LOS SILENCIOS DE LA GUERRA Y LOS EXPERTOS General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Un reducido número de viejos soldados aparecemos con demasiada frecuencia en las pantallas de televisión y en las emisoras de radio con el calificativo de expertos para hablar de la guerra de Ucrania. No hay tales expertos (experiencia), aunque podríamos hablar de la guerra en su contexto histórico o filosófico no de la guerra de Ucrania.

Lo más que nuestra capacidad permite es analizar el a dónde, por dónde, cómo y cuándo de la estrategia operacional o de la táctica que el desarrollo de las operaciones nos ofrece.

Esta no es una guerra cualquiera, sino que asistimos a un conflicto total que lleva años gestándose y cuyas consecuencias —hay estudios al respecto— se han asumido de manera consciente mientras los Estados Mayores de algunas naciones poderosas trazaban su diseño junto a las industrias de las armas del futuro. Pura economía, ciencia y técnica en la mayor de las carreras armamentística diseñada en los últimos tiempos. La preparación se inició hace años y se acaba de dar la señal de salida. Veremos quien llega a la meta y en qué condiciones. De esta guerra se van a sacar conclusiones de alta importancia para el futuro de la paz y de la guerra. Si queda alguien para contarlo.

Podría ser la primera de una serie de conflictos de nueva generación o la última y definitiva de todas las guerras. La Ilíada final, el cero absoluto de los tiempos sin retorno odiseico.

Tres potencias han participado en el juego de la guerra a lo largo de estos últimos años, desarrollo, evolución y preparación, mientras el resto permanecía en en el absurdo desarme ideológico y material, engordando sin sembrar.

Es por lo que el conflicto se ha iniciado en una frontera muelle, sin reacción, ante un continente incapacitado para asumir las consecuencias de la guerra: «Europa confió su seguridad a Estados Unidos y su comodidad y prosperidad a China y Rusia y ese mundo ya no existe»(Josep Borrell. Alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad).

Rusia, China y los Estados Unidos estaban, y están, preparados.

Rusia dispersa, desinformada, perdida en la inmensidad de su despoblada geografía; China ajena y cosechadora mira de reojo para sus propios beneficios; Estados Unidos muy lejos, no siente la guerra, la hace, y es dominadora, por ahora: obtiene un alto rendimiento en aspectos claves para su desarrollo como potencia mundial. Europa dormida en sus pesadillas; África sigue siendo el león hambriento. Los ataques por el sur proliferan en los continentes europeo y americano. El sur global puede calentarse y fundir el ecuador de los pueblos y de los tiempos.

Somos muchos y los muchos quieren ser iguales a los otros, han conocido lo desconocido justo cuando no hay para todos o al menos no hay forma de repartirlo. Ni siquiera llueve ni sale el sol para todos.

Es, por tanto, una guerra inevitable que tiene un poco de todo y mucho que ver con un nuevo orden o desorden que se nos viene encima sin saber si estamos preparados para asumirlo y aceptarlo. De ahí, mientras los sesudos ordenancistas del mundo piensan y deciden: llega la guerra.

La única incógnita para que estallase lo que se esperaba era saber donde y cuando. Los Estados Unidos estaban preparados, llevaban tiempo en ello. Por eso la retirada de Afganistán, «sálvese quien pueda», mientras el resto hablaba de incomprensible retirada sin darse cuenta que había que posicionarse y cerrar frentes antes de que llegase el gran frente.

¿Y ahora qué? Nadie lo sabe.

Desde el punto de vista militar la idea estratégica rusa era clara: presión y negociación, artillería junto a la palabra. Llegar a un armisticio inicial después de los primeros avances en el terreno para alargar de manera interminable los diálogos de paz mientras los mares le unían al Mediterráneo y Europa caía ante sus pies.

Estados Unidos ha visto la manera definitiva de acabar con Rusia como potencia, destruirla, y no cederá un paso hasta lograrlo. Debe posicionarse sin presiones ante el nuevo mercado: el Indo-Pacífico. Podría ser una estrategia equivocada y el crecimiento  de China hasta límites indeseados, como potencia y como enemiga. China cree todavía en un mundo bipolar por un tiempo. El suficiente para culminar su desarrollo y engullirlo todo. Su expansión y dominio es incontestable. Cuestión de cantidad le ampara y la calidad ya está a punto.

Europa despierta del sueño americano y se ve sola y sin ejército que llevarse a la boca. Solos y desamparados.

Otros continentes despiertan dispuestos a entrar en la carroña y participan en la guerra desde el crimen organizado, drogas, contrabando de armas, asesinatos, atentados, secuestros… terrorismo.

Cuando la guerra está en marcha nada se ajusta a las reglas ni responde a los planeamientos. Siempre interviene el azar, la fricción: una cosa es la guerra en el papel y otra en el campo de batalla.

La segunda guerra mundial estaba ganada por los aliados y decidieron poner fin a la misma para evitar más bajas: sembró muerte e incertidumbre; hasta hoy.

¿Qué pasará si alguien decide acabar con todo?

No es fácil predecir cuando la información es nula o engañosa, cuando «en el crepúsculo que envuelve a todos los hechos es tan difícil adquirir ideas calaras y definidas».

Esta guerra ha dejado al margen a los políticos y por ahora la deciden milicia, ciencia y técnica. La política por ahora calla y deja hacer.

Su momento será cuando alguno de los contendientes oiga de su Estado Mayor y de sus fábricas: «Estamos al límite. Perdemos la guerra».

¿Qué ocurrirá? ¿Decidirán hablar o matarse?

Nadie parece con voluntad de detener esta tragedia a la que asistimos como si no fuese con nosotros.

Nadie sabe nada. Ni siquiera el que podría apretar el botón del fin definitivo sabe si lo hará mañana.

Nuestras palabras no las recogen los manuales de guerra.

Esto tiene un comienzo pero nadie sabe si tiene final y si quedaremos para contarlo.

Sigue la guerra de armamentos inteligentes manejados por las peores inteligencias.

Eso es lo único que sabemos y podemos transmitir.

Los Estados Mayores guardan un sospechoso silencio y en cualquier momento puede ocurrir la hipótesis más peligrosa que sus planeamientos recogen.

Pero no habrá aviso previo. La cuenta atrás ha comenzado.

A la guerra le sucederá el silencio.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

3 noviembre 2022

 

LA POLÍTICA Y LAS ARMAS General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

La cita se la hizo Aristide Briand a Lloyd George durante la I Guerra Mundial: «La guerra es asunto demasiado grave para dejarlo en manos de los militares». Sucede lo contrario. Por tanto debió arrepentirse y ya nadie se atreve a repetirlo. Caer en manos de los actuales políticos nos puede llevar a inciertos lugares. Uno de ellos es el de las Armas.

¿Dónde se ha ido el líder de Podemos? Su desaparición, junto a alguno de sus íntimos, hace pensar: bien o para mal. La milicia tiene el término adecuado para definir el abandono de tus tropas ante el fracaso personal. Los códigos de conducta y los sancionadores también lo contemplan.

Hay algo muy preocupante en todo esto: una explicación lógica. Nos la deben.

En política casi nada tiene otra lógica que el interés partidista. La aparición de la señora Ayuso y la caída de la izquierda requieren de un nuevo planteamiento en la derecha española y un reajuste en los programas y partidos. Si no es así la gravedad será el preludio del fin.

Lo de Iglesias puede ser una huida hacia delante o una retirada a tiempo, o cualquier cosa; incluso peor. ¿Se constituirá con Mando y Estado Mayor fuera, pero dentro? Habrá que esperar sin perderle de vista.

Al fin parece que el espejito mágico de la Moncloa se ha roto y ya no es el más bello quien le pregunta por las mañanas.

Todo está sucediendo de manera extraña y poco entendible para el común de los mortales. Se empieza a adivinar —en el mundo—un intento de sosegar el ambiente político tan deteriorado por este convulso periodo de pandemia; y más. Sosegar en lo político no es otra cosa que hacerlo en lo económico en unos momentos en los que a la pandemia le viene a la zaga el gigante Xi Jimping manejando el gran robot que queda fuera de control para el resto del mundo.

Se atisba un horizonte, ya cercano, de cambio, de fin de ciclo político, económico y, por tanto, social.

Solo me gustaría ampliar un poco ese horizonte y abarcar mayor campo de visión para que nada nos sorprenda.

Lo que veo me parece una tregua que incluso podría ser un simple alto el fuego.

La política sigue asustada y con exceso de aficionados que pretenden aprovecharse de ella. Las Armas están vigilantes. En ningún momento han bajado la guardia. No todas. ¿Cuáles sí, cuáles no? Adivinen.

Las Armas nunca se asustan y están en permanente estudio, adivinando el posible escenario próximo, aunque alguno enfoque de manera distinta sus estudios o solo recurra a la experiencia, como los dos mulos que tenía Federico el Grande que después de más de cuarenta campañas sobre sus lomos seguían siendo mulos. Siguen alistados. Cocean por aquí cerca.

La I Guerra Mundial se interpretó como «una guerra para acabar con las guerras».

Versalles dejó resentimientos y al fin se quedó en un armisticio por veinte años.

Hitler atacó Polonia el primero de septiembre de 1939; empezaba la II Guerra Mundial. Las agresiones en tiempo de paz habían empezado mucho antes con la ocupación de Renania en 1936.

Díganme si encuentran algún parecido actualmente. Los despliegues están, Armas preparadas y la Renania de ahora ya está ocupada.

En agosto de 1939, para más inri, Hitler firmó con Rusia un pacto de no agresión.

Jugar con la política es andar en la oscuridad por un rio de gasolina iluminándose con una antorcha. El Escamandro. Solo es necesario un mínimo error. Después lo que viene es la guerra: donde no hay lugar para la moderación.

O una debilidad política a la que le sigue otra de las Armas. El resto está escrito en la historia.

No es suficiente vencer. Hay que saber predecir y ver qué se esconde al otro lado de la colina. No te fíes ni del compañero de pareja.

Está próxima la reunión de la pareja Biden-Putin. Es insuficiente.

¿Será una reunión de la experiencia a la que aludía Federico el Grande o habrán estudiado el panorama? ¿Habrá espíritu de defensa o de conquista?

De entrada faltan interlocutores. Armas no faltan. El mundo ya no es de dos, lo que dificulta el equilibrio de la balanza.

Hay quien se cree que España no es una, sino una experiencia suya.

Los que así piensan y gobiernan, como los que formaron parte del equipo de Federico el Grande, ahí siguen, después de, exactamente, 43 años de experiencia. Cocean.

¿Nudo gordiano? Como Alejandro: «Es lo mismo cortarlo que desatarlo». Alguno lo hará con su espada.

Embastar y botasilla. El que tenga oídos…

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

27 mayo 2021

 

 

 

 

EL JEFE Y EL ESTADO MAYOR General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Casado y su Estado Mayor

Los partidos políticos se están viendo obligados a cambiar sus Estados Mayores. Se avecinan duros combates y las recientes diferencias dentro de cada partido hacen muy necesaria la acción del Mando. Los cambios son oportunos. Se trata de contar con un selecto grupo de auxiliares que ayuden al Jefe en la toma de decisiones. En la vida militar esta es función del Estado Mayor que le debe proporcionar al Jefe los elementos de juicio y los datos necesarios para fundamentar sus decisiones, materializarlas en órdenes o instrucciones, velar por su cumplimiento e informarle del estado moral y material de sus tropas y de las posibilidades logísticas. Todo ello sin olvidar esa herramienta tan importante como es “el relato” que junto a la información  condiciona cualquier decisión por muy acertada que esta sea. No se gana nunca una batalla, ni la guerra, si se pierde la de la información, un buen relato que convenza de la bondad de tu acción y sus resultados. Ardua labor la del Estado Mayor que requiere lealtad, espíritu de sacrificio, amor a las tropas y ningún protagonismo.

Decía Maquiavelo:

<<… debe un príncipe no tener otro objetivo ni otro pensamiento ni dedicarse a ningún otro arte fuera del de la guerra y de las órdenes y disciplina de la misma porque ello es el único arte que se espera del que manda>>.

Ahí es donde debe estar el Estado Mayor; defender los intereses generales de la nación y no los suyos personales y jamás inmiscuirse en el mando de las tropas.

El Estado Mayor no impone, ofrece alternativas, proporciona datos, elementos de juicio, pero no decide. Cuando la decisión del Jefe está tomada, debe ser asumida por su Estado Mayor como si fuese propia y defenderla con entereza e ilusión.

Napoleón rodeado de su Estado Mayor

El Estado Mayor nunca debe creerse el jefe ni separar a este de sus tropas. Un equipo se forma de arriba abajo, pero la fuerza se transmite de abajo a arriba; sin ese flujo ascendente y descendente no hay ejército, ni equipo.

De la misma manera que el trabajo del Estado Mayor es impersonal, callado, humilde y sin protagonismos, por el contrario el Jefe, con humildad, pero firmeza, debe mantener su personalidad en la victoria y en la derrota, no ampararse en su Estado Mayor y menos en sus tropas, debe hacerse ver y sentir, y su virtud está en la facultad de inspirar confianza. Hay responsabilidades que no se pueden compartir, es la soledad del mando, ese el momento en que se muestra de verdad la personalidad del Jefe.

<<De los aqueos habíase enseñoreado la ingente fuga, compañera del glacial terror, y los más valientes estaban agobiados por insufrible pesar>>.

En el decisivo Canto IX de la Ilíada Agamenón se muestra partidario de huir: <<Huyamos en las naves a nuestra patria tierra, pues ya no tomaremos a Troya, la de anchas calles>>. Decisión sin consulta.

La Ilíada canto IX

Es el valor y la experiencia los que se levantan a dar solución a los afligidos aqueos. Diomedes, valiente en el combate, se niega a la retirada y habla por sus hombres, por los valientes aqueos. Néstor, el caballero, la experiencia, inicia su discurso con una definitiva sentencia: <<Sin familia, sin ley y sin hogar debe vivir quien apetece las horrendas luchas intestinas>>. Después aconseja a Agamenón que congregue a los caudillos y siga el parecer del que le dé el mejor consejo. <<Pues de uno bueno y prudente tienen necesidad los aqueos, ahora que el enemigo enciende tal número de hogueras junto a las naves… Esta noche se decidirá la ruina o la salvación>>.

Ruina o salvación. De la decisión y del consejo dependen. La una es del Jefe, la otra de su Estado Mayor, pero la responsabilidad es únicamente del que manda sin poder delegarla ni compartirla.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

5 agosto 2019

SIN NOVEDAD O CUANDO SE PIERDE EL HONOR General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Waterloo: Mejor no explicar este momento y simplemente cumplir cada uno con su deber

Sin novedad”. Tranquiliza escuchar la breve sentencia que resume una jornada en paz y sin desasosiegos, sin que nada haya roto la habitual evolución de los hechos.

Lo escucho ahora en el lenguaje cotidiano, a diario, convertido en introductorio saludo.

-¿Qué tal estás?

-Sin novedad, que con la que está cayendo no es poco.

Muchos se extrañan de aquel famoso “Sin novedad” que dio el general Moscardó cuando se liberó El Alcázar toledano a comienzos de la Guerra Civil. Con una ruina detrás, un paisaje de escombros y desolación, el general se dirigió a Franco y mientras saludaba marcialmente dijo:

Sin novedad en el Alcázar mi general”. Así era, no se equivocaba.

En la milicia solo hay un factor que cuente como novedad: la pérdida del honor. Cuando ocurre se calla, se agacha la cabeza y se da por perdido todo. La vergüenza asola alma y cuerpo. Mejor morir.

Perder el honor es la única novedad sobresaliente y definitiva. Es perderlo todo. Se puede perder un combate, una guerra, pueden suceder mil avatares, pero mientras el honor esté intacto el parte inicial será: Sin Novedad. Luego vendrá todo lo demás.

El honor es cualidad moral que lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto del prójimo y de uno mismo.

Iba a dar comienzo la batalla de Waterloo. El general Uxbrideg, segundo de Wellington, fue a la tienda del general español Miguel Ricardo de Álava y Esquivel, persona de confianza de Wellington y miembro de su Estado Mayor, a preguntarle qué deberían hacer. Álava le acompañó a entrevistarse con el Duque que, después de mirar fíjamente y con complicidad al general español, puso la mano en el hombro de Uxbridge y le dijo: «Una cosa es segura, que suceda lo que suceda, usted y yo cumpliremos con nuestro deber». Sonrió el vitoriano general español y se despidió de Wellington acompañando a Uxbridge hasta que se perdió su caballo entre las tropas. Todo estaba dicho. Las órdenes claras.

El general Álava

Se pierda o se gane, el honor se mide desde otros criterios más duros y exigentes.

La vida te sorprende con sus hábiles jugadas, casualidades o no, pero el caso es que volvemos a Waterloo, donde de nuevo se encuentra el enemigo, jefe y  Estado Mayor. Desde allí se ataca, se hacen los planes y dirige la ruptura de Cataluña con España.

No veo por ningún lado a Wellington ni al general Uxbrideg. Tampoco distingo entre los generales al vitoriano héroe español Miguel Ricardo de Álava y Esquivel.

Es una batalla que habrá que ganar. Al finalizar, por encima de todo, habrá que decir con la mirada bien alta: Sin Novedad.

Si no es así querrá decir que hemos perdido el honor. Lo habremos perdido todo y no habremos cumplido con nuestro deber. ¿Agacharemos la cabeza humillados por el deshonor?

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

12 septiembre 2018

LA UNIDAD MILITAR DE EMERGENCIAS ‹‹SOMOS SOLDADOS›› Rafael Dávila Álvarez General de División (R.)

SM. la Reina Doña Sofía madrina de la Bandera de la UME

Nunca fui partidario de crear esta unidad, pero la ayudé cuanto pude en sus inicios y algunos de los mejores oficiales de mi Estado Mayor fueron pioneros en el esfuerzo inicial -que fue mucho- para ponerla en funcionamiento. Sigo manteniendo mi opinión aún reconociendo su gran labor y brillantes resultados. Eso lo esperábamos todos y no es ninguna novedad. No podía ser de otra manera. Si se crease una unidad militar contra la corrupción no habría euro que se desviase de su camino. Pero cada función debe ser desempeñada por quien corresponde. La formación responde a la misión a desempeñar y en principio las emergencias están contempladas en Protección Civil. La intervención de las Fuerzas Armadas en esos cometidos se ha efectuado tradicionalmente y de manera eficaz en aquellos momentos en los que Protección Civil y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad se veían desbordados. Para ello estaban organizadas y preparadas todas las unidades militares. Siempre fue así, aunque admito que no por eso debe seguir siendo así. En su momento, al crear la UME, no hubo debate ni rigor intelectual  sino una decisión personal y caprichosa que tenía que salir indiscutiblemente bien por quién la asumía: las Fuerzas Armadas. Y así fue. Resultado excelente. Pero todos los cambios deben ser detenidamente estudiados y evaluados. Desde distintos puntos de vista.

Unidad Militar de Emergencias

Actualmente en muchas naciones hay una revisión intelectual profunda de las misiones y participación de los Ejércitos en cometidos que nunca le  fueron propios. No solo por razones coyunturales sino también por cambios estructurales debido a poderosas razones económicas y nuevas amenazas que se prevén de largo recorrido. Sirva de ejemplo cómo desde hace tiempo se solapan muchas misiones entre las Fuerzas de Seguridad del Estado y las Fuerzas Armadas, tanto dentro como fuera de España, aunque aquí haya una incomprensible alergia a ver uniformes de soldados por las calles. Una cooperación y trabajo en común cada vez más necesario. La clave está en  abordar con rigor estos temas con participación de amplios sectores de la Administración y de la sociedad. Como decíamos, la economía, los nuevos frentes abiertos para la Seguridad y Defensa, como el terrorismo, la guerra en el ciberespacio, la emigración, la formación de ejércitos regulares en naciones castigadas por la violencia, el control de fronteras y un largo etcétera, sin olvidar las misiones convencionales que nos llevan a desplegar, por ejemplo, en la frontera con Rusia, son factores que modifican los puntos de vista y obligan a revisar las misiones y cometidos de las FAS. Por tanto su formación y necesidades.

La UME compromiso de servicio

Pero no era mi intención tratar este interesante tema que queda para otro momento sino simplemente mostrar el agradecimiento debido, de todo el pueblo español, a la Unidad Militar de Emergencias que en esta época estival tiene especial relevancia. Sus 3.500 componentes entre Cuadros de Mando y tropa permanecen en alerta respondiendo al compromiso de las Fuerzas Armadas con el pueblo español, con todos los españoles. Servicio es una palabra muy arraigada en esta unidad que se presenta con un inequívoco ‹‹Somos Soldados›› y que en cada actuación demuestra su formación y espíritu militar por encima de cualquier otra capacidad.

No hay una unidad mejor que otra que otra en los ejércitos, cada una tiene sus características propias y su espíritu de Unidad, aunque algunas por sus peculiaridades, historia, tradiciones y especial idiosincrasia tengan más vistosidad. La Unidad Militar de Emergencias en poco tiempo ha adquirido fama y prestigio muy bien merecidos y hoy se cuenta entre las unidades más famosas y reconocidas de nuestros ejércitos. Nunca se le recortó el presupuesto y en sus días de puesta en marcha todos nos sacrificamos para que se pusiese en funcionamiento con lo mejor y con los mejores. Así fue y así debe ser reconocido. Hoy podemos decir que ha respondido al esfuerzo de todos y a la confianza depositada. Es una unidad militar joven, pero consolidada y de enorme eficacia que tiene su personalidad propia y a la que desde aquí queremos mandar nuestro agradecimiento por su labor y ejemplaridad. Soldados de España a los que hay que decir con clara rotundidad: ¡Gracias soldados!

Rafael Dávila Álvarez General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

6 julio 2017