EL JEFE DE ESTADO MAYOR -Almirante General López Calderón- DEDERÍA DIMITIR General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Napoleón tuvo gestos que denotaban su capacidad de Mando. En Tolón a la llegada de muchas carrozas oficiales recibieron el fuego enemigo y al intento de refugiarse sin encontrar parapetos en la posición, sin inmutarse, Napoleón contestó: «Hemos suprimido los parapetos, el patriotismo los sustituye».

Parapetos de soldados. Pechos valientes y bravos. Siempre es lo mismo.

Es la contribución de España a la OTAN. Parapetos de soldados. Baratos son los soldados y caras las armas.

Recuerdo la anécdota porque nuestro Napoleón español, dependiente y no precisamente pendiente de las tropas, se ha permitido, el día que el presidente del Gobierno se sometía a la dura prueba de la corrupción (¿presupuestada?), a prestarle su apoyo de manera tácita aludiendo a su éxito ante la OTAN y justificando la aportación española del 2,1% contra la del 5% que nos pedían y que al final hemos firmado.

El almirante general, Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), Teodoro Esteban López Calderón, es, como mínimo, un imprudente además de inoportuno. No es el suyo un ejemplo de capacidad para el Mando y la irresponsabilidad es grave cuando esas declaraciones muestran un olvido absoluto del elemento principal del combate y que él debería conocer: los soldados. Habrá que explicarlo con el objetivo de que él y alguno de los que con él planifican la maniobra sepan que son soldados y no máquinas lo que manejan.

Veamos. Cómo éramos pocos…, surge de sus silenciosas cavernas el Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD). En ese mismo momento el presidente chapoteaba en el lodo de la corrupción.

El verano es propicio a los calentones y en la milicia se sabe que es época de guerra. Los cursos de verano sirven para eso: veranear y darse a conocer. Incluso los militares se dejan querer y hablan de su buen hacer como Directores Generales de una institución que ha perdido su razón de ser. De todo menos defender y enseñar a combatir, a hacer la guerra.

El jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), almirante general Teodoro Esteban López Calderón, hace gala del éxito  que ha sido lograr una inversión del 2,1 % en defensa, propuesto por él, y no admitir el exigente 5% OTAN, que todos las naciones de la Alianza, incluida España, han aprobado, y asegura que España puede hacer la magia de cumplir las capacidades exigidas con ese mínimo del 2.1%. Lo dice la máxima autoridad operativa de las Fuerzas Armadas. Pues me permito decirle que no es cierto o si prefiere le digo que miente.

Se ha dejado escuchar en un empachoso desayuno informativo organizado por el Executive Forum en El Escorial, -¡Ay!, si Felipe II escuchase- donde el JEMAD ha explicado  que previamente a la cumbre «nosotros hicimos un trabajo con todas las hipótesis y aproximaciones con los nuevos objetivos de capacidades (nadie sabe cuales son) que nos habían asignado a España…». ¿Por cierto, quiénes son el Executive Forum para que asista el JEMAD a dar clases particulares?). Debo repetirme, no lo olviden: en ese momento el presidente del Gobierno escapaba de la corrupción escondido en el saco de los independentistas y terroristas, y era llevado al «Tribunal de la Protección» por si llegaba el caso de liarse a amnistiazos.

De manera clara el JEMAD estaba echando un capote al presidente, introduciendo su naríz en la política partidista de manera indecente como ya algún general hizo cuando la riada de Valencia y otras ocasiones.

Este embrollo hay que aclararlo para el bien de España y de los españoles a los que es fácil engañar en asuntos de la Defensa y sus dineros.

Debemos dejar claro que el tema de los porcentajes contributivos a la OTAN que avala el presidente del Gobierno y apoya el JEMAD no es un problema de porcentajes sino de las capacidades que otorgas y España lo hace casi única y exclusivamente a base de soldados. De ahí la gravedad del asunto y que no debamos admitir que esto quede como la verdad del Mando. Soldados por materiales, vidas humanas que ahorran el dinero que hay que invertir en sistemas de armas. La escasez de medios modernos y materiales tecnológicamente adecuados para estas guerras lo suplimos mandando soldados obedientes y disciplinados que, eso sí, siguen evidentemente siendo los mejores del mundo. Incluso sin equipo y medios. Todo lo aguantan, ahora hasta que les hablen alto. Adecuaron su formación a la sumisión ideológica de partido.

De ahí que nuestras tropas vayan todavía en el BMR, que es un suicidio, esperando el 8×8 que nunca llega y lo hará pasado de moda, y en vehículos chinos de combate porque nuestra industria militar todavía no está en las manos que pretenden. Por no hablar de  nuestra pérdida del patrimonio de Defensa, mal vendido, no disponer de municiones más allá de un día de combate, unidades bajo mínimos, canibalización, sin reservismo ni posibilidades de una movilización ordenada. Sin olvidar el tema estrella: unos ejércitos mal pagados, mal atendidos en sus planes de futuro, soldados en paro a los 45 años, en definitiva insuficiente personal con difícil e incierto panorama de cara al futuro. Tropas desmotivadas y con baja moral.

Pues a la vista de la desastrosa gestión, su responsable, el JEMAD, nos dice con descaro y sin justificación rigurosa que con el 2.1% es suficiente para nuestros compromisos ya que la moral de las tropas no le preocupa ¿a quién le importa? ¿a los sindicatos?

En vista de lo cual contribuimos con personal y con unidades que engullen a otras. El presidente y su JEMAD presumen de ser una de las naciones que más tropas proporciona a las misiones OTAN, ¿carne de cañón?  Las Fuerzas Armadas españolas están presentes en 17 misiones en el exterior con hasta 3.000 militares y guardias civiles desplegados en cuatro continentes, según detalla el Ministerio de Defensa.

«Todo lo que nos llega de la OTAN» es agradecimiento al pueblo español por su contribución, que sitúa a España como el 6º o 7º país de la Alianza en despliegues en misiones en el exterior dice el JEMAD repitiendo lo ya dicho por el presidente. La lección bien aprendida. Hay que tener cuajo.

«Puedo afirmar que estamos muy bien considerados tanto en la aportación de fuerzas como en la calidad del personal».

Deber saber el almirante que eso es motivado por la confianza que se desprende de nuestra actuación y que por ello nos tienen confiada la seguridad en el Estrecho. Por ejemplo.

Parapetos de soldados allí donde nada se nos ha perdido. En lugar de presupuesto pongamos a la tropa. Ni cañones ni mantequilla, usemos a los soldados como si fuesen clínex, cuestan poco y en unos años los que nos sobren a la calle.

Olvida o desvía la atención hacia el problema fundamental.

¿Quién atiende y con qué a todo eso de lo que el JEMAD no habla y la OTAN se desentiende?

Olvida el JEMAD contarnos cuales son esas capacidades que nos exige la OTAN y si coinciden con nuestras verdaderas amenazas como son el Estrecho de Gibraltar, Ceuta, Melilla y Peñones, El Sahel, la inmigración ilegal, las fronteras como la de Gibraltar (vergonzosa cesión), el tráfico ilegal de personas y drogas, además de olvidar la amenaza interna que es misión constitucional de las Fuerzas Armadas de acuerdo con el artículo 8. El socio principal del Gobierno, gracias a quien se mantiene, al mando de un prófugo de la justicia, acaba de comunicarle al presidente del Gobierno que ellos ya votaron el 3 de octubre del 2017 y que Cataluña es un Estado independiente, algo contrario al fundamento de la Constitución y que evitarlo entra de lleno en la misión principal de las Fuerzas Armadas. ¿Hay presupuesto para todo esto, o está includio en el 2,1%? ¿O es que la amenaza independentista no debe ser contemplada por las Fuerzas Armadas y la Constitución es un camelo en manos de sus intérpretes?

También olvida el JEMAD, o no se atreve a molestar al presidente o a la ministra, explicar la situación en la que hemos quedado después de romper con la industria tecnológica y armamentística de Israel y enfrentarnos a los Estados Unidos. Sin armas ni municiones, sin repuestos industriales a la vista, hablar de Defensa y no hablar de cómo defendernos o hacerlo engañándonos es inadmisible. Le reto al almirante general en  un «curso de verano» en El Escorial o en Los Monegros (a ver quién lo paga) a discutir sobre el tema de manera abierta y aceptando la discrepancia. Con datos, con papeles. No secretos ni con secretos inconfesables. Cara a cara.

Mi opinión o versión de los hechos es la siguiente y a partir de ahí podemos empezar a hablar.

El esquema se ha desarrollado de la siguiente manera:

De ministra a Secretario General de Política de Defensa (SEGENPOL):

-No pueden pasar ustedes del 2,1 %. Ajusten las capacidades a esa cifra.

De SEGENPOL a JEMAD.

-Teo, del 2,1% ni una cifra más. Tú sabes cómo hacerlo, así que ajústate a lo que hay y vamos a quedar bien. Nos da los mismo el 2 que el 5, ya sabes que algún JEME se enfada pero que les den. Nosotros a lo nuestro y a ver si sacamos el portaviones adelante.

De JEMAD  a su Estado Mayor y Mando de Operaciones.

El 2,1%. Es una orden.

España lo defiende todo menos lo que debe de defender: la misión interior, constitucional, y la exterior que amenaza por el sur. Desde El Sahel. No estemos esperando un ataque ruso, que no se producirá. Así que almirante general, lo mejor será recordarle sus palabras de hace algunos años ante la mesa de Defensa del Congreso de los Diputados  cuando usted decía claramente que nuestras capacidades están solo para un conflicto menor, por el sur en concreto, pero no para uno mayor. ¿Cuáles son nuestras capacidades para ello?

¿Tenemos munición de combate, contracarro, de artillería, Defensa Antiaérea, vehículos de combate? ¿Para cuantos días de combate? ¿Cuántos drones, que capacidades en unidades? ¿Aviones, submarinos, radares, comunicaciones, Guerra electrónica, radios vehiculares…?

¿Soldados?

Vuelvo a Clausewitz: «En tanto yo no haya derribado al enemigo debo temer que él me derribe; no soy yo, pues, dueño de mí mismo sino que él me impone la ley como yo se la impongo».

Todo entra dentro del desarrollo normal de la batalla cuando tienes al enemigo dentro y lo sientas a tu mesa y le entregas el mapa de las operaciones. Acabas perdiendo la guerra y solo te queda contemplar tu territorio ocupado.

Que los militares hagan incursiones en la política partidista es muy peligroso, tanto que seguimos confundiendo la Defensa con la defensa de espurios intereses. Así estamos de moral. Aquí nadie defiende ni su hogar. Un okupa es el que manda.

«Hemos suprimido los parapetos, el patriotismo los sustituye».

Lo malo es que ya no hay patriotismo, ni soldados ni armas. No queda nada.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

11 julio 2025

 

Misiones internacionales en curso

Lugar Misión Inicio Mandato
Mozambique EUMAM-Mozambique Noviembre- 2021
Bulgaria y Rumanía Persistent Effort: Policía Aérea Reforzada (consultar periodos de activación) Febrero- 2022
Países Bálticos Persistent Effort: Policía Aérea del Báltico (PAB) (consultar periodos de activación) Mayo- 2020
República Centroafricana EUTM RCA Julio – 2016
Somalia EUTM-Somalia Enero – 2010
Irak Apoyo a Irak Octubre – 2014
Oceano Índico Atalanta Septiembre – 2008
Turquía Persistent Effort: Apoyo a Turquía Septiembre – 2014
Bosnia i Herzegovina EUFOR Althea BiH Diciembre – 2004
Varias zonas Grupos navales permanentes de la OTAN (consultar periodos de activación) Enero – 2017
Líbano Líbano (FINUL) Septiembre – 2006
Colombia ONU-Acuerdo de paz en Colombia Agosto – 2012
Letonia, Eslovaquia y Rumanía Despliegue de Fuerzas Terrestres en el Flanco Este: Letonia, Eslovaquia y Rumanía Junio – 2017
Varias zonas Sea Guardian (consultar periodos de activación) Noviembre – 2016
Golfo de Guinea Diplomacia de la Defensa y seguridad cooperativa Septiembre – 2014

CONCENTRACIÓN EN LA PLAZA DE COLÓN. Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Sébastien Le Prestre, señor de Vauban (1633-1707) fue un insigne mariscal francés, ingeniero militar, que revolucionó el arte de la fortificación con Luis XIV y cuyas obras de arte siguen siendo un modelo de sencillez y eficacia. A su destreza como ingeniero y científico unía un profundo pensamiento humanístico con avanzadas ideas en el arte de la guerra.

Conocía la ciencia y el corazón del hombre y por ello hoy me viene a la memoria ante la ausencia de expertos en esta guerra que tanto se parece a la política, corrupta, provocadora y, en estos tiempos, amenazante.

«La mayoría de las plazas mal defendidas lo han sido menos por el escaso valor de los gobernantes que por no haber entendido éstos su defensa. la razón de ello es que todos los gobiernos son dados o comprados», dice Vauban en su Tratado del ataque y de la defensa de las plazas.

Si entramos en el ya conocido Sun Tzu no deberíamos olvidar que su aviso ha cabalgado a lomos de los tiempos: «Los agentes secretos reciben sus instrucciones bajo la tienda del general; están muy cerca de él y lo tratan íntimamente».

El sábado día 10 de mayo hubo una gran concentración en la madrileña Plaza de Colón cuyo lema decía «Por la dignidad de España: Sánchez dimisión. Elecciones ya«. No voy a entrar a valorar el hecho en sí que responde a un estado generalizado de dolor e indignación entre una gran parte de los españoles. Pero debo dar mi opinión con el único deseo de contribuir a salvar a España de su destrucción cada vez más cerca y porque en ello todos tenemos algo de culpa; unos más otros menos.

La convocatoria ya de entrada me recordó el Canto II de la Ilíada Catálogo de las naves donde se enumeran los participantes en número de 29 contingentes acaudillados por famosos guerreros. En la Plaza de Colón había 129 contingentes y ningún famoso guerrero,  lo que ya de entrada me llevó a dudar de la oportunidad, ¿quién manda aquí? ¿cuántos infiltrados habrá cercanos al general?

Tengo para mi que no hemos entendido la defensa y hay un exceso de voluntarismo, «una preeminencia de la voluntad sobre el entendimiento», un deseo más que una posibilidad.

Creo que mis palabras no van a ser bien recibidas, pero alguien debe de abrir los ojos a la realidad que ensombrece nuestro futuro. Sea Vauban, que no será, Napoleón, que tampoco, o el sentido común: tan escaso. ¿Quién defenderá la unidad de España?

La defensa no es un acto impulsivo, disperso, sin alférez que porte la bandera, sin planeamiento, sin un jefe. Cualquier enfrentamiento requiere de un jefe y un Estado Mayor que lo asesore e informe. Cuando Aquiles dijo que no, los troyanos vencían. Ni con Patroclo revestido de sus armas lograban la victoria.

Disputarse el mando es lo peor que nos puede ocurrir. En España debemos olvidar la lucha sucia donde los protagonismos rompen la unidad, los falsos liderazgos minoritarios que detrás esconden intereses mediáticos y económicos al fin. No se fíen de esos sepulcros blanqueados que defienden acciones de las que se juegan en bolsa. Dados o comprados, que lo mismo les da defender una cosa que la contraria.

Entonces: ¿Qué hacer? ¿De quién me fio? ¿Quién es el abanderado?

Si les dijese que de nadie acertaría, pero tampoco es eso cuando la honradez y la entrega es virtud de una mayoría que pretende defender a España. Lo único que pretendo es abrirles los ojos ante los que, además de los ya conocidos, empiezan a invadir el lugar que no les corresponde haciendo uso de la indignación y la soledad en la que nos encontramos. Falsos profetas llaman a nuestras puertas. Tengo anotados sus nombres y apellidos. Ellos lo saben, nos conocemos. Nunca han llegado a nada, pero es mucho lo que se juegan, quieren su parte, aunque pequeña y han hecho bandera de lo que no es de su propiedad. No son humildes ni generosos, no piensan en toda España, sino en su parcela, no quieren el poder sino el otro lado, ese desde donde protestar se convierte en lo fácil y cómodo, porque no tienen alternativa. Muchos de esos se precipitan y nos precipitan, pero en política, como en la guerra, el momento perdido no vuelva jamás. La victoria o derrota es el resultado, aquí no hay otra vara de medir.

Por ello hay que calcular cada acción, no desperdiciar los momentos, no andar con prisas, ni con pausas, medir los tiempos y reacciones, disponer de los medios y atacar con todo. No hay ensayo posible, solo victoria o derrota.

La moral debe ser la fuerza que nos guíe y es necesario saber que el tiempo perdido desgasta incluso a las fuerzas más bravas. Cuando no se ve razón de utilidad, el soldado se siente desanimado y pierde la confianza.

Piensen lo que hacen cuando movilicen a los que no están dispuestos a que se rompa España y busquen a quien nos guíe hacia la victoria.

¿Querrá Aquiles volver al campo de batalla?

«En la  batalla todo parece tumulto y confusión. Pero las banderas y estandartes responden a planes precisos, el sonido de los címbalos, a reglas fijas».

España no es un  juego de intereses. Hagan las cosas bien y procuren que haya resultados. Nunca olviden desenmascarar a los que están muy cerca del general y lo tratan íntimamente.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

12 mayo 2025

 

 

 

EL AMARGOR DE LA DERROTA General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

«Antes de entrar en guerra examinad previamente la magnitud de los elementos imprevisibles, ya  que aquella, al prolongarse, suele confiar al azar la mayoría de las circunstancias, azar del que nos encontramos a la misma distancia y sobre el que se cierne la incertidumbre respecto a cuál de los dos se verá favorecido» (Historia de la guerra del Peloponeso. Tucídides).

Nos llevan a una nueva guerra. Esta no es la invasión de Ucrania por Rusia. Esto es distinto. Significa el comienzo de una guerra en Europa. «Si todos hiciesen la guerra por convicción no habría guerra». La frase la leemos en Guerra y Paz de Tolstoy. Recomendable en estos tiempos.

«Siempre recurre usted a citas ya muy alejadas de estos tiempos». Me acusan. Cierto. Ahora no encuentro referencia. ¿No ven que ya no existe la palabra, que ahora todo se reduce a guerra?

Entre el 7 y el 8 de febrero de 1807 hubo un feroz enfrentamiento entre el Emperador y el general ruso Bennigsen. Sus consecuencias suenan en la historia militar y humana. Fue la batalla de Eylau. Resultado: sangre sobre la nieve. Una feroz sangría que a nada condujo. Ninguno de los cadáveres pudo contarnos si había merecido la pena. Los muertos no hablan, solo recuerdan: ¿por qué? ¿para qué?

Napoleón, en su crueldad, o quién sabe si solo pensaba en rehacer su ejército, pronunció  una terrible frase que ha pasado a la historia y que de alguna manera define la guerra, todas las guerras, que siempre conducen a la escalada a los extremos, lo que narra René Girard en su estudio de Clausewitz.

La nieve se disolvía con la sangre de los muertos y heridos y el campo de batalla humeaba como si fuese la puerta del infierno. Napoleón observa el pandemónium y sin inmutarse pronunció un espumarajo que no tiene otro análisis que la violencia de pensamiento que acaba con el hombre sin poner límite a la guerra que lleva dentro.

«Une nuit de Paris réparera tout cela». «Todo esto lo remedia una noche de París».

Los soldados muertos yacen sobre la nieve. Su ejército mermado. Fruto de una noche parisina surgirán nuevos reemplazos, ese es el tiempo que necesitará para tener más carne de cañón. Dudo de su sufrimiento. Napoleón solo sufriría por la derrota.

«Mire usted, una cosa son los soldados y otra cosa son los hombres. Napoleón fue un genio para los soldados. Pero ignoró a los hombres. Ni los conoció ni le interesaron. Ese fue su gran error» (Charles de Gaulle).

Ahora en Europa pasa lo contrario. Los 27 conocen a los hombres, o creen hacerlo, pero desde luego no a los soldados.

Primero morirán los soldados y detrás todos los demás.

Ninguno ha caído en la cuenta de que no hay soldados de usar y tirar, que un soldado no está para cumplir un mandato de dudosa legalidad (inmoral es seguro). ¿Qué poder tiene Europa para mandar a los soldados de 27 naciones distintas a hacer la guerra? ¿Quién lo autoriza? ¿Hay un pacto de bandera y nación?

Olvidan Rumanía donde una vez más se ha impuesto su talante y criterio democrático. En Israel se volvieron a equivocar de enemigo. Nadie les ha pedido explicaciones.

Siria es algo menor para ellos.

Las inviolables fronteras les traen sin cuidado.

Después de tres años de guerra están incapacitados para adoptar decisión alguna.

Putin, junto al cambio climático, son los grandes enemigos de una sociedad perdida.

Generales y almirantes se lanzan en tromba para aceptar lo inaceptable. Saben que es un imposible ya que nos conduce directamente a la guerra total. Una irresponsabilidad de la que tendrán que dar cuenta. Deberían asesorar: -¡No! No jueguen con fuego. Vamos todos en ello. Ni podemos ni debemos.

-¡Alto el fuego!

Esto de la unidad es un problema de difícil solución, porque no estamos por la labor y no hay dos ideas que compartamos juntos. Ni siquiera una bandera o un himno. No hay mayorías, sino una dispersión enloquecida a la búsqueda de la individualidad subvencionada. Europa es una dispersión o si lo prefieren una alianza en la que nadie da órdenes. No solo militar. En ese campo la dispersión es aún mayor porque seguimos de maniobras para compatibilizar nuestros sistemas de Mando y Control. No hay alianzas que cien años duren. La nuestra está rota de antemano. Derrotados antes del primer disparo. Porque no hay razón alguna para iniciar esta guerra donde no tenemos ni poder disuasorio.

Napoleón tuvo gestos que denotaban su capacidad de Mando. Sigo con Ludwig que nos cuenta que también en Tolón a la llegada de muchas carrozas oficiales recibieron el fuego enemigo y al intento de refugiarse sin encontrar parapetos en la posición, sin inmutarse, Napoleón contestó: «Hemos suprimido los parapetos, el patriotismo los sustituye». Parapetos de soldados. Pechos valientes y bravos. Siempre es lo mismo.

¿Europa es un ejemplo de patriotismo o de bastardos intereses?

Tengo serias dudas del lugar que ocupa el patriotismo entre los miembros de una alianza que nos oculta si son ellos o los bancos y las industrias los que tienen que disparar con sus cañones.

Supongo que esa es la gran duda.

«Mientras pasaban allí la noche acampados cayó de nuevo una tremenda nevada que cubrió por entero las armas como los cuerpos de quienes se encontraban tumbados; también las bestias quedaron inmovilizadas por la nieve, y la mayoría de los soldados vacilaba a la hora de levantarse, ya que la nieve caída, en tanto que no se deslizara por dentro de sus ropas, les infundía calor mientras siguieran tendidos. Entonces Jenofonte se atrevió a ponerse en pie y, apenas sin ropa, comenzó a partir leña. Acto seguido se levantó otro y a continuación otro más, que le quitó el hacha de las manos y continuó cortando leña. A raíz de esto. Se levantaron los demás…» (Anábasis). Nadie de los reunidos en este extraño cónclave hacia la violencia alzará los brazos para cortar leña. Ya van calientes.

Ni se ve bandera ni soldados que la reclamen. El fuego se apaga.

Las caras de los pocos que aún sostienen un arma son el grito de Munch y cruzan el puente para pedir una explicación a aquellos que después de tres años de guerra ahora gritan:

¡A las armas!

Ya es tarde. El amargor de la derrota se ve en las caras de los soldados vencidos antes de combatir. Recuerdan que Europa nunca hizo nada en común. Nunca. Más enojados por la injusticia que por la violencia.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

12 marzo 2025

 

 

TENEMOS EMPERADOR SÁNCHEZ PARA RATO. Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

«En la guerra los hombres no son nada, es un hombre quien lo es todo»

Ahora mismo España, en su conjunto, en su gobernanza, es una causa criminal, es decir: un Proceso penal. De su resultado será el tiempo juez instructor, y habrá una feroz lucha por la instrucción, que es lo que importa; más que España que queda relegada a un segundo plano.

Dentro de muchos años, demasiados, sabremos el temible resultado y llegará más por la desvergüenza de los que no hacen nada ante la maldad que por la de los que la hacen.

El golpe de Estado en Cataluña está certificado y con firma de autenticidad de los jueces, pero se resolvió contra la Justicia, marginándola, con indulto y amnistía.

El Poder Judicial lucha por salvar a España de las garras del totalitarismo.

La Guardia Civil por orden del Tribunal Supremo registra el despacho del Fiscal General del Estado, -¿indicios?- que debería ser una de las piezas claves que garantizase la Justicia del Estado y del Derecho. ¿Habrá hecho algo o es una manía persecutoria de los jueces?, porque claro a ver quién manda en la Fiscalía.

La mujer del presidente del Gobierno está investigada por posibles delitos.

El hermano del presidente también. ¿Habrán hecho algo?

¡Estos jueces…!

El exministro de Transportes tenía a su alrededor una trama aún sin saber de qué alcance. Delcy de Venezuela incluida. Con Aldama. Con K de KK. Móviles del presidente y sus ministros de mayor peso responsables de la Defensa y Seguridad de España incluidos en el paquete. Todo bajo instrucción judicial.

¿Será por los jueces que inventan para que caiga el Gobierno?

Me quedo corto.

Silencio.

Para colmo estalla el caso Aldama que nadie sabe hasta donde llegará, pero hoy es estremecedor y será interminable. ¡Estos jueces!

¡La UCO! ¡La UCO! Como aquello de que viene el Duque de Alba.

Eso en el ámbito penal que tampoco debemos olvidar la gestión irresponsable en la catástrofe de Valencia. No sabemos en qué ámbito quedará, pero algo está por llegar. No hay quien aguante esta segunda parte.

No pasa nada y eso es realmente lo que pasa. Que no pasa nada y el Emperador sigue ganando batallas.

¿Razones? Son pura matemática. No voy a recordar el teorema de Napoleón, pero sí hacer mención a su fundamento para ganar en la guerra. Es muy sencillo: el número se impone. Va contra la virtud, pero puede llegar a ser inapelable. La guerra es pura matemática. Muchos, todos, contra el punto más débil. Sumar mayoría y aplicarla allí donde el enemigo es menos y más; en número y enfrentamiento.

Sumen en el Congreso donde dicen que está la soberanía nacional, popular, sí, de donde salió Napoleón para llegar a Emperador. Y otros vencedores de urnas. La soberanía nacional no da para más y los que a ella se suman en mayoría les va la vida, que es decir el puesto bien remunerado. ¡No va más!

La suma es la que es: Gobierno+Desgobierno en mayoría, del otro lado los mismos, misma polaridad, pero que no son iguales, en minoría. Nada que hacer, porque los iguales se rechazan: Ley de cargas.

Los corruptos se unen porque el delito une más que la sangre.

Así poquito a poquito llegamos a fin de mes, los de la izquierda unidos en el poder y los de la derecha separados a por el poder. ¿Quién gana?

¿Está usted representado? ¿Dónde y por quién?

La imagen institucional es lamentable. En política, como en la guerra, el momento perdido no vuelve jamás.

Se ha instalado una política en la que lo que no mata engorda.

Anda mucha gente con una indignación impropia del preludio navideño lleno de hipócritas luces que nada tienen que ver con lo que celebramos, si es que algo se celebra.

No pidan nada a los Reyes Magos. No escriban la carta. Hemos sido malos y solo nos merecemos… lo que tenemos.

Disculpen que termine con el Emperador: «En la guerra los hombres no son nada, es un hombre quien lo es todo».

Es el Emperador: Sánchez.

Tenemos Emperador para rato.

Tres años… o más.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

29 noviembre 2024

 

LA MONARQUÍA QUE VIENE O SE VA Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

«Hay que aceptar la Monarquía como el mejor y más fácil puente hacia la democracia. Luego ya veremos». La frase llena de cinismo es propia de quién la pronunció; descubrirán al final del texto.

Pues en eso estamos: veremos.

Fue hace poco cuando hablábamos de la situación en la que está España, el mundo en general; acentuábamos lo nuestro con esa vulgaridad tan repetida: nunca antes habíamos visto cosa igual. La misma conclusión y los adjetivos ya conocidos del XIX son de ahora, idénticos, pero todo sigue peor.

La guerra civil es pasado, no sé si presente, desde luego futuro no tenemos como nación unida y abrazada. Sería posible si nos gobernasen otros, menos ideologizados y más sabios.

—Se me ocurrió una vez pensar-me dice Jenofonte, el amigo con el que hablo- que hoy la monarquía está más segura que nunca porque son los monárquicos los que más la atacan. La monarquía se ha hecho de izquierdas y esa es la razón por la que su futuro está asegurado.

En la conversación surge el tema de este proceso lento y silencioso en el que han ido cayendo las piezas con una sabiduría de la que solo es capaz la maldad. Obra tan perfecta en una España católica, monárquica, diversa, y que, a pesar de ello, se sostiene incluso después de luchar y enfrentarse por reyes distintos, por vitorear hoy un régimen autoritario y prenderle fuego mañana.

Pregunto a Jenofonte.

—¿Lo que decía Ortega y Gasset «La monarquía se ha hecho de pueblo», quiere decir hacerse de izquierdas?

—No; en absoluto. En España las grandes cosas las hace el pueblo. Ya que lo citas volvamos a Ortega: «Aquí lo ha hecho todo el “pueblo”, y lo que el “pueblo” no ha podido hacer se ha quedado sin hacer».

—Pues es cierto que aquí ese pueblo que dices, y dice Ortega, es el que conquista; y no los ejércitos. Lo que se hace bueno otros lo deshacen reunidos en grupos de poder que intentan enfundarse el guante real.

Un Rey, concordamos, no debe estar al lado de nadie, ni de izquierdas ni de derechas; de todos y de ninguno, pero debe hacerse querer y desear por todos y no desarticular la Corona.

España es tan compleja que fue capaz, por ello, de derrotar a Napoleón. Se hizo monárquico el pueblo cuando los reyes se embarcaban en Aranjuez sin amor y sin querer defender(se) con todo y todos.

—España es un pueblo de hombres, cosa que Napoléon no percibió; para él los españoles eran soldados, como los franceses que obedecían sin más. Hay que tenerlo en cuenta antes de medir las fuerzas.

—España tenía su rey por historia y porque les daba la gana a los españoles. No íbamos a dejar a los franceses, ni al mismísimo Emperador, cambiarnos ni a cambiar rey y religión. Si no se reza se penitencia, y en eso somos maestros, como en lo de los reyes, y no nos dejamos engañar con Estados ficticios que intenten cambiar alma española por nuevo Estado.

—Cierto es amigo Jenofonte que la sensatez o sabiduría son resultado de un aprendizaje, como para que ahora vengan maestros Ciruela a enseñar al pueblo la forma de Estado.

—De acuerdo estoy con eso, pero no olvides que la sensatez es la virtud que predomina y sin ella ninguna otra tiene utilidad y que el que fue sensato no puede ser que deje de serlo en poco tiempo.

Termina Jenofonte recordándome que él estaba junto a Ciro el Grande cuando estaba en el trance final y oyó lo que le decía a su hijo:

«En cuanto a ti, Cambises, tú sabes que no es este cetro de oro la salvaguarda del imperio, sino que los amigos fieles son para los reyes el cetro más verdadero y seguro. Pero no pienses que los hombres tiene una fidelidad innata: si así fuera, a todos parecerían fieles las mismas personas, lo mismo que las demás cualidades innatas a todos les parecen las mismas. Por el contrario, cada uno debe hacerse sus propios hombres de confianza…».

¡A cuantos intensos deseos del corazón debe renunciar los reyes y sin embargo disfrutan los hombres privados!

Dice mi amigo, como si sentenciase.

—Nuestra Constitución de 1978 estableció un sistema que se ha llamado de monarquía limitada, como último intento de basar la unidad estatal sobre el principio monárquico.

Es cierto. Nunca ha habido adoradores del nombre del rey ni de la persona, me refiero entre el pueblo, sino que los españoles se han sentido uno en la Corona, encarnados en ella y por eso aún resuena el juramento de algunos reinos cristianos. No encuentro frase más valedora y explicación de rotundidad de lo que es la Corona: «Nos, que somos y valemos tanto como vos, pero juntos más que vos, os hacemos Principal, Rey y Señor entre los iguales, con tal que guardéis nuestros fueros y libertades; y si no, no».

Esa es la garantía que desean suprimir de la Constitución española: la unidad, la encarnación de todo un pueblo. En su Rey.

—Sí, querido Jenofonte, estate atento y no olvidemos el anuncio apuntado por Tierno Galván: «Hay que aceptar la Monarquía como el mejor y más fácil puente hacia la democracia. Luego ya veremos».

¿Ha llegado el «ya veremos»?

Hubo un tiempo en el que se dijo: «La República la trajeron los monárquicos y, después, la perdieron los republicanos».

Es el pueblo, pero siempre incitado por alguien. Todo va y viene y ahora esto parece irse..

No sé si estamos a tiempo.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

15 septiembre 2022

NAPOLEÓN EN EL FRENTE. Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

No soy un admirador de su forma de hacer la guerra, pero algo debe tener el agua cuando la bendicen. Repaso estos días la figura del Emperador de los franceses por estas cosas que ocurren en Europa y que nadie sabe cómo van a terminar.

Napoleón nos sirve como referente de la ambición política a través del control militar, dispuesto a todo, y por su mente siempre pasó la idea de que la imaginación gobierna el mundo, pero los cañones son el instrumento utilizado por la imaginación para llevar a cabo sus propósitos. Cañones y soldados. Después, en ese orden de valores, venía el hombre.

«Mire usted, una cosa son los soldados y otra cosa son los hombres. Napoleón fue un genio para los soldados. Pero ignoró a los hombres. Ni los conoció ni le interesaron. Ese fue su gran error» (de Gaulle).

Sin duda se dicen muchas cosas que Napoleón nunca dijo, pero son dichos con sustancia que conviene repasar.

Emil Ludwig recoge en su biografía sobre Napoleón las palabras del joven Capitán que escribe sobre un proyecto para bombardear Tolón en manos de los ingleses: «No es conveniente diseminar los ataques, sino, antes al contrario, reunirlos. Cuando se consigue abrir brecha, el adversario pierde el equilibrio, su resistencia se vuelve inútil, la partida está ganada. Hay que dividirse para vivir y concentrarse para combatir. No hay victoria sin unidad de mando. El tiempo es el factor esencial».

Esto de la unidad es un problema de difícil solución, porque no estamos por la labor y no hay dos ideas que compartamos juntos. Ni siquiera una bandera o un himno. No hay mayorías, sino una dispersión enloquecida a la búsqueda de la individualidad subvencionada. Europa es una dispersión o si lo prefieren una alianza en la que nadie da órdenes. No solo militar. En ese campo la dispersión es aún mayor porque seguimos de maniobras para compatibilizar nuestros sistemas de Mando y Control.  No hay alianzas que cien años duren.

Napoleón tuvo gestos que denotan su capacidad de Mando. Sigo con Ludwig que nos cuenta que también en Tolón a la llegada de muchas carrozas oficiales recibieron el fuego enemigo y al intento de refugiarse sin encontrar parapetos en la posición, sin inmutarse, Napoleón contestó: «Hemos suprimido los parapetos, el patriotismo los sustituye».

Tengo serias dudas del lugar que ocupa el patriotismo entre los miembros de una alianza que duda si son ellos o los bancos y las industrias los que tienen que disparar con sus cañones.

Supongo que esa es la gran duda.

«Mientras pasaban allí la noche acampados cayó de nuevo una tremenda nevada que cubrió por entero las armas como los cuerpos de quienes se encontraban tumbados; también las bestias quedaron inmovilizadas por la nieve, y la mayoría de los soldados vacilaba a la hora de levantarse, ya que la nieve caída, en tanto que no se deslizara por dentro de sus ropas, les infundía calor mientras siguieran tendidos. Entonces Jenofonte se atrevió a ponerse en pie y, apenas sin ropa, comenzó a partir leña. Acto seguido se levantó otro y a continuación otro más, que le quitó el hacha de las manos y continuó cortando leña. A raíz de esto. Se levantaron los demás…» (Anábasis).

Ni se ve bandera ni soldados en pie. El fuego se apaga.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

24 febrero 2022

 

LA MINISTRA DE DEFENSA Y LA CÚPULA MILITAR Rafael Dávila Álvarez

Me preguntan si veo próximos cambios en la cúpula militar. Empiezo por no saber qué es eso de la cúpula militar, aunque me suena a unos señores que llegados al lugar empiezan a pensar en lo que hay que cambiar y no en lo que es conveniente mantener.

En la milicia solo hay tres cosas que deben preocupar al Mando: la unidad de la Patria, los medios necesarios y exigibles, y las condiciones de vida y hacienda de las tropas, individual y conjuntamente. Lo demás es hoy; y mañana puede cambiar.

La rutina se apodera del mando cuando se asoma durante un largo periodo a la misma ventana y ve siempre el mismo paisaje.

Sun Tzu rastrea los rasgos psicológicos de un general que pueden acabar con un ejército. En primer lugar el orgullo, que con el paso del tiempo llega a convertirse en enfermedad incurable. Un sentido del honor muy particular y sensible que le sube al peldaño de la maestría cuando ésta solo se alcanza al dejar la responsabilidad. Nadie es maestro en el ejercicio. Es necesario reposar.

Grave error es creerse uno mismo el tiempo, dominador del momento, cuando el futuro te sobrepasa.

Por último confundir el concepto de valor y ello te deje ciego ante la necesidad del momento.

Sunzi insiste en la lucidez como máxima expresión del mando absoluto.

Confucio fue interrogado por Tzu Lu sobre qué hombre escogería para poner al frente de los Ejércitos. Su respuesta fue intemporal:

«No escogería al hombre que está dispuesto a enfrentarse a un tigre o a precipitarse en un río sin preocuparse de salvar la vida o morir. Elegiría, sin duda, a un hombre que considerase el obstáculo con la prudencia requerida y que prefiriese triunfar por la estrategia».

Nada hay más difícil que la elección. Nadie es el mismo cuando sube un peldaño, tampoco cuando lo baja.

El gran problema de un ejército que no combate es saber qué es eso de la estrategia y a un general en la cima le cuesta entender que su arte no es la estrategia, sino saber cómo moldear la naturaleza humana. Claro que para eso es necesario ser Napoleón y tener un ejército como el suyo.

Pensar en el 2030 es un buen ejercicio de futuro cuando se desconoce casi todo el futuro para la guerra, y no se sabe muy bien lo que significa. La prudencia no es cobardía y las apariencias juegan una baza disuasoria cuando se conoce el oficio. Un general previsible es un general derrotado. Su valor se esconde en el silencio interrogante.

Dormir con Vuestros ojos, reciente novela de Gabriel Albiac, recoge un cúmulo de conocimientos; toda una vida. Una delicia fruto de un trabajo enorme.

Maquiavelo, aún demasiado joven, cena con Caterina Sforza. Este ha debido cometer una ligerísima indiscreción que a la Gran Señora no escapa:

«No sois demasiado discreto para vuestro oficio, canciller. No, no os sonrojéis o haréis sonreír a nuestra invitada. Sois joven. Ya aprenderéis los formalismos de vuestro gremio: se ve todo, no se mira nada».

El contrapunto, militar, es Lord Wellington: «Toda mi vida ha discurrido intentando adivinar lo que había del otro lado de la colina».

Son posturas distintas ya que lo son los cometidos. En común esta el servicio.

—Verlo todo, no mirar nada.

—Mirarlo todo adivinando lo que está oculto, enmascarado o mimetizado.

Es un juego precioso que debe ser preciso para que cada uno interprete y cumpla correctamente su misión: elector y elegido.

Si hay un ministerio que tiene clara su misión, escrita en el preámbulo de la Constitución, ese es el de Defensa.

En la guerra el enemigo está claro. En la paz hay que adivinar cada día quien provoca la debilidad interior, causa de la ruina de muchas naciones. Por ejemplo acabar con su unidad e integridad territorial. Dar facilidades para ello es también debilitarla.

Que usted elija bien.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

28 septiembre 2021

 

 

 

 

 

 

INÚTILES EJÉRCITOS Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

El mando militar

Hubo un momento en que se introdujo gran confusión sobre el concepto del mando militar, allá cuando se acuñó el criterio de que para alcanzar el mando solo se necesitaba osadía e ideología, doctrina acuñada en parte por la Revolución francesa. Hasta que llegó Napoleón, el general, y dejó sentado que eso era muy bonito, pero para imponerse y ganar batallas, la guerra deberían manejarla los Estados Mayores con hombres capacitados para leer los mapas de la mente del contrario. Su derrota llegó cuando permitió que otros leyesen la suya. A pesar de eso, el último esfuerzo sería cosa de la voluntad de vencer también sabiamente manejado por alguna de las secciones del Estado Mayor.

En ocasiones, el mando era el prestigio o una prefabricada máscara del mando, en otras no; simplemente una diferencia notable de fuerzas. El mando nunca fue un miliciano diestro en el manejo del pistolón como arte de la justicia.

Ahora resurge con fuerza la osadía del agitador y talibán de choque como ejemplo de eficacia, como el mando, que incluso derrota a los mejores ejércitos del mundo. Se hace visible la peligrosa máscara que envuelve la ideología y que se propaga como el más eficaz de los agitprop.

Ello conlleva el riesgo de apreciarse las intrigas en ciertos niveles de mando que discuten cual es la mejor de las opciones: luchar o entregarse a la novedad de no luchar. Así nos luce en Occidente: «Las intrigas de campamento, más deplorables aún que las intrigas de palacio, echan por tierra las mejores combinaciones estratégicas y, en pos de todo esto, viene la deshonra y la muerte para la patria» Villamartín. Nociones del Arte militar).

Nuevos Ejércitos

Los nuevos ejércitos se muestran incapaces para la Defensa, tanto que hasta el concepto clásico es tergiversado, se huye de la doctrina ofensiva, y a la acción militar se la prefiere dotar del matiz, convertido en virtud, defensivo, como diciendo «yo no he hecho nada, son los otros que me atacan», algo que introduce la duda de su necesidad. Sí, la gran duda: atacar y defender como soldados o ser simples vigilantes de no se sabe muy bien qué y llegado el momento elegir entre gritar o abrir la muralla.

Un ejército defensivo, de espíritu melifluo o tibio, jamás vencerá cuando sea atacado. Deberá dotarse con urgencia del arma ofensiva en su espíritu, algo difícil de comprar o adquirir en poco tiempo si no se ha hecho doctrina en los centros de formación militares. Solo del entusiasmo que aporta el valor y el honor surge la bayoneta, ultima defensa a ultranza.

El 11S confirmó lo que temíamos: todo ha cambiado y los ejércitos deben hacerlo con urgencia. No se ha emprendido el cambio. Está a la vista. No queda nada que nos defienda ante la maldad —la ideología— que impera y que se expande de forma imparable como una maldición bíblica. Los ejércitos actuales no están para la guerra frente a los nuevos ataques. Están aún pensando en las guerras del pasado.

Ejércitos convencionales

Los ejércitos convencionales son un retrato fijo de lo inútil, incapaces de atracción y apoyo en su labor, mal entendido su trabajo y en ocasiones, casi todas, criticados. Puede que haya una gran parte de razón es esa crítica.

El mundo idílico que creemos vivir huye de la contienda cercana y se entretiene con las imágenes de la televisión o en redes sociales alejado de la proximidad y sin darse cuenta que lleva una bomba en su bolsillo. Que toda la estructura de vida que se ha dado se encierra en un redil vigilado.

No está para combates, para la guerra, para defenderse, porque ve en los ejércitos una fábrica de violencia y no de libertad. Las explicaciones ya no son válidas. Nadie atiende a ellas.

Mientras la silenciosa y discreta ocupación de nuestra forma de vida, de nuestra casa y enseres, se produce apoyada por nosotros mismos con complacencia y meliflua sonrisa, la invasión está en marcha y nuestros ejércitos la protegen. No nos protegen a los invadidos.

Es necesario pasar a la ofensiva y no abrir la muralla. Para ello hay que construir ejércitos modernos dotados del espíritu que los tiempos reclaman.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

22 septiembre 2021

MESSI LLORA, LLORA Y LLORA… POR DINERO Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Dejar de escribir es tentador. Quiero decir que a todo se acostumbra el cuerpo (y el alma); tentado estaba de hacerlo. Si no lo hago es porque sé que hay unos cuantos que me señalan y se indignan porque este humilde general retirado diga lo que le venga en gana. Eso me motiva; que para silenciarme ya me valgo solo, cuándo, y dónde me dé la gana. Con mis seguidores me basta y con sus comentarios, fe de que España no está sola. Este blog no está en la Liga de Campeones, pero doy también fe de no estar solos.

Hablando de fútbol y en pleno verano no sé si las lágrimas de Messi les habrán servido de refresco. Son una mueca heladora.

Saben el chiste. Se lo recordaré ya que ahora no hay mili. El coronel de un Regimiento pide que lleven a su presencia al soldado más valiente para una misión secreta y de mucho riesgo. Debe ejecutarla el soldado más valiente del mundo. Los que van llegando no superan la prueba que el coronel les ha puesto para sopesar su valentía:

-¡Soldado tíreme de la barba! ¡Es una orden!

Ninguno se atreve.

Al final llega un soldado bajito, con aspecto de poca fiereza, como si nadie fuese. Ante la orden de su coronel y dada su pequeña estatura, prácticamente se cuelga de la barba y al coronel el dolor le provoca que una lágrima corra por su mejilla. No se achantó el valiente y casi de puntillas sobre el rostro de su jefe se atrevió a espetarle:

-¡Y no me llores, no me llores!

Esto del fútbol es como lo vulgar, que es lo cotidiano. Un espectáculo que por encima de todo es un negocio; nada más.

Hubo una época en la que me gustaba el balompié. Ahora menos, aunque siempre me atrevo a entrar en las tácticas de los entrenadores que recuerdan a las batallas y sus maniobras de enfrentamiento. Un entrenador es como un buen general, es decir un buen capitán, un mando en definitiva que sepa aprovechar los recursos. En el fútbol, como en casi todo, el recurso es el dinero. En la guerra depende. No es cierto lo de Napoleón: dinero, dinero, dinero. Quizá el Emperador se adelantó a sus tiempos; ahora puede ser que eso del dinero sea para todo, hasta para predicar. Menos para la guerra donde a base de dinero se pierde la vida, unos por dinero, otros por algo que ya hasta tiene precio: el honor. A Napoleón, de la misma manera que le hicieron ganar batallas, le derrotaron pobres soldados que ni para eso tenían, ni para ser del oficio peor pagado y valorado del mundo: soldado. El honor es lo que tiene. Antes el dinero era eso, dinero; ahora es hasta un honor depositado. La cuenta corriente respalda todo.

A un pelotón de soldados le une todo menos la paga. A un pelotón de futbolistas lo que más les separa es la ficha y unirles no hay nada que lo haga. Cobran y es lo que más separa al darse cuenta de que hay alguien que pone precio a su vida.

¡Oiga a mi no me compra nadie! Claro que enseguida otro diría: yo soy soldado gratis. En España los hubo durante muchos años (soldados). Ya nadie se acuerda. Entonces esto era España y por ella nos la jugábamos gratis. Ahora puede que también, pero cada vez hay menos pelotones. Masa sí, toda la que quieran, a la que se unta o se pastorea con una vara que se nombra de muchas maneras. Todas se resumen en dinero.

Un buen pelotón no hay dinero que lo pague.

Nada ni nadie es algo más que un Club; son lo mismo: dinero, dinero, dinero. Tendrá que ser así.

Hasta ponerse en contra de ello cuesta dinero, con lo que dudo hasta de mí mismo. No sé si recuerdan aquello de Todo por la Patria. ¿Sigue en pie?  Esto no hay quien lo sostenga, por eso está a punto de caerse, por falta de dinero no creo que sea. ¿Qué será del honor y esas cosas llamadas intangibles?

Cuesta marcar goles si los de tu propio equipo no te pasan la pelota. Todo es cuestión de una pelota, o dos: ¡Goool! Si hay dudas entra el VAR que no sé muy bien si lo compone el Poder Judicial, el Ejecutivo o una impalpable mezcla de aquí y de allá.

Llorar es, entre otras cosas, «encarecer lástimas, adversidades o necesidades, especialmente cuando se hace inoportuna o interesadamente».

Este es el caso, inoportuno e innecesario. Dinero; no hay más; ni menos. No hay necesidad de lágrimas que se enjugan con una firma en una servilleta. Lo demás forma parte de este show en el que pretenden que seamos actores de última fila, de los que entran por el vomitorio.

Al cine o al teatro se debe ir llorado de casa. Con mascarilla y sin salirse de la fila. El orden en la cola lo impone el contrato y las lágrimas se reproducen de la misma manera: por contrato.

Llorar por dinero cuando uno se jarta de eurotitis causa pudor e indigna. Claro que a todo se acostumbra el cuerpo; y el alma.

Ahora, como se nos escapa de las manos (entra por los piés), al honor y la honra le han puesto nombre: la fuerza de los valores. ¿Intangibles como ahora les llaman? Con eso no te fichan. Así que al menos no llores.

Valor el del dinero.

¡Ay España!: «No hay en el mundo dinero para comprar los quereres. El cariño verdadero ni se compra ni se vende». ¡Ah, que es una copla!

Hoy les he querido refrescar con uno de sus ejemplos. Deportivo, claro.

¡Goool de Messi! ¡Que valor!

¡Y no me llores, no me llores!

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

9 agosto 2021

ESPAÑA UNIDA JAMÁS SERÁ INVADIDA General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

No sé muy bien el color. Marcha era. La que todos hemos podido ver y acompañar en defensa de nuestra soberanía e intereses nacionales después de la llamada invasión marroquí. La de ayer mañana ha sido una marcha-manifestación espontánea del pueblo español en defensa de España y en concreto de Ceuta y Melilla. Multitudinaria; como no se conocía otra desde la invasión napoleónica, si es que la hubo o fue un asunto menor.

Ayer era motivo de orgullo patrio ver como en todos los rincones de España el pueblo único, unido, clamaba por su soberanía y por los derechos humanos a la vez: ¡Ceuta y Melilla españoles! ¡Abre la muralla!

¡Qué bonito ver como se pedía paz y guerra!

De fronteras nadie hablaba, incluso nadie mencionaba al Frente Polisario y algunos decían no se qué del Sahara, algo así como el Sahara español. El caso es que era una alegría ver mezclados a los del ¡No a la guerra!, los de Irak, y los de ¡A la guerra!, ahora muy numerosos, todos a una Fuenteovejuna, como si fuese de nuevo Napoleón, pero por el sur. Hasta se veía alguna pancarta que decía: ¡Nunca máis!, que no se entendía muy bien, pero parece que venía del norte al centro.

La gran pancarta que abría cada una de las diecisiete marchas, todas una, diecisiete en una, decían: ¡España unida jamás será invadida!

Sánchez estaba en Ceuta vestido con el uniforme árido y desde el S-80 (submarino) animaba al personal, incluso se lanzó al agua a salvar a alguien, y luego quería ir de compras a Xauen.

El caso es que ayer España era una marcha, verde, roja, y de colores, unida contra el invasor y muy unida a quien la provocó, esa que habita en el palacio de Santa Cruz y visita con asiduidad al de la Moncloa sede del designio de España.

Junto a la marcha espontánea, las cancillerías de España en el mundo se reunían con sus homólogos agradeciendo el apoyo prestado en esta crisis con Marruecos y sus firmes comunicados. Sobre todo y el más agradecido ha sido para la OTAN por mostrar su firmeza en la defensa de la frontera sur de Europa y la inviolabilidad del territorio de uno de sus miembros. El despliegue de Letonia, incluso el de los misiles de Turquía, podría ser trasladado al sur.

Muy de agradecer es la postura de los Estados Unidos de América que para entretener a las fuerzas armadas, hasta los dientes, marroquíes, va a hacer unas maniobras con ellas, y que tendrán como base la de Rota como símbolo de su apoyo y amistad con nosotros. No pueden olvidar el nuestro en Irak con Zapatero, muy recordado ahora por Biden, que no tanto por Trump.

Marruecos debe avergonzarse del ataque enmascarado que ha hecho contra España en un intento de invasión que es prolongación del que como gota de agua hace cada día y nosotros obviamos. Ahora España y el mundo se ha dado cuenta, han descubierto la traición.

Y clama ese mundo, solidario con España, contra Marruecos; el Consejo de Seguridad de la ONU ya se encuentra reunido para imponer sanciones a la nación del norte de África.

OTAN, ONU, UE, AED, PCSD, PESC… ¡UF!, no falta nadie. Hasta las bolsas y los mercados internacionales han lanzado su preaviso.

La situación se ha vuelto contra Marruecos y el futuro es de España. Un futuro en el que está garantizada «la soberanía e independencia de España, su integridad territorial y el ordenamiento constitucional».

El mundo con nosotros. Sánchez en la Moncloa. Laya en Exteriores. Grande-Marlaska en Interior. Los españoles manifestándose en defensa de su integridad y en contra de ser invadidos.

La tranquilidad es plena.

España unida jamás será invadida.

Solo falta gritar los «vivas» reglamentarios.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

En el barranco del lobo Artículo publicado en el mes de junio de 2017 

Blog: generaldavila.com

21 mayo 2021

NAPOLEÓN EN ESPAÑA General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Bicentenario de la muerte del Emperador que quiso ser, cuando descubrió que su mayor enemigo fue precisamente querer ser. Suele ocurrirle a los que todo lo poseen, sin darse cuenta de que «todo tú» eres gracias a otros; son los mismos que te lo quitan.

«Mire usted, una cosa son los soldados y otra cosa son los hombres. Napoleón fue un genio para los soldados. Pero ignoró a los hombres. Ni los conoció ni le interesaron. Ese fue su gran error». Así se expresaba el general Degaulle en su vista a España en agosto de 1981. Venía a recorrer los escenarios de su derrota, yo creo que a conocer a los que le derrotaron y su geografía, la de montes junto al mar, de calores junto a las nieves, de riachuelos e infranqueables ríos, de verbenas, bodas y funerales. España impenetrable para un francés. Él conocía de sobra al corso y a Napoleón, dos cosas convertidas, transformadas en amalgama europeo.

Napoleón era un genio para los soldados que conformaban la pieza clave de sus intereses y aún nadie me ha explicado si enarbolaban la bandera de Francia o la napoleónica que el corso exhibía frente a sus compatriotas de la pequeña isla que no le consideró lo suficientemente grande.

La Revolución francesa acabó por ser la mayor mezcla de libertad y autoridad conocida hasta entonces en el mundo. Autoridad y libertad empezaron a llevarse bien y exhibirse juntas; por la fuerza. Ambas se necesitaron en su contradicción. A lo largo de la historia no he conocido a nadie que predique la libertad sin el símbolo de autoridad que la sustente.

Entre el desprecio autoritario y el respeto libertario se mueve la figura napoleónica. Nadie le retirará de la historia en la que escribió su protagonismo. Su hombre-nombre como un mito lo destruyó.

‹‹Yo soy la causa de mi caída›› ‹‹Yo he sido mi principal enemigo, artesano de mis desdichas››.

Napoleón. Historia y comportamiento humano nos interesa más allá del juicio.

Ostentaba el grado de teniente cuando desde Córcega escribe a las autoridades francesas. Pide los atrasos de su paga mientras piensa en abandonar el servicio a Francia: «A la nación de ustedes». Las autoridades francesas le borran del escalafón. O mío o de ustedes.

Nunca sabremos si su intimidad con Francia era solo con sus tropas. Su inteligencia le llevó a moldear una nación que para él quería entera, con la libertad y la autoridad en combinación, siempre, sin un ápice de permisividad fuera de sus leyes.

«He visto con pena soldados amenazados por hombres civiles. Si el rey se hubiese mostrado a caballo…». Para él la sociedad son soldados; y una noble figura que los atrae: la suya.

Napoleón dijo que el arte del general no es la estrategia, sino saber cómo moldear la naturaleza humana.

Su intervención en España lo desmiente; nunca lo logró; la Guerra de la Independencia fue poco gloriosa para los franceses-soldados.

Decía Chateaubriand en Memorias de Ultratumba que Napoleón es el único responsable de la transformación de la guerra: «Napoleón ha matado la guerra al exagerarla».

En España se encontró con una guerra que él desconocía y de la que no quería hablar ni tener en cuenta.

Solo le interesó la suya a base de hombres, miles de hombres unos tras otros, los que hiciesen falta, sacrificios estériles cuando abrió frentes muy distantes y en lugares en los que la geografía y los espacios minimizaban a los de fuera y engrandecían a los locales.

Hoy, de Napoleón, nos queda, como de la batalla de Valmy, solo el misterio, «un cruce de cañones y un ruidoso coro de gritos». La victoria de la República francesa ¿A costa de?

Napoleón es Francia y es la Grande Armée. Envía a España 200.000 hombres y toma personalmente el mando: Il faut que j’y sois.

Pretendía inundar de caballería las llanuras de Castilla; 50.000 caballos, tomar Zaragoza y derrotar a Blacke.

Los franceses profanaron las iglesias y tumbas de la Cartuja de Miraflores y de las Huelgas en Burgos. Desde allí Napoleón emprende el camino hacia Madrid. Se había constituido una Junta de Defensa y el pueblo se dispuso a la resistencia tras las tapias del Retiro, pero no fue más allá ante las amenazas del francés. Acuden a parlamentar Tomás de Morla y Bernardo de Iriarte. Madrid capituló el 2 de diciembre de 1808.

Napoleón se entera de la entrada por Ciudad Rodrigo del general inglés Moore. Se retira a París mientras envía a Lefebvre y a Soult en su persecución.

Dejaba aquí un ejército de 200.000 hombres y sus mejores generales con las líneas maestras del plan que deberían desarrollar, como expulsar a los ingleses de Portugal, lo que le encargó al general Massena.

Arapiles, Arthur Wellesley, con 60.000 hombres dio la batalla en aquellas dos alturas gemelas, la mayor y menor. Ocupado el Arapil grande Wellesley se lanza contra los franceses. Ataque inesperado y casi obligado al haberle cerrado la retirada a Ciudad Rodrigo. Si el general Marmont hubiese facilitado la retirada a Wellington podría haber recibido apoyo de José Bonaparte y evitado el desastre.

Al Duque se le distinguió con el Toisón de Oro y fue nombrado generalísimo de los ejércitos aliados. Era el 22 de septiembre de 1812. No fue el Duque único vencedor en España, sino españoles con su ayuda que siguieron hostigando a los franceses hasta que estos optaron por la retirada.

José Bonaparte lo hizo a Vitoria donde esperaba los refuerzos que desde Pamplona creía recibir y que nunca llegaron. De la batalla salió derrotado, y no menos avergonzado.

La batalla de Vitoria pone fin a la presencia francesa en España. El 31 de marzo de 1814 entraron los ejércitos aliados del norte en París y Napoleón abdicó. El ejército anglo-español tomaba la ciudad francesa de Tolosa y los dos mariscales de Napoleón, Soult y Suchet, pactaban con el duque de Wellington la suspensión de hostilidades.

Dos formas distintas de concebir la guerra en España. Los franceses atacaban con cargas a la bayoneta, en columnas profundas y a ello se le opuso el fuego de fusilería y la metralla a corta distancia de tropas desplegadas en dobles líneas establecidas en fuertes posiciones defensivas elegidas en el adecuado terreno. El acoso constante de las partidas de guerrilleros le ocasionaba el vencimiento sin saber cuándo ni de donde le vendrían los ataques. Si se ensalza la figura de Wellington quizá haya que recordar que tuvo siempre cerca una partida de bravos guerrilleros españoles cubriendo su campaña. Sin ellos nunca habría vencido en España.

Napoleón no pudo con España: «España, y el Ejército inglés en la Península, son los factores que me perdieron».

No sin olvidar lo que puede ser un aviso para cualquiera que se atreva: «España es un país donde los pequeños ejércitos son derrotados y los grandes se mueren de hambre».

Puede que Napoleón, así lo creo yo, fuese un gran capitán, de los mejores, pero recaló en España con los mejores generales sin caer en la cuenta que esta tierra no es de generales, sino de capitanes y, aunque él fuese bueno, aquí, en España están los mejores del mundo.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

10 mayo 2021

 

 

 

 

 

LA LEY DE MEMORIA DEMOCRÁTICA. A PABLO CASADO: ¿PERDEREMOS LA GUERRA? Rafael Dávila Álvarez

Pablo Casado en una visita a la ermita de la Virgen de la Soledad

¿Puedo saludar?

A Pablo Casado que me estará escuchando.

¡Mira!: vienen cantando Montañas Nevadas, con nueva letra de la maestra Calvo y música de un tonadillero de nombre Félix Bolaños.

Ambos leguleyos muy, pero que muy, socialistas de nuevo cuño. Traen en sus canciones la Ley de Memoria Democrática. Quieren levantar su patria, un inmenso afán les empuja. Será para este mes de septiembre en el que esperan mucho ruido que deben acallar.

Se les va de las manos Podemos y difícil va a ser mantener Unidas, incluso no está claro que arrimarse a Arrimadas (camino de la desaparición política) sea suficiente para sacar adelante las cuentas del Gran Pretendiente Sánchez.

Una cosa es predicar y otra dar trigo. Lo mismo digo yo. El Pretendiente siempre predica; trigo jamás.

Trigo contra la COVID-19, contra el paro, contra el comunismo, contra el socialismo caballerista y zapaterista, una alternativa ante tanta mugre, y echar para siempre, sin trigo, a apoyadores del terrorismo, a separatistas, a cuentistas y a golfos de la política, y nada ni nadie nos lo ofrece, que cada vez esto se pone más feo y ya nos vemos plantando tomates en el alféizar de la ventana a falta de trigo.

Hubo un tiempo en que en España la cosa iba entre bien y mal, pero iba, a trancas y barrancas, con la pesoe o con el pépé, mal que bien con los vascos del pe-ene-uve y, peor que mal, siempre, con los separatistas catalanes, con el grupo Pujol-Conde de G-, pero podíamos aguantar, y de hecho nos aguantábamos, hasta que la pesoe se tiró al monte y el pépé se quedó en la nómina y en el suicidio colectivo, con  los cuatro de siempre, uno a Europa, otro a escribir gacetillas de todo a cien, otro a echarse novia, el más largo a la privada, y el más corto a los juzgados, que no daba abasto.

Ley de Memoria Democrática.

¡Mira Pablo!: ya vienen cantando Montañas Nevadas. ¡Mira Pablo Casado!: traen en sus canciones la Ley de Memoria Democrática; quieren levantar su patria, un inmenso afán les empuja. Hay que estar ahí Pablo.

En la milicia, en la guerra, batalla perdida general fulminado, y si se descuida, peor. Claro que es una batalla, pero si se trata de la guerra, ninguna solución, y si ha habido cobardía, traición o cosas así, que ya se sabe y uno lo reconoce después de tantas guerras, pues el final es peor, tan malo que da comienzo una nueva cosa desconocida o demasiado conocida y eso tiene culpables con nombre y apellidos.

Han pasado muchas cosas, tantas que algunos olvidan; otros no. Me refiero en política que, aunque lo es todo, conviene diferenciar entre el rábano y las hojas.

Creías que esto pasaría, y que España no le daba importancia, que pronto se olvidaría y que tu postura centrada —que en política ya se sabe— te daría la pose de un hombre dialogante y capaz de lo más grande, incluso de lo más difícil. Pues no.

Las tres cosas que te han llevado, y te llevarán al ostracismo político, si nadie lo remedia, son, a saber:

1.- Ley de Memoria Histórica.

2.- La exhumación de los restos de Franco, pasando por encima de la Iglesia de Roma (y de España).

3.- La salida de España del Rey Don Juan Carlos I.

De aquí nace la República, los separatismos, el enfrentamiento, la crispación y el despiste del personal. La muerte anunciada de la Transición. Vuelta a empezar. Ponle fecha al punto de retorno. La chispa será el desempleo y el hambre. ¡Bum!

Tres en uno. Trinidad que te lleva a la fosa de la política de la que esperamos que algún día seas exhumado todavía con vida.

Seguro que tu Estado Mayor no ha caído en que en esta trinidad se encierra el problema, el único de momento: España.

Esta es la Guerra. Lo demás son, han sido, batallas, por cierto todas perdidas. La COVID-19 ha sido el último lance al que has entrado como un mini-miura. Nada. Definitivamente Waterloo.

Es tarde y el día declina.

Ya no vale mirar para otro lado. O sí, o no. O das la batalla o pierdes la guerra. Díselo a los mediocres y tibios de tu partido —quizá necesarios, pero prescindibles en estas ocasiones— hasta hace poco de tantos millones de españoles, hoy desengañados. Esos que piensan que defender ciertas posturas —constitucionales que no se cumplen— es ser facha, franquista, ultra, y que hay que mantener una postura moderada.

El final de la contienda se acerca. Es la hora del mando único. Lo pondré más claro: Mando Único. Para mandar hay que haber nacido y es necesario que se vea que eres el jefe y por tanto obedecido.

Una sola derrota basta para que todo se derrumbe. Ni una victoria, ni cinco, ni mil, pueden asegurarte el éxito. Sobre todo cuando la derrota se lleva el sueño de España y de los españoles.

Nos cuenta Andrés Révesz, Wellington. El Duque de Hierro, que poco importa que la batalla de Waterloo fuera ganada o perdida por Napoleón. En Waterloo, no solo Napoleón fue derrotado, sino el sueño grandioso de los franceses. Los dioses ciegan a quienes quieren perder.

Pablo Casado, es tu momento. Tu segundo, tu minuto, tu hora de luchar para evitar que el sueño de España se deshaga en manos de unos aventureros, pero que vienen decididos a ello.

¿O es que detrás de tanta cosa rara se esconde un pacto de la pesoe con el pépé ante la descalabrada situación? Difícil es que un personaje como Sánchez lo quiera, pero París bien vale una misa.

¿Has pactado la Ley de Memoria Democrática? Has perdido la guerra. Lo que te espera es lo que te has ganado. Yo espero equivocarme.

Lo anunció Unamuno y en ello estamos: ¡Viva la introyección!

Sigo confiando en ti, Pablo, pero recuerda que aquí se conduce por la derecha. Compórtate como un auténtico General en esta guerra, dónde llevas perdidas demasiadas batallas.

A Pablo Casado que me estará escuchando: te adelantan por la derecha y por la izquierda; y por el centro te atropellan.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

1 septiembre 2020

UN DOCUMENTO INÉDITO SOBRE VIRUS. General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

El documento se denomima: «Reorganización Ejército Tierra Norteamericano»

En la Ilíada está todo. Lo conocido y lo desconocido, que al final es lo mismo porque tendemos a olvidar lo pasado. Desconocido y nuevo a pesar de estar publicado al principio de los tiempos. Porque los tiempos empezaron cuando quedaron escritos. Cada vez que me adentro en la Ilíada leo un libro nuevo.

La historia de unos contra otros es la del mundo. Desde Troya, cuando una alianza se forma para conquistar la ciudad que domina el paso del comercio, el Mediterráneo oriental. El de Europa al Asia sobre los Dardanelos. Diez años es un símbolo de eternidad y el último de ellos es el comienzo de lo actual. Allí ha quedado sellado para el que quiera entender.

La excusa es una mujer. El símbolo de la creación y expansión de los hijos de uno y no del otro. Inundar el mundo. La herencia en el más puro sentido irracional.

Alejandro Magno se creerá reencarnación de Aquiles y caminará a la Etiopía, César envidiará a Alejandro: <<¿No os parece digno de dolor que Alejandro, a la edad que yo tengo, fuera ya rey de tan inmensos territorios, y yo, en cambio, no haya realizado aún nada brillante?>>.

Así se ha ido repitiendo la historia una y otra vez. En medio de los enfrentamientos, las pasiones, humanos dioses, han estado siempre presentes, como un virus que adopta las formas de Apolo, el que hiere de lejos, o el indignado Escamandro que se revuelve por depositar en sus aguas tanta muerte.

Nada ha cambiado, ni siquiera ha mutado. La vida es una constante repetición del aviso que quedó escrito hace miles de años.

La ciencia todo lo oculta porque o es dinero o no es. O es rentable o nada vale.

Entre los muchos papeles que inundan mis anaqueles, baúles y polvorientas cajas, he descubierto un documento al menos extraño. ¿Por qué aparece ahora? No puedo dar respuesta, pero sí les digo que llevo años y horas gastadas entre esos papeles y aflora en estos momentos.

Está escrito, de puño y letra, por un alto general militar español. Sé quién es, pero eso ahora no importa.

Es un momento de reorganización de la Fuerzas Armadas Estadounidenses. La II guerra Mundial ha finalizado no hace muchos años. La Guerra Fría se calienta. El General Omar Nelson Bradley, uno de los muchos desconocidos, pero de los grandes soldados americanos de la IIGM, se convierte en Jefe de Estado Mayor del Ejército estadounidense en 1948. Después de asumir el mando, Bradley encontró una organización militar muy necesitada de nuevas estructuras, equipo y entrenamiento. Bradley dijo, <<el ejército de 1948 no podía abrirse camino ni de una bolsa de papel>>. El momento es delicado. Hay que cambiar cosas. Con él coopera otro gran general, Jacobs Loucks Devers. Ambos fueron los principales subalternos del general Eisenhower en las campañas en Francia y Alemania.

Es la antigua lucha mundial para el paso de un lugar a otro. Quedó escrito: Troya.

Aquiles, Alejandro, César… Enfrentamiento, coaliciones como las de los aqueos, o la Liga de Corinto, alianzas como la OTAN, más tarde el pacto de Varsovia, la defensa y el ataque: la guerra.

En España el momento es confuso. Sus ejércitos empobrecidos, faltos de todo, buscan su porvenir y los estudiosos de la organización aprenden de lo que otras fuerzas armadas llevan a cabo. La información fluye.

Vuelvo al documento. Repito: inédito. El alto mando español estudia. Me limito a transcribir:

<<Noticias sobre planes rusos en preparación para una guerra bacteriológica. Se dice que los hombres de ciencia soviéticos han desenvuelto dos tipos de virus, uno de ellos para la destrucción del ganado y otro para producir terribles epidemias entre los seres humanos. Las progresiones en materia bacteriológica no son desconocidas del alto mando norteamericano. Se sabe desde hace tiempo que vienen trabajando en vacunas especiales para inmunizar sus tropas contra los mismos virus esparcidos por ellos facilitando así el avance por territorios sometidos a ataques bacteriológicos; estos trabajos son considerados como una respuesta barata de los rusos a la bomba atómica>>.

El documento es auténtico. Este no es un papelillo cualquiera, aunque tenga ya unos cuantos años. No está escrito por un oficial de Estado Mayor que oye por aquí o por allá. Escrito de puño y letra desde la cúspide del mando militar y político.

Me limito a editarlo y guardar silencio. Opinen ustedes.

Es indudable que todo es tan viejo como la guerra de Troya cuando Apolo lanzó sus flechas sobre los aqueos en forma de peste.

Nunca sabremos más allá de lo que cuatro papeles dicen y en su interesada interpretación nos cuentan sus interpretadores; casi siempre desde la subjetividad.

Empiezo a pensar que no hay pasado ni hay futuro. Todo es igual ayer que hoy. Lo será mañana.

Nos lo contaron hace muchos años y lo hemos olvidado. Empezó en aquel lugar que domina el paso de Europa al Asia sobre los Dardanelos o Helesponto.

<<Canta. ¡oh diosa!, la cólera del Pelida Aquiles…

¡Paguen los dánaos mis lágrimas con tus flechas! Durante nueve días volaron sobre el ejército las flechas del dios>>.

Era el preludio de algo peor que continuó con la Odisea. Ese será el retorno.

Napoleón dijo que el arte del general no es la estrategia, sino saber cómo moldear la naturaleza humana.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

12 mayo 2020

LA BATALLA DE VITORIA. WELLINGTON, GIBRALTAR… THE SPANISH GIFT Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

La Batalla de Vitoria. Obra de Ferrer Dalmau

21 de junio 1813. Se cumplen hoy doscientos cinco años.

Napoleón había abandonado España para ocuparse de la desastrosa campaña en Rusia, lo que le obligó a retirar parte de sus tropas en la Península. El rey José se encontraba en una difícil situación y decide abandonar Madrid con una escolta apropiada al enorme botín que ocultaba entre su equipaje. Les recomiendo que lean El equipaje del rey José serie de los Episodios nacionales de Benito Pérez Galdós, donde se narran los acontecimientos con especial gracia y que así comienza:

<<El 17 de Marzo de 1813 salieron de palacio algunos coches, seguidos de numerosa escolta, y bajando por Caballerizas a la puerta de San Vicente, tomaron el camino de la puerta de Hierro.

-Su Majestad intrusa va al Pardo -dijo don Lino Paniagua en uno de los corrillos que se formaron al pasar los carruajes y la tropa.

-Todavía no es el tiempo de la bellota, señores -repuso otro, que se preciaba de no abrir la boca sin regalar al mundo alguna frutecilla picante y sabrosa del árbol de su ingenio>>.

El Duque de Wellington obra de Goya

José I establece su corte en Valladolid. Wellington que ha recibido todos los poderes de las Cortes de Cádiz como comandante en jefe de los ejércitos de España, se pone en marcha con un ejército que contando con los españoles y portugueses estaba cercano a los cien mil hombres. Los franceses además de mermados por la retirada de Napoleón, tenían muy diseminadas sus tropas. Por otro lado los guerrilleros españoles mantenían en permanente desasosiego a los franceses.

Wellington ve la oportunidad y no espera. Su plan consistía en llegar a los Pirineos y expulsar definitivamente a los invasores. Burgos, Salamanca, Zamora, el Ebro; contacta con Santander donde crea una nueva base de operaciones con facilidades de abastecimiento por la flota. Un avance relámpago que asombra y asusta a los franceses. Con él van veinte mil españoles más los famosos guerrilleros como Julián Sánchez:

Cuando don Julián Sánchez

monta a caballo,

se dicen los franceses:

ya viene el diablo.

La decisión francesa no se hace esperar y se retiran hasta Vitoria. Allí se detuvieron y allí se dio la batalla decisiva contra el francés en España. Una batalla impuesta en la que los franceses, faltos de fe y repletos de dudas y vacilaciones sus generales y el rey José no les quedaba otra solución que la retirada hacia Pamplona.  Una escandalosa retirada con el rey José en cabeza, una huida en la que se quedaba atascada y abandonada la artillería y la impedimenta entre la que se encontraba todo tipo de joyas y obras de arte fruto del robo. Dice Pérez Galdós que los franceses «No pudiendo dominar España, se la llevaban en cajas, dejando el mapa vacío».

No es cuestión de describir los detalles de la batalla que supuso la definitiva expulsión de los invasores franceses. Wellington la dirigió con brillantez y sabiduría.

Dos jóvenes a la mesa de Velázquez

Hoy, cuando se cumplen 205 años de aquella gesta recordamos a Wellington, el Duque de Hierro, Arturo Wesley, luego Sir Arthur Wellesley, Duque de Wellington. Y con él a sus generales como Graham, Hill, o los españoles, Álava, Morillo, los guerrilleros Longa con los alaveses a las órdenes de Sebastián Fernández de Leceta, dos Pelos y Prudencio Cortázar el Fraile.

Pero también y al margen de la batalla es conveniente recordar el tesoro artístico que se llevaron los ingleses y que aún allí permanece.

<<Los ingleses llegaron despiadados, horribles, hambrientos de matanzas y de botín… El botín era el más valioso, el más rico y el más grande sin duda, que en batalla alguna ha podido quedar a merced de vencedor furioso…>>.

El rey José huyó precipitadamente a uña de caballo dejando el coche con los tesoros que había robado a España.

Las Cortes españolas, <<a propuesta de don Agustín de Arguelles, concedieron a lord Wellington, para sí, sus herederos y sucesores, el sitio y posesión real conocido en la vega de Granada bajo el nombre de Soto de Roma, con inclusión del terreno llamado de las Chanchinas, dádiva generosa, de rendimientos pingües>>, que Lord Wellington aceptó.

Pero no quedaron ahí los generosos obsequios.

El Libertador de España como llamaron a Lord Wellington, una nominal hipérbole sin duda, fue obsequiado en numerosas ocasiones, dos de ellas con valiosos cuadros de la colección Real española. Según datos del Museo Nacional del Prado la primera vez fue el 15 de agosto de 1812, tras la victoria de ­Wellington en la batalla de Salamanca y su entrada triunfal en Madrid, cuando la regencia española agradeció sus servicios con doce pinturas del Palacio Real de La Granja de San Ildefonso.

La finca de Wellington en Granada

Fue en el equipaje del rey José donde apareció un inaudito botín. Siguiendo con los datos del Museo del Prado allí se encontraron documentos de estado, varias cartas de amor, un orinal de plata y más de doscientas pinturas sobre lienzo, desclavadas de sus bastidores y enrolladas, junto con dibujos y grabados. Fueron llevadas a Londres por orden de Wellington catalogándose por la National Gallery en una lista de ciento setenta y cinco sustraídas de la colección real española por el rey José que pretendía llevarse a Francia. Wellington con caballerosidad ordenó devolver sin dilación las pinturas al repuesto rey de España Fernando VII; no recibió de este respuesta alguna. En 1816 envió una carta al conde de Fernán Nuñez, representante español en Inglaterra, para ponerse de acuerdo en la devolución  de las pinturas. La contestación de la Corte al fin llegó: «Adjunto os transmito la respuesta oficial que he recibido de la Corte, y de la cual deduzco que Su Majestad, conmovido por vuestra delicadeza, no desea privaros de lo que ha llegado a vuestra posesión por cauces tan justos como honorables».

El “regalito” consistió en ochenta y tres pinturas de las cuales, según el Museo del Prado, <<se pueden rastrear el origen de cincuenta y siete gracias a los inventarios reales>>.

No son obras menores, sino valiosos tesoros españoles que pueden figurar entre las más destacadas obras de todos los tiempos.

La Última Cena, de Juan de Flandes, que perteneció a Isabel la Cató­lica; una Sagrada Familia, de Giulio Romano, antaño atribuida a Rafael; Orfeo ­hechizando a los animales, de Padovanino, y Oración en el huerto, de Correggio. Otras obras maestras son la minuciosa ­Judith y Holofernes, de Elsheimer, y el imponente Aguador de Sevilla, de Velázquez.

¿No lo sabían ustedes? Pues sepan que las mejores pinturas del Apsley House de Hyde Park Corner, que fue residencia del Duque de Wellington, fueron -creo que deberían seguir siéndolo- de la colección real española.

Dicen que Gibraltar fue fruto de un tratado y la colección de pinturas, la finca de Granada, más lo que desconocemos, fue un regalo. No cabe duda de que los ingleses siempre se salen con la suya.

No sé nada de Derecho Internacional. Sé lo que veo y leo; que hoy es de una manera, mañana de otra; siempre depende de la mayor o menor fuerza de uno de los negociadores, el que suele llevarse puesto el derecho y lo discutido. Igual que se negocia, aunque mal, el tema de Gibraltar, no creo que estaría demás negociar la devolución de esa parte del patrimonio español que debería regresar al Patrimonio Nacional.

Velázquez, El aguador de Sevilla

La finca de Granada también podría incluirse en las negociaciones. Por eso de dar más fuerza a los argumentos. ¿O es otro Gibraltar dentro de España?

La batalla de Vitoria no es motivo suficiente para que una gran colección de pintura propiedad de España permanezca  en Londres como regalo a un general que ganó una batalla. Nunca se debió regalar y menos aceptar el regalo. Ahora aguantamos el sarcasmo británico cuando hablan del The Spanish Gift.

Obras de Velázquez, Goya, Juan de Flandes, Tiziano, Ribera, Murillo, Claudio Coello, Giulio Romano, Guercino, Guido Reni, Van Dyck, Jan Steen, Jan Brueghel el Viejo…, forman parte del Spanish Gift.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

21 junio 2018

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

NAPOLEÓN Y SU MITO. Salvador Fontenla Ballesta. General de Brigada (R)

Napoleón y su mito

Napoleón es considerado historiográficamente como uno de los grandes genios militares de la historia. Ha sido mitificado por sus numerosos partidarios, como el más insigne representante de la grandeza de Francia, y astutamente aceptado por la historiografía sajona, porque así ensalzan más a sus supuestos vencedores, fundamentalmente representado por Wellington, en la batalla de Waterloo.

Si estudiamos de forma más sistemática el mito de Napoleón, veremos que no resiste un somero análisis crítico, y por tanto la admiración que todavía despierta, entre tantos hacedores de otras  leyendas negras. Napoleón reunió en su persona la conducción de la guerra y de las operaciones militares. Mandó en todos los niveles, político, estratégico, operacional y táctico.

Napoleón general táctico.

Napoleón debió su meteórico ascenso a su actuación como general de la Revolución Francesa, en los campos de batalla de Italia, en las que demostró ser un excelente táctico, porque estuvo especialmente capacitado para:

  • Atraerse al enemigo al lugar y momento adecuados para batirlos, mediante hábiles fintas de diversión. No trató de adivinar las intenciones de sus enemigos, sino que estos actuaran de acuerdo con sus intenciones.
  • El acertado empleo de las reservas, con fuerzas de las tres armas, que eran las que ejecutaban la acción resolutiva, cuando el enemigo había empeñado y desgastado las suyas. Anteriormente las reservas se empleaban en acciones de refuerzo, reiteración de ataques y protección de retiradas, en su caso.
  • Ejecutar acertadas maniobras de concentración de esfuerzos, en el momento oportuno.

Sin embargo, en sus campañas italianas, empleo dos principios, que a la larga le resultaron fatales, hacer vivir a sus tropas sobre el terreno y buscar siempre la batalla decisiva.

El primero que empleo con éxito en el frente secundario de Italia, fue el que le encumbró militar y políticamente, porque no solo sus campañas no fueron costosas financieramente (que la guerra alimente a la guerra) sino que consiguió un suculento botín. Este apoyo logístico sobre el terreno (indiscriminado y abusivo) provocó la animadversión de las naciones ocupadas, y alentó el levantamiento nacional y la guerra de guerrillas en España.

El segundo principio favoreció que consiguiera victorias campales espectaculares, pero a costa de una continua sangría de hombres. Despreció el principio de economía de medios, y terminó por desgastar irremisiblemente a su antaño poderos ejército. Sus victorias tácticas se pueden considerar pírricas, que aunque la fama se la llevó Pirro, más apropiado sería llamarlas napoleónicas.

Napoleón como estratega.

También cometió una serie de errores estratégicos, que vuelven a cuestionar su fama de genio de la guerra, y que finalmente le costaron la derrota, el poder y la ruina de Francia:

  • Mantuvo la guerra en dos frentes terrestres distanciados y activos, en España y en Rusia. Lejos de la táctica seguida en sus campañas de Italia, de contención en un frente para batir otro, teniendo superioridad de medios en este, y a continuación revolverse para batir el primero.
  • Estuvo obsesionado por la victoria decisiva, para destruir el centro de gravedad enemigo. No supo ver, a tiempo, que en España ese centro de gravedad no estaba en sus degenerados reyes (Carlos IV y Fernando VII) ni en una batalla campal, sino en la voluntad de lucha (de vencer) de la nación. Tampoco aceró en Rusia, que supuso que su centro de gravedad estaba en Moscú, por ser la supuesta capital, sino en San Petersburgo, en todo caso, donde estaba el Zar y su corte (el centro del poder político); y además se dejó engañar para que le cogiera el “general invierno” en las entrañas rusas.
  • No tuvo en cuenta las características del teatro de operaciones de Europa del Este, con vastas distancias despobladas, donde resultaba muy difícil vivir sobre el terreno (agravado por la táctica de tierra quemada), los costosos desplazamientos de fuerzas y el alargamiento excesivo de las rutas de abastecimiento, tan diferentes de las ricas campiñas del centro de Europa.
  • El sistema ofensivo napoleónico se basaba en la reiteración de ataques de batallones en masa, con ingentes cantidades de bajas. Estas grandes pérdidas forzaban, para no perder potencial de combate, emplear más tropas con cada vez menos tiempo de instrucción. El continuo flujo de bajas por combates, o por las penalidades de las campañas, produjo un progresivo deterioro de la calidad de los cuadros de mando y de la tropa, perdiendo la ventaja estratégica que le proporcionó la movilización de todos los ciudadanos, con lo que se consiguió grandes masas de maniobra, que acabó derrochando.
  • No comprendió el valor estratégico y táctico de la guerra de guerrillas. Exigió fuertes represalias para contrarrestar la lucha guerrillera, lo que resultó contraproducente porque sólo sirvieron para exasperar más a la población.
  • Su ejército diseñado por el Directorio de la Revolución Francesa, no sufrió prácticamente evolución alguna, bajo su mando, sino todo lo contrario, pues a veces tuvo cierta tendencia retrógrada, en su organización, armamentos y procedimientos tácticos. Es decir, le falta capacidad de ejecución, porque no supo forjar la herramienta (un ejército) apropiada para sus propósitos. Siguió abusando del empleo de columnas profundas y enormes, para buscar el choque, que eran frenadas y sufrían un duro castigo, ante una delgada línea de infantería británica, con nuevos fusiles de fuego rápido y bien dirigido (Talavera y Waterloo). Su fusil de dotación tampoco tuvo mejoras sensibles. Sus cañones siguieron siendo bimástiles y poco maniobreros, frente a los nuevos cañones monomástiles ingleses, más ligeros y ágiles, etc.
  • Su sistema de mando era eminentemente personalista, que fue eficaz mientras mandó ejércitos reducidos, y se demostró poco flexible e ineficaz con fuerzas de grandes dimensiones y frentes distanciados. Creo una escuela de mariscales y generales valerosos tácticamente, pero sin iniciativa para maniobrar con iniciativa y visión estratégica en teatros de operaciones alejados.

Conclusiones.

Sorprende la pervivencia de este mito militar que asoló Europa, y arruinó Francia, solo a causa de una desmedida ambición personal.

Salvador Fontenla Ballesta. General de Brigada (R)

Blog: generaldavila.com

24 mayo 2018