Iniciamos 2025 con polémica: que si Franco, la dictadura, que si el Rey, la libertad, que si este o el otro Rey, que si cincuenta años de muerte o de resurrección. El próximo día 8 de enero tendrá lugar un acto que en sí mismo podríamos denominar de provocación.
Nación de naciones. Ha llegado el día de los dinamiteros que se unen a los sepultureros. La España del 31, 34 y 36 resucita ante una sociedad anestesiada que no lee ni medita, solo acepta la subvención y vivir sin historia ni proyecto que no sea el propio. Asistimos al fin de la Nación. ¿Qué no importa? Pues así parece que es.
España pasa a segundo plano para que brille lo que dice ser socialismo junto al más corrupto y peligroso separatismo. Se presenta un año muy caliente donde se van a quemar los restos que de libertad quedan.
Institucionalmente el Gobierno de España, que no la Nación española, declara el año 2025 como el de la celebración de la muerte de Franco.
¿Eso no es delictivo? ¿No es un hecho delictivo, de odio, celebrar la muerte de alguien? Delito de Estado. Para odiar no hay nada mejor que dejar de amar y hay muchos que han dejado de amar a España si es que algún día lo hicieron. Un coro de Elfos: »El sueño es, una cáscara. Arrójala lejos».
Vivimos en un periodo de desorden moral, conceptual, histórico y político jamás antes conocido en España.
Hubo un tiempo en el que la diversidad fue acercándose y unida en una sola identidad logró cotas de grandeza que ahora van camino de ser un recuerdo a pesar de los que yacen bajo tierra tras el sacrificio de sus vidas por una España mejor, unida y fuerte. ¿De qué sirvió? De uno y otro lado, muerte o abrazo: de nada.
Hoy se unen en facciones. «Bandos, pandillas o partidos violentos o desaforados en su procederes o sus designios». Ellos nos gobiernan.
Todos recordamos cómo y quienes celebraban en las cárceles los asesinatos por la espalda, el tiro en la nuca, la bomba lapa, recordamos al ver que sus herederos apoyan desde sus particulares administraciones al Gobierno de la nación. Siguen celebrando y homenajeando a los asesinos.
Este año se nos anuncia en sus inicios la cultura de muerte. Pretenden convertirlo en año del cincuentenario de la muerte de Franco. Es muy peligroso hurgar entre cadáveres y bajar al Hades. Hasta Ulises salió malparado de la visita. Toda una declaración de malvadas intenciones abrir el 2025 con el anuncio del enfrentamiento trayendo a colación la ruptura del abrazo, de la Transición, del perdón y la construcción. Se nos anuncia la muerte como venganza.
Asusta que nada más cerrarse el Día de Reyes se abra el día de muerte invitando a la ceremonia mefistofélica al Rey de España y trazando la raya entre las dos Españas.
«Si parece extraño que los sepultureros hagan papel en una tragedia, más lo parecerá que un príncipe trame conversación con ellos, sufra sus necedades se divierta en revolver los huesos y moralizar sobre las calaveras».
El sello de la paz se rompe. Hay que crear crispación y un clima de enfrentamiento para consolidar la maldad que predican.
El bisabuelo del Rey, Alfonso XIII fue declarado un delincuente por Decreto de Azaña; el abuelo, Don Juan, fue invitado por Franco a vivir en España y recoger en su momento el legado monárquico, pero un grupo egoísta y equivocado de cortesanos a su alrededor le privó de Su destino en España; el padre del Rey, Don Juan Carlos, que debería ser el recordado y agradecido en estas, las bodas de Oro de su Coronación, no puede vivir ¿y morir? en España. Con estos antecedentes, ¿qué será del Rey Felipe VI? ¿Celebraremos los 50 años de la restauración de la Monarquía? Parece que no entra entre los planes del Gobierno esa celebración.
Con insoportable y provocadora desfachatez, el presidente del Gobierno y Secretario General del que fue Partido Socialista Obrero Español, P.S.O.E. y actual líder de los anarquistas, marxistas, batasunistas, separatistas todos, invita al Rey Felipe VI al primero de los cien actos que tiene previsto en 2025 para celebrar la muerte de Franco que él equipara con la libertad. La invitación se extenderá a la Cúpula Militar lo que es evidentemente un reto ya que no se trata de celebrar libertad alguna por parte del que las controla habiendo acabado con la Transición, señalando al Poder Judicial y controlando a los medios. Es decir estás conmigo políticamente o contra mí, porque la libertad es un partido, o partidos, un «Frente» bajo un mando; lo cual tiene nombre. A su juicio es un Frente muy popular y en esa regresión acierta. Frente Popular. Es una apuesta peligrosa y con trampa, una forma de desviar la vista del mayor problema que tiene España en estos momentos: la libertad.
Puede que en España el concepto de libertad sea simplemente un punto de vista.
Desde la Transición hubo esperanza. Entre los esperanzados estaban aquellos llamados antifranquistas, antirégimen, comunistas y socialistas. Todas las tendencias que hubo, hay y habrá en España se pusieron de acuerdo para que, bajo el concepto de España como nación, caminásemos en libertad con todos los matices que ustedes quieran darle, pero en definitiva con esa libertad propia que nos ha acompañado hasta el año 2004. Podríamos citar nombres históricos que nunca se pensó que aceptaran el abrazo y admitiesen los errores. Unos y otros. Se abrazaron, olvidaron, restauraron, convivieron y aceptaron la diversidad.
El año 2004 ocurrió algo muy extraño, inexplicable e inexplicado (seguro que hay motivo), sucedió en España y apareció una cosa nueva, que no era anti nada, ni era socialismo ni comunismo ni nada parecido de lo hasta entonces conocido. Apareció el mal llamado zapaterismo, o sanchismo, por ponerle un nombre, pero a cualquier persona medianamente inteligente no se le escapa que es imposible que dos nombres, dos personajes como los aludidos posean la capacidad o el valor suficiente para obrar así a no ser que sean Fausto dominado por Mefistófeles.
«Stand still, you ever maving spheres of heaven, that time may cease». No tiene traducción.
No hay duda. La historia empieza ese 2004 bajo un misterioso grupo llegado a España con un fin oscuro que tendremos que adivinar. ¿Quiénes y por qué? Esto no es una teoría de la conspiración sino una realidad palpable, tan evidente, tan visible, expuesta impúdicamente en público que al no entenderse todos prefieren no mirar, olvidarlo y seguir con mansedumbre al nuevo pastor con su portatirso.
No son los socialistas de la Transición, no son los comunistas, no son ninguno de aquellos que se opusieron al Régimen de Franco y se jugaron su vida y hacienda por ideales auténticos. No. Rotundamente no. Aquellos, y los que siguen su ejemplo ahora, resultan ser los más críticos con este sistema desconocido que como una epidemia se extiende por España. Comunistas, socialistas, incluso separatistas, reniegan de los de ahora, se asombran, se asustan, ¿quiénes son estos recién llegados que esconden una doctrina de enfrentamiento, lucha y perversión? Algo desconocido empieza a convertirse en pandemia nacida en el laboratorio instalado en España, que dejará de serlo para ser un experimento, un Estado fallido.
¿Es libertad incorporar a la Administración a los herederos intelectuales de asesinos terroristas a los que de continuo se homenajea como héroes?
¿Es libertad atentar violentamente contra la unidad de España, indultar el delito, amnistiar y violentar la conciencia, la justicia y el orden?
¿Es libertad habernos encerrado en nuestras casas por ineptitud, desconocimiento o maldad y ampararse en unos uniformados militares, policías, guardias civiles, y falsos científicos que salían a explicarnos cada día lo bien encerrados que estábamos?
¿Es libertad el robo desde las instituciones?
¿Es libertad la corrupción administrativa, el manejo de la Ley mediante un tribunal ad hoc?
¿Es libertad insultar al Poder Judicial desde el Poder Ejecutivo, sospechar de él, manipular la Fiscalía General del Estado?
¿Es libertad atacar a los medios, controlar la información, imponer un pensamiento único?
«La piqueta al hombro, el sepulturero cantando entre dientes, se perdió a lo lejos. La noche se entraba, el sol se había puesto; perdido en las sombras, yo pensé un momento: ¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!».
¿Y ahora qué? ¿Cuál será el siguiente paso?
«Guarte, guarte, rey don Sancho
no digas que no te aviso…»
«Qué poco siente ese hombre lo que hace, que abre una sepultura y canta» (Hamlet).
Rafael Dávila Álvarez
Blog: generaldavila.com
2 enero 2024






























