«¡Me ahogo, me ahogo, me ahogo en este albañal y me duele España en el cogollo del corazón!», decía Unamuno y ahora lo repetimos como papagayos ante cualquier eventualidad. Unamuno, que también dejó dicho que él era una eme entre una y uno (por si caso: Una-M-uno), nos tildaría de copiones sin imaginación.
-¿Pero hombre no se les ocurre otra cosa para definir esta M después de haber tenido ustedes entre huno y huno al hotro?
Tres emes seguidas: me ahogo, me ahogo, me ahogo. El ahogo ese que empezó en 2004 y que veinte años no es nada, pero ¡caray! aquí le han dado la vuelta al calcetín desde la zeta, la eme en medio, hasta la ese de Sánchez, tres ahogos.
Albañal define muy bien lo que D. Miguel sentía ya que es un canal que da salida a las aguas residuales o un depósito de inmundicias. No hay palabra que lo diga mejor.
Pero.
Que lo diga un español de España, que lo sienta y le duela, está muy bien y es saludable porque lleva al cambio y a la lucha por mejorarlo.
No es admisible cuando se nos señala con implacable dureza, aun con razón, desde fuera, naciones amigas históricas, sin darse cuenta que cuando nos señalan y vierten improperios contra las decisiones de este Gobierno señalan a España sin caer en la cuenta de que este Gobierno no es España ni el sentir de España. A España ni la mencionen. Como decía el poema de Rafael de León
Toíto te lo consiento
menos faltarle a mi mare,
que una mare no se encuentra
y a ti te encontré en la calle
España no es el presidente del Gobierno ni sus decisiones, España no es un trozo por aquí y otro por allá, España no está en venta a saldos o en rebajas, España no está representada por quien enfrenta y disuelve la concordia y armonía entre españoles, España no es de quien crea incertidumbre entre nuestros aliados. España es por encima de todo la Patria de los españoles, una nación con grandeza e historia que debe ser respetada desde fuera, aunque los que manden dentro no la respeten.
Se lo explicaré con Unamuno en ese idioma universal que es el conocimiento y la ironía.
Poco antes de morir, en un arranque de los suyos y por una nimiedad, escribió al director del ABC de Sevilla metiéndose con los andaluces: ‹‹ [… entre los hunos-rojos -y los hotros- (blancos de color de pus)]››, acompañado de irrepetibles lindezas contra todos los andaluces. El director, Juan Carretero, no era manco en ironía y le contestó: ‹‹No es mía la culpa si en España hay hunos y hotros. Y Hunamunos››.
Entre huno y huno tuvimos el hotro, ¡qué le vamos a hacer!, pero no es culpa de España.
Haberlos haylos. No tenemos la culpa de tenerlos.
Fíjense que nosotros mismos, los del mismo bando (en España ya hasta nos dividimos en bandos que se sientan en bancadas), los que dicen querernos, quererse, incluso a España, se lanzan cosas como la derechita cobarde, acomplejada…
Eso entre nosotros.
No vengan a desunirnos más de lo que ya sufrimos y quédense con esa España que ama por encima de todo la virtud de su nación.
La que ahora sufre.
Hasta que un día habla.
El respeto a España está por encima de sus gobiernos.
Rafael Dávila Álvarez
Blog: generaldavila.com
28 mayo 2024



























