LA VOZ DEL REY. Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Este artículo ha sido publicado en este blog más de una vez. Publicarlo de nuevo es un simple barómetro que nos dice no solo la temperatura, sino la predicción de futuro a raíz de lo que vemos. Ya no hablamos de reyes, lo hacemos del porvenir de España. Y lo hacemos porque los cimientos de esta vieja y sabia nación están siendo corroídos por algo peor que la carcoma. Nos llaman exagerados, dicen que España va mejor que nunca y no sabemos de lo que hablamos.

Estamos bajo la esclavitud del miedo. Es mucho el poder conquistado y el temor alcanza a todos por igual desde los palacios a las más humildes viviendas. Es una vieja historia muy bien montada y ahora de plena vigencia. Nos han dividido y nos hemos entregado. Nos han descabezado y ya sin nadie que nos represente, alguien que ondee como la bandera, que sea nuestro símbolo, que grite cuando deba y apacigüe cuando pueda, la soledad se muestra como incertidumbre y desconocimiento de lo que queremos. No crean que ellos quieren una república; no, en absoluto. Quieren instalar un régimen  en el que se legisle, se juzgue y se dé seguridad y defensa al dictado. Dictar es su ley y el que no obedezca será reo de culpa. Claro que parece que nos gusta entregar nuestra libertad para que sea gestionada por el señor que dicta. Abran los ojos porque de nuevo se abre otra campaña de acoso y derribo para ocultar las próximas sentencias si es que los jueces logran mantener su independencia.

Es el momento oportuno para recordar la figura del Conde de Barcelona. Hoy cobra plena actualidad para la política de Estado lejos del oportunismo y ramplonería de los discursos de partido.

Era el año 1993 cuando Don Juan de Borbón recibía la Medalla de Oro de Pamplona. Se le había acabado la voz pero providencialmente el entonces Príncipe de Asturias, Felipe de Borbón,  leyó en voz alta sus sentimientos. Todo un símbolo. Pocos lo vieron  y menos entendieron aquél simbolismo. Juntos, un Rey que lo fue en la esperanza, el Rey de España y un Príncipe que iniciaba el camino. Cedió la voz Don Juan y cedió definitivamente el futuro; lo hizo en este caso en su nieto Don Felipe, libre de todas las cargas del pasado. Se cerraba el paréntesis de la historia reciente buscando el definitivo futuro. La monarquía española, la heredada, la instaurada y la esperanzada; tres historias en tres reyes para España, tan distintas que parecían tres Españas.

Don Juan hablaba desde el silencio y, sin voz, la gravedad de su mensaje la podían percibir todos los que quisieran escuchar y entender. Ya no hablaba de España, su devoción, ahora hablaba de la unidad de España, su preocupación.

Nadie le escuchó; los laureles ensordecieron a los consejeros, muy activos en épocas de recolección. Don Juan pudo ver la realidad al evadirse de todos ellos. Conocía muy bien lo que significa estar rodeado de tantos consejeros expertos en malos consejos. Sólo le quedó el mar donde aprendió a leer los horizontes de acontecimientos. Y con él guardó la historia de una España que se le escapaba mientras más la deseaba.

La unidad de España, repetía incansable, por encima de la enfermedad, por encima del silencio, incluso por encima de la imprudente prudencia de algunos.

La transición superada, decían algunos, España navegaba con buen rumbo y velocidad de crucero, pensaban todos. Nadie había visto al sembrador que por las noches esparcía su semilla de cizaña por los campos de cereal. La transición ni siquiera había comenzado a germinar y ya todos auguraban una espléndida cosecha. La unidad de España, repetía Don Juan a punto ya de coronar su historia.

El Rey Juan Carlos captó de inmediato el mensaje y consciente de la gravedad de las palabras de su padre repitió incansablemente el mensaje de unidad. He repasado los discursos de Navidad y Pascua Militar desde aquél año noventa y tres; nunca ha dejado de apelar a la unidad de España. Pero por mucho que se hable de la unidad, nada se logra si los campos están sembrados de la semilla de la secesión que acabará ahogando a las espigas de la unidad. No era ese el sentir popular, entonces ni ahora, pero una élite político-económica ha logrado jalear a los ácratas que gustan militar en el sindicato de los gorriones donde ellos se alimentan aunque nadie coma. Esta es la otra historia, la de la España reciente.

La Transición significaba cambio, el paso a un sistema democrático solidario y de respeto. Para ello, lo primero y fundamental era tener una Ley y respetarla. Y se hizo la Ley pero no el respeto democrático de cumplirla. Razones de carácter visceral, vuelta al revanchismo y al enfrentamiento. Los que deberían ser hombres de Estado han resultado ser agitadores de barrio que juzgan según sus intereses de partido o con la imposición de su minoría sobre el conjunto. Es su democracia. Esta es la historia que ahora se abre.

Diez años lleva en el Trono Don Felipe. La transición de reyes se ha hecho con seriedad y oportunidad. Estamos ante la verdadera y nueva historia de España, ante el futuro de varias generaciones. No hemos vivido una transición como todos creíamos. Hemos vivido una incertidumbre.

La transición empieza ahora… la incertidumbre que no ha desaparecido. Lo avisó Don Juan, lo cultivó el Rey Juan Carlos y será la preocupación del Rey Felipe VI: la unidad de España. Historias hay muchas, España una, única e indivisible; sí no, ni hay España ni hay Historia.

Ni Rey ni República, no habrá nada de nada.

General de División (R) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

EL GRAVE PROBLEMA DEL EJÉRCITO ESPAÑOL General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

¡Uno más! Confundir un Ejército con una ONG y formar a sus tropas y cuadros de mando en una mentalidad antimilitarista es un grave proyecto puesto en marcha por el socialismo que militarmente inauguró un personaje llamado Narcis Serra que hizo todo el daño que pudo en las interioridades militares y que, con intención, o sin ella (peor es no darse cuenta), culminaron los siguientes ministros de Defensa, de uno u otro partido, dirigidos por su respectivos presidentes. En buena ley no podemos resaltar el buen hacer en lo militar de ningún presidente del Gobierno ni de ninguno de sus ministros. Han vivido obsesionados con el «Franquismo» algo que no sabemos muy bien su significado, inexistente, tal y como ellos lo plantean, en las filas militares y solo cultivado en su imaginación, lo que les vino muy bien para hacer y deshacer (eso sobre todo) con vana disculpa. Véase el 23F, aún sin el análisis documental hecho, o la situación de desconfianza en lo internacional en materia de Defensa, una cruda realidad que no quieren reconocer, pero que nos ha llevado al rincón del olvido en la estratégico que es lo económico y político. A no ser nadie como potencia militar o industrial. Presumimos de lo que no hacemos ni somos. Un ejemplo sencillo: en ayuda militar a Ucrania alcanzamos el número 20 en el ranking, pero presumimos como si fuésemos los primeros.

Los Ejércitos han sido durante todo el periodo democrático, desde 1975, una preocupación a  la que se miraba de reojo mientras «se les metía en cintura» cuando era y es la institución más democrática, disciplinada, honrada y cumplidora de su deber. Ejemplo para buenos y malos.

Los daños materiales sufridos por la desaparición de unidades claves a las que se les ha robado su espíritu y tradiciones negándolas el pan y la sal, convirtiéndolas en una más (o menos); las carencias de armas, vehículos y materiales que han provocado evitables accidentes y nos han dejado en desequilibrio irrecuperable en años; todo es poca cosa si se compara con el daño moral que han sufrido las Fuerzas Armadas y por tanto la nación española.

En nuestro libro De soldado a general hemos expuesto la situación alcanzada y la gravedad de lo acontecido. Hablan no unos trasnochados militares, sino quienes desde los puestos de mayor responsabilidad, en todos los empleos y unidades, de todas las Armas (ahora llamadas especialidades) y Cuerpos han conocido de cerca el proceso y su desarrollo.

Desde la educación hasta la posible desaparición, lenta y silenciosa, del compañerismo y la virtud. Todo está diseñado.

Sin efectivos (faltan cerca de 15.000 militares en plantillas, perdidos entre 2010 y 2023),  13.000 militares en reserva de los que solo el 7% ocupa un puesto de trabajo (incomprensible), más de 5.000 militares en situaciones especiales, es decir fuera de los ejércitos (?) y más de 3.000 aptos con limitaciones, es decir cerca de 22.000 militares desaprovechados, es todo un derroche de irresponsabilidad y desprecio inasumible. Eso sí, echamos a la tropa a los 45 años por inservibles para pasar a «Reservista de Especial Disponibilidad» con una ridícula paga de 600 euros y el paro como meta. No hay Ley de Movilización, nadie sabe como estructurar una posible movilización ante una emergencia, no va a volver el servicio militar obligatorio porque en España no hay sentido del servicio en un Gobierno que aspira a destruir España y que cada Autonomía se las apañe como tristemente vemos cada día. Un desastre.

Y nos hablan de virtud. ¿Qué virtud?

España aún permanece unida, aunque el futuro es estremecedor se mire por donde se mire. No hay Defensa ni valores que la sustenten.

Faltan capitanes y comandantes, faltan soldados en las unidades y tripulaciones;  cada vez hay menos incorporaciones de tropa ¿a quién le extraña?

Lo militar es una maquinaria inservible porque cuando quiera o debiera ponerse en marcha no lo hará y nuestra postura defensiva será entregar las armas, el espíritu, y no  habrá deber cumplido; me temo que nunca se cumplirá.

La mayor prueba de ello es el ataque desde el mismísimo Gobierno de la  nación a la unidad de España, misión principal de las Fuerzas Armadas. Deber incumplido.

El teórico aumento del porcentaje del PIB en Defensa, del que tanto presume la ministra, no es sino el negocio de las armas que llevan ya hace tiempo fomentando para su puesta en escena internacional con su poder en lo mediático, en lo tecnológico y ahora con el negocio de las armas. Esa es la política socialista y su amor interesado a los Ejércitos.  Es una vieja historia que les mantiene en el plano internacional.

Todo esto me viene de nuevo a la memoria porque cada vez recibo más correos de jóvenes desorientados en su vocación militar. Todavía la hay. Mucha. Mucho amor a España y a un oficio, el más bello y antiguo: el militar.

Sin tropas no hay Ejército y con tropas descontentas aún peor. Desatendidas en lo moral, mal pagadas, desorientadas y aburridas no hay manera de sostener unas Fuerzas Armadas.

Nos venden lo que no hay. Vivimos en la teoría de los valores recitando lo que nos enseñaron otros; y otros practicaron. Son valores que conforman un marco vacío que a día de hoy nada enmarcan. Un lienzo en blanco del que se han borrado sus bellas hazañas.

Pero aún nos queda el valor y el honor de nuestros soldados por pocos que sean. Ese es el gran obstáculo que esos a los que señalo tienen para cumplir su objetivo de acabar con España. Antes tendrán que acabar con cada uno de nosotros, en activo, en la reserva, o retirado. Siempre seremos de especial disponibilidad, con o sin uniforme, y en ellos estamos desde nuestro puesto de centinela.

A la virtud siempre le llega el relevo.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

28 julio 2025

CONCENTRACIÓN EN LA PLAZA DE COLÓN. Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Sébastien Le Prestre, señor de Vauban (1633-1707) fue un insigne mariscal francés, ingeniero militar, que revolucionó el arte de la fortificación con Luis XIV y cuyas obras de arte siguen siendo un modelo de sencillez y eficacia. A su destreza como ingeniero y científico unía un profundo pensamiento humanístico con avanzadas ideas en el arte de la guerra.

Conocía la ciencia y el corazón del hombre y por ello hoy me viene a la memoria ante la ausencia de expertos en esta guerra que tanto se parece a la política, corrupta, provocadora y, en estos tiempos, amenazante.

«La mayoría de las plazas mal defendidas lo han sido menos por el escaso valor de los gobernantes que por no haber entendido éstos su defensa. la razón de ello es que todos los gobiernos son dados o comprados», dice Vauban en su Tratado del ataque y de la defensa de las plazas.

Si entramos en el ya conocido Sun Tzu no deberíamos olvidar que su aviso ha cabalgado a lomos de los tiempos: «Los agentes secretos reciben sus instrucciones bajo la tienda del general; están muy cerca de él y lo tratan íntimamente».

El sábado día 10 de mayo hubo una gran concentración en la madrileña Plaza de Colón cuyo lema decía «Por la dignidad de España: Sánchez dimisión. Elecciones ya«. No voy a entrar a valorar el hecho en sí que responde a un estado generalizado de dolor e indignación entre una gran parte de los españoles. Pero debo dar mi opinión con el único deseo de contribuir a salvar a España de su destrucción cada vez más cerca y porque en ello todos tenemos algo de culpa; unos más otros menos.

La convocatoria ya de entrada me recordó el Canto II de la Ilíada Catálogo de las naves donde se enumeran los participantes en número de 29 contingentes acaudillados por famosos guerreros. En la Plaza de Colón había 129 contingentes y ningún famoso guerrero,  lo que ya de entrada me llevó a dudar de la oportunidad, ¿quién manda aquí? ¿cuántos infiltrados habrá cercanos al general?

Tengo para mi que no hemos entendido la defensa y hay un exceso de voluntarismo, «una preeminencia de la voluntad sobre el entendimiento», un deseo más que una posibilidad.

Creo que mis palabras no van a ser bien recibidas, pero alguien debe de abrir los ojos a la realidad que ensombrece nuestro futuro. Sea Vauban, que no será, Napoleón, que tampoco, o el sentido común: tan escaso. ¿Quién defenderá la unidad de España?

La defensa no es un acto impulsivo, disperso, sin alférez que porte la bandera, sin planeamiento, sin un jefe. Cualquier enfrentamiento requiere de un jefe y un Estado Mayor que lo asesore e informe. Cuando Aquiles dijo que no, los troyanos vencían. Ni con Patroclo revestido de sus armas lograban la victoria.

Disputarse el mando es lo peor que nos puede ocurrir. En España debemos olvidar la lucha sucia donde los protagonismos rompen la unidad, los falsos liderazgos minoritarios que detrás esconden intereses mediáticos y económicos al fin. No se fíen de esos sepulcros blanqueados que defienden acciones de las que se juegan en bolsa. Dados o comprados, que lo mismo les da defender una cosa que la contraria.

Entonces: ¿Qué hacer? ¿De quién me fio? ¿Quién es el abanderado?

Si les dijese que de nadie acertaría, pero tampoco es eso cuando la honradez y la entrega es virtud de una mayoría que pretende defender a España. Lo único que pretendo es abrirles los ojos ante los que, además de los ya conocidos, empiezan a invadir el lugar que no les corresponde haciendo uso de la indignación y la soledad en la que nos encontramos. Falsos profetas llaman a nuestras puertas. Tengo anotados sus nombres y apellidos. Ellos lo saben, nos conocemos. Nunca han llegado a nada, pero es mucho lo que se juegan, quieren su parte, aunque pequeña y han hecho bandera de lo que no es de su propiedad. No son humildes ni generosos, no piensan en toda España, sino en su parcela, no quieren el poder sino el otro lado, ese desde donde protestar se convierte en lo fácil y cómodo, porque no tienen alternativa. Muchos de esos se precipitan y nos precipitan, pero en política, como en la guerra, el momento perdido no vuelva jamás. La victoria o derrota es el resultado, aquí no hay otra vara de medir.

Por ello hay que calcular cada acción, no desperdiciar los momentos, no andar con prisas, ni con pausas, medir los tiempos y reacciones, disponer de los medios y atacar con todo. No hay ensayo posible, solo victoria o derrota.

La moral debe ser la fuerza que nos guíe y es necesario saber que el tiempo perdido desgasta incluso a las fuerzas más bravas. Cuando no se ve razón de utilidad, el soldado se siente desanimado y pierde la confianza.

Piensen lo que hacen cuando movilicen a los que no están dispuestos a que se rompa España y busquen a quien nos guíe hacia la victoria.

¿Querrá Aquiles volver al campo de batalla?

«En la  batalla todo parece tumulto y confusión. Pero las banderas y estandartes responden a planes precisos, el sonido de los címbalos, a reglas fijas».

España no es un  juego de intereses. Hagan las cosas bien y procuren que haya resultados. Nunca olviden desenmascarar a los que están muy cerca del general y lo tratan íntimamente.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

12 mayo 2025

 

 

 

EL REY DON JUAN CARLOS I DE ESPAÑA. LA LLAVE DE LA POSICIÓN DEL 75 Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Leemos en Clausewitz un enigmático capítulo, sin desarrollar al completo, que lleva por título Llave del país. «La idea indeterminada y confusa que se esconde bajo esta antigua metáfora militar, se aplicaba tan pronto a la parte más descubierta de una país como a la más fuerte».

La simplicidad del ejemplo militar nos lleva a entender que en España si poseo La Zarzuela, símbolo del  Reino, posición donde ondea la bandera de la Nación, poseo el país. De manera que para un hipotético enemigo de España esa sería la llave maestra.

En buena estrategia hay que buscar un objetivo en quién centrar la mirada mientras se socava el conjunto. Nada como ir directamente a por la bandera, lo más elevado de la nación: acabar con el símbolo para que lo simbolizado desaparezca: La Corona: España.

Los ataques frontales producen muchas bajas y no suelen ser decisivos. Se impone la maniobra que se constituye en un juego del espacio con el tiempo. La cerradura de la posición del 75 era firme y a partir del 78 se reforzó con una «Constitución» que vigilaba la puerta y los interiores para que nadie asaltase las estancias.

El descuido y la complacencia de muchos bajó la guardia de las murallas. Los centinelas se dormían al calor del bienestar y la bandera languidecía perezosa, falta de viento para flamear. Era el momento de hacerse con la llave. «Decimos pues: si la palabra llave debe tener una significación determinada en estrategia, no puede designar nada  más  que una porción de territorio sin la posesión de la cual no  podemos exponernos a penetrar en un país». Lo penetraron. Cambiaron la llave y van camino.

Muchos son los que lo piensan: ¿El  Rey?, aunque nadie lo dice en voz alta. Ni en círculos reducidos porque quizá ya no los hay. Todos callan y nadie se fía, mucho menos del compañero de pareja. Demasiadas traiciones en el camino. Nadie quiere comprometerse con nadie ni con nada. Estamos ante la España cobarde ¡tienen tantos tanto que callar!

Mientras discutimos la amnistía se consume sin pausa, sin prisa, la mecha ya prendida: diez, nueve, ocho, siete, seis cinco…

España ha pasado de ser un modelo de convivencia a ser un Estado vengador. Calificar a la Nación no me atrevo ante su peso histórico. Como Reino ha sido de una grandeza incomparable. Todo ha terminado y ahora «el conjunto de los poderes y órganos de gobierno» nos enfrentan al abismo, no hay futuro. Estamos postrados ante un Estado vengador.

España vive en la anormalidad política, institucional e histórica. ¿Democrática?

¿Alguien puede explicar por qué el Rey de España D. Juan Carlos vive fuera de España en contra de su voluntad? ¿Quién (es) se lo impide (n)? ¿Cuales son las razones?

No se nos muestran los denunciadores, ni las acusaciones. Mientras lo hacían, en la manipulación de las redacciones, ocultaban su rostro no fuese alguien a escribir en el suelo. En las cuevas se han criado y de los pechos de una serpiente mamaron.

Así que se han ido retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos. No es la Justicia. No hay ley que se lo impida. No es el dinero culpable ni otra acusación ronda los juzgados.

Nadie a Don Juan Carlos ha echado. Echar a un Rey  equivale a hacerlo a la Corona, a la institución, a la dinastía que representa. ¿Entonces? ¿Quién (es) se opone (n)?

Evidente anormalidad que debe de tener algún oculto sentido para que nadie se atreva a poner negro sobre blanco.

¿Será la llave del país, de la que hablaba Clausewitz?

El Rey Don Juan Carlos I, que fue de España y sacó adelante a España, no  puede vivir en su nación porque… Nadie lo sabe.

Esos puntos suspensivos acabarán con España y será a jirones, cuando ya vemos los primeros desgarros de los traidores que se instrumentalizan desde sus cargos para la venganza institucionalizada. Cuidado con tirar de los extremos porque de acuerdo con Ortega acaba produciendo «una escisión del cuerpo social mediante una tracción continuada ejercida desde sus extremos».

Hay tres imperdonables contra los que se dirige todo lo que se instruye y construye. Tres motivos de venganza: Transición, Corona, Constitución.

Hay facciones infiltradas en la organización que de manera sutil conducen el rebaño que se define con inocentes siglas, que no dicen nada, pero son la marca al hierro candente que caracteriza la historia más triste de los pueblos.

El Rey Juan Carlos fue el conductor de la Transición, de la Corona y de la Constitución. Lo hizo con mano hábil y férrea hasta culminar la democracia. No era fácil. Mantuvo la unidad de España y el prestigio internacional fue acrecentándose hasta ser una nación referente en el mundo. Algo imperdonable para el socialismo que irrumpió con aquel «Hay que aceptar la Monarquía como el mejor y más fácil puente hacia la democracia. Luego ya veremos», que sentenció Tierno Galván. Aceptaron el reto, el «ya veremos» lo convirtieron en un futuro de progreso para España hasta que regresó la torpeza y el rencor histórico socialista de antaño con dos gobiernos alimentados desde fuera y con España como objetivo: José Luis Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez. Habría que volver al 31 y si era necesario al 36.

La demolición supone empezar con los tres imperdonables citados: Transición, Corona, Constitución. Son dinero y luego Poder: ejecutivo, legislativo, judicial.

La  Transición ha sido denostada. La Constitución vulnerada. La Corona señalada. La llave estaba en La Zarzuela. A por ella…

¿Qué queda?

La anormalidad está en el conjunto, pero la que hoy señalamos del Rey Don Juan Carlos tiene muchas lecturas. Es solo una parte del recorrido. Habrá segunda parte.

Algunas de esas razones que llevan a tener al Rey de la Transición y la Constitución alejado de España saltan a la vista, pero para no reiterarme señalaré solo algunas:

-Apoderarse de «la llave del país».

-Desarticular, desprestigiar, desmontar la Transición y señalar a su mayor culpable. Recuperar la violencia y rencor socialista de antaño.

-Acabar de manera definitiva con la Constitución. Borrar la Ley de forma que se imponga el «Partido único».

-Llegar al final del recorrido a la República de repúblicas.

-Acabar con aquel proceso que cristalizó en 1969 con la aprobación por las Cortes de la designación de D. Juan Carlos como sucesor del Generalísimo a título de Rey.

-Demostración de fuerza: aquí mandamos nosotros. Buena prueba de que se puede echar a un rey sin que pase nada.

-Abril del 31: sin amparo legal ni ley que lo apoye expulsamos al rey de España y le declaramos delincuente. Sea. Agenda 2030+1.

Es palpable y objeto de terror comprobar que de todo este proceso salgan ganadores: el terrorismo y el independentismo. Debería hacernos pensar, pero puede que ya sea tarde después de haber educado a unas cuantas generaciones en un proceso sin retorno.

El camino recorrido no tiene vuelta atrás. Es terreno ganado de manera irreversible. Ha sido preparado meticulosamente y nadie se hace idea de las instituciones infectadas que han colaborado en el proceso. Nombres y apellidos que descansan como si hubiesen sido conductores de la democracia a la que minaban de manera hipócrita ¿o traidora? Algún día se sabrán sus nombres.

El dinero mueve guerras, pero cosas más sutiles y sencillas también. Si. Las de toda la vida.

Enumerar la lista de traidores aún es posible. No habrá rincón de la tierra que oculte su nombre, y menos los apellidos.

Han quebrantado la fidelidad y lealtad a quien todo le deben, han traicionado a quien trajo el sistema que se lo ha permitido y Él ha tenido que sacrificarse por la Corona de España.

Esperemos que haya servido para algo porque mientras discutimos la amnistía, se consume la mecha ya prendida: diez, nuevo, ocho, siete, seis, cinco…

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

20 febrero 2024

JURAR LA CONSTITUCIÓN Y JURAR BANDERA. Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

El próximo día 31 de octubre la Princesa de Asturias cumplirá dieciocho años y jurará la Constitución ante las Cortes españolas. Antes, no menos importante pero más silenciado, el sábado día 7 de octubre, la Dama Cadete Doña Leonor de Borbón y Ortiz jurará bandera en la Academia General Militar de Zaragoza. Dos actos de hondo calado histórico, político y espiritual, dos compromisos vitales a los que nuestra futura Reina tendrá que entregarse con cuerpo y alma a lo largo de toda su vida y comportarse de acuerdo con ellos.

Lo primero que consagra la Constitución española es la Unidad de España. La irrenunciable unidad de la Nación española. Es conveniente entender lo que se lee, donde se lee y en este caso el lugar que ocupa lo que se lee en la Constitución: el concepto fundamental de la unidad de España.

«La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas».

Lugar donde se lee: Artículo 2 del Título Preliminar de la Constitución española.

Entender lo que se lee: La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española…

La Unidad de la Nación española es la razón o fundamento, a ella se consagra toda la Constitución tal y como la conocemos; ni un solo artículo se escapa de ese concepto «fundamental»: que sirve de fundamento o es lo principal en algo. Ir en contra de la unidad de España es ir contra la Constitución; así de sencillo. Es tal su importancia que el artículo 8 pone toda su fuerza, nunca mejor dicho, en su defensa, también insertado en el título Preliminar.

«Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional».

Sin unidad no hay Constitución que valga, todo salta por los aires; y no hay lugar a interpretaciones sobre el significado de unidad: «No puede dividirse sin que su esencia se destruya o altere».

Podrá modificarse la Constitución, pero nunca de manera y forma que destruya la nación y surjan nuevas naciones. Ese es el fundamento de Ley que rige la convivencia y que los españoles nos hemos dado, que el poder Judicial, en su independencia, debe vigilar para que se cumpla y que el Legislativo y Ejecutivo deben defender hasta incluso, llegado el caso, con la fuerza que le otorga el artículo 8 de la Constitución.

Debe quedar muy claro a lo que a cada cual obliga el juramento constitucional y no convertirlo en un simple protocolo sujeto a los beneficios partidistas o interpretaciones amparadas en el mismo poder, que suele ir más allá de lo que la Ley le otorga.

Hay que ser responsable con lo que se jura cuando lo que se jura va más allá de su cumplimiento: «cumplir la Ley y hacerla cumplir». No debemos decir una cosa y hacer otra en aras a interesadas interpretaciones porque si todo vale mejor no jurar nada.

El concepto superior del juramento: «cumplir y hacer cumplir la Constitución», significa mantener por encima de todo la indisoluble unidad de la Nación española que no puede romperse por la voluntad de una parte de la nación ya que se conculcaría un derecho que tienen todos los españoles. Ello ni siquiera es admisible con el apoyo del Ejecutivo ni del Legislativo ni de los dos a la vez que se deben al cumplimiento constitucional sin trampa ni cartón. Para modificar la Constitución hay que cumplir con la Constitución.

El artículo 61 recoge el juramento que ha de prestar el Rey y el Príncipe heredero.

Artículo 61

  1. El Rey, al ser proclamado ante las Cortes Generales, prestará juramento de desempeñar fielmente sus funciones, guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes y respetar los derechos de los ciudadanos y de las Comunidades Autónomas.
  2. El Príncipe heredero, al alcanzar la mayoría de edad, y el Regente o Regentes al hacerse cargo de sus funciones, prestarán el mismo juramento, así como el de fidelidad al Rey.

La Constitución a todos obliga, pero a unos más que a otros, unos cumplen mientras otros, además de cumplir, están obligados a «…hacer guardar la Constitución y las leyes». No sé si convendría añadir que al menos deberían hacerlo.

Dicho esto y entendido la responsabilidad que conlleva el juramento no menos importante es ser consciente del grave riesgo al que en estos momentos está sometido el fundamento de nuestra Constitución.

La mayoría de edad significa dar ese paso en el que oficialmente uno es consciente de sus responsabilidades y por tanto una vez asesorado de todos y por todos le corresponde decidir lo mejor para España.

Íntimamente ligado a lo que acabamos de exponer esté el juramento o promesa ante la Bandera de España regulado por la Ley 39/2007, de 19 de noviembre, de la carrera militar, que la Princesa de Asturias realizará en el histórico marco de la Academia General Militar de Zaragoza el próximo sábado día 7.  Es el acto más importante y trascendente en la vida de un militar porque con él comprometes la vida.

No me extenderé en detalles ya que la historia del juramento y su fórmula están recogidas en este blog cuyo enlace les dejo. https://generaldavila.com/2022/02/21/la-formula-del-juramento-a-la-bandera-general-de-division-r-rafael-davila-alvarez/.

En estos días dedicaré un artículo al sentimiento y devoción del Juramento ante la Bandera de España, a esos valores intangibles que se veneran en los ejércitos.

Para un militar el juramento ante la Bandera lo es todo. Es renuncia a su propio ser y entrega total a Ella: España. No son palabras sino una historia que imprime carácter especial y único a este oficio militar. Ni mejor ni peor que otros, pero es indudable que distinto a cualquiera ya que no hay oficio que te haga firmar un contrato en el que renuncias a ti y firmas: «Todo por la Patria». Todo es todo. Eso es lo que significa jurar ante la bandera de España.

Es necesario recuperar la importancia y significado del juramento ante la Bandera de España que por ser un deber militar, no exclusivo de ellos,  están olvidados algunos detalles, al menos poco resaltados entre la población, casi ocultos por los medios, en ocasiones señalados como trasnochados, sin duda valores intangibles siempre necesarios.

Las Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas dicen en su artículo 3:

«Primer deber del militar. La disposición permanente para defender a España, incluso con la entrega de la vida cuando fuera necesario, constituye el primer y más fundamental deber del militar, que ha de tener su diaria expresión en el más exacto cumplimiento de los preceptos contenidos en la Constitución, en la Ley Orgánica 5/2005, de 17 de noviembre, de la Defensa Nacional, en la Ley 39/2007, de 19 de noviembre, de la carrera militar y en estas Reales Ordenanzas».

En su artículo 6: «Símbolos de la Patria. Todo militar tiene el deber de prestar ante la Bandera juramento o promesa de defender a España. Mostrará el máximo respeto a la Bandera y Escudo de España y al Himno Nacional como símbolos de la Patria transmitidos por la historia».

Así mismo como precepto legal, la Ley 39/2007, de 19 de noviembre, de la carrera militar en su artículo 7.1 dice : «Juramento o promesa ante la Bandera de España. Todo militar tiene el deber de prestar ante la Bandera juramento o promesa de defender a España. Este juramento o promesa se efectuará durante la enseñanza de formación de acuerdo con lo que se establece en este artículo y será requisito previo e indispensable a la adquisición de la condición de militar de carrera, de militar de complemento y de militar de tropa y marinería».

El texto del juramento no admite lugar a dudas:

«¡Soldados! ¿Juráis o prometéis por vuestra conciencia y honor cumplir fielmente vuestras obligaciones militares, guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado, obedecer y respetar al Rey y a vuestros jefes, no abandonarlos nunca y, si preciso fuera, entregar vuestra vida en defensa de España?».

Vuestra vida, ¡la vida! ¿Se puede comprometer algo más valioso?

Jurar ante la Bandera de España y jurar la Constitución española. Dos actos diferentes, pero con el mismo sentido: España. La unidad de España, es decir de la Nación española. Ambos comprometen. El juramento a la Bandera tanto o más que la propia Ley.

La Nación se arropa en la Constitución y cualquier alteración de la unidad de España es contraria a los juramentos: a la Bandera y a la Constitución.

No me cabe la menor duda de que el símbolo obliga tanto o más que la Ley porque te obliga a dar la vida.

Ese es un matiz que diferencia la jura de la Constitución de la que se hace ante la Bandera.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

02 octubre 2023

 

 

 

 

OFENSAS A LA BANDERA Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Junts mueve la bandera de España en el Congreso e Inés Arrimadas la coloca. El Mundo

España y sus Fuerzas Armadas son la prioridad de este blog. Dicho de otra manera: España y su unidad, su historia y tradiciones, su cultura, es decir el conjunto de todos los españoles representados en sus símbolos: la Bandera, el Escudo, el Himno Nacional. De tal manera que cualquier ofensa de las que a diario se lanzan contra nuestros símbolos y sus Fuerzas Armadas es motivo de denuncia y de réplica por nuestra parte, aunque el ofensor no sea para tenerlo en cuenta por su incultura democrática. Lo que ocurre es que uno a uno, esta incultura democrática suma y se instala en las instituciones para nutrirse del esfuerzo y buena voluntad del conjunto y, lo que es peor, ser admitido por el partido en el Gobierno, encamarse con ellos para destruir desde dentro la unidad de España y la convivencia democrática.

Este preámbulo viene porque la portavoz del partido independista Junts, Míriam Nogueras, pretendió mostrar su falta de educación democrática, y de la otra, retirando de su proximidad la bandera de España, la suya, cuando hablaba, no sé para qué ni por qué, en el Congreso de los Diputados. Le guste o no, la señora Nogueras sabe que esa bandera que pretendía alejar de su proximidad es la suya, lo es y será, por lo que mucho será su dolor al tener que soportar los colores de nuestra bandera y así será día a día hasta el final de los días. No hay quien la cure este mal antidemocrático. Es para siempre. Lo sentimos.

La unidad de España no hay ni habrá quien la destruya y su bandera será hoy, mañana y siempre. Ofende quien puede y no quien quiere. No hay quien pueda.

Nos indignan las ofensas, incluso las concesiones de nuestro Gobierno al independentismo, que tenemos que soportar, al ver la calaña de sus compañeros de viaje. Pero nada de eso nos intranquiliza, solo nos indigna temporalmente, porque sabemos que tarde o temprano las aguas volverán a su cauce porque no hay quien pueda con España, con su bandera y sus símbolos, su unidad. Nadie destruirá España; ni su Ley. Van a rabiar durante todo el tiempo porque España seguirá siendo España y sus Fuerzas Armadas cumplirán con su deber y su misión constitucional.

Hubo España, hay España y siempre habrá España; y españoles para contarlo y defenderlo.

Lo siento señora Nogueras, va a tener la bandera de España muy cerca, siempre, para siempre, y si no le gusta váyase del Congreso, deje su sueldo y prebendas que la Patria, la suya también, España, le da; y que le vaya bonito.

Conviene que recuerde que:

«La bandera de España simboliza la nación; es signo de la soberanía, independencia, unidad e integridad de la patria y representa los valores superiores expresados en la Constitución».

Sentencia del Tribunal Supremo del 24 de julio de 2007:

«La bandera debe ondear diariamente con carácter de permanencia, no de coyuntura, no de excepcionalidad sino de generalidad y en todo momento».

Es cierto que la Bandera de España no se iza en todo el territorio nacional. En Cataluña y en muchos rincones del País Vasco se ha arriado la Bandera de España. Incluso se la ofende a diario. Nadie hace nada, no pasa nada.

No lo olvidemos. Pero es coyuntural. Les aseguro que es coyuntural.

España aguanta y resiste. Sus enemigos no. Caerán derrotados por la Ley y por los españoles que levantan España cada día con su esfuerzo, respeto, educación y amor a España y su bandera. ¿He dicho pocas veces España? Pues lo diré de nuevo: ¡Viva España!, y su bandera.

Mañana será otro día. Lucirá la bandera de España. Como ayer, hoy y mañana.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog generaldavila.com

22 febrero 2023

 

ERROR: NO SOLO EN EL PARTIDO POPULAR Rafael Dávila Álvarez

No sé quién es el culpable, pero el error es mayúsculo ¿o no?

Me dice un joven seguidor:

—Tener dos partidos populares es un grave error.

Tiene razón. Le pido que me aclare si está hablando de la crisis Casado-Ayuso y me dice que no, que él se refiere a la existencia de partidos políticos que nos unen en principios (deberían) y resulta que nos dividen. Entonces entiendo. Como el tema me parece muy interesante y lleno de claves políticas le lanzo el señuelo:

—Pero si no son lo mismo. Nada que ver unos con los otros.

Se lanza detrás del reclamo y contesta

—Nadie es igual, aunque haya parecidos. Todos distintos, incluso distantes, aunque eso no quiera decir que seamos contrarios ni adversarios. En política gana quien no se aferra a un estrecho margen de ideas y da cabida a gente de distintas posturas, pero con la misma base, misma escuela y armas similares para la lucha. Es decir, si hablamos de la derecha común, del ciudadano de a pie, podemos referirnos a estos conceptos: honradez (material y espiritual), amor a España, unidad, historia común, esfuerzo, sacrificio, y esas cosas que ahora llaman intangibles y que nos definen. Nadie tiene la exclusividad y dentro de una amplia base de partida donde quepamos todos se puede construir una España muy de acuerdo con sus tradiciones y seriedad, plena de rigor histórico. Nadie o muy pocos son los que están dispuestos a ser engañados con propuestas de ruptura o de alianzas antinaturales con los tradicionales enemigos de la unidad de España.

—¡Bueno, bueno!, despacio; le replico.

No hay manera. Está lanzado y le dejo hablar.

—Molesta la soberbia, la indiferencia hacia los humildes votantes, el postureo, los engaños, decir y hacer como que no ha dicho, los enfrentamientos, la vanidad de los falsos líderes. El último de mi clase es el primero de una Comunidad de la que me callo el nombre. Le dabas un canuto y te hacía la O con el canuto puesto horizontal.

—Le entiendo amigo. He visto a los líderes que en un santiamén se piensan reencarnados en el Magno.

Contesta antes de que yo termine.

—Le voy a decir algo. Lo que sobra de alguno de estos partidos políticos es el empeño en aparentar ser un líder y no presentarse como alguien normal y corriente, del conjunto y que solo quiere ser honrado y gestionar bien. Porque estamos inundados de política y abandonados en la gestión.

Llevamos años sin nuevas infraestructuras y desatendidas las que tenemos, sin el adecuado nivel  sanitario e investigador, falta de inversión en tecnologías, sin transportes ferroviarios que alivien las carreteras, sin administración eficaz y transparente, sin… ¡Ay! si hablo de la educación; como de urbanidad.

—¿Y qué solución ve usted?

—Mire se la doy como receta: humildad. Menos exhibicionismo atlético, menos fotos y campañas de lo guapo y bien vestido que vas; menos alardes de ser el último defensor de la civilización, más coherencia con lo que dices y haces, y con lo que eres, menos liderazgo virtual y más gestión eficaz. Conciso, claro, rotundo y riguroso. Fuera los equipos que gestionan la imagen y recuperar la honradez de ser uno mismo. Transparencia en las inversiones no significa muchos números o palabras, sino que el ciudadano lo entienda. Nadie entiende nada.

—Bueno pues yo sí le he entendido y lo veo todo muy acertado. Pero dígame una cosa: ¿usted con quién va, con Casado, con Ayuso o con Abascal?

—No tengo ningún inconveniente en contestar sin irme por las ramas: debe de haber un mando único y no tropecientos. El que más sabe debe enseñar al que sabe menos, y el que más gana repartir y entregárselo al jefe para que gane el equipo, el conjunto. Los que se van, si vuelven debe ser a base de entregar las armas y acatar la disciplina. Divide y vencerás dice el enemigo. Eso es lo que han estado haciendo los adversarios y con esta confrontación se frotan las manos. Cabemos todos bajo un mando único. En una situación normal quizá le contestase con un nombre de partido al que podría afiliarme, pero en estos momentos solo debe haber un partido y ese se llama España: amplio, que acoja a los que no quieren una España comunista y rota. Solo eso que es lo principal: la Nación. Luego sentadas esa bases habrá tiempo para discutir otro tipo de cuestiones más partidistas. Ahora NO, y se lo digo con mayúscula.

El camino debe ser ancho y sin angosturas de manera que estén todos aquellos que tiene como meta la unidad de España, contra los separatismos y de manera clara contra la ETA y sus herederos.  Hay que atender a ello prioritariamente porque España está en peligro de muerte.

—Gracias amigo. Pensaré en su juventud y propuesta antes de emitir mi voto.

Bendita juventud. Pero no es tan sencillo. Hay mucho postureo. La falsa imagen no cuela. La exhibición de hoy es un fracaso para los que aman a España y las cañas de hoy serán lanzas mañana.

No hay donde encontrar firmeza y rigurosidad. Hay intereses espurios.

Visto lo que me dicen y examinado el panorama que nos acompaña: nombremos una gestora. Por España.

Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

24 noviembre 2021

 

¿CONTRA EL INDULTO? MUCHO MÁS: LA UNIDAD Y LA PERMANENCIA DE ESPAÑA Rafael Dávila Álvarez

No es solo el indulto. Es más; y lo peor: es visceral.

El problema que se plantea con esta más que probable posible decisión de indultar a los delincuentes además de su dudosa legitimidad y legalidad es que nace de un sentimiento de poder erróneo que se aproxima al tono chulesco de «aquí mando yo», algo que no es que se atisbe, sino que se muestra tan claro como los amaneceres de mayo.

Órdago a la soberanía, desintegración territorial y ataque al articulado de la Constitución donde habla de unidad, integridad territorial y soberanía.

Todo un golpe de Estado Institucional, así como suena. Porque el indulto es nada comparado con lo que encierra. Quítense la máscara de los ojos y vean. Que los delincuentes salgan o no de la cárcel no es el problema. Vayamos al fondo de la cuestión.

Aquí de lo que se trata, lo que trata el señor «Sánchez y derribos» es institucionalizar el golpe de Estado, legalizarlo, en definitiva que desaparezca el delito de sedición y puedan llevar a cabo la destrucción de España a base de separarse de la nación española de manera legal. Es decir una bomba en la línea de flotación ni siquiera de la Constitución, sino de la Nación.

No vayamos por ahí con el cuento del no al indulto y tan contentos quedemos, porque nos la están colando por toda la escuadra. Lo que se está gestando va mucho más allá del indulto, va contra la nación: España.

La Constitución puede decir lo que quiera que «Sánchez y derribos» harán lo que el Poder les ha permitido. Rizan el rizo y consiguen la trinidad política: los tres poderes en uno.

Detrás de todo este movimiento está el final: cambiar la ley y que esta ampare al separatismo.

Será el primer paso. Después vendrá el País Vasco, ahora expectante, y no sé incluso si quedará la Castilla de Isabel, Aragón de Fernando, y algo más de nuestra querida España.

La convocatoria de la plataforma Unión78 convocada para el día 13 de junio en contra de la concesión de los indultos a los condenados por el proceso independentista es necesaria, ahora más que nunca, pero no olvidemos que lo que está en juego no es la cárcel —si o no— de unos delincuentes, sino la unidad de España, España como nación. El resto son monsergas y tapados.

Cuidado porque además «Sánchez y derribos» tienen prisa porque saben que el 4 de mayo fue el principio del fin de su poder, pero antes quieren acabar con la nación española, demostrarnos que él es el Poder y se llevará puesto a quien se le interponga. Sea quien sea.

Él es el Estado, eso sí, un estado sin nación.

No es el indulto, es mucho más.

Conviene recordar las palabras del Rey, ya lejanas, del 3 de octubre de 2017.

Dijo el Rey:

«Estamos viviendo momentos muy graves para nuestra vida democrática. Y en estas circunstancias, quiero dirigirme directamente a todos los españoles. Todos hemos sido testigos de los hechos que se han ido produciendo en Cataluña con la pretensión final de la Generalitat de que sea proclamada −ilegalmente−la independencia de Cataluña.

Desde hace ya tiempo, determinadas autoridades de Cataluña, de una manera reiterada, consciente y deliberada, han venido incumpliendo la Constitución y su Estatuto de Autonomía, que es la Ley que reconoce, protege y ampara sus instituciones históricas y su autogobierno.

Con sus decisiones han vulnerado de manera sistemática las normas aprobadas legal y legítimamente, demostrando una deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado. Un Estado al que, precisamente, esas autoridades representan en Cataluña.

Han quebrantado los principios democráticos de todo Estado de Derecho y han socavado la armonía y la convivencia en la propia sociedad catalana, llegando ─desgraciadamente─ a dividirla. Hoy la sociedad catalana está fracturada y enfrentada.

Esas autoridades han menospreciado los afectos y los sentimientos de solidaridad que han unido y unirán al conjunto de los españoles; y con su conducta irresponsable incluso pueden poner en riesgo la estabilidad económica y social de Cataluña y de toda España.

En definitiva, todo ello ha supuesto la culminación de un inaceptable intento de apropiación de las instituciones históricas de Cataluña. Esas autoridades, de una manera clara y rotunda, se han situado totalmente al margen del derecho y de la democracia. Han pretendido quebrar la unidad de España y la soberanía nacional, que es el derecho de todos los españoles a decidir democráticamente su vida en común.

Por todo ello y ante esta situación de extrema gravedad, que requiere el firme compromiso de todos con los intereses generales, es responsabilidad de los legítimos poderes del Estado asegurar el orden constitucional y el normal funcionamiento de las instituciones, la vigencia del Estado de Derecho y el autogobierno de Cataluña, basado en la Constitución y en su Estatuto de Autonomía.

Hoy quiero, además, transmitir varios mensajes a todos los españoles, particularmente a los catalanes.

A los ciudadanos de Cataluña –a todos− quiero reiterarles que desde hace décadas vivimos en un Estado democrático que ofrece las vías constitucionales para que cualquier persona pueda defender sus ideas dentro del respeto a la ley. Porque, como todos sabemos, sin ese respeto no hay convivencia democrática posible en paz y libertad, ni en Cataluña, ni en el resto de España, ni en ningún lugar del mundo. En la España constitucional y democrática, saben bien que tienen un espacio de concordia y de encuentro con todos sus conciudadanos.

Sé muy bien que en Cataluña también hay mucha preocupación y gran inquietud con la conducta de las autoridades autonómicas. A quienes así lo sienten, les digo que no están solos, ni lo estarán; que tienen todo el apoyo y la solidaridad del resto de los españoles, y la garantía absoluta de nuestro Estado de Derecho en la defensa de su libertad y de sus derechos.

Y al conjunto de los españoles, que viven con desasosiego y tristeza estos acontecimientos, les transmito un mensaje de tranquilidad, de confianza y, también, de esperanza.

Son momentos difíciles, pero los superaremos. Son momentos muy complejos, pero saldremos adelante. Porque creemos en nuestro país y nos sentimos orgullosos de lo que somos. Porque nuestros principios democráticos son fuertes, son sólidos. Y lo son porque están basados en el deseo de millones y millones de españoles de convivir en paz y en libertad. Así hemos ido construyendo la España de las últimas décadas. Y así debemos seguir ese camino, con serenidad y con determinación. En ese camino, en esa España mejor que todos deseamos, estará también Cataluña.

Termino ya estas palabras, dirigidas a todo el pueblo español, para subrayar una vez más el firme compromiso de la Corona con la Constitución y con la democracia, mi entrega al entendimiento y la concordia entre españoles, y mi compromiso como Rey con la unidad y la permanencia de España».

¡Tantas cosas, tanto, decía el Rey!

Decía el Rey: « Hoy la sociedad catalana está fracturada y enfrentada».

Majestad, después de cuatro años de Vuestras palabras quién está fracturada y enfrentada no es la sociedad catalana, sino la española.

Manifestémonos por el compromiso de la unidad y la permanencia de España. Eso es con lo que pretenden acabar.

Además con toda la chulería de la que es capaz solo «Sánchez y derribos».

Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

2 junio 2021

 

INDULTA E INSULTA MIENTRAS PUEDAS. Rafael Dávila Álvarez

El Mando y el que gobierna requieren tener el entendimiento abierto a lo que su sociedad demanda o requiere.

Alejandro Magno, en su grandeza comprendió que su ejército deseaba volver, amaba más a Grecia que a los nuevos territorios conquistados; y regresó a casa. No era él; eran ellos; ni siquiera eso. Era su Patria. Nada hay más grande y que por tanto requiera mayor cuidado. El que esto no entiende no está capacitado para el gobierno.

La justicia se representa en una balanza junto a la espada. Son la equidad y la fuerza. La equidad sin la fuerza es pura retórica. La fuerza sin equidad es tiranía. También lo es si la fuerza toma parte y deja de ser una forma de sostener la equidad. La espada mantiene el equilibrio o puede ser el desequilibrante.

No tiene la justicia un fin político ni más poder que el que la Ley le otorga. El difícil equilibrio de los poderes es lo que diferencia a una democracia de algo que solo pretende aparentarlo. Manejar poder y los poderes es una tentación de la que sabemos sus consecuencias, pero que alguno todavía usa en su abuso.

Cuando la justicia —el poder judicial— manda, requiere o aconseja, conviene obedecer, atender o escuchar con atención. Si se trata de obedecer y no se hace, hay que usar la espada de su emblema. Si requiere, no se puede mirar hacia otro lado. Si aconseja, mejor estudiar las razones. Ese es su poder: el del pueblo soberano, que descansa en su balanza y confía en su espada. Ni más ni menos.

Si la espada habla con más elocuencia que la Ley se comete una regresión que se paga con vidas y hacienda.

Si se olvida la Ley y se impone la autoridad para ponerse a la cabeza de los que van contra la Ley aludiendo venganza cuando se ha pretendido romper con la unidad de la Patria, lo más sagrado que tiene un pueblo, nos encontramos no con un indulto, sino con un gravísimo insulto a todos los gobernados por el insultador. Pasará no a condenar la destrucción de España, sino a encabezarla.

El tribunal que juzgó a los que pretende indultar el gobernante ha dicho «no» a la concesión de cualquier forma de indulto. No hay razones de justicia, de equidad y utilidad pública. Y lo más grave: No hay arrepentimiento. Lo volverán a hacer y lo predican con soberbia y chulería.

¿Será cosa de fuerza, se impondrán por la fuerza?

Las circunstancias del acceso al poder por parte del poder ejecutivo no le dan derecho a que todos paguemos un capricho político que tratan de justificar con la palabra indulto sin alegar ni una sola razón jurídica que lo avale. Se trata de la unidad de España, de indultar a los que han pretendido romper la unidad de España, de los que después de ser condenados siguen en su intento. Es el poder judicial el que dice «no». Los españoles y su justicia.

No. No sé si estos gobernantes recuerdan, que defender la unidad de España es su primer deber y que hay que hacerlo incluso con la vida si necesario fuera. Eso dice la Constitución.

¿Qué están en su derecho de dar el indulto? No de cualquier manera. Lo saben, lo harán, pero lo pagarán. En las urnas, sí.

No olvidaremos que se irán después de encender la mecha del enfrentamiento y la desunión. Hace mucho tiempo. El que ya no tienen, aunque hayan dejado la mecha encendida que se consume cada día un poco más.

Es la unidad de la patria España. ¿Aún no nos hemos enterado?

Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

27 mayo 2021

MIENTRAS CREEMOS AMARLA, ESPAÑA SE NOS MUERE EN LOS BRAZOS. Rafael Dávila Álvarez

Observo algo que me llama la atención y que preocupa. Digo que preocupa. Entiéndanme, no digo que me preocupa, solo me llama la atención y lo cuento. Hablo y escucho a distintos sectores políticos, de aquí y de allá, que me da igual. Lo único que me limita y aleja es la proximidad a la delincuencia política, que la hay, y abundante. España es la única política que conozco.

En uno de esos sectores, de derechas de toda la vida, te señalan y resulta que si no eres de un cierto partido de la derecha, nuevo, reciente, incluso ganador, dicen que moderno, pletórico, de himnos y semblanzas, vamos en una palabra el futuro de España, te miran con cara rara, como si hubieses traicionado a la propia España. No es suficiente ser de derechas. O conmigo o contra mí.

Claro que preocupa, de la misma manera que a un separatista le preocuparía que la llamada derecha se dejase de desavenencias y se mantuviese unida; se les acabaría el chollo, por lo que están con la izquierda a muerte, sea la que sea y venga quien venga. Incluso Illa les vale.

La política no es un estrecho cajón de ideas, sino un amplio margen de entendimiento bajo una Ley, la Constitución, y eso implica aceptar el reto del pensamiento tangente al de uno, o paralelo, que sin penetrar roza o acaricia, depende, para mantener un espacio amplio que no permita romper con el avance histórico que a España le corresponde. Vemos con verdadera alarma —preocupación en aumento— que en dos recientes gobiernos de izquierdas, el de J. L. R. Zapatero y el de P. Sánchez, con el desastroso paréntesis del tibio M. Rajoy (caso aparte que el PP debería juzgar políticamente), todo va a peor y en trance está España de desaparecer como nación, aunque en un equilibrio hasta ahora desconocido pretenda P. Sánchez mantener el Estado, que no sabemos qué entiende él por eso.

Volviendo al principio, la misma derecha, de amplio espectro, que durante años mantuvo el tipo y logró grandes avances en la España social y económica, resulta que ahora se divide enemistados entre ellos, se lanzan a la guerra de guerrillas y nos muestran que eso es lo que queda de la unidad de los partidos que defienden la Ley como norma fundamental de hacer política. En algún momento llegamos a pensar que los nuevos pesoesocialistas estaban también  dispuestos a aceptar la Ley y no admitirían los pasos en falso camino de la ruptura de España y la introducción del comunismo chavista, pero ya hemos visto que era un espejismo y que su programa es simplemente de mantenimiento del estatus, de las prebendas, agencia de colocación, y odio pretérito, presente y futuro a la idea de España, que les suena a nación de héroes, conquistas y azote del comunismo estaliniano y demás variedades y especies. En definitiva, el pesoesocialista es uno más de los que nunca defendería a España si ello le supone perder el plato de lentejas.

En esta situación resulta que el PP, Ciudadanos y Vox se echan al monte a guerrear entre ellos, a lucirse al trote de su caballo blanco, a la dialéctica de trincheras, incluso al duelo apadrinado.

En España, que funciona muy bien lo del eslogan, hay quien se cree todo lo que le cuentan y se juzga antes de la instrucción previa, y el PP acaba de ser juzgado por él mismo, por los que eran los suyos, cuando, sin nombrar juez instructor, se sentencian sin dar la más mínima explicación. Convendría que analicen a su gabinete de comunicación y lo envíen a reciclarse para establecer, o restablecer, la frecuencia audible y entendible de sus pretensiones. Siempre fue el Partido Popular un amplio espectro de pensamiento, como lo es España, pero sin dejar de ser, sentir y darse a conocer, sin máscaras ni antifaces. ¿Qué es ahora? Convendría que lo diesen a conocer.

Puede que esté ahí la explicación. He intentado entender las razones por las que te miran raro en ese sector del que les hablo cuando no eres de esa derecha que se da ganadora (hoy por hoy), cuando defiendes la necesidad de aunar fuerzas en defensa de España en unos momentos de tanta gravedad, tanto que se nos muere España en los brazos. Nadie me da las razones. Oigo no sé qué de Rajoy, de traiciones, de cesiones, de corrupción, pero nadie ahonda en lo serio: que es la nación. Lo de Rajoy es agua pasada que no mueve molino y si el PP le quita la militancia por su actitud el día de su cobarde fracaso, el de la moción de censura, sería más valiente y resolutivo que lo de cambiar de sede; pero hasta ahí llega ese pasado. ¿Corrupción? Tendremos que denunciar a los chapuzas que no te hacen la factura y encima presumen.

Luego llegan los reproches, los asaltos cuerpo a cuerpo, incluso los insultos, y lo que realmente hace daño: reducir el grupo, no crecer, no trabajar juntos dentro de una España unida y común.

Si el resultado es una fragmentación de partidos que dicen defender la unidad de España, de su historia, de sus tradiciones y de sus peculiaridades: España se nos muere en los brazos.

Algún día llegará: España muerta. El análisis previo avisa de lo que viene, y todo indica que la muerte llega por las derechas que todas quieren ser «el héroe» de su propia derrota y morir en esas alabanzas.

Tres en uno es sobrenatural y en estos momentos inasumible.

Mientras creemos amarla, España se nos muere en los brazos.

Luego no me digas que no te aviso…

«-Si por tus amores pena,
¡oh, malhaya su cantar!,
y porque nunca los goce
yo le mandaré matar.
-Si le manda matar, madre
juntos nos han de enterrar.
Él murió a la media noche,
ella a los gallos cantar;
a ella como hija de reyes
la entierran en el altar,
a él como hijo de conde
unos pasos más atrás.
De ella nació un rosal blanco,
de él nació un espino albar;
crece el uno, crece el otro,
los dos se van a juntar;
las ramitas que se alcanzan
fuertes abrazos se dan,
y las que no se alcanzaban
no dejan de suspirar.
La reina, llena de envidia,
ambos los mandó cortar;
el galán que los cortaba
no cesaba de llorar;
della naciera una garza,
dél un fuerte gavilán
juntos vuelan por el cielo,
juntos vuelan a la par».

Yo le mandaré matar. Juntos nos han de enterrar… Del rosal blanco y del espino albar.

Dice la copla: No me quieras tanto, quiéreme mejor.

Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

 

 

«SI QUIEREN CHOCAR, ESTAMOS LISTOS. SI QUIEREN COOPERAR, ESTAREMOS ENCANTADOS» Rafael Dávila Álvarez

¿Dónde hay que firmar?

El noruego Jens Stoltenberg no es un general, no sé ni siquiera cómo le fue el Servicio Militar, que en Noruega es obligatorio entre los 19 y hasta los 44 años, con una duración mínima de 12 meses. Lo que sabemos es que el noruego desde hace ya unos cuantos años (2014) es Secretario General de la Alianza Atlántica (OTAN), la mayor y eficaz organización defensiva mundial hasta ahora conocida y experimentada. Su mandato ha pasado por momentos muy difíciles en los que el mismísimo presidente de los Estados Unidos de América le ha puesto alguna zancadilla. Él, impertérrito, ha seguido su camino orientado por las estrellas (militares) ya que no dispone del sol mediterráneo. Si algo le ha caracterizado, y aupado casi a ser un líder para las Fuerzas de la OTAN, ha sido su firmeza.

El pasado martes día 16 el diario El Mundo nos ofrecía una entrevista con Jens Stoltenberg en calidad de Secretario General de la OTAN que debe ser meditada y que, si fuésemos razonables, debería ocupar lugar preferente —y referente— en la actualidad. Breve, pero contundente. Clarificadora de algo tan simple como las amenazas a las que nos enfrentamos: «Ahora tenemos ciberamenazas, terrorismo, campañas híbridas, desinformación, poder chino y ruso y, además, pandemias».

Hecha la recomendación voy a prestarme a la pirueta literaria y aprovechar sus palabras frente a la amenaza, para lo que ha desplegado la OTAN sus tropas frente a Rusia. Un despliegue militar se efectúa ante una posible agresión y desde ese momento en el argot militar el amenazador es el enemigo. En ese periodo amenazante se puede hablar, dialogar y hasta llegar a acuerdos, aunque siempre sin bajar la guardia. La OTAN despliega frente a Rusia.

Eso es lo que Stoltenberg nos explica:

– El diálogo con Rusia tiene que basarse en la fuerza, en la firmeza. No podemos ser inocentes, nunca hay que ser naifs sobre las intenciones de Rusia. Pero, dicho eso, tenemos que hablar con Rusia.

Queda claro. Al menos en mi pirueta solo cambio Rusia por la amenaza a la unidad de España y le recomiendo al que es presidente del Gobierno, por imperativo legal, que tome nota y aprenda cómo hay que responder a los que intenten romper con la unidad de España, a los que amenacen a España: «Si quieren chocar, estamos listos. Si quieren cooperar, estaremos encantados».

No hay ninguna contradicción entre disuasión y diálogo. Creo en la necesidad de mandar un mensaje claro. […] Pero no debe haber el menor resquicio para el error, para los malentendidos, para las dudas, los errores de cálculo: estamos listos y con las capacidades, la voluntad, la fuerza para proteger y defender a España y su unidad. Esa es la mejor forma de mantener la paz. No podemos permitir el menor error, que se subestime. Y sobre esa base podemos hablar y con suerte mejorar nuestras relaciones. Ligeros cambios que introduzco, y ustedes entenderán, en las palabras de Stoltenberg.

Más claro no se puede ser. Es la ley y la fuerza. Debería tomar nota ese a quien le están traicionando y rompiendo la nación que preside. ¿O es que se ha dejado abierta la puerta sin querer queriendo?

No había más forma de combatir: con leyes o con la fuerza. El equilibrio entre ambas mantiene la armonía. Política y Milicia deben seguir el mismo camino, se necesitan, si se repelen se obligan a estar siempre vigilantes una de la otra.

¿Diálogo? Siempre; mucho; constructivo. Presidido por la Ley; y el centinela en la puerta.

El Secretario General de la OTAN da la clave del futuro: lo inesperado.

Cualquier cosa puede pasar, sobre todo la que menos esperas. Dentro de la OTAN, muy dentro, también.

Si quieren chocar, estamos listos. Si quieren cooperar, estaremos encantados.

Hago mías sus palabras.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

18 febrero 2021

HABRÁ REFERÉNDUM E INDEPENDENCIA Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Me propuse no escribir sobre las elecciones catalanas.

Razón (es): con la situación a causa de la pandemia esto es un escándalo. Que se despachen a gusto Bárcenas y Villarejo días antes de las elecciones otro. Que Illa se presente… pónganle ustedes nombre. Que se den estos resultados por decisivos y se tomen como un plebiscito para la independencia es una burla. Como en el 31. En definitiva: hablamos de una estafa del 50% (¿o del 3%).

Todo encaja en lo que me parece una ofensa a la razón y por tanto al bienestar individual.

Incumplo y me pido perdón; hablaré de ello. Lo haré con brevedad.

Que nadie dé saltos de alegría, que nadie se crea ganador a excepción de los que quieren la ruina de España. Ellos sí han ganado. Todos los demás han sufrido una derrota clamorosa digna de su expulsión inmediata de la política y ponerse a rehacer los llamados partidos que nunca han dejado de ser un lugar para la colocación y el tejemaneje. Ahora que no se llamen a engaños. Seriedad es lo que pedimos.

¿Qué oscuros intereses hay detrás de cada cual?

La situación en la que queda Cataluña es muy peligrosa. Nada nuevo ni inesperado. Como ahora se denomina, han  construido un relato perfecto, con la inestimable ayuda de Zapatero-Sánchez-Iglesias-Rajoy y, ¡cómo no!, de esa Europa meliflua y a la vez traidora a ella misma, que demoniza a la democracia española y deteriora la imagen exterior de España (con el huido Puigdemont incluido). Ningún partido del otro lado, los que defienden (?) la unidad de España (no incluyo al actual pesoe), ha sabido combatir y dar explicaciones convincentes ni a propios ni a extraños, sino que han convertido España en su campo de batalla particular para ver quien la defiende mejor, quien es el más fuerte y más valiente, es decir la han hundido para ensalzarse ellos.

Este es el resultado: la desaparición de España como Nación. El Estado ya no existe.

El siguiente paso está claro. Las elecciones son un paso más de este camino que va despacio, firme y seguro. Saben a dónde van, por dónde y cómo recorrerlo.

Al equilibrio y a la moderación le acaban de dar una patada en el culo.  Ha nacido —hace tiempo— la mediocridad dirigida por imbéciles y aplaudida por los mismos que se enzarzan en cuanto tienen las manos libres después de pelearse en las gradas. La única solución que veo es hacernos todos imbéciles y participar desde la grada: en la pelea.

«Los Estados —ya sean nuevos, ya sean viejos o mixtos—consisten en las buenas leyes y las buenas armas». Leyes, armas y religión; decía el prudente Maquiavelo. Leyes que cumplir, armas que obliguen a cumplirlas y creer en la Nación. Si no es así, pues eso: imbéciles e independencia.

De España, de lo que queda, se pueden dar datos: crispada, indignada, pero sin moverse de casa.

Os lo merecéis me dijo el británico de Benidorm. Vosotros más, le contesté. No digo lo que a continuación me soltó. No era alemán, ni francés, ni belga, ni polaco, ni… Era de Gales.

Habrá referéndum. Lo preparó Zapatero, lo secundó y firmó Sánchez. No conocemos a los cultos que les han lanzado al ruedo. ¿O sí?

Ni leyes, ni armas. Ni rezar vale. Esto se acabó.

¿La Corona? Camino del Centenario: 1931.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

16 febrero 2021

 

 

NO ES LA CORONA, ES ESPAÑA. Rafael Dávila Álvarez

Era el año 1993 cuando Don Juan de Borbón recibía la Medalla de Oro de Pamplona. Se le había acabado la voz pero providencialmente el Príncipe de Asturias, hoy Rey de España, leyó en voz alta sus sentimientos. Todo un símbolo. Juntos, un Rey que lo fue en la esperanza, y un Príncipe que iniciaba el camino. Cedió la voz Don Juan y definitivamente el futuro; en su nieto Don Felipe, libre de todas las cargas del pasado. Se cerraba el paréntesis de la historia reciente, para buscar el definitivo futuro. La monarquía española, la heredada, la instaurada y la esperanzada.

Don Juan hablaba desde el silencio y, sin voz, la gravedad de su mensaje la podían percibir todos los que quisieran escuchar y entender. Ya no hablaba de España, su devoción, ahora hablaba de la unidad de España, su preocupación.

Nadie le escuchó; los laureles ensordecieron a los consejeros, muy activos en épocas de recolección. Don Juan pudo ver la realidad al evadirse de todos ellos. Conocía muy bien lo que significa estar rodeado de tantos consejeros expertos en malos consejos. Sólo le quedó el mar donde aprendió a leer los horizontes de acontecimientos. Y con él guardó la historia de una España que se le escapaba mientras más la deseaba.

La unidad de España, repetía incansable, por encima de la enfermedad, por encima del silencio, incluso por encima de la imprudente prudencia de algunos.

La transición superada, decían algunos, España navegaba con buen rumbo y velocidad de crucero, pensaban todos. Nadie había visto al sembrador que por las noches esparcía su semilla de cizaña por los campos de cereal. La transición ni siquiera había comenzado a germinar y ya todos auguraban una espléndida cosecha. La unidad de España, repetía Don Juan a punto ya de coronar su historia.

Sabe el Rey que por mucho que se hable de la unidad, nada se logra si los campos están sembrados de la semilla de la secesión que ahoga las espigas de la unidad. No era ese el sentir popular, entonces ni ahora, pero una élite político-económica ha logrado jalear a los ácratas que gustan militar en el sindicato de los gorriones donde ellos se alimentan aunque nadie coma. Esta es la otra historia, la de la España reciente.

La transición significaba cambio, el paso a un sistema democrático solidario y de respeto. Para ello, lo primero y fundamental era tener una Ley y respetarla. Y se hizo la Ley pero no el respeto democrático de cumplirla. Razones de carácter visceral, vuelta al revanchismo y al enfrentamiento. Los que deberían ser hombres de Estado han resultado ser agitadores de barrio que juzgan según sus intereses de partido o con la imposición de su minoría sobre el conjunto. Es su democracia. Esta es la historia que ahora se abre.

Aquel Príncipe es ahora el Rey. La transición de reyes se ha hecho con seriedad y oportunidad. Estamos ante la verdadera y nueva historia de España, ante el futuro de varias generaciones. No hemos vivido una transición como todos creíamos. Hemos vivido una incertidumbre.

La transición empieza ahora…, aunque la incertidumbre no ha desaparecido.

No atacan a la monarquía, es a España, al corazón de España donde lanzan sus flechas envenenadas de odio y revanchismo. Lo mismo les da Monarquía que República, lo que buscan es el rugir de la calle, la provocación que acabe en destrucción. España es el objetivo a batir y los españoles el utensilio que pretenden manipular.

España hay una, única e indivisible; sí no, ni hay España ni hay Historia. Ni Rey ni República, no habrá nada de nada.

Eso pretenden. Solo hace falta que aceptemos su mentira. ¿Qué de quién hablo?

Blanco es, la gallina lo pone, con aceite se fríe y con pan se come…

Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

27 diciembre 2020

 

LA CARTA DE LOS MILITARES. Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

De entrada: no hay manifiesto como algunos, con mala intención y ánimo de confundir, pretenden calificar. Es una carta al Rey de España, Mando Supremo de las Fuerzas Armadas, la que han enviado un grupo de militares retirados. Claro que el hecho de que El País se haya hecho eco, da pie al titular: «Manifiesto de los militares…» y así, con el titular bajo el brazo, se va a la tertulia sin haber leído más.

Antes de seguir conviene que los profanos en la materia militar, tan desconocida, y silenciosos sus componentes, (aunque hay un dicho: no hay nada más reservado que un militar en activo, ni nada más activo que un militar en la reserva), sepan algo más, que sirva de antecedente al tema tratado.

Los firmantes de la carta al Rey forman parte de la XXIII promoción de la Academia General Militar. Eso significa que ingresaron al mismo tiempo en la Academia para ser oficiales y juntos pasaron dos años en la General de Zaragoza y posteriormente se separaron para acudir a las Academias Especiales (Infantería, Caballería, Artillería, Ingenieros, Intendencia y Guardia Civil) y pasar allí otros dos años de formación en su Arma específica. La Academia General Militar tiene como misión fundamental crear espíritu, ese que entre los militares se conoce como  «El espíritu de la General» que no es otro que el valor del compañerismo entre Armas y Cuerpos, la unidad y cohesión tan necesaria en el combate, y una identificación plena entre sus miembros de lo que el juramento a la Bandera significa.

«Armas y Cuerpos funden nuestro emblema…» dice el himno de la General. Mismo espíritu, misma doctrina, mismo ideal.

Conviene saber esto porque ese vínculo que se crea entre los miembros de cada promoción de la General perdura hasta el final de nuestros días. Podrás coincidir o no posteriormente en los destinos, pero la pertenencia a una promoción determinada te mantiene unido siempre, con frecuentes reuniones, seguimiento de los acontecimientos de cada uno, ayudas entre sus miembros, intercambios y relaciones no solo profesionales, sino incluso familiares. El que se lleve con mayor o menor grado esta relación depende en cada promoción de que haya alguno con especial habilidad para incentivar a sus compañeros. Suelen ser los números uno de la promoción de la General y los de las Especiales los que lleven la dirección del grupo.

Este antecedente es importante para comprender que la carta no surge de repente, sino que hay una relación e intercambio de pareceres constante, y que en ella la situación actual de España sea un motivo de gran preocupación.

No sé cómo ha sido el proceso hasta llegar al momento de dar por redactada la carta y hacérsela llegar al Rey, pero me lo figuro.

Es evidente que se escribe para que se convierta en un documento de cara al público, lo que introduce un especial matiz en la misiva. Algo que por otro lado es lógico.

No es la primera carta o manifiesto, que de todo ha habido, ni será la última. Desde que este Gobierno puso en peligro la unidad de España y se ha dispuesto a romper la nación, empezando por la Corona, se han sucedido cartas colectivas o individuales, videos corporativos, declaraciones de todo tipo de personas del arte, la ciencia, la literatura, el derecho, la política; en definitiva la sociedad civil preocupada con la situación por la que este Gobierno conduce a España.

Cualquier manifestación a favor de la unidad de la patria, España,  y de la concordia,  es buena, aunque solo sea una chinita en el camino.

Lo vivido últimamente en España es muy difícil de digerir para quienes llevan más de cincuenta años de servicio bajo el mandato de un juramento. Como le ocurre —esperemos— a la mayoría de españoles,

Camino de la desaparición de España, atados de pies y manos por un estado de alarma abusivo, que atenta contra la libertad, vigilados en nuestras expresiones y declaraciones, o cierras la boca o te la cierran, cuando el comunismo vuelve de la mano de los terroristas a recordar viejos tiempos, ¿es que nadie va a decir nada?, ¿es que con echar una papeleta en la urna cada cuatro años es suficiente?

Al menos permitan que cada uno se exprese, individual o colectivamente, como le venga en gana dentro del escrupuloso cumplimiento de la Ley; cosa que este Gobierno se salta cuando y como quiere.

Así que no le den más vueltas. Los militares retirados de la XXIII promoción de la Academia General Militar (por cierto la que cerró Azaña, por eso de la unidad y cohesión) han dicho lo que piensan, como otros muchos: ya son legión.

¿Pasa algo? Si alguno se pone nervioso, Ley y tila.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

2 diciembre 2020

 

ASESINA QUE ALGO QUEDA. Rafael Dávila Álvarez

No conozco ninguna nación del mundo democrático que admita a sus más recientes asesinos entrar en la gobernación o administración de las instituciones del Estado. Que admita que formen un partido blanqueado de nombres y apellidos para acceder a ellas a través de unas elecciones. En el cumplimiento de la ley no hay perdón, ni se intercambian favores, sino ley. Una sentencia es justa o injusta, nunca perdonable ni moldeable; se cumple y tiene consecuencias.

Tampoco es conocido que lo sentenciado por el máximo Tribunal judicial sea corregido por un Tribunal Constitucional en recurso de amparo.

Todo esto ocurre aquí: 6-5 en la prórroga, arbitrando Pascual Sala y de presidente de la federación el inolvidable -por desgracia- señor Zapatero. Bildu y Sortu, modus operandi intelectual (con perdón), fueron introducidas en la destrucción de España por los señores mencionados, acabando con la ley de Partidos Políticos que impedía presentarse en citas electorales a formaciones relacionadas con bandas terroristas y estar presentes en la vida política.

Ninguna de esas herencias ha condenado los cerca de mil asesinatos de la ETA ni por asomo han pedido perdón. El señor Zapatero y el señor Sala tampoco han dicho esta boca es mía sobre su actuación, única en el mundo mundial.

Un TC. se limita a comprobar que se han respetado los principios constitucionales, no es su misión reconsiderar las pruebas, por cierto aplastantes, de la policía y guardia civil. El Tribunal Constitucional sentenció al Tribunal Supremo, lo condenó, excediéndose en su razón de ser. Lo nunca visto.

En mi opinión este hecho, que parece olvidado, fue la maniobra más hábil y peligrosa contra la unidad de España y contra la mismísima democracia.

Un barreno colocado en el corazón del sistema.

Todo lo que ahora vemos y vivimos viene de aquella sentencia que, además de colocar al modus operandi intelectual de Batasuna en la toma de decisiones sobre España, acabó con Montesquieu y dejó el camino libre para la destrucción de España vía la legalidad, su legalidad, como demuestran los votos particulares de los magistrados sobre aquella sentencia del Constitucional, dejando a las claras, por escrito, que no es el Constitucional una instancia judicial que pueda juzgar a la mayor de ellas: el Supremo. Y lo fue. Se hundió la justicia hasta convertir al TC. en un instrumento en manos del Gobierno. Pasito a pasito, nombramiento tras nombramiento, Fiscal General que juega con las togas y el polvo del camino, o con la información vaginal que te lleva al ministerio y de vuelta a mandar sobre los fiscales, hasta conseguir su objetivo.

Hablaremos de esto y de aquello, pero es lo que les cuento. Todo viene de esta iniciación de la que Sánchez es continuador junto a otros iniciáticos que construyen metódicamente el nuevo edificio. Maestros de la construcción sobre escombros.

Ley de Memoria Histórica, iniciada y a punto. La Corona, iniciada y a punto. Les queda el Partido Popular, única fuerza capaz de doblarles el pulso, que tenían ya a mano con Rajoy. Se les ha escapado la presa, por lo que unieron fuerzas con Podemos.

Abramos los ojos. Tres fuerzas a la derecha es dispersión. Es su meta, la de Sánchez. Todos contra el Partido Popular. Que por cierto no es Rajoy.

Todo empezó allá por el 31. Les está costando, pero insistirán.

La ETA, ¿se acuerdan? Era una banda de asesinos. ¿Lo recuerdan? Asesina que algo queda.

No conozco ninguna nación del mundo democrático que admita a sus más recientes asesinos entrar en la gobernación o administración de las instituciones del Estado. Que admita que formen un partido blanqueado de nombres y apellidos para acceder a ellas a través de unas elecciones. En España, sí. Nadie ha vuelto a recordarlo. Todo está pactado.

Su oscuro origen es todavía un amenazante misterio que, en ocasiones, da señales de su existencia como hace unos días en la Plaza de Armas del Palacio Real de Madrid.

Ahora vayamos en todas las direcciones menos en la adecuada; y olvidemos.

¡Dispersión! ¡Dispersión! ¡Que nos atacan!

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

20 julio 2020

Blog: generaldavila.com