo más amado.

Díselo tú, soldado, a los que nunca han sentido, a los que nunca han amado.1362849818_0

Habla de tu Bandera, de lo que por ella siente tu alma de soldado.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

4 abril 2021

 

 

 

LAS CORSARIAS:https://youtu.be/CHJydNqMgPM

NO QUIEREN A NUESTROS EJÉRCITOS Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

12 de Octubre. Día de la Fiesta Nacional. Desfile Militar

O no se enteran o no se quieren enterar, ye, ye. No nos quieren de verdad, ye, ye.

El maestro Antonio Burgos, en magistral artículo, afina la puntería, propia de cabo tirador selecto, (¿Para cuándo esa merecida Cruz del Mérito Militar?) y describe la situación —Sin Desfiles— que no es coyuntural sino que va camino de estructurarse en lo que siempre han querido: sacar a los ejércitos del sentir del pueblo, alejarlos del concepto de Patria, de Todo por la Patria, del sentido de Unidad de España, sacarlos de la Constitución, como el que se saca una muela infectada que no le permite zamparse a gusto la empanada que se han guisado de nacionalidades, de lo federal, de la nación de naciones, y no sabemos cuántas zarandajas más. Molestan los ejércitos y sus cañones, sus barcos y aviones, y su espíritu militar. Molesta la obediencia, la disciplina, el firme caminar, el honor, la valentía, sobre todo molesta esa forma suya de amar, de a España amar, tan firme y segura, que hasta juran por su vida la sangre derramar. Que no nos vengan con excusas, porque se les ve el plumero a distancia. No nos quieren de verdad.

Es de las pocas cosas en las que muestran claridad: de los ejércitos ni hablar. ¿Presupuestos? Ni infantes, ni jinetes, ni artilleros, ni ingenieros, ni marinos, ni aviadores; nada de vehículos, ni cañones, ni barcos ni aviones. Nada que tenga que ver con la razón de ser de los ejércitos.

Mejor lo virtual e imaginario, un ejército de paisano(s), de protección civil, de peones, de rastreadores baratos, servicios de retaguardia, de poca monta y mayores silencios; los ejércitos de soldados, los de verdad, que queden olvidados.

En eso invierten lo que todos pagamos por nuestra defensa y seguridad. Presupuestos para el engaño.

Dice bien el Cabo Burgos, selecto tirador de las Buenas Letras, a tres meses vista ni Desfile, ni Día de la Fiesta Nacional, ni na de na. Las Academias Militares sin su Rey son menos militares (así les gusta); el Día de las Fuerzas Armadas, uno menos; Del Centenario de la Legión para qué hablar. ¡Menudo peso se han quitado de en medio! Millán-Astray, Franco… ¡Quita, quita! Ese sí que era un dolor de muelas que entre el dentista y el paciente han conseguido <<sustraer o esconder>>. Mala voluntad y tibieza.

Lo militar y guerrero ha pasado a un plano de desprecio y olvido que no se merece. Cambian sus misiones a la vez que rebajan su presencia y llevan camino de darle un giro a sus misiones. La principal y constitucional tiene los días contados.

La ministra de Defensa muestra una imagen que no se corresponde con la realidad de lo que por dentro está sucediendo. Unos ejércitos llenos de problemas, de pobreza, incapaces de soportar la economía  del día a día sin hacer enormes sacrificios, a costa de la operatividad, lo que crea una incertidumbre que, sin duda,  se traduce en la moral de las tropas. Alguien será responsable.

Del aspecto Institucional forma parte su presencia en la sociedad, siendo lo que son, Fuerzas Armadas y no otra cosa, la cultura de Defensa, su proyección mediática sin esconder su historia y valores, sin ocultarlos como son, del pueblo que los aplaude y reconoce.

En el plano Operativo-Presupuestario ¡hemos hablado tantas veces! Recuerden que no se puede levantar la voz, sino someterte sumiso al desmantelamiento de las unidades bajo la tan conocida voz en los ejércitos: ¡Hay que sacrificarse. Estamos en crisis! ¿Y cuando no?

Lo malo es que esta crisis no es de los Ejércitos sino de algo más profundo y que es la razón de ser de los mismos: España.

Una de los pilares a derribar es sacar a los ejércitos del sentir del pueblo. El Covid-19 les sirve para un roto o para un descosido. Ahora convertido en arma para desarmar a los ejércitos.

Molestan los ejércitos y sus cañones, sus barcos y aviones, y su espíritu militar. Molesta la obediencia, la disciplina, el firme caminar, el honor, la valentía, sobre todo molesta esa forma suya de amar, de a España amar, tan firme y segura, que hasta juran por su vida la sangre derramar.

No nos quieren de verdad, ye,ye.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

28 julio 2020