Ha muerto el Teniente General Emilio Pérez Alamán. Un gran jefe y amigo. Un referente para la milicia que luchó por España bajo su juramento a la bandera hasta el último suspiro. Ni la debilidad que un corazón cansado produce fue capaz de aminorar el ritmo y el impulso hacia su objetivo que fue el de su juramento: España. Entendió la milicia como un servicio a los demás y con ello a España. Sus soldados, sus suboficiales y oficiales, su unidad, lo fueron todo en esa vida que ahora se nos va que, aunque nos quede su ejemplo, será un hueco imposible de cubrir en nuestras filas. Era mucho soldado, no suelen abundar esos hombres tan carismáticos. Fue mi jefe y nos entendimos desde el primer momento con solo la mirada. Luego mi amigo. Formó parte desde los inicios de este proyecto que se transformó en el blog generaldavila.com y en el que se conservarán siempre sus escritos, unos de un fondo otros de otro, todos imprescindibles. He hablado con él hasta el final y estaba entre sus últimos proyectos haber formado parte de ese libro que vio recientemente la luz «De soldado a general» y que no pudo rematar por la debilidad de su corazón. Cada línea estaba a él dedicada.
El Teniente General Emilio Pérez Alamán es historia viva de estos últimos tiempos tan revueltos donde las virtudes de la milicia están a prueba y donde ha habido luchas desconocidas para evitar que nuestra bandera fuese derrotada. Él estuvo en cabeza y nos llevó con su ejemplo a transitar por los caminos del honor y del valor. Era un valiente, pero además sabía por dónde ejercer el esfuerzo principal para alcanzar el objetivo. Porque era un jefe, algo que hoy es muy raro encontrar.
Señalaba con su mirada a los que confundieron la milicia con la fácil dirección y nunca asumieron la entrega que supone el mando. Era un auténtico General. Hubo intentos de apartar su gran figura en esa línea de desmilitarizar lo militar, pero el General Alamán era mucho soldado para olvidarle y su ejemplo ha sido guía para muchos que hoy sentimos su ausencia. Queda su palabra para los tiempos de tribulación que están y nos esperan. Un consuelo y ejemplo.
Se nos ha ido con las armas en la mano, con su palabra ardiente en defensa de la unidad de España y de sus Ejércitos. Nunca un mal gesto, nunca una palabra fuera de lugar, siempre justo y riguroso, duro y sensible, plantó cara a la adversidad sin que su pulso temblase ante los poderosos que pretendieron derribarle.
Mi general hago mías tus palabras y tomamos el relevo por y para España.
«Lo más importante es que ese juramento o promesa anida en tantos españoles que sin ser soldados demuestran su valor día a día y sienten en su corazón el significado más profundo del recitado de la canción del soldado del maestro Serrano:
Soldados:
La Patria entera para vosotros sagrada
Palpita en esa Bandera
Que os entrega la Nación
Traidor es quien la abandona
O la vuelve mancillada
Que la Patria no perdona
El crimen de la traición.
Lo escribía el General hace poco más de un año.
Entiendo que estos momentos lleguen y que sigamos el camino sin detenernos más allá de la oración sentida. Hay que aceptarlo, pero hay que asumir el legado de los que han destacado por su excelencia en la misión. Nunca olvidarlos y que sirvan para generaciones que se mueven en un mundo en el que la virtud se esconde y la militar huye de entre nosotros. La muerte no es el final.
En el libro del que iba a formar parte el General Pérez Alamán tenía escrito para su presentación estas palabras:
«Baste decir que el general Emilio Pérez Alamán sería el jefe que me gustaría tener en caso de tener que ir a la guerra. No es necesario extenderme más. Todos saben la complejidad que supone mandar en una situación en la que está en juego tu vida y la de tus hombres además del honor y prestigio de tu nación. No requiere por mi parte más presentación del general Emilio Pérez Alamán«. Ahora toca la despedida y no sé hacerla. ¡Me duele tanto! Dejémoslo y sigamos juntos en esto que aún no hemos acabado de terminar. Con jefes como tu no hay marcha atrás.
Había elegido esta frase en el encabezamiento o entrada de la conversación que en el libro iba a entablar con el General. Encierra su lucha constante por sus hombres. Una meditación: «Desde una colina que domina una llanura sembrada de cadáveres, un general hablando a sus oficiales, apoyado en su lanza: otra victoria como esta y estamos perdidos» (En Ulises de James Joyce).
Mi sentido abrazo a su familia, África su esposa, sus hijos y a todos los que queremos al General Emilio Pérez Alamán. ¡Que tanto lo queremos!
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
23 octubre 2025
Blog: generaldavila.com






















